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White Day. por Princess Haruka

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Notas del fanfic:

Captain Tsubasa pertenece a Yoichi Takahashi.

Hola, sé que ya es 15 de marzo, pero aun así decido subir esta historia que es medio agridulce.

Este oneshot es secuela del fic Valentines Day, y precuela de Alas Rotas y La vida diaria de Tsubasa Ozora. Asimismo, contiene referencias a los dos fanfics anteriores.

Disfruten la lectura.

Luego de dejar la cafetería Tsubasa corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a su casa. Aún no había podido creer lo que había hecho, le había dicho a Genzo que lo amaba.

Ignorando a su madre subió a su cuarto y le puso seguro a la puerta, para después recostarse en su cama. Intentó calmar su respiración mientras enterraba su cabeza en la almohada.

– ¿Qué va a pasar ahora? – se preguntó.

Dos días después.

Que mala suerte, no traje paraguas – pensó al ver la lluvia caer por la ventana.

Había terminado de hacer un examen diez minutos antes de lo común, algo raro en él ya que siempre batallaba con las pruebas, aunque eso puede deberse a que el día anterior estuvo metido en sus apuntes para no pensar en su amigo. No había prendido su celular en todo el fin de semana por temor a que él lo llamara y le reclamara lo que hizo.

El sonido del timbre que marcaba el final de la clase sonó y entregó su examen, para luego recoger sus cosas y dirigirse hacia la salida. Cuando llegó a la entrada se quedó allí por varios minutos a esperar a que la lluvia parada, cosa que no ocurrió hasta quince minutos después.

Ante la posibilidad de que el tiempo vuelva a empeorar corrió lo más rápido que pudo, desafortunadamente eso pasó y en cuestión de segundos quedó empapado de pies a cabeza. Mientras apresuraba el paso una limusina se estacionó enfrente suyo de repente.

– Sube – la puerta de atrás se bajó, revelando al ojiverde.

– Gen-Genzo…

– ¿Acaso quieres enfermarte?

– N-no – se subió al auto completamente nervioso –. Muchas gracias.

– No hay de qué.

Durante el viaje Tsubasa trató de mantener su mente en cualquier cosa menos en su amigo: pensó en sus últimos partidos, en los exámenes, en el tomo de uno de los mangas de los Super Campeones que continuaría leyendo ni bien regrese a casa, en aquel programa que siempre le saca alguna que otra carcajada, hasta en su padre y su dolor de espalda que por alguna razón no paraba. No obstante, sabía que eventualmente tendrían que hablar del asunto.

– Oye, Genzo – lo miró nervioso –. Sobre lo que pasó el sábado, yo… – para su sorpresa el mencionado se acercó a su oído.

– Mi chofer podría oírnos, así que no hablemos de eso que no quiero problemas – le dijo que un tono que parecía autoritario –. Otro día tocaremos el tema.

– Est-está bien – le pareció extraña su actitud.

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Ya pasó una semana, y desde entonces no ha tenido oportunidad de hablar de la confesión. Había ido a su casa anteriormente solo para que el mayordomo le dijera que no podía salir porque estaba estudiando.

Ahora estaba en el río, observando el atardecer. En sus manos tenía la gorra que Genzo le regaló cuando sus equipos se enfrentaron hace unos meses, lo trajo consigo para así tener algo de su amigo, era su mayor tesoro.

– Quisiera saber qué tan difíciles son tus exámenes para que me estés evitando – dijo –. O acaso será que ya no quieres verme.

Dos semanas después.

Tsubasa sacó de su placar un álbum de fotos y lo lanzó a su cama, para luego tirarse en ella y comenzar a ver las fotografías; en algunas se lo podía ver cuando era solo un bebé, con su pelota, con sus padres, cuando inició la primaria, en su primer día en el equipo de fútbol, cuando se graduó, cuando comenzó la secundaria baja; en otras estaba al lado de Wakabayashi, como una en donde posaban con sus uniformes de equipo, en un festival, en la entrada del cine, en la sala mirando una maratón de los Super Campeones, y en la playa. Todos esos recuerdos significaban mucho para él.

– Tsubasa, ¿Podrías ir a la farmacia a comprar crema desinflamante? – pidió Natsuko al abrir la puerta –. Tu padre está muy adolorido.

– Sí – se levantó –. ¿No sería mejor si va al médico? Lleva mucho tiempo con ese dolor.

– Fue esta mañana a hacerse unos análisis – respondió –. Ve rápido, ¿Sí?

– Está bien.

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Estaba saliendo de la farmacia cuando vio un auto muy lujoso estacionado en una tienda que estaba al otro lado de la calle, curioso, se acercó y vio al ojiverde dentro del local. Cuando este lo notó su corazón comenzó a latir a mil y su rostro se tornó rojo como un tomate.

– ¿Qué haces aquí? – le preguntó ni bien salió.

– Fui a la farmacia – contestó –. ¿Y tú?

– De compras – dijo en un tono seco.

– Oye, Genzo, ¿Podemos hablar de lo del otro día?

– Mira, no tengo mucho tiempo y no quiero que venga alguien y nos incomode – explicó –. Pero te prometo que tocaremos el tema.

– Pero… – el mayor se giró preocupado.

– Perdón, Tsubasa, otro día hablamos – regresó adentro, dejando al menor sorprendido.

– Genzo… ¿Acaso ya no te importo? – sintió sus ojos humedecerse.

14 de marzo.

Tsubasa caminaba por el parque tranquilo; era el día blanco, lo que significaba que los hombres debían regalar algo a aquellas mujeres que dieron un obsequio un mes atrás. Veía a varias parejas jóvenes felices en el lugar, cosa que lo envidiaba.

– Mejor me vuelvo a casa – suspiró.

– Tsubasa – reconoció esa voz; aterrado corrió lo más que pudo en un intento de huir –. ¡Espera!

– ¡¡¡NO QUIERO HABLAR CONTIGO!!!

No le importaba a donde iba, solo quería alejarse de él. Sin darse cuenta acabó en el río al que siempre iban después de clases.

– ¡¡¡TSUBASA, ESCÚCHAME!!! – Genzo lo tomó de la muñeca –. ¡¿Por qué huyes?!

– ¡¿Por qué huyo?! ¡¡¡¿POR QUÉ ME EVITATE TODO ESTE TIEMPO?!!! – le gritó mientras sus ojos se humedecían –. ¡¡¡PASÓ UN MES DESDE QUE TE CONFESÉ MIS SENTIMIENTOS Y DESDE ENTONCES EVADISTE EL TEMA!!! ¡¡¡¿ACASO NO TE GUSTO?!!!

– No… Yo…

– ¡¡¡¿NO ERA MÁS FÁCIL DECIR QUE NO SENTÍAS LO MISMO A EVITARME?!!! – no pudo evitar romper en llanto –. ¡¡¡CONTESTA!!!

– Lo siento mucho, no era mi intensión lastimarte – sin dudarlo lo abrazó.

Durante los siguientes minutos el castaño estuvo llorando en el pecho del mayor, quien se limitaba a acariciar su espalda. Una vez que se calmó ambos se sentaron en la fría nieve, mirando el cielo nublado.

– ¿Te sientes mejor? – preguntó en voz baja.

– Un poco – contestó en el mismo tono.

– Ahora ambos estamos de vacaciones, lo que significa que podremos pasar más tiempo juntos.

– Sí.

– Dime algo, ¿Aún estás enamorado de mí? – aquello sorprendió al de orbes marrones, quien no pudo responder –. Eso pensé.

– ¿Cómo que eso pensaste? – Genzo sacó de su mochila una bufanda de color blanco y se le acercó, para luego ponérsela de manera delicada.

– Perdón por haber tardado tanto – dijo –. Este es mi regalo por el día blanco.

– ¿Eh? – estaba confundido.

– La razón por la que me tardé fue porque no encontraba las palabras adecuadas – agregó –. Tsubasa, yo también he querido decirte todo lo que siento.

– ¿Me estás diciendo que…?

– Sí, tus sentimientos son correspondidos – para su sorpresa el menor saltó directo hacia él.

– Genzo, no sabes lo feliz que me haces – lo abrazó –. Qué felicidad, mi mejor amigo ahora es también mi novio.

– Tsu-Tsubasa – ambos se miraron fijamente antes de unir sus labios en un tierno beso.

– Vaya… Sentí como una descarga eléctrica recorriéndome la espalda – dijo al separarse.

– También yo.

– Prométeme que nunca me harás daño, ni me dejarás.

– Lo prometo, no te preocupes – le sonrió –. Tendría que estar loco para que siquiera piense en hacerte daño.

– Te amo, eres la mejor persona que existe en este mundo – tras decir esto ambos volvieron a besarse.

Once años y medio después.

Tsubasa fijó su vista en su bufanda, había estado recordando aquel día en que él y Genzo se volvieron novios. Lamentablemente su relación no perduró y a los tres años el ojiverde le cortó de una manera cruel, alegando que nunca lo amó, y lo que pasó después le rompió aún más el corazón. No obstante, hace un año se reencontraron y tras varios cruces lograron volver a ser amigos, y desde hace unas horas son novios nuevamente.

Hice bien en guardar esto – pensó y acto seguido regresó a la habitación de Misaki, donde su amado dormía plácidamente –. Genzo, definitivamente las cosas saldrán bien esta vez – tras acostarse le dio un beso en su frente y cerró los ojos.

Notas finales:

Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm, se ve que desde el principio la relación de Genzo y Tsubasa estaba condenada al fracaso, lo bueno es que ahora (refiriéndome a La vida diaria de Tsubasa Ozora) están juntos nuevamente y todo apunta a que será esa segunda oportunidad será bien aprovechada.

La escena de la bufanda me inspiré en el manga D.N.Angel, en donde  el personaje de Daisuke le obsequia una bufanda o lazo (a mí me parecía bufanda, pero no estoy muy segura) a Riku en el día blanco. Fue una idea que tenía desde antes de hacer Alas Rotas y finalmente lo muestro.

Bueno, espero que hayan disfrutado este oneshot.

Matta ne.


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