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Se me juntaron mis amores por PrincessIce

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Notas del capitulo:

Dedicado a Ania XD Fan #1 de Siegfried

Tras el receso que Degel pidió en la Aerolínea para tomar sus largas y merecidas vacaciones, el espacio para una nueva vacante de sobrecargo se generó, el Francés era excelente en su trabajo y querían que su reemplazo tuviese las mismas aptitudes, puesto que sospechaban que su ausencia podría prolongarse; gracias a Albafica y Yuzuriha estaba el rumor regándose como pólvora, se decía que el agente Kardia tenía intenciones de pedir su mano.

 

El candidato idóneo a ascender era el sobrecargo estrella de los vuelos nacionales de Noruega, que hasta el momento se negaba a pasar a las rutas internacionales por incompatibilidad con algunos pilotos, pero en esta ocasión la oferta era por demás tentadora, la compañia a sabiendas que era la cabeza de su familia, ofrece bonos y estabilidad de ruta Europea, solo bastó con esto y además omitir el nombre de uno de los pilotos de la aeronave para que Benetnasch accediera al cambio de ruta, claro está que para ello terminaron por endulzar el oído del pelirrojo dándole las facilidades en semana inglesa tener el personal  apto para el cuidado de su pequeña familia y beca en un colegio exclusivo.

 

Con estas altas exigencias, Mime caminaba con elegancia y seguridad al primer vuelo que lo llevaría a su nuevo lugar de residencia, en la sala de abordaje de la tripulación ya se encontraba Yuzuriha sonriente para recibir a su nuevo jefe de aeromozos.

 

— Hola… ¿así que te mudas pequeña? — la rubia se agacha al nivel de la pequeña rubia, quien asiente repetitivamente, era bastante obvio que estaba muy emocionada por cambiar de casa y sobre todo, acompañar a su papi a un viaje tan largo.

 

— Papito dice que debo estar muy quieta en el viaje para que el pueda trabajar — a la par que la pequeña de cuatro años hablaba, enrollaba su dedo índice en uno de sus rizos de manera coqueta.

 

—¡Oh dios!... ¡ y Mírenla!, en unos años romperás corazones en los aviones — La chica rubia rió un poco al ver su coquetería tan natural, sin duda eso no lo había sacado de Mime, que se notaba bastante reservado, aunque eso no le restaba que fuera bastante bello.

 

—Buen día Yuzuriha, espero que formemos un buen equipo, veo que eres de las mías — miró a todos lados, al parecer eran madrugadores.

 

—Estoy segura, aunque Albita y Shion no deben tardar… estaban terminando de desayunar, Shion es algo tardado en comer, pero en cuanto ve pasar al capitán, se apresura. — a lo lejos ve acercarse a los mencionados — Hablando del rey de Roma… — dice en voz baja.

 

— Perfecto, me adelanto un poco para acomodar a Ania y presentarme con los pilotos — apresura Mime su paso sin voltear a ver al resto de la tripulación. Una vez que acomoda a su pequeña en los lugares reservados para menores de acuerdo a las normas aeronáuticas, procede a ir a la puerta del avión a saludar a sus superiores y demás sobrecargos subordinados.

 

—Capitán Pecda, un gusto integrarme a su cuerpo de trabajo — al alto le conocía del pasado, pero no dejaría el formalismo a un lado, menos después del grandísimo problema con su antiguo amor y mejor amigo de este.

 

— Mime, esto si que es una sorpresa, me dijeron que nos enviarían al mejor jefe de sobrecargos de Noruega… vaya que nunca me pasó por la cabeza que te incorporarías a los vuelos internacionales — Tholl intenta no sonar espantado por la presencia del pelirrojo, ahora no tenía idea cómo reaccionaría Vonheim ante esto.

 

—Buen día preciosuras — la piel se le enchinó a Mime al escuchar aquella voz acercarse. Se trataba de Siegfried tan adulador como siempre, o eso hacía mientras su rabiosa mujer no estuviese cerca. De pronto, su lengua pareció paralizarse al encontrarse con esa mirada rubí, fría y altanera.

 

—Capitán, bienvenido — fue lo único que pronunció intentando ignorar que lo conociese de otro sitio, eso era lo mejor, tratarse como simples extraños, ánimos para desentrañar el pasado no le quedaban, por dentro quería morirse, porque escucharlo, ver sus azules ojos, era revivir la manera en que lo insultó sin darle oportunidad a explicarle nada, le había quebrado el corazón en mil pedazos para después correr a casarse con otra, que casualmente se decía su mejor amiga. Simplemente ahora dio media vuelta y concentró su atención en sus subordinados para darles indicaciones, los pasajeros estarían ahí en unos minutos y debían tener el listado para ir distribuyendo o reasignando asientos de  algunos casos especiales.

 

— Mime… — apretó la mandíbula al verle darle la espalda, su mente se repetía una y otra vez las palabras de Hilda, “ te ve la cara de tonto con tu hermano”.

 

Tholl lo toma del brazo para llevarlo a la cabina y cerrar la puerta tras ellos — Sieg… ¡Sieg! — lo zarandea para que este reaccione.

 

—Sigue tan hermoso — susurra Vonheim, pero de repente sus ojos parecían desorbitados — ¡Mierda!... ¡Mierda! — se lleva las manos a la cabeza ante la mirada preocupada del grandote.

 

—Lo se idiota… ahora si, si no nos morimos con el árabe del otro día, lo haremos cuando Mime e Hilda se encuentren en el vuelo — Sentencia Pecda.

 

— Espero que no lo reconozca Hilda — se sienta en su lugar aun con el rostro pálido.

 

—¡ Oh si!... como casi no se da a notar con su color de cabello … de por si estaba lamentándome el que esta vez no podrías darme una mamada porque tu mujer viene en el avión, ahora con tu ex, resulta  peor el asunto — hace un intento de hacer un chiste ante la mala suerte de su amigo y amante.

 

Por su parte Mime estaba entretenido reacomodando unos lugares para un par de señores de la tercera edad, pasando por alto la presencia de Hilda, quien fue recibida por Shion, quedando esta sentada junto a Ania, por supuesto que Shion y la demás tripulación desconocía que existía una historia entre el piloto, la señora Hilda y Mime, de otra forma jamás se les hubiese cruzado por la mente sentarla junto a la hija del pelirrojo.



Dos horas después

 

Ania se encontraba profundamente dormida, después de haberse quedado a la mitad de una película animada. Hilda frunció el ceño al ver que la niñita ya no miraba la pantalla.

 

— Que niñita tan estúpida, seguro se quedó dormida porque está en francés y no entendió nada — rió burlona por lo bajo — cuando tenga mis hijos no serán así de bobos — más se queda callada cuando la cabecita rubia se deslizaba hasta su regazo buscando comodidad.

 

La pequeña boquita de Ania estaba entreabierta y escurriendo un poco de saliva —¡iug!¡que maldito asco! — se queja la peliplata dándole sin recato un pellizco a la pequeña para que se aparte, causando un chillido en la nena.

 

— ¡Papi! — gritó sobandose el bracito.

Shion que no estaba lejos del lugar, se acerca para ver qué sucede con la hija de su compañero, siendo Hilda la que se adelanta para no ser descubierta.

 

—Creo que tuvo un mal sueño… ¿ porque mejor no le buscan otro lugar? — pedante era poco en su comportamiento, por ser la esposa del piloto estaba en su papel de ponerse como la reina del avión y dar órdenes. — Cambiala, me esta causando migraña—

 

—Señora… estos lugares son para los menores que viajan sin acompañante, no puedo cambiarla, además los otros sitios están ocupados por personas de la tercera edad — Shion estaba nervioso, no deseaba quedar mal con Hilda, pero tampoco podía pasar por alto las normas aeronáuticas.

 

Hilda se alzó de su asiento para visualizar otro espacio — ¡Ah...mira!— señala un espacio en la fila de la ala izquierda enmedio de dos personas obesas. — Mueve a esa mocosa escandalosa ahí….ya lo ves qué sencillo es buscar, hablaré con mi marido, eres muy malo como asistente— desabrocha el cinturón de Ania y le da un jalón de la muñeca para casi arrojarla a Shion para que se la lleve.

 

Los ojos rubí se enfocaron desde la parte trasera del avión hasta donde se suscita la trifulca, rabioso camina a toda prisa al ver como su hija rebota del regazo de Shion que solo atina a abrazar a la pequeña — ¿Qué está pasando aquí? — un aura oscura rodea a Mime, su voz tan amenazante retumba detrás del peliverde que seguía sin reaccionar.

 

—La… la señora no desea viajar con compañía — dice Shion tragando grueso.

 

—Vaya… no me informaron que la realeza Noruega viajaría en un vuelo comercial — toma delicadamente a la nena del brazo y le da un beso en la frente — Siéntate amor en tu lugar… dime ¿quieres algo de comer? ¿quieres que te ponga otra película? ¿ una americana, francesa o japonesa? — ignoraba por completo la presencia de la peliplata.

 

— oh dioses Mime ¿ hay algún idioma que no hable tu bebé? — pregunta Albita que pasaba por ahí con el carrito de comida.

 

— El Ruso y Chino… pero no tardará — le guiña el ojo Mime todo presumido por lo inteligente que era su nena. — En cuanto a usted señora, no tiene porque ir soportando a semejante animal con un IQ de 50, pobre criatura — acaricia la mejilla de Ania y mira a Hilda con sorna esperando que captara que se refería a ella como la animal — Shion reacomoda a esta señora allá — señala el espacio entre los gordos.

Por su parte, Hilda no salía de la estupefacción de ver a Mime, menos defendiendo a esa mocosa que la miraba acusadora, esos ojos azules le recordaban tanto a alguien. — No me voy a mover para allá, estás queriendo desquitarse maldita zorra porque mi marido me prefirió a mí — señaló con el dedo acusador.

 

— Papi no tiene colita y orejas señora — tironea suavemente de la manga Ania a Hilda. — Papi ¿porque la señora viejita te dijo así? — Mime solo atina a ponerle los audifonos a su hija para que no escuche las impertinencias de la mujer.

 

—¡ No soy vieja! — chilló tocándose su cabello platinado, ahora pensaba seriamente teñirlo de otro color para que no la confundieran con una canosa. — tu bastarda es igual que tu de idiota — Hilda iba continuar con sus ofensas hasta que Mime la tomó fuertemente de la mandíbula.

 

Los pasajeros de los alrededores miraban con mala gana a Hilda por el espectáculo, algunos se preguntaban quién rayos era, algún otro tomaba fotos para luego hacerla viral como la #LadyCanasPolaris, si bien no todos eran partidarios de los viajes largos con niños, pero a todos les constaba que la criatura ni siquiera daba molestia, era toda una damita hasta que la #LadyCanasPolaris la provocó pellizcandola, y hasta el momento los sobrecargos eran los héroes de la pequeña, quienes intentaban poner en su lugar a la arrogante mujercita.

 

— Oh dioses, esta señora parece peor que una cría haciendo berrinche — susurró una abuelita — seguro que no tiene hijos, yo no podría pellizcar a una niña solo por sadismo —

 

En ese momento Mime volteó como el mismísimo diablo — ¿Como ha dicho señora? — intercala su mirada con Hilda y con la abuelita.

 

— Joven, deberían de sentarla en la cola del avión, así aprenda que a los niños no se les maltrata — interrumpió la otra señora — yo vi como la pellizcó sin razón, la nena estaba dormida y la pellizcó — volvió a repetir.

 

La sangre de Mime hervía, tomó del brazo a Shion y lo puso frente a Ania para que esta no viera y continuara con su película. No midió su reacción lanzando una sonora bofetada en el rostro de Hilda — Tal parece que la que no supera el pasado eres ¡tu!... a mi me fastidiaste mi vida, pero con ¡Mi hija no te vas a meter!—gritó siendo secundado por los aplausos de la gente que se encontraba feliz de que pusieran en su lugar a esa arrogante mujer.

 

En la cabina de vuelo podía percibirse un escándalo de afuera — ¡por Odín¡... Tengo miedo… siento que algo sucede — Tholl se escuchaba preocupado, toma la mano de Sieg para darle un suave apretón — Amigo mío… deberías ir a ver que pasa — Vonheim suspiró pesado y aceptó dejando el vuelo en manos del alto.

 

—Deja de hablar como ardido… Siegfried prefirió casarse conmigo — grita la peliplata mientras se soba furiosa la mejilla.

 

— Mira, mejor no hables… hipócrita — el pelirrojo se masajeo las sienes — Te decías mi mejor amiga, me estabas ayudando a planear mi boda… no se que rayos hiciste a unos días que nos casaramos y la verdad ya no me importa, quédate con tu flamante Siegfried, no me interesa en lo más mínimo — inhaló y exhaló tratando de tranquilizarse ante la mirada de las abuelas de los asientos delanteros que parecían ver en vivo y a todo color su telenovela favorita.

 

— ¿oíste hermana?... el niño lindo iba casarse y su mejor amiga le robó al novio y se casó con ella… — palmeó sorprendida el brazo de la otra anciana.

 

— es la malvada, oh por dios — respondió la otra viejecita.

 

—Papi… quiero ir hacer pipi — miró Ania a Mime mientras se quitaba los audífonos.

 

— Yo la llevo — se apresura a decir Shion para entretener a la niña lejos de la discusión, aunque moría de ganas por echar el chisme completo, pues no sabía nada de todo este embrollo, pero con lo que había escuchado ya era suficiente para ponerse de lado de Mime.

 

— Como sea— rió burlona Hilda — Dime, ¿Sigmund te reconoció a tu hijita?, todo mundo supo cómo fue tu paño de lágrimas y de la nada desapareciste —

 

— Deja de meter a Sigmund en todo esto, él no tiene que venir a reconocer nada, y si el fue el único que me apoyó después de tus porquerías, es un ángel, ya quisieras tener en tu podrida vida un amigo como él — respondió Mime conteniendose a romperle la boca a esa mujer — y te voy a pedir que no manches su nombre como lo hiciste hace años, si me alejé también de su amistad fuera para que dejaras de enlodar la relación de hermanos, el pobre jamás hizo daño, era el más ilusionado de que me fuera a casar con su hermano… Sigmund me quería como un hermano más, como alguien de su familia, cosa que tu ni volviendo a nacer lograrías… basura — se dio la vuelta topándose de frente con Siegfried.

 

El piloto trataba de procesar todo lo que escuchó, que en su momento hace casi cinco años debió de escuchar de la boca de Mime y de Sigmund, pero ciego por la rabia y celos, que precisamente Hilda se encargó de envenenarlo, negó a su cerebro a reaccionar, tomando la peor decisión de su vida, dejándose engatusar por el “amor” y “consuelo” de Hilda.

 

— Tu y mi hermano no… — balbuceo Siegfried, por su parte Mime solo desvió la mirada con fastidio tronando la boca.

 

— ¿Papá? — la voz infantil de Ania apareció delante de Siegfried. — ¡Papi!¡Es él! — gritó emocionada con los ojos chispeantes.

 

Hilda sentía desmayarse, ahora recordaba esa mirada como el azul del cielo, si… era la misma de su marido.

 

Mime se llevó una mano al rostro, sentía los nervios carcomer el estómago — Ania… estás confundida amor… ven a sentarte — las manos le temblaron al guiar a su hija al asiento de nuevo.

 

— No papi, es el de la foto, tu dijiste que era papá… es igualito a ese señor, papi no estoy confundida, es el mismo que te abrazaba en la foto de la playa — se soltó del agarre de Mime para volver hacia donde el piloto que no salía de una sorpresa para llegar a la otra; volvió a respirar cuando sintió como la rubia lo abrazaba de la pierna.

 

—¡ ohh si son igualitos! — gritó de emoción la ancianita llevándose las manos al pecho.

 

— ¡Quita tus mugrosas manos de mi marido!... ¡ el no es tu papá mocosa horrible! — llegó Hilda a querer jalonear a la niña.

 

—¡Hazte a un lado! — gritó Siegfried asustando a todos, incluyendo a la nena, Mime, su esposa, las pasajeras de adelante y Shion que miraba espantado cómo Mime parecía que fuera a desmayarse, parecía perder el color cada segundo.

 

Un silencio sepulcral se hizo en el avión, Siegfried se agachó para cargar a la rubia — ¡Que bonita princesa llevo abordo! — suavizó su voz y regaló una cálida sonrisa a la niña que sonriente abrazó por el cuello al piloto.

 

— Gracias papi… me gustó la sorpresa — besó la mejilla del mayor que ahora miraba a Mime esperando le diera una explicación.

 

—Ani… esa no era la sorpresa — dijo por lo bajo Mime agachando la mirada, parecía que aquello nadie lo había escuchado salvo Siegfried.

 

— Vamos amor, deja al señor piloto tiene que seguir volando el avión, regresa a tu asiento cariño — prácticamente le arrebató a la menor de los brazos de Siegfried.

 

Ahora dirigió la atención a su esposa que estaba por comenzar otro escándalo, de un tirón del brazo se la llevó filas más atrás y ajustó el cinturón en el asiento entre los dos obesos. — Te callas la boca… cuando bajemos hablaremos, no quiero que hagas un lío más en ¡MI VUELO! — sentenció firme logrando someter a la histérica mujer.

 

El piloto volvió sus pasos a las primeras filas, una de las viejecitas lo jaló del saco — No deje que la bruja venga para acá, le pegó a su bebé hace rato… es mala — Siegfried al escuchar la queja de la señora, solo asintió con gesto amable y volvió su cara a donde Hilda queriendola asesinar con la mirada.

 

— Mime… tenemos que hablar — lo toma de la muñeca con delicadeza, a la pequeña le acaricia el cabello antes de llevarse al área de sobrecargos al pelirrojo.

 

—¿ Por Qué no me dijiste que tenemos una hija? — lo toma de los hombros esperando que dijera algo Mime que por segundos solo abría la boca sin saber las palabras correctas, al final desvía la mirada.

 

La mano de Sieg toma la barbilla de Mime para que le mire a los ojos — ¿para qué?... nunca te importó que te diera una explicación, para ti fui una zorra que te engañaba con tu hermano — expuso el pelirrojo, Albita los miró espantado al escuchar aquello, decidiendo tomar el carrito de comida para irse entre los pasajeros y darles privacidad.

 

— Estas aceptando que si es mi hija y me lo ocultaste — el corazón de Siegfried se aceleró al escuchar que en ningún momento Mime negó el origen de Ania.

 

— Puedes tener los hijos que quieras con Hilda, olvídate de Ania…. me tiene a mi y estos cuatro años ha sido suficiente para ella, lo que podrías hacer es pedirle perdón a Sigmund — Mime le dedica una mirada de rencor — se merecen una reconciliación — El pelirrojo le dio la espalda para volver a su trabajo pero un sorpresivo abrazo lo descolocó haciéndole temblar las piernas al sentir su aliento cerca de su nuca.

 

—Perdóname, fui muy estúpido… por favor no me alejes de ustedes, quiero recuperar el tiempo perdido — pidió Siegfried con la mayor sinceridad que salía de su alma.

 

El rostro de Mime estaba descompuesto — ¿qué? no lo se Siegfried… no puedes llegar de la nada con Ania y decirle “hola soy tu padre”... y ¿alejarte de mi?, por dios… tu y yo no somos nada más que los padres de Ania y ya — se suelta del agarre pero este lo toma del brazo y lo acerca a su cuerpo quedando frente a frente.

 

— Dime que ya no me amas, que ya no me extrañas… yo aun te amo,  sueño contigo, no se si son cosas del destino pero tu eres el único que me ha dado una cría — al escuchar las palabras del piloto, Mime tiño sus mejillas de un rojo carmín.

 

— Estás idiota… suéltame — habló bajito sumamente nervioso.

 

—¿que si no? — retó Siegfried apegándose más a él.

 

— Tu mujer está ahí — apretó los labios mostrando su molestia que poco le duró cuando Siegfried lo tomó de la nuca para besarlo, al principio forcejeo el pelirrojo, pero poco a poco fue cediendo, besándolo con tantas ansias, prolongando el beso como si el mundo se fuera acabar, o más bien hasta que Shion y Albafica tropezaron detrás de la cortinilla que separa el área de sobrecargos con el de pasajeros, botando el pequeño telón dejando a la vista la telenovela para las ancianitas que estaban en primera fila, y los ojitos chispeantes de emoción de Ania.

 

—¡Si!¡Papá y papi se casaron! — gritó la nena brincando de emoción, Hilda gritó histérica, el resto aplaudía emocionados, hasta Tholl dio un aullido de emoción al asomarse.

 

—¡Suéltame !— Mime lo empujó avergonzado.

 

—Ahh Mime que malo eres — rio un poco por la reacción del pelirrojo — Hilda…¡Quiero el divorcio! — gritó a la peliplata que seguía vociferando — Soy papá, amigo Tholl — señala a la nena quien corre a abrazar a su padre, Siegfried mira de nuevo a Tholl, cambia su expresión a una de espanto — ¡Tholl ¿quien pilotea?! —

 

—¡Es que son escandalosos y quería ver!¡ solo deje tantito el automático!— el grandote abrió los ojos como plato y se devolvió corriendo a la cabina el grandote abrió los ojos como plato y se devolvió corriendo a la cabina.

 

—Tarado — susurró Mime al ver al mejor amigo de Siegfried volver a pilotear — Tu deberías ir a vigilar a ese bobo… cuando aterricemos tendrán un momento para ir a comer unos helados — habló Mime a regañadientes.

 

Siegfried le dio un beso en la mejilla a su hija y a su asistente de vuelo estrella antes de volver junto a Tholl.

 

Atrás era casi asfixiada entre la gordura de los acompañantes de vuelo de la peli plateada quien en su mente maquinaba una y mil ideas para estropearle la vida a ese par, de Hilda nadie se burlaba.

 

Una vez en su sitio Siegfried, respiró profundamente y miró a Tholl — bueno compadre… creo que eso de la mamada ya no será posible, lo siento pero… a dónde vamos el gerente del aeropuerto está muy interesado en los altos como tu—

 

— Me ha roto el corazón ¿sabes? — suspira Tholl fingiendo desamor — ahora tiraré el avión para suicidarlos — da una maniobra brusca para asustar a Sieg — jajaja debiste ver tu cara… amigo mío, Felicidades, ahora reconquista a tu pelirrojo, mira que se ha puesto ufff, la maternidad le sentó de maravilla — palmeo el hombro de Siegfried quien se estaba recuperando del susto.

 

— Serás mi padrino de boda, porque no pienso dejarlo ir — le guiña el ojo coquetamente.

 


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