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Atracción Inevitable por Nickyu

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V

Juego Riesgoso

 

 

Doppo había llegado al Hospital Central de Shinjuku, junto a Riou. A pesar de haber escuchado de los labios del alpha, que tenía unos asuntos pendientes cerca del hospital, él había aceptado acompañarlo hasta la entrada.

El doctor Jakurai lo esperaba en la puerta principal del hospital, y eso logró preocuparlo. Aunque luego, no supo si reír o llorar, porque Jakurai había involucrado a Riou en el asunto, guiándolos a ambos. Riou era un caballero, por lo que no negó que estaba acompañando al omega, cuando lo llevó a la sala en dónde esperaba la familia del pelirrojo.

Ahora, el alpha esperaba a una distancia prudente, percibiendo la intimidad en la situación, pues era un problema familiar.

—Es… ¿tu novio? —preguntó curioso Daichi, mientras miraba desconfiado al alpha que esperaba unos metros más allá.

Doppo quiso abalanzársele, para callarlo. Por todos los cielos, esto no estaba funcionando. Y Riou era lo suficientemente amable, como para acompañarlo en un asunto que ni le incumbía… si antes pensaba estar en una gran deuda con el alpha, ahora, no sabría como mirarlo a los ojos, sin sentir vergüenza. 

—Es... un amigo —aclaró el oficinista, arrastrando cada palabra, de una manera asesina, como si estuviese diciéndole a su hermano que guarde silencio.

Daichi entornó los ojos, escéptico. El alpha de cabellos claros tenía un aura muy tranquila y era increíblemente apuesto… aunque aún no concebía la idea de que su hermano, el pesimista y huraño Doppo, haya conseguido una pareja. No le hacía falta belleza, Doppo era un omega atractivo, pero sí que le faltaba carisma, elocuencia, y menos aura suicida.

—Te huelo un poco, pareces… nervioso, hermano —declaró Daichi, apoyándose en la pared, cauteloso. El omega supo de inmediato que «nervioso» era un eufemismo para otro adjetivo—. Sería bueno si lo traes algún día a casa, a cenar.

Doppo quería callarlo, aunque luego entendió que la casta de su hermano, hacía que sea así un poco, en parte.

—No, Daichi… verás… —Miró hacia varios lados, sin saber cómo explicarle a su hermano menor— Busujima-San es… un conocido, de hecho. Uno muy amable. Si yo saliera con alguien, ¿no crees que te lo contaría? —susurró demasiado suave, para que no llegara a los oídos de Riou.

Su hermano asintió pacíficamente, sin cambiar la expresión.

—¿Y papá? —preguntó el pelirrojo, recodando que era la razón por la que estaba ahí.

—Está  adentro —indicó su hermano, señalando con el mentón una de las habitaciones de cuidados intensivos—. No querían dejarlo entrar, pero el doctor Jakurai intervino, y aquí estamos… —sonrió tenuemente el alpha de cabellos negros, acercándose hasta el omega, tomando sus manos, para hacerle tomar asiento.

—¿Qué sucedió…? —murmuró con voz temblorosa el pelirrojo, siendo guiado por su hermano.

—¿Ya imaginas los peores escenarios posibles, eh? —rio con suavidad el muchacho, acariciando las manos entre las suyas—. Doppo, nuestro padre despertó.

 

 

 

 

 

—¿¡Qué demonios, Jyuto!? —farfulló Samatoki, encendiendo su cigarrillo—. ¿Estás diciéndonos que conocías al omega, luego de que pasamos todo el día espiándolo en Nishi-shinjuku, y toda la maldita noche en Kabukichō? ¡Vete  al diablo, imbécil! —maldijo, mientras se tumbaba en el sofá de la oficina del policía.

—Cierra la maldita boca, antes de que te saque a patadas —gruñó el beta, inclinándose demasiado hasta la pantalla de su ordenador. Riou notó con facilidad que esos dos estaban estresados. Eran ya horas de la noche y, Jyuto no había salido de su oficina, atendiendo llamadas y enviando un infinito número de informes. Samatoki, en cambio, sólo esperaba la llamada de alguno de sus ayudantes, para salir—. Somos un poco cercanos. Sólo un poco. ¡Fue hace muchísimo tiempo! ¿Cómo mierda  querías que lo recordara, ah? ¡Si apenas está reconocible! —Se detuvo, entornando los ojos, concentrado en la pantalla del PC.

—¡Se lo hubieras presentado a Riou, y problema resuelto! ¡Nos hubieras ahorrado un jodido día, conejito inútil! —refunfuñó el albino, estirándose para apagar el cigarrillo en un cenicero, que estaba colocado sobre la mesita de centro.

Jyuto se apartó del monitor, apretando la mandíbula. Hizo el ademán de levantarse, y Samatoki se acomodó, sonriendo con sorna, desde el asiento.

Riou parpadeó lentamente, antes de intervenir. 

—Hm… están peleando… ¿tienen hambre, verdad? Si es así, podría preparar algo…

—¡No, no! Riou… ¡no estamos peleando, de verdad! —balbuceó rápidamente Samatoki, dirigiéndole una rápida mirada Jyuto, asustado.

Jyuto lanzó una risa, nervioso. 

—No, efectivamente no estamos peleando —sonrió de forma creíble, retomando asiento—. Tampoco tenemos hambre, pero te agradecemos. Es sólo la carga de trabajo —explicó, rebuscando algo en el cajón de su escritorio. Sacudió la caja de cigarrillos, chasqueando la lengua cuando, evidentemente, comprobó que estaba vacía—. Tú, dame uno de los tuyos —se dirigió a Samatoki, y éste le lanzó la cajetilla.

—Ah, por cierto, Riou —murmuró Samatoki, ladeando la cabeza hacia donde el alpha de cabellos anaranjados, se encontraba. El aludido levantó la cabeza, aún apoyado en la pared—. Luego de la cita con el omega, voy a necesitar que me salves el trasero, con un asunto.

—Hm… ¿un asunto? —Jyuto quiso reír, al ver que Riou no negó la palabra«cita»—. Está bien —aceptó sin más el alpha, extrañado. 

Samatoki había mencionado abiertamente que tenía un problema que no iba a mencionarle al policía, y éste, como si hubiese hecho caso omiso, no replicó, ni trató de indagar más.

Algo andaba mal…

—Voy ahora mismo al Host Club, ya casi acabo esto —mencionó repentinamente Jyuto, acomodándose los lentes, leyendo con rapidez unos papeles que estaban situados a su izquierda. 

El albino lanzó una risotada, mirando con burla al policía.

—¿Necesitas un alpha? Si quieres, yo te puedo mimar, pero eso sí: no gratis —bromeó, aunque luego gruñó enfadado, porque Jyuto le había lanzado la cajetilla de cigarrillos, en la cabeza.  Pareció mirar con rabia mal contenida al beta, aunque se mantuvo sentado, para alivio de Riou.

—Tú lo has dicho: Alpha. No un imbécil con aires de superioridad —pronunció con ironía cada palabra, mientras reposaba su codo sobre el escritorio, apoyando la mejilla en la palma de su mano. Samatoki rechistó, aunque lo omitió, para proseguir hablando—. Se me ocurrió algo excelente. Un plan infalible. Créeme Riou, nos conviene a ambos.

—¿Estoy fuera?  Menudo alivio —sonrió Samatoki, sacando otro cigarrillo de la cajita.

—Un tipo problemático como tú, sólo empeoraría las cosas —contraatacó Jyuto,  entornando los ojos.

—¿Plan infalible…? —preguntó con suavidad el alpha de cabellos anaranjados, desconfiado.

—Sí.  Ahora, ¿puedes acompañarme en éste instante?

 

 

 

 

 

Doppo estaba en el Host Club, con el doctor Jakurai y el acompañante estrella. Al parecer bebían, para celebrar la noticia del padre de Doppo.

—… Y entonces, luego había llamado a un amigo suyo, para que trajera un auto, y pudimos ir a la hora del almuerzo a recuperar mi billetera. No me preocupaba demasiado el dinero, pero necesitaba mis credenciales —terminó de relatar, Doppo, antes de beber un trago del champagne.

—Woah… eso es sorprendente —comentó Hifumi, enarcando las cejas—. Y más eso de que te dejaste ayudar… era un desconocido —murmuró el rubio, mirando sorprendido, al pelirrojo—, pudiste llamarme, eso me ofende, amigo —se quejó el host, dándole un sorbo a la bebida.  

—Lo siento, Hifumi. No quería molestarte, aunque más que nada… él no me transmitía desconfianza.

Jakurai quedó pensativo, hasta que por fin habló.

—Doppo-Kun mencionó que lo había visto antes, ¿verdad? Cerca de su casa… —murmuró con su habitual tono apacible, mientras aún mantenía el vaso de cristal lleno de agua, levantado, entre sus largos dedos— ¿Es posible que la persona que «conoció» hoy, le esté siguiendo? —La frase puso en alerta a Hifumi, quién no había notado aquello.

—Pensé en eso también —confesó el omega pelirrojo, mordiendo su labio inferior—. Pero me ha ayudado demasiado, así que lo obvié. Además, la primera vez me había regresado mi billetera, y no me presenté, porque no pude reaccionar correctamente, me sentí absolutamente confundido…

—Por eso, ésta vez le dio su tarjeta de presentación —completó el galeno, acercando el recipiente de cristal a sus labios. Dio un suave sorbo, mientras volvía a situar sus ojos sobre el oficinista, quién asentía con suavidad—. La persona no le hizo daño, pero de todos modos, me preocupa. ¿Es posible que usted confíe en esa persona, porque lo haya salvado de alguna situación complicada? Una aparte de la pérdida de la billetera en el tren. 

Doppo asió la copa de champagne, para beber, aparentando calma. Si el doctor llegaba a ver sus ojos, estaba perdido. ¿Por qué debía ser un libro abierto? Eso le molestaba muchísimo.

—Ah… sólo enfrentó a un hombre que me empujó mientras llegábamos a la estación de Higashi… —Posteriormente, cerró con fuerza los ojos, al saber que expuso un hueco en la historia. Jakurai era atento e increíblemente inteligente, y probablemente lo había notado. 

—Usted bajó una estación antes, ¿por qué? —preguntó el doctor, con su grave y suave voz. No pretendía ser entrometido, pero como alpha, no podía evitarlo.

—Sensei… ¿no está presionando demasiado a Doppo-Kun? —intervino Hifumi, igual de preocupado que el doctor. Si Doppo no contaba  algo, probablemente lo haría cuando se sienta listo, confiaba en eso—. Si luego se estresa, será nuestro fin —bromeó con sutileza, para desviar el tema.

—Ah, es verdad, Hifumi-Kun. Lo siento, no era mi intención —se disculpó Jakurai, entrecerrando los ojos, pensativo.

—M-Me salvó de un pervertido —dijo con rapidez, Doppo, atropelladamente—. Independientemente de si me seguía, me ayudó, y no importa qué, no puedo desconfiar de él —confesó, con esa voz temblorosa que usaba, antes de empezar a susurrarse a sí mismo.

—Doppo-Kun… —lo llamó Hifumi, inclinándose hacia él.

—Lo sé, es mi culpa que esté pasando esto… ¡Ah, pero por supuesto! ¿Cómo no me di cuenta? Doy tanto repelús, incluso para preocupar a un desconocido. Siempre estorbando, siempre reteniendo,  definitivamente no hago nada mientras vivo, ¿qué debo hacer? ¿Por qué vivo…? Yo… yo… —empezó a decir con voz quedita.

—Doppo-Kun, cálmate. Tú eres más que mi amigo… eres mi hermano —dijo Hifumi, mientras lo abrazaba, rodeando sus hombros—. Vamos a estar para ti, cuando tengas tu cita, ¿de acuerdo? —dijo muy seguro, mientras bebía nuevamente de la copa.

—¿Cómo es posible que puedas decir cosas como esas, sin avergonzarte? —masculló Doppo, aunque luego se apartó, molesto— ¿Cita? ¡No es una cita! —aclaró, frunciendo el ceño, fastidiado y ruborizado.

—¿A qué hora debe ir Doppo-Kun, para reunirse con el alpha? —preguntó Jakurai, atento.

—A las siete —murmuró el pelirrojo, concentrándose en las reacciones del doctor—. Mañana pasado, a las siete de la noche, ese día salgo pronto. ¿El horario está bien…? —consultó, atento a las respuestas.

Jakurai asintió con suavidad. Pero había algo que no le gustaba, aunque no sabía con exactitud qué. Probablemente era imaginación suya… pero sentía que algo malo iba a pasar.

Entreabrió los labios, sin saber que decir, hasta que sonó su teléfono móvil.

—Lo siento, debo contestar… —se disculpó el alpha de cabellos largos, sacando el aparato, de su bolsillo— Hola, habla Jinguji Jakurai —dijo al contestar, ensombreciendo la mirada posteriormente. Doppo y Hifumi miraban, entendiendo que probablemente recibía malas noticias—. Sí, comprendo. No, está bien, si es una situación complicado, lo correcto es ir. Sí. Entiendo. No hay problema, estaré ahí inmediatamente —finalizó la conversación, permaneciendo callado unos segundos.

Sensei… ¿se tiene que ir? —preguntó Hifumi, preocupado.

Jakurai asintió con suavidad, suspirando.

—Al parecer, la persona que tiene turno esta noche, colapsó, así que me necesitan de urgencia, pues llegó un paciente que presenta gravedad —explicó, mientras se levantaba—. Siento mucho irme antes, por favor, llámenme cuando finalicen, para recogerlos.

—N-No es necesario, sensei… ¡Hifumi y yo podemos tomar el tren! —aseguró Doppo, levantándose para despedir al doctor.

—Sí, sensei. Descuide, déjeme a cargo —sonrió Hifumi, poniéndose de pie, para despedir también al galeno. Vio la duda en el rostro del hombre más alto, y se apresuró en agregar—: Usted tiene prioridades ahora mismo. Por favor, no se exija demasiado.

La correcta elección de palabras.

A Doppo aún le sorprendía como Hifumi podía utilizaba el dialecto  de una forma halagadora, cuando usaba su traje de anfitrión.  Hifumi era encantador, bellísimo, y si se sumaba a él esa actitud galante y de palabras precisas, podía conquistar a quién quisiera. Eso le había acarreado un montón de acosadoras desquiciadas. Pero también había logrado que Jakurai asienta rápidamente con la cabeza, susurrando un rápido «se los compensaré», mientras salía, apurado.

Hifumi y Doppo regresaron a los sofás negros, realmente extrañados.

—Eh, Hifumi… ¿no deberías estar atendiendo a las demás mesas…? —comentó Doppo,  mirando alrededor. Ya había sentido miradas filosas como cuchillos, a su espalda.

Hifumi era el host número uno del catálogo, por eso, un cliente no podía quedarse toda la noche con él. Hifumi, prácticamente, se paseaba por las mesas, un determinado tiempo.

—¿Eh? Desde que llegó el sensei, sólo han pasado veinte minutos… —murmuró Hifumi, mirando al reloj— De todos modos, ¿por qué separarnos ya, tan temprano?  Si pudiera, me quedaría toda la noche en esta mesa, sólo por ti.

Doppo rodó los ojos, sintiendo sus mejillas arder. Por todos los cielos… Hifumi podía decir ese tipo de cosas, sin titubear. Y es que estaba con el traje, se recordó, ignorando el galante comentario del rubio.

—¿Deseas más champagne? —preguntó entonces Hifumi, sentándose, sonriendo aún de esa forma cautivadora.

—Sólo una más… aún falta para que paguen mi sueldo, no puedo gastarme lo que me queda… —suspiró el pelirrojo, tomando la copa que el anfitrión le extendía.

—Por supuesto que no, Doppo-Kun. Todo esto corre por mi cuenta —expresó Hifumi, posando el codo en el reposabrazos—, después de todo, celebramos que su padre está recuperándose, como habíamos predicho.

Doppo sonrió tenuemente, volviendo a asir la copa.

—Vaya, qué coincidencia. Ha pasado un tiempo, ¿no?

Escuchó una voz, y levantó la cabeza. Era muy cercana, como para que se estén dirigiendo a alguien más.

—Eh… ¿ha pasado… un tiempo? —musitó el oficinista, confundido, fijando la mirada en un elegante y apuesto hombre de anteojos.

Jyuto sonrió, haciendo un ademán con la mano al host que lo acompañaba, el cual asintió y se fue. Hifumi parpadeó, realmente asombrado. ¿Qué estaba pasando?

—Usted ha cambiado bastante, Kannonzaka-San. Y yo también, supongo. Soy Iruma. Charlamos varias veces, debido a los interrogatorios de hace unos años —explicó el policía, fijando sus ojos verdes en el acompañante rubio.

—¡Ah! ¡Es usted el policía corrupto! —exclamó el omega de cabellos rojos, apretando luego los labios.

El beta rio tenuemente.

—Supongo que no me puedo quejar, por lo menos me reconoció —dijo Jyuto, mirando hacia los asientos—. ¿Está bien que lo acompañe? Naturalmente, no frecuento estos locales. Estoy aquí por razones de trabajo. Incluso he traído a un amigo.

—Ah, sí, lo siento… por favor, pase —asintió Doppo, bajando la cabeza.

—Un conocido de Doppo-Kun —murmuró Hifumi, entornando los ojos.

—Hi… ¡Hifumi, preséntate! —le codeó Doppo al rubio, susurrando con una voz discreta.

—Soy Izanami Hifumi, es un placer conocerlo —se presentó Hifumi, aún consternado—. No sé si tal vez mi memoria me traicione, pero lo vi ayer.

—Sí. Estoy inmerso en una investigación, así que por eso estoy aquí. Iruma Jyuto, el placer es mío.    

—Eh… Iruma-San, ¿está bien que nos esté acompañando? No quisiera entorpecer la investigación, con su amigo… —habló con suavidad el pelirrojo, posando sus bonitos ojos en la copa de champagne. Por suerte, Hifumi se aseguró de invitarle una a Jyuto, quién sonrió, agradeciendo.

—Está bien. De hecho, él viene ahora mismo.

Doppo no levantó la mirada, hasta que vio aproximarse a un hombre altísimo. Tuvo que alzar la cabeza, reconociendo inmediatamente a la otra persona.

—¡Busujima-San! Esto es… inesperado… —jadeó Doppo, levantándose.

—Oh, ¿ustedes ya se conocían? —preguntó con falsa sorpresa Jyuto, sonriendo triunfante.

Miró de reojo al anfitrión, quién extrañamente… se mantenía callado.

—Jyuto-San —Hifumi llamó la atención del beta—. Mientras celebramos este encuentro, sería genial si nos cuenta sobre su investigación, si se puede, por supuesto —sonrió el rubio, invitando a sentarse al alpha de cabellos anaranjados, sirviéndole una copa, con esa elegancia y seducción que debían de poseer todos los host.

¿Así que él sospechaba? Y la pregunta, tenía doble intención.

Jyuto sonrió, encantado.

Y es que Hifumi se equivocaba. Nadie lo acorralaba a él.

Ambos podían ejecutar al mismo sucio juego.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ya salió otra ship crack, lol, perdónenme. 

Por sí no lo vieron, les dejo el otro Anthem.

Division All Stars -Hoodstars-

Cuídense un montón. <3


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