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El confesionario por paunina12

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Yana Toboso, este fanfic es completamente mio.

Mi nombre es Sebastian Michaelis  y esta es mi primera confesión, mi historia y mis inicios en este mundo.

Hace mucho tiempo solía ser un demonio. Uno de los más poderosos que existieron y existirán, mi vida era devorar almas humanas para saciar el hambre que llegaba a mi con frecuencia, pero en un momento me cansó, aquellas pobres almas tenían un sabor terriblemente malo, ya que en su mayoría eran de personas escogidas al azar que no tenían ni una pisca de distinción por sobre los otros. Otro demonio que conocí llamado Claude Faustus me aconsejó que si quería degustar una alma con un sabor gourmet, tendría que ser y mismo el que la plantara y cuidarla hasta algún día poder cosecharla y deleitarme con su sabor.

Entonces eso hice, dejé de atacar humanos indefensos por la noche y pasé a vestir elegantes trajes de negro para complacerá mis contratistas, quienes casi siempre tenían los mismos deseos y no cumplían con mis expectativas en cuanto al sabor de sus almas, que, aunque ya no eran malas como antes, tenían un sabor completamente común y me costaba diferenciarlas unas de otras, Los humanos eran terriblemente simples, deseaban y me pedían lo mismo una y otra vez. “Quiero poder” ”Quiero dinero” ”quiero fama y fortuna” y no faltaban aquellos que al ver mi agraciada apariencia me pedían favores sexuales, ya fueran hombres o mujeres, a quienes yo les brindaba noches intensas de placer con solo hundirme en ellos, quienes llenos de lujuria no paraban de gritar que los corrompiera noches tras noche, pero hay una cosa que siempre olvidaban, que después de que se consumara el acto las veces que se estimaba convenientes me rogaban que por favor no los asesinara, pues habían caído enamorados de mi e irremediablemente trataban de conmoverme, cosa que nunca conseguían.

En ese caso lo que tenía que hacer era completamente simple, pues los ojos llorosos y los “te amo”  de las puras doncellas no me causaban ni el más mínimo remordimiento, aun cuando se lanzaban a mis pies y me pedían otra oportunidad, que les diera un pazo corto para demostrarme que podíamos legar a amarnos mutuamente. Pero por supuesto, eso solo era un sueño para ellas y ellos, pues nadie podría llegar al corazón de un demonio…o eso es lo que yo pensaba.

Entonces ocurrió, me encontraba atendiendo mis asuntos cuando fui invocado nuevamente, esta vez era un culto de estúpidos que creían que por ofrecer sangre debía servirles por toda la eternidad y llenarlos de todo lo que desearan, vaya, realmente eran idiotas, me pregunté qué tipo de pensamientos tenían esos seres tan inferiores, que pensaban que con tan solo lograr la difícil tarea de invocarme ya tenían poder sobre mí, realmente patético. Caminé envuelto en tinieblas buscan el alma que cayendo en la desesperación me había llamado, noté como las mujeres comenzaban a llorar aterradas y los hombres temblaban tratan de mantener la compostura.

Ah,  está llamándome, es él, quien entre todos es el único que no me mira con miedo ni tiembla de nerviosismo, un alma completamente determinada que fue corrompida en medio de la tristeza, la ira, la confusión y la desesperación, las palabras malditas fueron escupidas, acabaron llamándome con todas sus fuerzas.

Cuando le pregunté su nombre lo dijo sin siquiera vacilar “Mi nombre es Ciel, Ciel Phantomhive. El único heredero del conde Phantomhive“

Así que un conde ¿eh? Decidí tomar la forma correcta para servir a un conde, ¿qué mejor que convertirme en un mayordomo infernal vestido de negro? Así nadie sospecharía mi naturaleza.  Después de pedirme que incendiara el lugar  y asesinara a todos me pidió 3 cosas.

  1. Protegerlo sin traicionarlo hasta que obtenga su venganza
  2. Obedecer sus órdenes incondicionalmente
  3. Y nunca mentirle

Debo admitir que esas órdenes me parecían bastante difíciles al jugar a ser un mayordomo perfecto para él, pero si su alma era tan fuerte como para llamarme, valía la pena intentarlo, pues mientras tuviese una buena comida, era suficiente para mí.

Pasaron varios meses en los que ambos aprendimos a realizar nuestras tareas; pero lo que más me sorprendió de él fue que al recibir su título amo conde le dio la espalda a la luz sin ni siquiera dudarlo, quedé completamente perplejo y sonreí, pues sabía que esta alma tan pura como corrompida sería el más delicioso manjar que proaría en toda mi vida demoniaca.

No sé en que momento fue que cambió todo, creo que fue cuando las sonrisas sinceras se posaban en nuestros rostros de añera natural, o quizás cuando dejé de llamarle “mocoso” cuando no estaba presente, pero en ese momento todo fue destino, pues también cambiaron las miradas que teníamos el uno a otro. Juro que no me di cuenta cuando empezó a disfrutar vestirle y bañarse, acariciar su cuerpo con la osadía de mentirle aseguran que solo era para cerciorarme que todo estaba bien, pero yo sé que en el fondo él sabía que aquellas caricias eran completamente intencionales, pues el igual hacía lo mismo. Se acerca a mí con cualquier pretexto y corría el cabello de mi rostro alegando que “un mayordomo de la mansión Phantomhive no puede estar tan despeinado y desaliñado”

Nos fuimos acercando más y más, hasta que ocurrió lo inevitable, ya no podía controlar los latidos desesperados de mi corazón cuando estaba junto a él, que yacía durmiendo en la silla de su escritorio, había estado todo el día revisando los papees de la empresas que manejaba. Me acerqué sigilosamente y contemplé su rostro sereno, mi cuerpo se movió como por voluntad propia y me acerqué a sus labios, en donde deposité un casto beso como el que nunca había dado antes.  Entonces me alejé rápidamente, pero algo me detuvo,  era él, que había estado despierto todo el tiempo y ahora me sujetaba de la corbata, me puse notablemente nervioso y me disculpé.

-          Lo lamento mucho, joven amo, no sé qué paso por mi mente.

-          ¿Qué acaso no has aprendido nada, Sebastian?-respondió serio, no tenía idea a lo que se refería.

-          Si vas a hacer algo, hazlo bien. No te aproveches de los que duermen- continuó hablado.

-          ¿Q-Qué?- No lograba entender el punto, hasta que lo hizo.

Tomó mi rostro con ambas manos los llevó directamente a sus dulces labios, me sentí irónicamente en el paraíso, ese beso que acababas de compartir me enseñó un mundo que no conocía, un mundo donde solo existíamos los dos sin ningún contrato aparente.

Desde ese momento, nos volvimos inseparables y parecía que todas las tristezas de nuestros corazones hubieran desaparecido, dándole paso solamente a la ilusión de quienes amaban por primera vez en su existencia, un amor cálido que recorría todo tu pecho hasta hacerte ver las brillantes estrellas de la noche, bajo las que disfrutábamos nuestra compañía mutua sin hablar, porque las palabras ya no eran necesaria para nosotros, pues solo una mirada bastaba para saber lo que el otro quería decir, Todo era simplemente perfecto…al menos hasta que ese día llegó.

Encontramos a ese hombre, aquel que lo había causado todo, que era nada es ni nada menos que un sirviente de la reina, Louis Martens,  había citado asesina a los Phantomhive mientras la reina se encontraba terriblemente enferma y no tenía el poder para detener a aquel traidor.

Me ofrecí a asesinarlo, pero Bocchan se negó, el mismo quería acabar con el ser que había destruido su vida, apuntó su revolver hacia el sujeto, quien lloraba y suplicaba perdón, excusándose diciendo que la avaricia y el poder lo habían segado, pero los tres sabíamos que ya era demasiado tarde para disculparse.

Una vez muerto el culpable ya mi había nada que hacer, nos miramos sin saber que decir, ya todo había acabado, sabíamos muy bien lo que venía a continuación y para ser sincero, estaba realmente aterrado, no quería, me negaba a perder a la persona con la que estaba alcanzando la felicidad, pero él se negaba a que no me devorada su ama, me decía que habíamos hecho un contrajo y aunque fuese doloroso para ambos, lo cumpliría, o si no sería la misma alma, no, persona de la que yo había enamorado, el no correría como un cobarde ni se aprovecharía de mis sentimientos. Él quería unirse a mí para siempre, no quería que yo lo olvidara, pero para ser sincero yo nunca podría olvidarlo.

El momento llegó y lo llevé a aquella isla en la que en su interior solo había una banca, donde se sentó a esperar su destino, me obsequió todos sus bienes materiales, y tomó mi rostro, acercándose lentamente a mis labios, los que besó como si tuviera todo el tiempo del mundo, disfruté mucho el ultimo toque que tuvieron nuestros cuerpos, pero para mí no era suficiente.

Comenzó a quitare la ropa cuidadosamente, él solo se dejó hacer, callaba y temblaba al estar completamente expuesto a mí, una vez escudo, trataba de cubrís su cuerpo en sus manos, las que yo apartaba suavemente, su rostro sonrojado nunca lo olvidaré, cruzaba todo su rostro y legaba a sus orejas, mientras su rostro reflejaba inocencia.

-Esto es injusto- dijo él- Tú también debes quitarte la ropa…

-Como ordene, bocchan- respondí y comenzó a sacarme la corbata y a desabrochar mis botones con su ayuda.

La temperatura de nuestros cuerpos comenzó a subir, y la ropa parecía innecesaria,  los besos no cesaban y yo lamí sus labios para que permitiera que me abriera paso entre ellos, lo que le concedió tímidamente, iniciamos una danza entre ambas húmedas en la que yo llevaba el control y el parecía derretirse entre mis brazos, me encantaba causarle aquellas sensaciones, algo completamente nuevo para ambos, aunque por mi parte no lo pareciera, nunca había acariciado a un humano con la calidez y suavidad con la que o tocaba a él, lamí su cuello lenta y tortuosamente, su piel era un deleite, un manjar que no quería dejar de probar nunca. Los gemidos se escapaban de sus labios y trataba de ocultarlos, pero yo no se lo permitía, quería todo lo que pudiera enrejarme para nunca olvidar esa noche donde lo perdería por toda la eternidad, pues sabía que nunca enconaría otro que lo igualara.

Empecé a dejar un camino de besos desde su cuello hasta sus pezones, los cuales lamí y mordí a mi gusto, con una mano bajé a su miembro, que ya se encontraba despierto y comenzó a frotarlo lentamente, levanté el rostro para verlo y quedé completamente sorprendido. Su cara de placer era realmente excitante y me invitaba a continuar profanando aquella alma pura, al menos en ese ámbito.

Jamás olvidaré esa noche, ya que lleno de temor por las cicatrices del pasado se entregó a mí, introduje un dedo en su entrada y comenzó a moverlo, estaba claro en su mirara que no había de que forma sentirse, estaba completamente extasiado cuando introduje otro dedo y comenzó a dilatarlo haciendo movimientos de tijeras en su interior, una vez que estuvo listo volví  mirarle, cuando estaba a punto de hablar me detuvo.

-Hazlo, Sebastian, por favor…-las palabras correctas salieron de sus labios e introduje mi miembro en su interior, estaba tan apretado que no pude evitar gemir, era realmente delicioso, no podía controlar la velocidad de mis embestidas, aunque trataba de ser gentil, el deseo me estaba consumiendo por completo, ya que el solo tener lo gimiendo para mi era algo maravilloso, sus brazos se estrado hacia mí y recibí un cálido y sincero abrazo acompañado de un beso que pareció robarme el corazón. Sabía que era doloroso  para él, no podía contener sus lágrimas.

Ambos acabamos con un sonoro gemido que inundó el solitario lugar donde estábamos, nos separamos y sonreímos felices, pues ya habíamos olvidado lo que pasaría a continuación.

Lo limpié y quedamos como si nada hubiera ocurrido, por un momento todo fue perfecto, pero cuando ese momento acabó, tuvimos que volver nuevamente a la realidad en la que estábamos. Le robaría el alma con mi beso de la muerte y su cuerpo quedaría como un cascarón vacío. Tendría su cuerpo hasta que se pudriese entre mis manos. Es idea me resultó terrible, no podía asesínarlo, no podía acabar con su vida después de todo lo que había ocurrido entre nosotros, él me había enseñado a amar y me había demostrado que no todos los humanos son iguales, y que valía la pena vivir como uno aunque sea como un parpadeo para mí.

Entre lágrimas y palabras de despedida besé sus labios y puse mis manos en su pecho, del cual comenzaron a brotar diferentes luces de color azul, era su alma, inquieta y enamorada, era terriblemente cálida a pesar de la distancia, la acerqué a mi pecho y pude sentir su calor con mayor intensidad, la llevé a mis labios listo para devorarla, pero me detuve. No podía hacerle eso, lo amaba tanto que me dolía, la culpa parecía quemarme por dentro.

Entonces tuve una idea.

Encerraría el alma de mi amado en el anillo de su familia en caso de que alguien quisiera robarla, y lo puse en mi dedo pulgar, tal como él lo hacía, pasé muchísimos años con en aquel anillo en mi dedo y este cada vez que lo miraba resplandecía como sus ojos. Me hacía falta cada uno de mis días,  no podía estar ni uno delos sin recordarlo y desear aunque sean cinco minutos a su lado. Muy pronto llegó a mis oídos una leyenda, un ex shinigami que traía de vuelta a los muertos. No tardé mucho en acabar en el contrato que actualmente sostenía con una joven muchacha que deseaba nunca ser olvidada y que gracias a mi había escrito novelas que perdurarían a través del tiempo.

Una vez en la tienda del Singani lo reconocí, era aquel que se hacía llamar Undertaker, Tuve que  explicarle todo el problema y tragarme sus burlas cuando le conté que me había enamorado del joven conde.

-          Quién lo diría mayordomo-kun, tú,  una bestia  que come almas enamorándote de un humano.- No dejaba de repetir.

-          ¿Ya te hartaste de reír?

-          Lo siento, es que es realmente como un cuento de hadas, pero no te culpo, no me sorprende quien alguien tan especial como el conde haya atrapado el corazón de un demonio.

-          Ya es suficiente, ¿vas a ayudarme o no?

-          Por supuesto que sí, déjame explicarte, esto es realmente sencillo, usualmente traería al conde como una muñeca bizarra, es decir, un cuerpo sin un alma…

-          Pero sin su alma, ese no sería mi bocchan.- Interrumpí

-          Deja que termine de hablar, eso es lo que haría si no tuviera un alma, pero como tus conservas su alma en ese anillo, puedo hacerlo volver completamente, ¿Sabes lo que significa?

-          Que él… ¿volvería a nacer?

-          Exacto, mayordomo-kuna, el reencarnaría en su mismo cuerpo con su misma alma, pero hay un problema.

-          ¿Qué es? Dímelo.-contesté apresuradamente.

-          Bueno, es necesario un poder muy grande para volverlo a la vida, esto requerirá la ayuda de un ángel. ¿Estás dispuesto a esto por tu amor?

-          Eso y más.-respondí sin vacilar.

Me dijo que lo esperara unos segundos y se fue, más tarde volvió acompañado de una niña que no había visto en toda mi vida, tenía el cabello largo y pies realmente pequeños, y enseguida se presentó ante mí.

-Mi nombre es Sieglinde Sullivan, con gusto te ayudaré a recuperar a tu amado.-pronunció ella.

-¿Qué es lo que quieres para traerlo de vuelta?- Pregunté.

-Lo que quiero es bastante simple, solo deseo que me ayudes a purificar a los impuros, harás un contrato conmigo y te convertirás en el Padre de un pequeño pueblo al sur de Londres.

-Yo…¿Un sacerdote?- Era algo realmente extraño, primero enviaba humanos al eterno vacío mediante un contrato y ahora ¿tenía que salvarlos?

-Bueno, parece que tu amor no es tan grande…

-Te equivocas, ¡nada es más grande que mi amor por él!- exclamé.

-de acuerdo, entonces  ¿Tenemos un trato?.- me extendió su mano y yo la estreché.

Haré cualquier cosa para recuperarle, y nada podrá impedírmelo. NO importa lo que deba hacer ni todas las reglas que he de violar para estar con él cada segundo desde ahora en adelante, el volverá aunque sea lo último que haga.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, lo escribí con todo mi corazón y por ello apreciaría mucho que dejaran un comentario o review, ya que me motivan a seguir escribiendo y no saben lo gratificante y alentador que es que a alguien le guste lo que has hecho.
Espero que estén bien, y les deseo un buen día, tarde o noche.


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