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Los ojos del alma por Aoi Namikaze

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Notas del fanfic:

Los personas de Kuroshitsuji no me pertenecen, todos son propiedad de  Yana Toboso.

Notas del capitulo:

¡Hola! Hace mucho tiempo escribí este fic, pero por diferentes motivos nunca lo publiqué. Sé que para quienes seguimos el manga sabes cómo realmente “Ciel” no es Ciel sino que es el nombre de su hermano gemelo. Pero bueno, esta que se descubrá cuál es su verdadero nombre me parece que la pareja seguirá siendo la misma :) Espero les gusta la historia

 

 

1

 Propuesta

 

 

La noche era lluviosa y oscura en Londres. Eran las nueve de la noche y  las personas corrían por sus calles, algunos buscando refugiarse de la lluvia y otros intentando llegar pronto a sus respectivas casas. A las afueras de la ciudad se encontraba una hermosa mansión perteneciente a unas de las familias más pudientes del país, los Phantomhive, pero lo que nadie sabía era que la familia estaba pasando por graves problemas económicos. Los malos movimiento financiaron de Vincent estaba a punto de causar la quiebra de la compañía por la que tanto había luchado durante los últimos años.

 

El matrimonio Phantomhive se encontraba en aquel momento en el despacho de la mansión. Rachel, trataba de tranquilizar a su esposo quien caminaba de un lado hacia otro, intentando de esa manera encontrar una solución a lo que estaba ocurriendo, aunque sabía que era casi imposible.

 

—Vincent, por favor, trata de calmarte —pidió la rubia levantándose de su lugar y caminando hacia el hombre.

 

—¿Cómo quieres que me calme si estamos a punto de quedarnos en la ruina? —gritó él.

 

Rachel se estremeció al escuchar a su esposo alzar la voz, él jamás la había tratado de esa manera, los problemas económicos estaban causando demasiados problemas en el humor del de cabello azul.

 

—Buscaremos la manera de salvar la empresa, pero debes calmarte —murmuró ella. Vincent se llevó una mano a su frente mientras pensaba en que podía hacer para salvar la compañía.

 

—Si al menos Ciel fuera de ayuda —dijo en tono amargo—. Pero ni para eso nos es útil —masculló. La mirada de su esposa se entristeció al escuchar aquello.

 

—Por favor, no digas eso —pidió la de ojos azules.

 

—Sólo digo la verdad, si al menos él contrajera matrimonio con alguien de nuestro círculo social podría ser una gran ayuda para este momento, pero quién querría casarse con él.

 

Rachel se llevó una mano a su pecho y contuvo las ganas de llorar, el escuchar al mayor expresarse así de su único hijo la hacía sentir una enorme tristeza, pero sabía que no podía responderle o causaría que su esposo se enfadara aún más.

 

—Hablaré con algunos conocido e intentare llegar a una cuerdo con ellos —habló Vincent.

 

La rubia sólo asintió y vio como su esposo se sentaba en su sillón frente a su escritorio y comenzaba a hacer algunas llamadas. Lo que ellos no sabían era que su hijo había escuchado su conversación desde un principio.

 

**oo**

 

Ciel, sintió un profundo dolor al escuchar las palabras de su padre, en un pequeño rincón de sus mente aun podía recordar sus años de niñez, en los que su padre le sonreía con amor, así como le había enseñado a jugar ajedrez o a montar a caballo y tantos momentos felices que había vivido junto a él.

 

Pero todo aquello cambió cuando con tan sólo diez años de edad,  Ciel había sido atropellado al cruzar la calle. Aquel terrible acontecimiento había cambiado su vida por completo, porque no únicamente se había llevado el cariño de su padre, sino también la luz de sus ojos. Porque aquel terrible día él había quedado ciego. Para Ciel, había sido un golpe demasiado difícil de aceptar, el saber que no podría volver a ver nunca más. A pesar de que sus padres lo habían llevado a los mejores médicos ellos siempre le dijeron lo mismo, “el daño sufrido es irremediable, nunca más volverá a ver”.

 

Desde aquel día, toda su vida cambió, dejó de ir a la escuela y sus estudios continuaron en la mansión, no podía salir de su hogar a menos que alguien lo acompañara, sus única amiga era su prima, Elizabeth, quien lo visitaba los fines de semana. Con los años, Ciel se convirtió en un hermoso joven de diecisiete años, con un rostro fino y delicado cual porcelana, de cabello azul y hermosos ojos azules, que con los años parecían perder aquel brillo que años atrás cautivaban a cualquier persona que lo conociera.

 

Ciel guardó sus sentimientos en un pequeño rincón de su corazón, y fingió ser una persona fría a quien no le interesaba lo que le sucediera o dijeran de él, pero en el fondo de su corazón le afectaban las palabras de las personas que amaba. Parecía que cada día su padre se alejaba aún más de él, y ahora con los problemas económicos de su familia se sentía inútil al no poder ayudarlos, sabía que un compromiso con alguien de su mismo circulo social podría resultar una buena solución, pero nadie querría comprometerse con él, estaba ciego y para muchos sólo sería una carga.

 

El chico comenzó a caminar por el pasillo del lugar, siempre con una mano apoyada sobre la pared para saber en qué dirección caminar, el de cabello azul conocía la mansión como la palma de su mano, y aunque no pudiera ver, sabía en qué lugar se encontraba cada cosa. Regresó a su cuarto y se refugió bajo las mantas de su cama, cerró sus ojos y se quedó profundamente dormido.

 

**oo** 

 

Sebastian Michaelis a sus veintisiete años era poseedor de una cadena de hoteles reconocido mundialmente y que se expandía a muchos otros países. Había heredado la presidencia de la compañía cuando su padre falleció hacia más de tres años, desde ese día él se había encargado de continuar con el trabajo de su difunto padre y hacer crecer su empresa.

 

Actualmente había firmado un importante contrato para la construcción de un imponente hotel de lujo en Paris. Y por tal motivo en aproximadamente un mes debía viajar a dicha ciudad. Eran las diez de la mañana, y el moreno se encontraba en su oficina terminando de revisar algunos documentos, suspiró con cansancio al ver la pila de papeles que aún debía firmar. Miró la ciudad desde la hermosa vista que su oficina le daba desde el último piso, y pensó que era un hermoso día para dar un paseo por el parque que se encontraba a tan sólo unas calles del edificio. Así que sin más tomó su abrigo y salió de la oficina, le informó a su secretaria que saldría por una hora y que volvería para la reunión de las once de la mañana.

 

Salió del edificio y caminó con pasos tranquilos por las calles de Londres, finalmente luego de diez minutos llegó al parque que tanto le gustaba, caminó por el lugar con tranquilidad y cuando miró hacia la fuente fue cuando lo vio por primera vez.

 

**oo**

 

Ciel, había ido al parque a respirar un poco de tranquilidad que en su casa ya no tenía, las discusiones entre sus padres cada vez eran más fuertes y él no deseaba estar en aquel lugar, le había pedido a Marie, una de las sirvientas de la mansión, que lo acompañara al parque para despejar su mente.

 

En aquel momento se encontraba sentado en un banco frente a una hermosa fuente, aquello era lo que la joven le había comentado, antes de marcharse a comprar algo que una de las empleadas le había pedido. A Ciel no le molestó aquello, disfrutaba de la soledad y el sonido que producía el agua al caer le gustaba. Era relajante.

 

—Buenos días, ¿le molesta si me siento a su lado? —preguntó una voz amable a su lado.

 

El de cabello azul se sobresaltó un poco al darse cuenta de que alguien estaba cerca suyo, era la primera vez que no se percataba de que alguien había llegado, aun así respondió.

 

—No, puede sentarse —respondió sin voltear su rostro.

 

Sebastian se sentó a un lado del menor y lo observó por algunos segundos, le extrañaba que el chico no volteara a mirar quien lo acompañaba en aquel momento.

 

—Es un día muy hermoso, ¿no le parece? —inquirió el mayor, intentado comenzar una plática.

 

Ciel, sonrió al escuchar aquello, y fue cuando finalmente volteó su rostro, aunque no estaba seguro si la persona a su lado se encontraba en aquella dirección.

 

—Sí, lo es —dijo el de ojos azules.

 

Fue en aquel momento en el que Sebastian comprendió el motivo por el que el chico no lo miraba fijamente, estaba ciego. Pero aún así al moreno le seguía pareciendo un joven hermoso, y con una sonrisa muy linda.

 

—Soy, Sebastian Michaelis —se presentó, extendiendo su mano en señal de saludo, pero unos segundos después se dio cuenta de aquello había sido una estupidez ¡él chico no podía verlo! 

 

—Me llamó Ciel Phantomhive —se presentó y fue él quien extendió su mano, Sebastian la cogió y fue cuando sintió la suavidad de la piel del menor, sin duda algo en su interior se había removido.

 

Los minutos pasaron rápidamente, y ambos compartieron una tranquila charla sobre el clima, y el lugar en el que se encontraban, Sebastian le contó sobre su trabajo y Ciel lo escuchó con atención.

 

—¡Bocchan! —el grito de una joven los hizo finalizar su conversación.

 

Marie había regresado y al ver a su amo en compañía de un extraño se apresuró a llegar a su lado.

 

—¿Se encuentra bien? —preguntó la chica. Ciel asintió.

 

—Sí, estoy bien.

 

—Es hora de regresar a la mansión, sus padres seguramente deben estar preocupados —le comentó Lucy.El chico suspiró y para Sebastian no pasó desapercibido su mirada de tristeza.

 

—Está bien.

 

Lucy, tomó del brazo al menor y lo ayudó a ponerse en pie, el moreno hizo lo mismo dispuesto a despedirse del chico.

 

—Fue un gusto conocerte, Ciel —sonrió el moreno aunque el de ojos azules no pudiera verlo.

 

—Lo mismo digo, que tenga un buen día —le deseó el menor.

 

—Gracias, igualmente.

 

Luego de despedirse, vio como la joven ayudaba al de cabello azul a caminar con cuidado por el parque. Cuando los perdió de vista y sin más que hacer regresó a su trabajo, la reunión debía comenzar pronto y él tenía que estar presente.

 

La reunión había sido larga y tediosa, pero con ella había logrado concretar otro negocio más, esta vez para construir una nueva cadena hotelera en Alemania. Regresó a su oficina en compañía de Claude Faustus, quien además de ser su mejor amigo, se encargaba de llevar todos los procesos legales de la compañía. Mientras él le comentaba sobre algunos negocios Sebastian estaba perdido en sus pensamientos, y es que no podía dejar de pensar en Ciel, aquel joven definitivamente tenía algo especial.

 

—Claude —llamó, haciendo que el nombrado guardara silencio—. ¿Qué sabes de los Phantomhive? —preguntó.

 

El moreno enarcó una ceja y suspiró.

 

—Veo que no has revisado los documentos que te envié —reprochó él—. Los Phantomhive son una de las familias más pudientes de Londres, o al menos lo eran —le comentó—. Ellos tienen una deuda con nosotros que aún no han saldado.

 

Aquello sorprendió al de ojos carmesí, aunque luego una sonrisa se formó en sus labios, definitivamente aquello no había podido llegar en mejor momento. Buscó en sus archivos el documento que Claude había dejado hacía unas semanas y con él en mano cogió el teléfono y se comunicó con su secretaria.

 

—Lucy, concreta una cita con el señor Vincent Phantomhive —ordenó el moreno.

 

—Por supuesto, señor —respondió la joven del otro lado de la línea.

 

Claude enarcó una ceja al ver la sonrisa en el rostro de su mejor amigo, definitivamente se traía algo entre manos pero él prefirió no saber de qué se trataba.

 

**oo**

 

Una semana después Vincent, se hizo presente en la compañía “Michaelis Corporation”, cuando había recibido la llamada del lugar se temió lo peor, y sólo esperaba poder llegar a un arreglo con el dueño o perdería lo poco que aún conservaba de su fortuna. Fue conducido por una de las empleadas del lugar hasta la recepción en el último piso. Lucy al verlo le sonrió y se puso de pie.

 

—El señor Michaelis lo está esperando —habló ella—. Pasé por aquí —indicó.

 

—Gracias.

 

Abrió la puerta y se adentró en la oficina. En el lugar vio a Sebastian revisando algunos documentos, el moreno al ver al hombre se puso de pie rápidamente y le sonrió.

 

—Un placer conocerlo, señor Phantomhive —saludó con educación el moreno, mientras extendía su mano en señal de saludo.

 

—El placer es mío señor Michaelis —respondió el de cabello azul estrechando la mano del moreno. Ambos tomaron asiento en sus respectivos lugares, Sebastian miró al mayor y entrecruzó sus dedos mientras sonreía.

 

—Iré directamente al grano, señor Phantomhive —habló finalmente el moreno—. Usted tiene una deuda con mi compañía, y lo he mandado llamar para que encontremos la mejor solución con respecto a este tema —le comentó. Vincent asintió.

 

—Lo sé, mi empresa no se encuentra en el mejor momento, pero estoy seguro que dentro de unos meses lograré recuperarme, por eso le pido un poco más de tiempo —pidió el de cabello azul. Sebastian negó.

 

—No me interesa el dinero, señor Phantomhive —dijo sorprendiendo con sus palabras al hombre—. Lo que me interesa es su hijo —concluyó. Vincent frunció el ceño al escuchar aquello.

 

—Podría explicarse mejor.

 

—Por supuesto —sonrió—. Si usted me concede la mano de su hijo en matrimonio no solo perdonaré su deuda, sino que también me encargaré de su problema financiero —concluyó.

 

Vincent no podía creer lo que estaba escuchando, ese hombre quería a su hijo sin ni siquiera conocerlo, pero aún así sonrió, era un buen negocio y no pensaba desaprovecharlo. Además hacía demasiados años que lo que su hijo pensara había dejado de interesarle.

 

—De acuerdo, aceptó su propuesta.

 

Sebastian sonrió al escuchar aquello, sus planes estaba resultando como él los había planeado.

 

**oo**

 

En otro lugar de la ciudad, Ciel se encontraba en el jardín de su mansión mientras sostenía entre sus manos una hermosa rosa roja, frunció el ceño cuando una de las espinas le cortó el dedo, y sin saber porque sintió que algo iba a suceder. Ciel no sabía que en aquel momento su vida iba a cambiar por completo y que ya nada sería igual.

Notas finales:

Este fue el primer capítulo ¿será que Ciel aceptará casarse con Sebastian? Bueno, eso lo descubriremos pronto :)

 

Como está historia está practicamente terminada actualizaré todos los sábados :) Por ahora me despido y si les ha gustado el inicio de este fic déjenme un comentario, los cuales serán bien recibidos.

 

Adiós <3


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