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Legado Incierto. por Xora

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Notas del capitulo:

Bienvenido(a)

Como cada tarde cósmica la Fortaleza se llenó de cantos y sonidos celestiales. Los grupos de arcangeles se habian concentrado en los cuartos de los coros irradiando retazos de pureza por cada rincón del Palacio, destellos que se transformaron en la luz que iluminaba el ambiente para reflejar en los pasillos un espejismo de oro y plata. Kyare se encuentra en su salón de meditación personal, su mirada perdida a traves de los cristales que brindan una hermosa vista hacia los jardines de rosas, él yace apasible, concentrado en sus pensamientos; su cuerpo forrado por un elegante traje blanco que le hace resaltar junto a los ventanales de colores llamativos, brillando cual estrella bajo el manto nocturno.
 
—Kyare. —El llamado le incitó reaccionar mirando a sus espaldas donde las siluetas de Kneel y Safro se presentaron tras cruzar el umbral. Sus rostros serios le hicieron preguntarse el motivo de su visita pero se lo imagina así que no lo cuestiona y permite que se acerquen a él tanto como lo deseen, después de todo no tiene nada que ocultar, no a ellos.
 
—¿Cómo te sientes, Kneel? Ese ataque te dejó en muy mal estado.
 
—Estoy bien, no te preocupes— Kneel le restó importancia, regalando al Serafin una de sus mejores sonrisas mientras agitaba levemente las manos y luego posaba los brazos a los costados en un animado gesto de mostrar la musculatura de la cual estaba orgulloso—. Soy fuerte, puedo resistir otra extracción de energía y más.
 
—Ya veo. Me alegra. —comentó sintiendose aliviado al fin, habia estado muy preocupado por el padecimiento de su amigo después de todo.
 
—La Sala Sagrada ha sido reparada también, muy pronto podremos reanudar la interrumpida Sección de Purificación.

—Es bueno oírlo. —admitió Kyare devolviendole la sonrisa al Arcangel.
 
—Dejando eso de lado. —interrumpió el Querubin Safro con determinación, hambriento de respuestas, Kyare pudo reconocerlo en su mirada indiferente— La entrada al Purgatorio ha sido puesta en cuarentena, angeles de todas las clases han sido enviados al territorio humano para apresar a todo aquel que no posea un permiso directo de la Orden para vagar por la Tercera Vertical, sin mencionar que el Tribunal aprobó la ley de ejecutar a cualquier demonio que se oponga a las limitaciones asignadas.
 
El informe hizo al Serafin sentir enfermo con sólo oírlo, debastado por pensar en lo que significaría este suceso para la especie demoniaca, para Zeak. ¿Acaso no existía otra manera de proteger el equilibrio? Aunque intentasen erradicar la maldad por medios presipitados no lograrían nada apresando a una especie. Los Entes no eran una raza que toleraran ser reprimidos, mucho menos por una especie que conquistó sus tierras durante la época del nacimiento de la Creación. 
 
—Veo que la Orden accede a las demandas rápido, como siempre...
 
—Kyare, creo que ya es hora que nos digas qué relación compartiste con Zeak en el pasado.
 
—Safro... —El Arcangel intentó detener a su amigo al percibir la tensión en el ambiente, a sabiendas de que aquella pregunta se ligaba a un tema demasiado delicado para los tres, incluso para la Orden de Angeles. Sin embargo, el Querubin lo ignoró, habia soportado bastante tiempo en el silencio de la duda, no planeaba mantenerse al margen más.
 
—Ese sujeto insiste en que fuiste el culpable de sus heridas y ha estado persiguiendote desde mucho antes que Kneel y yo formaramos parte de la Legión, no podremos ayudarte si tú no nos explicas.
 
—Safro, es en serio, ya basta.
 
—Descuida, Kneel, está bien—. Las palabras del Serafin desentendieron al joven Arcangel enseguida, no logrando deducir el motivo por el que su amigo accedía a contarles su pasado como si nada, a ellos quienes no debían entrometerse en sus asuntos personales pero al final se resignó. También sentía una abrazante curiosidad que no podía retener más— Como mis amigos, tienen derecho a saber esta parte de mi vida porque confió en ustedes.
 
—Kyare... —La sonrisa de Kneel descendió un poco, triste y conmovido mientras Safro dio un paso más cerca de su superior, insistente.
 
—¿Y bien?
 
—Sucedió hace demasiados siglos, cuando el Espiritu Supremo pensó en crear algo semejante a él en cuerpos mortales. Entonces sólo habitabamos los angeles y los demonios, y cada una de las especies poseíamos una tarea divina, la cual debía ser cumplida a como diera lugar con el propósito de tener el mundo preparado para cuando la Tercera Vertical fuera impuesta sobre la tierra. Conocí a Zeak antes de que la guerra sagrada diera lugar. Un un demonio Inorganico de torcida cornamenta que me saludó con tanta naturalidad que parecía mentira que una criatura así fuera el aspecto negativo de nuestro Dios, estaba sorprendido. —dijo dejando que sus facciones fueran adornadas por una sonrisa cuya ternura enmudeció a ambos seres de luz, aterrando a Safro por su pureza, ¿un angel de tal categoria admirando a un demonio de los mundos de infratierra? Aquello no sólo podría considerarse increíble sino también inaceptable. Safro habia sido criado en una zona de angeles en que los perjuicios de especie eran la ley absoluta y no podía aceptar que un Serafin hubiese sido embelezado por un ser degenerado como lo eran los demonios, sobre todo siendo un demonio de menor estatus social jamas existente en el cosmos.
 
—A partir de ese momento comenzamos a pasar mucho tiempo juntos, forjamos una amistad y nos prometimos seguir las ordenes de Dios para que los humanos pudiesen habitar en ese espacio sin problemas, no tienen idea de lo feliz que estaba por ser amigo de una especie diferente a la mía y ser capaz de pelear a su lado como un verdadero hermano de armas. Creí ingenuamente que todo se arreglaría, que esa rivalidad entre angeles y demonios reduciría en el sistema ya que nosotros podriamos servir de ejemplo para quienes nos veían a la distancia pero... Zeak no pensaba así.
 
El acento del Serafin cambió drasticamente, mutando de la ternura a la tristeza, en ese momento Safro y Kneel comprendieron que su historia comenzaba a tornarse mucho más seria de lo que habia sido en un principio, inconscientemente poniendo mayor atención a cada revelación que hiciera el Serafin Kyare.
 
—Luego de algún tiempo, los angeles asignados a mi tutela comenzaron a desprestigiar a Zeak. Hice mi esfuerzo porque estas agresiones no llegaran más lejos pero el mismo Zeak terminó empeorando las cosas cuando su paciencia al fin se vio acabada. Mis compañeros pelearon, Zeak peleó... quien alguna vez me confesó que odiaba a mi especie lo demostró en actos, estaba tan asustado que provoqué que los altos mandos lo atraparan, aunque el suceso no pasó a mayores este dejó en él una fuerte fisura en su corazón, quebrantando nuestro lazo y desde ese momento, cada vez que yo cometía un error, él me lo recordaba con cualquier oportunidad pero... en mi interior seguía confiando que todo se solucionaría, que volveriamos a ser los mismos de antes si me esforzaba un poco más... debía hacerlo...

La expresion de tristeza dominante en el rostro de Kyare pareció ensanchar sin sospechar que su relato habia cambiado el semblante del Querubin a uno más sombrío, creando sus propias conclusiones en base a sus palabras mientras Kneel sólo prestaba toda su atención, atrapado por la angustia que el aura de su amigo reflejaba.
 
—El día que la guerra estalló entre ambas especies, Zeak y yo nos vimos obligados a separarnos con la promesa de que, pasara lo que pasara, nunca nos veriamos como enemigos y si llegaramos a enfrentarnos no nos atacariamos a matar. A los angeles nos fue asignada la tarea de destruir a todo demonio que osara cruzar la frontera, hubo demasiados muertos en batalla y otros más heridos de muerte. Nuestras energías espirituales estaban siendo opacadas por un poder misterioso proveniente de las lineas enemigas, no sabiamos lo que era, por ese motivo un grupo de angeles nos infiltramos al otro lado —Kyare dibujó una sonrisa inconscientemente, reflejo de la ironia que le causaba su más reciente recuerdo—. Por azares del destino los dos nos encontramos de nuevo. Mis compañeros y yo acordamos separarnos para investigar el origen de aquel poder maligno y de ese modo pude averiguar de los labios del propio Zeak cuáles eran sus estrategias para dominarnos en esta guerra. —Las manos del Serafin se empuñaron entonces, esta vez molesto consigo mismo. —Aunque esperaba fuera una mentira, usé esa información para detener esta guerra pero nunca esperé que la Orden asesinaría a tantos demonios cuando se acordó arrestar a los pilares, jamas quise que les arrebataran sus derechos, por eso intenté que al menos Zeak no sufriera la misma suerte que el resto de sus compañeros, me opuse a las leyes de mi especie por él y aún así... Zeak...
 
No pudo continuar, Kyare habia sido dominado por las ansias de liberar el llanto, atinó a contener sus lagrimas milagrosamente pero no pudo contrarrestar la impotencia y la tristeza de la que terminó por convertirse victima; el dolor era demasiado.
 
—Zeak... se aprovechó de mi influencia en el Tribunal y abusó de mi confianza para adentrarse al Palacio y asesinar a varios importantes lideres espirituales. —Estas palabras inevitablemente hicieron un gran impacto en el entendimiento del Querubin Safro ya que él era un aprendiz cuando ocurrió aquello que Kyare les contaba, pues uno de los lideres muertos tras la discusión politica se trataba de su mentor, superior de superiores y su maestro por el que lloró su muerte demasiado tiempo.
 
—¿Fue Zeak? —El Arcangel Kneel se mostró alterado enseguida— ¿Por qué? Si sabias la identidad de ese asesino, ¿por qué nunca lo dijiste?
 
—Porque tenía la esperanza de que no hubiese sido Zeak, no podía permitir que muriera en manos de la Orden, ya muchos habian muerto por mi culpa. Quería creer que él jamas me traicionaría de esa manera, no él.
 
—Es un demonio, los demonios son incapaces de sentir amistad o culpa por otros seres, —aseveró Safro, escupiendo odio con cada palabra— son criaturas deshonestas y viles, no les importa nada más que alimentar su egoismo, él fingió ser tu amigo sólo para romper el equilibrio. Fuiste demasiado ingenuo, Kyare, y ahora ese error te persigue del mismo modo que cometiste tal estupidez.
 
—Aunque lo digas de esa manera soy incapaz de odiar a Zeak.
 
—¡Abre los ojos! ¡¿En verdad crees que le preocupas?! ¡Lo único que busca es arrastrarte a la ruina! ¡Te está usando como su maldito juguete, Kyare!
 
—Aún así eso no cambiará el hecho de que lo estimo, es... un preciado amigo.
 
—Kyare... —Safro retrocedió varios pasos, horrorisado con lo que escuchaba, si antes habia considerado infames las palabras de su superior, su percepción de ello habia empeorado.
 
—Por eso deben entender que Zeak es mi responsabilidad, no puedo permitir que alguno se entrometa en este conflicto. Estoy consciente de que él los ha lastimado directamente a ambos pero yo lo traje aquí, yo mismo debo echarlo.
 
—Si eso quieres no podemos involurarnos pero, ¿en serio crees que eres capaz de cumplir esta tarea? —El acento desconfiado del Querubin causaron un estremecimiento en el cuerpo de Kyare— ¿Cuánto hace que Zeak comenzó a vagar libremente por el Palacio y ocasiona desasatres colaterales cuando se le da la gana? En mi opinión no te has esforzado suficiente para exorcisarlo. Es culpa de tus sentimientos, si en verdad quieres cumplir este cometido, deshazte de ellos.
 
Tras sus palabras Safro se giró dispuesto a marcharse y comenzó a caminar fuera de la sala en compañía del joven Arcangel quien sin poder opinar se alejó junto al Querubin, abandonando a un más que silencioso Kyare en la soledad de aquella habitación. Y mientras surcaban los largos y brillantes pasillos del Palacio hacia una dirección desconocida, Kneel aún se permitía dudar, preocuparse por su amigo y por el indirecto conflicto que la confesión de Kyare habia causado entre sus dos superiores, el cual no pudo simplemente ignorar porque realmente necesitaba que las cosas entre los dos volvieran a ser como antes.
 
—Safro, ¿crees que no podamos hacer algo al respecto? —El aludido no respondió, apelando al voto de silencio momentaneo— Pienso que Kyare no podrá hacerlo por si solo, debemos ayudarle.
 
—Ciertamente, Kneel, no confió en que Kyare siquiera piense hacerlo.
 
—¿Qué quieres decir?
 
—Zeak ha conseguido hacer de él alguien dependiente de su existencia. Con su poder, Kyare ya debió exterminarlo pero no lo ha hecho porque sus apegos le impiden ver a su alrededor con claridad, me temo que ha perdido el juicio.
 
—No puede ser...
 
—Es por eso que nosotros somos los únicos capaces de hacerle frente a ese demonio de basurero —Safro le dedicó una mirada a su acompañante cuales irises color verde destellaban con aplastante determinación— Le haremos saber a Zeak de lo que un verdadero Ángel es capaz de hacer.
 
La sonrisa del Arcangel ascendió en una sonrisa de autosuficinecia, dispuesto acompañar a Safro hacia donde las fuerzas opositoras erradicaban la maldad de las almas en pena; la batalla se llevaría a cabo esta vez en el infierno.
 
 
 
Con un largo y agudo suspiro, Teix reveló al ambiente arido su aburrimiento y flojera, no le gustaba cuando habia tan poca actividad por lo que les dirigió una mirada a quienes ocupaban un espacio en aquella zona: Mukkan mordisqueaba sus largas garras y Zeak seguía sentado en su silla favorita con la mejilla recargada en un puño, relajado con los gritos desgarradores de las almas que descendían para cumplir su sentencia; los alaridos de dolor siempre habian sido como música para sus oídos.
 
—Oye, Zeak~ estoy harto de estar aquí —se quejó el joven Ángel Caído estirando los brazos sobre la picuda superficie en la que yacía recostado, sus palabras atrajeron la mirada del mencionado y de Mukkan—. ¿Cuánto vamos a perder el tiempo en este lugar? No hay nada que hacer, esos gritos me hartaron, no me gusta este lugar.
 
—Eres ruidoso, Teix. Nos harías un gran favor si te mueres —comentó Mukkan con una sonrisa maliciosa, la cual caló en el orgullo de Teix.
 
—Cállate. Estoy hablando con Zeak, no contigo.
 
—¿Estas aburrido? —cuestionó el demonio rojo con curiosidad .
 
—Si, si, ¿no hay algo que podamos hacer?
 
—Eso depende de cuánto ánimo tengas.
 
—¡Tengo bastantes ánimos! ¡Necesito movilidad! A diferencia de Mukkan, yo no soy alguien tan perezoso, podría hacer cualquier cosa, hasta destrozar a esos malditos angeles que impiden que salgamos de nuestra huarida. ¡Es el colmo! ¡¿Por qué tienen que meter sus narices en nuestro terrotorio! ¡Maldición... !
 
—¿Lo harías? —Zeak interrumpió abruptamente el berrinche de Teix con calma, frenando las palabras que el menor planeaba seguir escupiendo— No creo que puedas hacerte cargo de todos pero, de serte encomendado, ¿acabarías con ellos?
 
—¡Por supuesto! Es su culpa que debamos estar escondiendonos en este agujero.
 
—Entonces, supongo que no tenemos alternativa. Mukkan...
 
Mukkan atendió a su llamado poniendose de pie, sonriendo con altanería. —Bien, acabemos pues con esas cucarachas. —concedió mostrando su afilada dentadura en una sonrisa torcida. Teix también se puso de pie, complacido con lo que dictaba la seguridad que el otro Angel Negro desprendía de su silueta, confiado de que su poder era suficiente para exterminar entidades indeseables. De ese modo partieron teletransportandose a la zona de cuarentena, abandonando la figura de Zeak entre las tinieblas del abismo sin adivinar sobre la presencia de cierta sonrisa posada en sus labios. Dos nuevas entidades habian invadido su presunto escondite.
 
 
 
Los cadáveres llovieron sobre la superficie del inframundo, ambos Ángeles Negros aleteaban a reventar para convertir la batalla en una completa masacre. Los Angeles de la Orden jamas hubiesen siquiera sospechado que sus fuerzas serían las minimas en terrenos de infratierra y pasaron de ser competentes depredadores a pateticas presas. Un cuerpo atravezado por picudos bloques de piedra, cuerpos desgarrados por figuras demoniacas enlazadas a su habitad envuelta en penunbras; alas arrancadas y seres fusilados entregando absoluta victoria a los dos que yacen manchados de sangre y que saborean el metal salpicado a sus labios sin sentir repugnancia, en cambio se sienten satisfechos, complacidos con la visión de cuerpos sin vida que reposan aquí y allá cual pintura de horror del propio ambiente. Mukkan limpia su mejilla y lame la sangre escurriendose por sus dedos, Teix se permite admirar un poco más el paisaje antes de lanzar un suspiro aburrido.
 
—¿Esto es todo? Creí que los ángeles se reunían en grandes cantidades, se sintió como si atacaramos una colonia de inútiles humanos.
 
—¿Todavía no estas satisfecho?— se quejó el Angel Negro a su lado, resintiendo el cansancio instalandose lentamente a sus articulaciones, pues habia sido demasiado ejercicio para él en varios días. Esta vez lamió la sangre deslizandose en su brazo.
 
—Es que todo esto es demasiado sencillo. ¿Por qué Zeak no ordena que acabemos con la Legión entera de una vez? ¿No fue por eso por lo que nacimos? —Teix posó su mano sobre el pecho, indignado— ¿No fue por eso que vino a nosotros? Con nuestros poderes podriamos deshacernos de todos ellos.
 
—No estoy seguro pero tal parece que sólo está interesado en ese tal Kyare. —Una vez limpio de rostro y brazos Mukkan avanzó unos pasos para apreciar mejor la salida del inframundo, la cual no era nada más que un hueco en la cubierta de la Fosa Inferior que era capaz de llevarles hasta dimensiones superiores—. De ser así no dudo que realizemos un ataque cada noche cósmica con el único propósito de atormentarlo espiritualmente.
 
—¡Es tan irritante! —bramó el aniñado angel negro apresurando una rabieta— ¡No comprendo cuál es el interés de Zeak con ese Serafin! ¡No es más que un individuo con poderes sobrevalorados en el mundo espiritual! Apuesto a que si nos enfrentaramos a él lo hariamos añicos en cuestión de segundos, con ello Zeak no se molestaría en velar por alguien a quien seguro no le importa, estoy seguro...
 
Una sonrisa hizo acto de presencia en los labios de Mukkan tras pensar, analizar y concluir los pensamientos que le ocasionaron las palabras de su compañero, repentinamente ansioso por ignorar una vez en su vida como Angel Caído los reglamentos impuestos por el demonio. Sería interesante probar en carne propia el poder por el que Zeak se mostraba tan embelezado; una fisura, sólo eso necesitaban para cumplir el deseo de su adorado benefactor y él era la clase de criatura que no dejaba pasar una oportunidad cuando ésta se le presentaba.
 
—Esa es una excelente idea, Teix— le felicitó burlón.
 
—¿Lo es... ? —cuestionó Teix no del todo seguro a qué hacía referencia su compañero, después de todo no solía dirigirse a él directamente a menos que se le hubiera ocurrido alguna buena actividad que poner a prueba.
 
—Profesionalmente, no creo que ese asqueroso Serafin tenga algo importante que ofrecernos, pero... —Su sonrisa de filosos dientes intensificó— ... sería interesante ver hasta dónde es capaz de llegar por escapar de las garras de la muerte. Tú probablemente no sobrevivirías en una batalla limpia contra él... —Teix se reconoció ofendido ante su declaración—... yo, por el contrario, haría de ello su peor pesadilla. Ascendamos hacia la Fortaleza del Cielo
 
Y extendió sus oscuras alas, agitandolas más rápido con cada instante siendo imitado por el otro Angel Negro quien no pudo contener una sonrisa emocionada al imaginarse luchando cara a cara con el Serafín.
 
 
 
Al fin, luego de un largo viaje entre las dimenciones del bajo astral, las piernas del Querubin Safro y el Arcangel Kneel tocaron superficie, sosteniendose sobre éste con suma firmeza. Con aplastante seriedad ambos observaron los alrededores y decidieron caminar un poco para poder identificar el sin número de presencias que contaminaban el ambiente del lugar, trayendo consigo amargos gritos que además reflejaban el más puro terror, consecuencia de las númerosas torturas a las que eran sujetas las desafortunadas almas que eran enviadas a ese lugar para purificar sus pecados cometidos en la Tercera Vertical.
 
—Aquí está. —dijo el Querubin, sorprendiendo con ello a su acompañante— Puedo percibir su sucia aura, es igual de desagradable y vomitiva, incluso aquí.
 
—No lo veo... —comentó el Arcangel, temeroso por considerar la posibilidad de que sus enemigos naturales pudiesen aparecer en cualquier momento por entre los muros de roca.
 
—Sé que está cerca, no puedo equivocarme.
 
Con amenazante apuro, el Querubin extendió sus alas dispuesto a volar por los aires hasta un hueco de sombras escavado en la arena rocosa siendo imitado por su acompañante al instante, aterrizando al final de un ducto de negrura en una superficie densa donde un largo lecho de rosas infernales crecían formando un sendero hacia un punto especifico. Sólo bastó que avanzaran unos pasos más para que descubrieran la silueta de su objetivo, el cual permanecía sentado de espaldas en una silla talada con la madera de un alma del Noveno Circulo. Inevitablemente la sangre del Querubin comenzó a hervir, victima de una reconocida rabia que habia albergado recelosamente en su interior mientras el Arcangel borraba por completo su sonrisa, reemplazada por una mueca de disgusto total, indicadora de odio. Sus auras habian pasado de emitir pasividad a desbordar fragmentos de agresividad inconfundibles, cuyos poderes de combate advirtieron a Zeak desde su posición, arrancandole una sonrisa de burla que no se disipó aunque supo de la proximidad de sus contrincantes; éstos estaban listos para pelear.
 
Safro y Kneel habían posicionado sus alas de forma paralela, reafirmando sus intenciones mientras corrían contra Zeak quien al fin dejó su asiento sin volverse aún a mirar a sus tan esperados invitados.
 
—Así es, vengan por mi. —murmuró, gozando de la genuina atención que recibía de ambos ángeles, divertido, extasiado por el brote de furia que éstos despedían a la atmósfera casi involuntariamente como sus expresiones. Y la sonrisa de Zeak intensificó de forma grotesca, incitado por su melevolo plan—. ¡Vengan con su hermano mayor!
 
Una fuerte llamarada de fuego se interpuso entre él y los ángeles quienes, sorprendidos, no lograron esquivar del todo aquella luz de intenso calor que pareció empujarles varios metros atrás. Cuando Safro fue capaz de levantar la mirada se percató que aquel muro de fuego comenzaba a tomar una figura definitiva la cual abandonó la capa de fuego que lo cubría para revelar una guadaña negra como las entrañas mismas del averno.
 
—¿Qué es eso?— cuestionó escandalizado el Querubin.
 
—Aquellos que ven de frente la guadaña del Diablo están destinados a ser parte de las sombras por toda la eternidad. —recitó Zeak antes de levantar su tosca arma, preparandose para cortar—. Pero no se preocupen, me aseguraré de convertirlos en refinados demonios de élite que servirán a las sombras igual a sus amigos Teix y Mukkan.
 
Lo último que los dos Seres de Luz vieron fue el filo de la guadaña brillar, llevandose el pánico de sus cuerpos, el sonido de gritos a sus alrededores y cada uno de sus sentidos del plano superior con un destello en medio de las sombras.
 
 
 
El golpe que recibió de Kyare envió a Teix a volar varios metros sobre el nivel del suelo antes de tocar superficie en una caída seca. Con renovada dificultad Mukkan intentó ponerse de pie, la luz del sitio repentinamente lo cegaba, ya no podía percibir más que la silueta del Serafin acercandose poco a poco a su posición. No lo entendía, ¿por qué era incapaz de vencerlo? Sus poderes como ángeles del Cielo y el Infierno deberían estar igualados, era imposible que aún siendo un Serafin, Kyare superara los ilimtes establecidos de ese nivel cósmico. Impulsado por la rabia Mukkan ejecutó un nuevo golpe al rostro del Angel Blanco, observando con sorpresa cómo habia sostenido su puño con su palma izquierda sin mostrar signos de cansancio por la agitada batalla que habia compartido con ellos desde que se aparecieron entre los brillantes muros de la Fortaleza.
 
—¿Por qué... ? —El rostro de Kyare se mantuvo inmutable— ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué!? ¡Yo no debería estar siendo acorralado por ti! ¡No importa que pertenezcas al Plano Superior, tú y yo deberiamos estar al mismo nivel! ¿¡Por qué!? 
 
—Lo siento, si es verdad lo que dices no puedo perder el tiempo aquí. Safro y Kneel necesitan mi ayuda. Zeak es muy poderoso, no podrán con él.
 
Tras sus palabras Kyare dio un único golpe a un asustado Mukkan para después observar con ternura a ambos Angeles Negros que ahora estaban inconscientes en una de las salas principales de Observación Cósmica. Adormecido por la tristeza giró el rostro en dirección a los ventanales, preguntandose el camino que debería seguir. ¿Fue su error el que las cosas terminaran de esta manera? ¿En verdad Zeak no planeaba retractarse de su venganza? ¿Habría olvidado la verdadera razón por la que habian nacido en el seno del Todopoderoso? Miró receloso las palmas de sus manos, buscando entre las lineas que las trazaban una respuesta a sus infinitas preguntas y miró de vuelta a los dos Angeles Negros a sus espaldas tomando finalmente una decisión.
 
 
 
—Dios, ¿me escuchas? —cuestionaba Zeak con burla y diversión mientras a sus espaldas ambos Angeles Blancos yacían inconscientes en un circulo diabolico dibujado en las arenas del averno. El demonio estaba entusiasmado, riendose de la capacidad ilimitada de sus poderes—. Tus siervos divinos están a punto de alejarse de tu protección. ¿No piensas hacer algo al respecto, eh? ¿Los dejarás aquí a su suerte? ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Sabía que hace mucho tiempos estas dormido, por eso el mundo entero está sumido en el caos! —decía lanzando una extensa carcajada a la vez que extendía ambos brazos haciendo que el pentagrama a sus espaldas brillara, cubriendo por completo la silueta de Safro y Kneel cuyas alas -lentamente- se teñían de colores opacos. —¿Qué harás tú, Kyare? ¿Vendrás al fin por mi? ¿No piensas retractarte? ¿Me apuñalarás justo como hizo Lucifer con Dios*? ¡Adelante, ven! Te masacraré con mis propios colmillos. —exclamó extasiado con los pensamientos que daban vueltas en su cabeza. 
 
 
 
—Jamas fue mi intención darle a tus amados Seres tantas cargas. —se lamentó Kyare arrodillandose ante el sello sagrado, rindiendo oración al par de siluetas negras apresadas por el circulo frente a él. El brillo celestial cubrió a Mukkan y Teix transformando el color opaco en sus cuerpos algo más limpio y puro—. Jamas quise que tus siervos recibieran esta contaminación ni que murieran en manos de Seres a quienes también amas profundamente. Lamento que las cosas hayan sido de esta manera, nunca debí permitir que Zeak torciera su camino de esta forma. Al menos deja que yo sea tu espada hasta el final. Dios, prometo no defraudarte esta vez. —Y el brillo intensificó a medida que los cuerpos suspendidos se unieron a éste mismo, lanzando una rafaga que remolineó por todo la Sala Sagrada—. Voy a salvarte, Zeak. Espera por mi— declaró, ilusionado y determinado.
 
 
 
—Oh, ¿ya despertaron... ? —La mirada distraída de Zeak se dirigió una vez más a sus espaldas cuando la energía se agitó a su alrededor para después descubrir a dos Angeles Negros de pie junto a él—... bienvenidos hermanitos?
 
—¿"Hermanitos"? —repitió Safro con creciente irritación, extendiendo sus alas con amenaza mientras Kneel mantenía una sonrisa desquiciada impregnada en la cara—. ¿Quién se supone que eres tú? ¿Acaso te conocemos?—. En respuesta Zeak se dejó sonreír con malicia. Su tecnica habia surtido efecto una vez más.
 
 
 
—¿Qué sucedió... ?— cuestionó el Arcangel Teix una vez comprobó el panorama lleno de grietas y rastros de combate a fuego, aunque tenía vagos recuerdo de haber lastimado a muchos de su especie no comprendía cuál era la verdad. El Serafin Mukkan, quien sí tenía una idea clara de lo que estaba ocurriendo, miró con sorpresa la silueta de Kyare dandoles la espalda hasta que al fin decidió verles de frente.
 
—¿Se encuentran bien? —quiso saber con una mirada tranquila que el Serafin Mukkan dudó fuese real—. No se preocupen, aunque Zeak trate manipularlos de nuevo él no podrá contaminar su alma sin importar lo que haga. He agregado a su aura un campo de energía que no podrá ser penetrado por su guadaña.
 
—¿En nuestra aura? ¿Un Serafin como tú es capaz de hacer eso? —cuestionó el Arcangel Teix sorprendido.
 
—No. —declaró el Serafin Mukkan sin escatimar, sorprendiendo al Arcangel con su respuesta— Eso es lo que me estuve preguntando desde nuestro primer encuentro. ¿Por qué Zeak estaría tan interesado en un ángel como tú? No importa qué tan fuerte sea el titulo de Serafin, un ángel normal al servicio de Dios no puede simplemente rechazar a un Angel Negro con el antiguo titulo de Serafin; en un combate, lo común es que sus fuerzas sean igualadas, además no he oído nunca de un Serafin que sea capaz de purificar el alma de un Angel Caído. ¿Quién rayos eres tú? —acentúo tragando saliva con dificultad, aterrado.
 
—Yo... debo detener a Zeak —dijo Kyare como única respuesta—. Es mi deber hacerlo, no quiero sacrificar a ningún Ser más del Espiritu Supremo.
 
Dicho tal Kyare se giró de nuevo sobre sus talones con determinación antes de mirar a las puertas directas del infierno, aquellas que sólo los angeles como él tenían estricto acceso. La última batalla estaba a punto de iniciar.

Notas finales:

Lamento mucho si el desarrollo es un tanto pesado pero he hecho lo mejor posible para dejar cada dato claro.

*Esto es una historia que tengo pensado escribir más adelante. Siempre he querido ahondar en la relación de Dios con Lucifer y espero ser capaz de publicarla pronto, aunque advierto será corta aunque un poco más larga que esta entrega.


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