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Atracción Inevitable por Nickyu

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Notas del capitulo:

No sabía como ponerle al capítulo, en fin... 

VI

Acuerdo

 

 

—¡Hi-Hifumi! —le regañó Doppo—. ¡No está bien preguntar asuntos internos de la policía! ¡Discúlpate ahora mismo! —le susurró, aunque fue muy audible para todos los presentes. 

—Oh, está bien, Kannonzaka-San —sonrió Jyuto, agitando las manos, restándole importancia—. Hay un susceptible inversionista, aquí, que usa dinero ilegal. Se sospecha que frecuenta el lugar, así que por estas razones, estoy aquí —No era mentira, él sabía muy bien quién era, pero no diría más detalles. Sólo comentó esa información para salvarse de parecer sospechoso ante el rubio, que lo miraba, cauteloso. Eso lo tenía bastante sorprendido, aunque no lo demostraba. Hifumi no parecía del tipo inteligente.  

—Y-Ya veo… —musitó Doppo, volviendo a beber. Quiso preguntar que tenía que ver Riou con todo eso, aunque calló, realmente intrigado.

Jyuto comprendió esa mirada con sólo verla. Riou tenía razón. Ese omega era… muy transparente.

—Mi amigo presente, Riou, pertenece a la Armada —expuso, arqueando una ceja. Casi rió el ver los ojos desmesuradamente abiertos, del pelirrojo. Hifumi sólo entreabrió los labios, sorprendido—. Él es bastante inteligente y sigiloso. Está obligado a tener vacaciones algunos días, así que le he pedido que me ayude.

—Ah… ¡entonces es por eso que usted tenía asuntos pendientes cerca del hospital! —Entendió  Doppo, dirigiendo la mirada al alpha de ojos azules—. Me disculpo si con mis inconvenientes, le di problemas en la investigación —dijo el omega, bajando la cabeza.

Jyuto sonrió de forma ladina, acercando la copa de cristal, a sus labios.

—Hm, no, no hubo problema alguno. En verdad me alegra que haya recuperado sus pertenencias —respondió Riou, calmado, sintiéndose  mal, por mentirle al oficinista. 

—Entonces, no está bien que usted esté bebiendo, ¿verdad? E-Es decir… tal vez su profesión no se lo permite. Hifumi, ¿puedes servirle alguna otra bebida a Busujima-San? Y tú también deberías beber otra cosa… aún debes atender las demás mesas y…

—Ah, por mí, está bien quedarme bebiendo junto a ustedes, por esta ocasión, Doppo-Kun. Ya veré cómo compensárselo a las gatitas —lo interrumpió con suavidad el rubio, colocando su mano sobre el hombro del pelirrojo, intuyendo que estaba nervioso, con ese sutil gesto le pedía que se calme: él no estaba solo—. Aunque, probablemente tengas razón, iré a servirle algo más a Riou-San. Discúlpenme un momento, por favor.

Hifumi se levantó con rapidez del sofá, dispuesto a traer otra bebida.

—No tenía que molestarse —musitó Riou, apaciblemente.   

—¿Por qué a mí no me cambiaron la bebida, y a él sí? No soy militar, pero soy policía… —sonrió Jyuto, burlón.

—¡A-Ah! ¡Tiene razón! ¡Lo siento, lo siento…! ¡Iré ahora mismo a traerle algo más! —musitó Doppo, con intenciones de levantarse.

—No, descuide —Lo detuvo con rapidez Riou, entornando los ojos, mirando con notable seriedad al policía—. Sólo bromea. Al igual que mi otro colega, Jyuto tiene la costumbre de fumar, así que la bebida está bien, ¿verdad?

—Eso es correcto —Asintió Jyuto, chasqueando la lengua cuando sus ojos encontraron el letrero que prohibía fumar dentro de las instalaciones—. Siento si le hice sentir incómodo.    

—Ah… lo siento, creí que lo decía en serio —dijo el oficinista, parpadeando con rapidez.

—Aún conserva la costumbre de disculparse reiteradamente, al parecer —comentó Jyuto, sonriendo, cuando el omega se disculpó nuevamente—. Está bien, no hay razones por las que deba disculparse… más bien debería disculparme yo, llegando repentinamente. De seguro interrumpí la reunión con su amigo.

—¡Oh, no! ¡De ninguna manera! —Se apresuró Doppo, mirando el lugar en el que antes estaba sentado Hifumi—. La compañía está bien… después de todo, un amigo se ha ido recientemente debido a un problema…

Luego de la frase musitada con leve nerviosismo, Doppo mantuvo la mirada fija en la botella de champagne. No entendía por qué, pero se sentía observado. Sobre todo con Riou… como si en su estoicismo, pudiera transmitirle varias cosas en la parsimonia de sus ojos azules.

Creyó que debía enfrentarlo nuevamente, en un par de días,  cuando salieran a comer; proposición realizada por el omega, en gratitud a la ayuda que le había ofrecido Riou.

Pero ahora… 

—Estoy de regreso, lamento la demora —dijo Hifumi, retomando asiento—. Espero un té sea de su agrado… —añadió, cuidadoso, sonriendo, pero aún así, enfocado en las reacciones retraídas de Doppo.

—Muchas gracias —pronunció el alpha, sonriendo de forma tenue.

—Entonces, Jyuto-San… ¿cómo supone que de todos los Host Club que hay en el área, es precisamente éste? —el rubio retomó la conversación, levantando la copa hasta sus labios. 

Riou miró de reojo a su compañero, entendiendo con rapidez que Hifumi desconfiaba  de su presencia ahí. ¿Pero con qué razones? Jyuto no había sido descuidado… era prácticamente, como una serpiente; sigiloso y malintencionado, cuando se lo proponía.

—Lo he seguido, por supuesto —murmuró el policía, sereno y sonriente. Riou miró hacia el suelo, entendiendo que esa frase confesaba algo que sus dialogantes no entenderían—. Así, prácticamente, sabría su rutina. Es importante investigar al objetivo, para obtener respuestas. No es parte mi estrategia lanzarme, de la nada. Así que permanezco aquí, sabiendo que mis intentos nos son vanos.

—Debe ser muy complicado… —articuló, Doppo, con los ojos brillantes.

—Está bien, esto es parte de mi trabajo —Se encogió de hombros Jyuto, sonriendo de esa forma extraña y sensual.

—Entonces, brindemos por sus esfuerzo, Iruma-San, Busujima-San… —enunció el pelirrojo, levantando la copa. Hifumi arqueó una ceja, realmente intrigado por lo extrovertido que se había vuelto de repente su amigo.

Probablemente, Jyuto y Hifumi no lo notaron, pero Doppo sonreía de forma tenue.

A Riou, esa sonrisa de felicidad casi moribunda, le fascinaba. Y sin darse cuenta, sonrió él también.

 

 

 

 

 

—Muchas gracias por acompañarnos esta noche —pronunció, Doppo haciendo una pequeña reverencia. Eso hizo que se sienta mareado, tal vez no debió beber tanto. 

—Al contrario, nosotros debemos agradecer su compañía —rectificó Jyuto, divertido—. También deberíamos disculparnos por hacerlos quedar hasta muy noche…

—¡Ah, no, está bien! Incluso si hemos perdido el último tren, podemos tomar un taxi —explicó el oficinista, agitando las manos. Hipó, abrazándose a sí mismo. Hifumi tardaba en regresar y, en serio deseaba irse, se sentía agotado, el trabajo había sido duro, y durante toda la noche de bebidas, se mantuvo rígido, con la espalda recta y los hombros tensos.

—Nosotros podemos llevarlos a sus respectivos hogares, es nuestra responsabilidad que hayan tardado en salir —dijo repentinamente Riou, llegando por atrás del pelirrojo—. Si tal vez piensa que es algo atrevido, lo entenderemos, y entonces, les ofrecemos pagar el taxi.

Doppo resopló. Su leve estado de ebriedad, le impedía ocultar que se sentía disgustado que referenciaran a su casta, como excusa para no dejarlo solo en la noche.

«Eres omega… ¡no puedes estar solo en la noche!». Eso, exactamente. Y probablemente, esa voz en su cabeza tenía razón, era un inútil, y por esa misma razón, molestaba y preocupaba a los demás.

—No, gracias —susurró, negando con la cabeza—. Yo… no podría aceptarlo… además, Hifumi aún no sale. No puedo dejar a Hifumi solo. No puedo —susurró, repentinamente regresando la mirada hacia la entrada del local—. Yo, debo ir a buscarlo —veía un poco borroso, y no quería dar un espectáculo frente a un alpha y beta apuestos, así que apoyó la mano en la pared, dirigiéndose a buscar a su amigo.

—Está bien, iré yo, si no le molesta —lo detuvo el beta de ojos verdes—. Espéreme aquí, por favor.

Al voltear, sonrió burlonamente. Había visto la mueca que hizo el omega, ¿él estaba nervioso, debido a Riou? Lastimosamente, para el pelirrojo, estaba ayudando a Riou, así que buscar al host, había sido a propósito.   

Entró nuevamente, sólo hasta el principio, observando que Hifumi no se encontraba ahí. Se extrañó, entrando por la puerta trasera. Todos los negocios tenían uno, y ese no podía ser la excepción.  

«Sólo personal autorizado», rezaba el cartel colocado sobre la puerta. Para Jyuto, fue como si no existiese. Entonces, antes de que pudiera tomar siquiera el pomo de la puerta, ésta se abrió,  dejando ver al anfitrión, igual de sorprendido que él.  

—¿Doppo-Kun lo envió, verdad? —sonrió Hifumi, prosiguiendo con su camino, cuando Jyuto se hizo a un lado.

El policía asintió lentamente con la cabeza, siguiendo al rubio.

—Usted… ¿está aquí por Doppo-Kun, verdad? —murmuró el anfitrión, deteniendo sus pasos, para oír la respuesta.

Jyuto también se detuvo, sonriendo.

—¿Qué le hace pensar eso? —contraatacó el beta, ladeando la cabeza, poseído por una ligera intriga y emoción.

—Usted no está realmente investigando. Estaba… estaba mirando a Doppo-Kun durante toda la charla… —renegó Hifumi, revirándose, para encararlo— Además, su amigo… ¿tiene malas intenciones con él? Doppo… él… él está actuando extraño, menos desconfiado, demasiado relajado sin aparente razón. ¿Qué necesita de Doppo-Kun? Acaso está usted… ¿engañándonos?  

Jyuto reprimió una risa, manteniendo en sus labios trazada esa sonrisa triunfal que muy bien le sentaba.  No había mirado a Doppo todo el tiempo… él había tenido sus ojos verdes, fijos en el rubio.

—No lo estaba mirando —«no a él, en realidad», omitió decir, acercándose hasta el bello anfitrión—. Y no estoy engañando a nadie; a diferencia de usted, Izanami-San…

Sólo por una fracción de segundo, vio miedo en esos ojos de color miel. Luego, una furia intensa se plasmó en ellos.

—Usted no es un alpha —sentenció Jyuto, aproximándose más hasta el host—. Los está engañando a todos. Probablemente su amigo si lo sabe, pero… ¿qué hay del resto? ¿Cuál es su propósito fingiendo ser alguien que no es? 

Creyó que el rubio iba a estallar en un montón de palabras, y probablemente golpes, pero sólo retrocedía, a medida que se acercaba.

Hifumi no supo cuando, pero chocó contra la pared. Estaba acorralado ahora, físicamente.

—¿Y qué con eso? —gruñó el rubio, enfurecido, tocando con disimulo la fría pared en la que tenía pegada la espalda.

Quiso pensar que era imaginación suya. Era bueno con el alcohol; era un anfitrión, después de todo, bebía la mayoría de veces, y debía estar consciente, para seguir adulando y escuchando a sus clientes. Pero ahora… esto no parecía efecto del alcohol, no estaba siendo acorralado sólo verbalmente. De verdad había una maldita pared limitando sus pasos de huida.

Patético.

—Soy un beta… —mintió entonces Hifumi, fijando  sus orbes dorados en sus zapatos.    

—No —se rio Jyuto, acercándose aún más al hombre acorralado—. Yo soy un beta —pronunció de forma casi diabólica las palabras, disfrutando desde el fondo las reacciones enfurecidas y desesperadas del anfitrión.

Pasaron largos minutos, hasta que por fin, el rubio pudo nuevamente hablar.

—¿Y qué tiene de malo…? —articuló, Hifumi—. ¿Qué tiene de malo ser omega? —preguntó, posteriormente mordiendo su labio inferior con tanta fuerza, pero estaba tan conmocionado, que no sentía dolor.

—Eso debería preguntar yo —dijo entonces Jyuto, acortando el poco espacio que tuvo Hifumi, para refugiarse ante el hecho de que un desconocido haya descubierto su secreto—. Dígame usted, Izanami-San, ¿qué tiene de malo ser omega? —reiteró, apartando con su pulgar el labio apetecible atrapado entre los dientes ajenos.

Hifumi jadeó.

—Doppo-Kun lo sabe —avisó repentinamente, frunciendo los labios —. Él lo sabe.

—Sus clientes no —atacó Jyuto, con diversión.

El anfitrión pensó cuidadosamente su respuesta.

—Dinero —dijo entonces, levantando el mentón—. Yo gano mucho dinero. Le puedo pagar por su silencio.

—¿Por qué ir tan lejos por una mentira? —se burló Jyuto, cómo si él nunca hubiese aceptado un soborno.

Hifumi mordió sus labios, con suavidad, ésta vez. No quería que la mano de Jyuto lo toque nuevamente. Ese cosquilleo era desconocido, y por lo tanto; supuestamente desagradable.

—Yo… en serio necesito permanecer aquí… —explicó, apretando los labios posteriormente.

El policía, entornó los ojos, hechizado por los orbes dorados. Se acercó, tanto, que su nariz rozaba con la del anfitrión. Hifumi era un omega alto, inusualmente bello y… extraño. Ahora entendía a Riou. Hifumi no olía a omega, pero tampoco a un alpha o beta, ¿por qué?

—De acuerdo… —sonrió él, enarcando una ceja—. Aunque acaba de cavar su propia tumba. Comprar mi silencio no es nada barato, ¿comprende? Añadiendo que yo tengo una excelente memoria, que es de bastante ayuda en ciertas situaciones —susurró contra los carnosos labios del rubio, tentado a darle un beso.

—No me importa —renegó Hifumi, paralizado. En otro momento y espacio, le hubiese dirigido un buen puñetazo, pero extrañamente,  no se sentía disgustado, al contrario, correspondería un hipotético beso, si aquel hombre no estuviera extorsionándolo.

Respiró hondamente, desviando la mirada, eliminando todo atisbo de miedo en su mirada. Eso le gustaba a Jyuto, aunque aún no lo sabía. Estaba siendo fascinado por la rabia en esos ojos miel teñidos de verde.

Precioso.

—Le daré la dirección de mi casa, y podremos llegar a un acuerdo. Aunque tenga que frecuentar el club, no quiero que se acerque a Doppo-Kun. Tal vez él se culpa de todo, es tímido y nervioso, y la gente confunde esa excesiva educación suya, con estupidez, pero todos se equivocan si creen que pueden pisotearlo, debido a su personalidad. Yo estoy aquí para él, y si algo le llega a pasar, el responsable se las vería conmigo —continuó el anfitrión, con los labios temblorosos y los ojos aún llenos de rabia.

Jyuto mentiría si dijese que no le gustó la amenaza aquella.

Asintió, casi maravillado, sin poder apartar los ojos de esos labios. Lentamente, se obligó a subir la vista nuevamente  a los ojos hechizantes esos.

—Perfecto. Ha sido un placer hacer un trato con usted… Izanami-San.

 

 

 

 

 

—¡Hifumi! —exclamó Doppo, parpadeando con lentitud—. Aún sigues con tu traje, y han tardado bastante, ¿qué sucedió? —preguntó con suavidad, aún apoyando la cabeza en el hombro de Riou.

—Uhm, nada… nos entretuvimos hablando —Hifumi frunció el entrecejo, debido a la cercanía entre el alpha y su amigo. Era demasiado inusual que Doppo esté a gusto con un alpha que no sea Jakurai—. ¿Y bien? ¿Nos vamos? —le sonrió al pelirrojo.

Riou miraba atento y callado, un poco decepcionado de perder el agradable peso de Doppo, de su hombro. Analizando la situación, supuso que por la sonrisa de Jyuto, definitivamente se había salido con la suya.

Doppo asintió con lentitud, levantándose, hasta el rubio. Hifumi lo sujetó de la cintura, cuando sintió que se tambaleaba hacia atrás, acomodando con sumo cuidado los rojos mechones de cabello atrás de su oreja.

—Bueno, entonces, ha sido un placer compartir esta velada con ustedes, caballeros —musitó galante Hifumi, relajando la expresión. Aunque Riou pudo ver claramente como los ojos lucían chispeantes de furia, así como pasaba con Samatoki. El host maniobró con su mano libre, para sacar una tarjeta del bolsillo de su chaqueta—. Jyuto-San, contácteme lo antes posible. Me urge hablar con usted.

—Tengo aquí mi auto. Si me lo permite, los puedo llevar —sonrió de forma retadora Jyuto, tomando la tarjeta negra con detalles de rosales amarillos.

—No es necesario —Hifumi sonrió con más sorna aún; a Jyuto le pareció fantástico—, yo estoy  a cargo —dijo con simpleza, juntando a Doppo a su cuerpo, al tener un brazo  rodeado en la cintura ajena. El pelirrojo gimió, agotado—. Entonces, nos veremos próximamente, Riou-San, Jyuto-San —se despidió, caminando junto a su amigo medio ebrio.

Riou y Jyuto quedaron en silencio, aunque con distintas expresiones. El soldado estaba afligido, y el policía, sonriendo de forma burlona.

—Estás… ¿estás seguro de que es un omega? —musitó Riou, sintiendo celos de cómo Hifumi era tan cercano al pelirrojo.

—Completamente —aseguró Jyuto, dirigiéndose al auto.

 

 

 

 

 

Jakurai estaba en el pasillo del hospital, dirigiéndose a su oficina. El paciente ingresado había sido estabilizado, y se encontraba en cuidados extensivos ahora mismo.

Pero él estaba agotado.

Soltó un enorme suspiro, entrando a la oficina. Hace rato se desasió del mandil desechable y los guantes. Tomó su móvil, volviendo a cerrar la oficina con llave.

Inmediatamente, se sentó en uno de los asientos que estaban dispuestos frente al consultorio. Le envió un mensaje a Hifumi y a Doppo, preguntando si aún se encontraban en el club, y que de ser así, los pasaría a buscar inmediatamente.

Doppo había visto el mensaje, pero escribió palabras un poco indescifrables, e intuyó que probablemente, él se había embriagado más esa noche.

/ Estamos bien, doc, ya dejé a Doppo-chin en su casa, y yo estoy en la mía. ¡Suerte en el trabajo~~! ;D /, había escrito Hifumi.

Jakurai arqueó una ceja.

En esta ocasión, fue Hifumi el más sobrio,  y eso era inusitado. Por la forma de escritura, se había quitado ya su traje de anfitrión.

Respondió inmediatamente, que estaba aliviado. Aunque en definitiva le preocupó que ellos dos se fueran solos en la noche… un hecho que a Doppo le enojaba  —pero que ocultaba muy bien— y que, además, era verdad. Dos omegas, solos, con tantas personas desconsideradas...

Entendió muchas veces que si algo les llegaba a pasar, jamás se lo perdonaría. Siempre estuvo en el medio de los dos, lo sabía. Ellos alguna vez le comentaron que un tiempo, solían vivir juntos. Hubiese sido más liviano así. Y ahora que Doppo y Hifumi tenían residencias separadas, debía estar pendiente de los dos, en dos diferentes lugares, con dos personalidades lo suficientemente interesantes y... problemáticas…

Guardó el teléfono, decidiendo que tal vez, debería ir a hojear la historia clínica del padre de Doppo. Era muy importante para él ver los avances.  Él sabía bien que, probablemente, debía quedarse en el hospital sólo por precaución, pero no pudo negar una salida de ese tipo a sus amigos. Ellos se veían felices, y por supuesto, con la noticia, él se había contagiado.

Era sólo que lo que le contó Doppo, le preocupó en parte, pero se vio animado, en mucho tiempo. Así que, supuso, era algo bueno.

—Buenas noches… ¿es usted Jinguji Jakurai-Sensei? —Escuchó de una voz exquisita. Sólo apartó los ojos del teléfono móvil, observando unas botas negras con un hakama. En seguida, levantó la cabeza, observando a un bello omega de cabellos castaños y grandes ojos verdes. Vestía un traje japonés.

Increíblemente  hermoso.

—Buenas noches, efectivamente soy yo. ¿Puedo ayudarle en algo? —contestó amablemente, calmado, poniéndose de pie. El omega era alto, pero cualquier persona a su lado, podía ser considerablemente reducida.

—En realidad, yo no debería estar aquí —explicó el omega, desviando sus bonitos ojos verdes—, el horario de visitas, es muy evidente, pasó. Soy Yumeno  Gentaro, es un gusto conocer a un prestigioso médico, como usted. Trasladaron a un paciente hoy a este hospital, así que no pude visitarlo en el otro lugar tampoco. ¿Es posible  que pueda verlo ahora? Me urge. Si hay algo que pueda hacer para ayudarme, le estaría profundamente agradecido.

Jakurai entornó los ojos, desviándolos posteriormente a un reloj digital ubicado en la pared.

¿Quién  visitaba a un conocido a las once de la noche?

No se le ocurría que hacer. Si bien era cierto que se le consideraba el médico estrella de todo el hospital, no era correcto que se saltara las normas sólo por ese hecho. Aceptaba haber hecho excepciones severas con Hifumi y Doppo, pero solamente por ellos, porque si estaba en sus manos ayudarlos de cualquier forma, él estaba dispuesto a hacer lo posible.

Volvió a mirar al omega. De hermosa voz, bella figura, directo, probablemente intelectual y…

Oh.

Ya recordó de dónde había leído ese nombre. ¿En la información de autor, de un libro que leyó hace poco? Sí, él mismo; Yumeno Gentaro.

No era alguien que se fijase en la apariencia, para ayudar a los demás. Pero el individuo identificado como Yumeno Gentaro, era terriblemente excéntrico  y bello…

Interesante… tanto, que quería estudiarlo, aunque sea en un instante efímero.

—No suelo dar este tipo de ayuda —aclaró Jakurai, escondiendo que miraba el traje tradicional del omega, aún admirado de lo estético que resultaba—, pero haré una excepción por ésta vez, porque de verdad parece necesitar visitar a esa persona. Veré si puedo hacer algo.

Gentaro asintió, sonriendo dulcemente.

—Se lo agradezco muchísimo, en verdad. El paciente, es mi esposo —dijo, casualmente. Jakurai cambió de expresión, notablemente impresionado—. Disculpe, eso… eso fue una mentira… —agregó el omega, sonriendo un poco nervioso, cómo si hubiese mentido por impulso—. La persona internada, es un buen amigo. En verdad, aprecio mucho que alguien de su prestigio me ayude en esta situación...

Definitivamente, Jakurai no estaba errado.

Gentaro Yumeno era inexplicablemente interesante.  

Notas finales:

Tengo problemas para imaginar a Hifumin enojado, mientras viste su traje de anfitrión. Ya que es muy directo con palabras, pero a la vez, sabe bien cómo usarlas, supuse que sería así. Lo siento si se ve muy OC (x1000).

¡Gracias por leer! <3   


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