En la plaza de un poblado pequeño, se reúne una gran multitud para discutir un asunto de gran interés.
- ¡No podemos seguir con esto! - un niño de hermosos ojos zafiro intenta detener la locura por todos los medios - ¡Quizá para ustedes esas chicas sean simples esclavas pero, no por eso es correcto ofrecerlas como sacrificio! ¡Ellas tienen sueños y un futuro como todos nosotros!
- ¿Sabes qué enano? - de entre el grupo se aproxima un muchacho de aterradores orbes escarlata - Tienes razón. Ofrecer inocentes para calmar la ira de un monstruo está mal.
- ¿Lo dices enserio? - sorprendido.
- ¿Acaso estás loco? - interroga un hombre de mediana edad - Si no son esas...
- Calmado viejo. No pretendo morir próximamente. Tengo un plan.
- ¿Y cuál es? - interroga el infante curioso.
- Bueno, ¿qué te parece si primero celebramos el que llegamos a un acuerdo? - le ofrece una copa con lo que aparenta ser vino.
- Ah - lo rechaza amablemente con la diestra - lo lamento, no bebo.
- Es jugo de fruta - sonríe.
- Ah~.
Aladdin lo bebe confiado luego de suspirar. No transcurren ni tres segundos cuando un fuerte mareo le invade, las cosas le dan vuelta y finalmente pierde el sentido para caer en brazos de Judal.
- No puedo permitir que la presa se maltrate, ¿cierto?
Varias esclavas dan un baño al pequeño, posteriormente untan finos aceites y lociones aromáticas sobre su piel para vestirle con elegantes prendas de ligera ropa que muy poco deja a la imaginación. Por último le adornan con costosas joyas donadas por el gobernador. Si todo pinta como lo augura el oráculo, este será el último sacrificio.
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Drakon camina lentamente hacía la costa, es la fecha en que le ofrecen un tributo que jamás pidió. En varias ocasiones ha sentido el impulso de no ir más pero la marea sube y la inocente chica en cuestión podría morir. ¿Quién esparció tan ridículo chisme? Bueno, no puede negar que dista mucho de ser el príncipe azul montado en su caballo blanco. Es sencillo, solo debe rescatar a la muchacha que como todas gritará y escapará a la primera oportunidad. Y no las culpa, nadie se quedaría a su lado, mucho menos volverían con esos bárbaros. Va tan metido en sus pensamientos que ve a la víctima a pocos metros de distancia. Queda clavado al piso con los ojos abiertos a su máxima capacidad. En su vida ha contemplado un ser más hermoso. Frunce el ceño, da coraje ver que le han encadenado de las muñecas y tobillos, se encuentra desmayada, ¿qué tan lejos podría ir? Más importante aún, ¿qué edad tiene? Es increíble ser testigo de cual cruel puede ser el humano y luego dicen que el engendro es él. Libera a la pequeña que toma con suma precaución entre sus brazos. Esta se queja suavemente, su voz es muy dulce, ¿le dirá cosas terribles que torturen aún más su alma? Por primera vez tiene miedo de que pueda ser verdad.
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En una cueva adaptada como casa.
El niño se remueve un tanto hasta despertar, toma asiento despacio para mirar su entorno.
- No corres peligro.
Una brisa acaricia el cuerpo infantil que ve a su interlocutor.
- ¡Waaaaaaahhhhh!
Drakon sabía desde un inicio que esa sería su reacción. Hasta un ángel le aborrece.
- ¡¿Q-qué t-traigo puesto?! ¡Casi estoy desnudo! - jala la sábana hasta cubrirse por completo, incluida la cabeza.
- ¿Eso te preocupa? ¿Qué hay de mi?
- ¿Uh?
- Soy el monstruo de tu pueblo, ¿no tienes miedo?
- Si fueras malo, me habrías hecho daño. No estoy del todo seguro de cómo llegué. Imagino que caí en otra de las trampas de Judal-kun pero... - soba sus adoloridas muñecas - Estoy convencido de que me salvaste de morir ahogado. Gracias.
El hombre no supo que decir, nunca le han dedicado palabras tan amables.
- Ya que te refieres a ti mismo en masculino asumiré que eres un chico.
- ¿Uh? Si, ¿no me veo cómo uno? - confundido.
- Ah... Soy Drakon.
- ¡Mucho gusto Drakon-ojisan! Soy Aladdin.
Sonríe al tiempo que sale de su escondite, se sonroja por la vergüenza y vuelve a gritar.
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El mayor le obsequia algunas prendas que si bien son grandes le cubren a la perfección. Además de ofrecer a su invitado un delicioso aperitivo. Cuando el niño acaba de comer baja la vista y frota sus manos con timidez, nervioso por la insistente e intensa mirada sobre su persona.
- ¿Necesitas algo más? - pregunta el hombre, el otro niega con la cabeza.
- Has hecho más que suficiente por mi. Si pudiera devolver el favor...
- Libérame de esta maldición.
- ¿Eh?
- ¿Crees que mi apariencia es natural?
- Bueno, el mundo es muy grande así que...
- Soy humano. Mi padre enamoró a una bruja pero la dejó para casarse con mi madre. La mujer le dijo que yo pagaría con mi cuerpo su dolor. Solo si alguien me ama me veré como debería pero... - mira sus extremidades - soy asqueroso.
- ¡Eso no es verdad! - furioso - ¡No interesa el exterior! Judal-kun es muy apuesto pero no le importa desechar a otros con tal de conseguir sus objetivos. Apenas nos conocemos y no puedo prometer que me voy a enamorar de ti pero - le abraza - me agradas lo suficiente como para querer que seas feliz.
Drakon casi se pone a llorar, no solo por aquella declaración sino que, hace muchos años que no tiene un contacto como ese, no desde el fallecimiento de sus progenitores en un accidente cuando tenía ocho.
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Por espacio de cuatro meses Aladdin sorprendió en demasía a Drakon puesto que no solo es estupendo para las labores domésticas sino incluso para tareas bruscas, es inteligente, baila y canta bien, decir que posee múltiples talentos es quedarse corto. Su único defecto, es que le falta sentido común pues hace poco le vió tomando leche directo de las ubres de una vaca. Lo que le llevó a preguntar si siempre lo hizo así y finalmente enterarse que no tiene familia. Ha sido muy desafortunado y sin embargo no deja de sonreír.
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Pasar los días con Aladdin es maravilloso, por si fuera poco han dejado de ofrecerle sacrificios. Pasan los días y Drakon se interesa más en ese niño, al grado en que este ocupa todos sus pensamientos. Decirle lo que siente es muy tentador pero obviamente le dirá que no es correspondido. No quiere fracturar la relación que tienen. Por otro lado el orgullo tampoco le haría sencillo el superar semejante humillación. No, siendo honesto es la maldición lo que le paraliza. Si esa bruja mintió puede que Aladdin sea arrastrado a un destino pavoroso, jamás le haría algo así.
- ... ojisan.
- ¿Eh? Disculpa, me distraje.
- Lo sé.
- Pensé que con esta cara no era fácil leerme.
- No lo es.
- ¿Entonces?
- Nos conocemos hace dos años, más de la mitad de ese tiempo he guardado un secreto porque consideré que no estabas listo, que lo tomarías como lástima de mi parte.
Se acerca hasta tomar el rostro de Drakon entre sus manos, el índice y pulgar de la diestra sangran al cortarse con las duras escamas.
- No deberías tocarme.
- Me gustas mucho.
- ¿Q-qué?
Antes de que el mayor pudiera objetar, el niño cierra los ojos y le besa. Drakon se sorprende pero es tan cálido que le sujeta con fuerza por la cintura. Los labios del mayor son tan suaves y delicados. Aladdin le mira cuando rompen tan íntimo contacto y sonríe al encontrase a un apuesto sujeto.
- Aún eres muy guapo.
- ¿Cómo que aún?
- Me acostumbré a tu yo anterior ja ja ja.
- Así que no soy tu tipo.
- Claro que si - apoya la zurda en el pecho del mayor - No importa que suceda, esto siempre será igual.
Drakon le recuesta en la cama para comérselo a besos, eso es mucho más importante que ir corriendo por un espejo. A quién diablos le importa si es un galán o no, si el ser que adora también le ama. Debería agradecer a la bruja con el corazón roto porque en otras circunstancias Aladdin quizá estaría con alguien más. Su mala suerte fue en realidad la mayor fortuna.