Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Receptáculo por LECTERSWAN

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Como siempre les recuerdo que los personajes, salvo Artemys Lovegood, son creación de la gran JK Rowling yo solo los tomé prestados para entretenerme un rato, dicho eso ¡Al fic¡

-       Te ves tan guapo mi amor, pronto serás todo un hombre- repitió por enésima vez su madre que se encargaba de acomodarle sobre los hombros la gruesa capa hecha con piel de dragón.

Ese día cumplía 17 años y pronto sería considerado como todo un adulto en la sociedad, pero antes debía de pasar por la ceremonia o “iniciación”.

El nombre se oía extraño incluso hasta místico pero no había nada de místico en ella. La última semana de su vida no fue de estudiar y estudiar protocolos, cosas sin sentido pero que debían de hacerse pues formaban parte del ritual.

-Ahora bien- siguió su madre mientras sus delgados dedos seguían afanosos su trabajo- recuerda que al entrar …

- Debo de hacer una reverencia y mirar fijamente, per o con educación, a la tía del lugar.

“Tía” era el nombre que “los de afuera” le daban a la encargada de los negocios en las casas rojas, según tenia entendido los receptáculos y la gente que trabajaba en estas les llamaban “madre”.

-Ah, eres tan perfecto, mi hijo...mi Draco – y de nuevo esa cara que intentaba ser llorosa pero que pronto se transformaba en una cara de completo orgullo.

-¿Es tan listos ya? – su padre, Lucius Malfoy, apareció en la entrada con su impecable traje negro a la medida, capa de viaje y su bastón terminado en una cabeza de serpiente con ojos de esmeralda- un Malfoy jamás llega tarde y menos en esta ocasión.

-Calma querido, - con elegancia casi foto hasta su esposo tomándole del antebrazo- ¿No se ve guapísimo nuestro hijo?

La fría y calculadora mirada de su padre se clavó en su persona causándole un escalofrío, como siempre que le evaluaba no solía decir nada pero esas miradas le ponían incómodo hasta el punto de querer salir huyendo de ahí, pero como todo Malfoy estaba graduado; y con honores; en el fino arte de ocultar emociones.

-       Todo un Malfoy- fue su puntuación antes de girar y llevarse a su esposa diciendo de forma sutil que ya era hora de irse. Así el joven rubio y espigado sólo contó con dos segundos para admirar su reflejo una vez más para después salir de la habitación, con ese paso  seguro y arrogante que les caracterizaba. Pronto salió al patio de la gran mansión Malfoy en donde figuras espectrales se movían de un lado a otro. Eran pavos reales albinos, otra locura de su padre quien había comprado al menos 20 para embellecer su casa. Estos animales se paseaban por todos lados importándoles muy poco si estorbaban o no, como ahora que rodeaban el carruaje que les llevaría hasta Londres.

Era un carruaje estilo victoriano con techo y todo, en el interior todo estaba cubierto de oro negro, muy cara sin duda y apenas a la altura de su estirpe. Después de todo nada era suficiente lujo cono para un Malfoy.

Así la familia de tres se quedó sentada en rígido silencio mientras el tirar de los pegasos y el sonido del viento eran los únicos que le acompañaban. Todo parecía bastante calmado, de hecho hasta el viaje resultó bastante monótono, tardo más en contemplar el paisaje que pasaba desdibujado por la rapidez con la que volaban. Pronto llegaron a Londres y bajaron hasta perderse en una olvidada calle que servía a los magos cuando viajaban en carruajes, como era su caso.

Afuera el viento soplaba helado y la neblina lo cubría todo que suerte que al menos les permitía ver por donde iban y que la capa de la estúpida iniciación fuera lo suficientemente como para no morir de frío. Así caminaron con calma y elegancia hasta llegar a la entrada del callejón Diagon, ese mugroso bar del Caldero Chorreante. Sin duda no era de su gusto pero como era la única entrada pues debía de aguantar. Así al pasar las puertas más de un incauto se le quedo mirando, o más bien a la capa roja que le señalaba como un “iniciado” pronto, cuando la ceremonia hubiera sido consumada pasaría a ser un mortífago  en tiempo y forma.

-       Vamos Draco, no te retrases.- dijo su madre quien, con la nariz en alto, golpeo los tabiques (tres horizontales, dos verticales) para poder acceder al callejón Diagon, donde otras tantas miradas indiscretas le miraban al pasar por los escaparates de las tiendas y demás.

Es 5 de Junio  y las calles están llenas de compradores y demás, el frío aire le enrojece las mejillas haciendo parecer que traía puesto colorete en estas. Así, cubriendose lo más posible del frío llegaron hasta la bifurcación del Banco de Gingotts donde tomaron el camino de la izquierda internándose en un callejón que conforme avanzaban iba evolucionando a una pasarela de luces rojas t plateadas con grandes marquesinas que más que lugares de venta parecían mansiones. Todas de mármol blanco o negro que resplandecían ante los faroles que flotaban por allí. Draco siguió a sus padres que avanzaban por la calle esquivando a uno que otro distraído que miraba las ventanas de vidrio por las cuales se podían ver figuras humanas moviéndose al son de la música del interior.

Estaban ahora en el distrito rojo o distrito del placer, se había llamado así en unos  inicios (cuando el señor Tenebroso tomó el control del mundo mágico) porque la mayoría de los donceles provenían de la, ya extinta, casa Gryffindor. Y como todos saben el color de esa casa era el rojo y el dorado. Ahora esos colores parecían estar adornando cada tramo que pasaba pero en lugar de representar un orgullo y valor ahora sólo representaban el placer y la pasión.

-       Ya hemos llegado- anunció el patriarca Malfoy antes de subir los tres peldaños que separaban la casa de Madame Máxime de la calle. Ahí parecía concentrarse la gran parte de los hombres y mujeres, como siempre sus padres le habían llevado al mejor lugar, sin mencionar el más caro, de todos.

Al entrar un hombre ya maduro pero bastante bien conservado y apuesto les saludo haciendo una inclinación, mencionó que ya les estaban esperando y acto seguido les guío, entre mesas y mesas, hasta llegar al fondo del lugar donde otras inmensas escaleras se alzaban, al irlas subiendo pudo ver con mayor detenimiento a todas las personas que ahí había.

-       Por acá por favor- pronto las mesas y las personas fueron reemplazadas por un largo pasillo de puertas a cada lado, todas de roble sólido y con números en las puertas. La suya era la que estaba hasta el fondo marcada con él número 79, al abrirse la puerta pudo ver una amplia sala con un sofá y poltrona, además de una mesita para él café; más al donde varias pinturas móviles mostraban jardines y mujeres correteando por estos y por si las cortinas de encajes y sedas azules no fueran suficientes un enorme piano blanco de cola y teclas de marfil.

-       Entren, Madame Máxime vendrá en unos minutos para hablar con ustedes.

Dando una última reverencia se fue dejando a los tres integrantes de la familia en ese cuarto. Pronto el patriarca se sentó en uno de los sillones de terciopelo contemplado todo con  ojo clínico, a los pocos minutos su esposa fue a su lado observando las pinturas, solamente el más joven se quedó parado cerca del piano de cola, deslizando sus dedos por sobre las teclas sin atreverse a sacar algún sonido de las teclas. Pese a ser un Malfoy nunca tuvo educación como para tocar algún instrumento, no era digno de su estirpe, si bien amaba la música y en su casa solía haber alguno que otro músico que amenizara las pocas, casi escasas, cenas en familia; jamás se atrevió a pedirle a su padre un instructor de música.

Mejor no darle motivos para enojarse. Así que simplemente se alejó del piano para irse a sentar en una poltrona antigua de cuero y mirar a ningún punto fijo de la habitación. Así pasaron a lo máximo 5 minutos cuando un leve toquido en la puerta les hizo enderezarse.

Madame Máxime era una mujer grande y de piel olivacea, sus pómulos eran muy marcados y sus gruesos labios le daban un aspecto como de muñeca de porcelana antigua. Pero no era su belleza, exótica sin duda alguna, lo que la mantenía en el negocio , no, todo su capital e imperio se debía al tipo de mercancía que manejaba. Pues en todo Londres e incluso en Francia no había donceles más aptos y exquisitos que los que ella poseía. Así fue como en poco tiempo la gran mayoría de las familias mortifagas iban a su casa solicitando donceles que serían criados única y exclusivamente para él deleite de sus hijos.

Por eso fue que no le sorprendió cuando la familia Malfoy, que recientemente había anunciado en el profeta el nacimiento de su primogénito, llegó hasta sus puertas solicitando no uno, ni dos, ni siquiera tres donceles; no, Lucius Malfoy fue muy específico y quería 10, así es, 10 donceles que serían criados y alimentados bajo el patrocinio de los Malfoy para que al llegar el momento en que su hijo cumpliera la mayoría de edad este pudiera escoger al que se volvería el receptáculo perfecto para él. Bastante ostentoso pero no por ello Madame Máxime puso peros, después de todo ella recibiría su paga cada año que pasara.  Así que rápidamente se puso manos a la obra, busco por cielo mar y tierra y ofreció cifras indecentes de dinero para tener a los 10 donceles descendientes de grandes familias de sangre pura para poder ofrecerle a tan distinguido cliente.

Y lo logro.

Por eso es que había estado preparando este día casi con la precisión milimétrica de un soldado. Los donceles ya estaban listos y emperifollados para mostrarlos, sólo debía  jugar bien su papel y una gran suma de galeones pasaría pronto a su cuenta en Gringotts.

-Bonsoir, es un vegdadego placeg tenegles aquí- entro sintiéndose la reina del mundo mágico y lanzando una mirada apreciativa al futuro descendiente Malfoy. Sin duda todo un espécimen-es un día muy ajetreado espego me discumpen- con elegancia se sentó en el sillón desocupado quedando los padres del chico a su derecha y este inmediatamente frente a ella-no quiego haceglos espegag así que…-agitó una pequeña campanilla de plata ante la cual una puerta, que nadie había notado hasta ese momento, se abrió dejando entrar a varios chicos. Todos y cada uno de ellos usando in sonrió traje negro estallado- aquí está, lo mejog de toda Francia y londges. Por favog.

Con un movimiento de varita aparecieron sobre la mesita de café una charla con brandy y hielos además de 10 carpetas pulcramente ordenadas. Dentro estaba toda la información de los muchachos parados ahí enfrente, eso pudo saberlo porque apenas aparecieron su padre se inclinó para verlas y evaluar que tan bien había escogido la mujer.

Debió de tener buenas piezas ahí porque si padre asintió daría, algo que jamás le había visto hacer antes.

-Veo- contrario a lo que pensó, fue su madre la que inició la charla sosteniendo una carpeta abierta frente a sus ojos- que aquí hay apellidos bastante conocidos.

-Pog supuesto, tengo lo mejor de todo londges ya se los había dicho, todos y cada uno de ellos seleccionados y estudiados. No hay ni un solo atisbo de sangre muggle en sus venas. Además, migadlos-Draco no pudo evitar alzar la vista y fijaros en esos rostros sonrientes que le miraban a la expectativa de ser elegidos.

No supo porque pero esas miradas le asquearon hasta el punto de no poner atención en la descripción detallada que daba la mujer de cada uno de los chicos. Todos pasaron y fueron diciendo sus cualidades y sus familias haciendo hincapié en como si los elegían podían realizar intercambios y grandes negocios. No fue sino hasta que la mujer le pregunto su hasta ese momento había alguien que le interesará que puso atención.

-¿Disculpe?- vaya que gran forma de dejar ver que en todo ese tiempo no le había prestado la mínima atención.

-Decía-la mujer no parecía ofendida ni nada por el estilo- que si alguno de mis muchachos ha llamado tú  atención. -una sonrisa blanca y perlada le hizo sentirse más que inseguro, no podía echar perder esa oportunidad, no con sus padres ahí enfrente-ah, je comprends, je comprends. Es abrumadog veg tanta belleza no?-su tono simpático le dio aún más náuseas, estaba a dos segundos de decirle a su padre que ninguno de esos donceles era de su agrado y que quería irse ya-pog eso he guagdado lo mejog paga ustedes. Agtemys, bonito no te escondas.

Si su francés no estaba tan mal estaba casi seguro de que había oído el nombre de una chica, Artemys, Artemisa la diosa de la caza, los bosques y la virginidad. Eso lo había leído en uno de los tantos libros que su padre mantenía en su biblioteca, pero la pregunta aquí es: ¿Qué carajo  hacía una chica ahí? Los donceles eran hombres, todos ellos sin excepción, las mujeres eran guardadas para ser esposas no receptáculos. Así que con la creciente duda alzo la vista topándose con unos ojos enormes, azules como el océano (el conocía bien el océano) rodeados de unas espesas pestañas doradas que casi resplandecian con las luces de las velas.

El chico era precioso, altura media, delgado, piel tan blanca como la luna o la leche misma y una cara que de no ser porque él traje de su cuerpo acentuada ciertas curvas nada propias de un niño, habría pensado que en verdad estaba contemplando a un crío.

-       Un Lovegood- la voz de su padre le dejo aún más pero, no debió de preguntarse como rayos sabía siquiera su apellido, era obvio que lo había sacado de la carpeta que sostenía en sus manos- sangre pura desde los inicios…

-       Así es- la mujer parecía realmente complacida, sin duda había dejado al más caro hasta el final- su padgre ha estado en mi cuidado desde que el señor Tenebrgoso subió al poder, como ven le he cuidado bien y sumó miran con atención su histogial podrgan veg que ha tenido un total de 18 hijos. Todos ellos brgujas y magos de grandes familias, muy influyentes. Están los Avegy y los Crabbe…

-       Veo que también hay Lestrange y Bulstrode- dijo su madre mirando la carpeta, Sin duda ya estaba planeando como hacer de esas uniones un gran negocio para los Malfoy.

Así era el mundo ahora, si bien los bajos nacimientos de niños magos y que además fueran  de sangre pura habían bajado, la propuesta del señor Tenebroso de usar a los donceles había estabilizado un poco las cosas, ahora un doncel que engendrar tantos niños y todos ellos con poderes mágicos le hacían un gran tesoro sin duda alguna.

-Todos son magos de genombrge, sólo mi bonito ha sido un doncel-señaló casi embelesada, como una madre orgullosa al chico que no apartaba sus ojos azules de los grises del heredero Malfoy, era como si le estuviera analizando-cgreo que no es necesagio mencionag que es el mejog de todos.

Silencio.

Si bien la decisión debía ser únicamente del heredero, la verdad era que en su familia el solamente fingia tomar decisiones, pues todo lo que hacía era quedarse parado y aceptar los tratos que sus padres hacían bajo su nombre. Era humillante si se ponía a pensar en eso pues ya tenia 17 tono siquiera era libre de decir que ropa usaría ese día. Así que  ¿Cuál iba a ser la diferencia? Seguramente ya había captado que la mejor elección sería ese…¿Cómo dijo que se llamaba? Lovegood, maldición llevaba lo doncel hasta en el apellido y pese a que nunca antes había oído semejante nombre era más que  seguro que en algún punto se había topado con los hermanos de  este sólo que ahora llevaban el apellido de la familia y no la del procesador.

-Sin duda ha traído lo mejor de todo- empezó a decir su padre sacándole de su intento de recordar si alguna vez había visto a un chico rubio en la familia de su amigo Crabbe o de Millicent Bulstrode- estamos sumamente satisfechos, Sin embargo la última desición la tiene mi hijo.

Silencio de nuevo.

El nudo en la garganta había vuelto.

No estaba listo, aún no.

Tenia miedo.

¿Qué tal si el que escogía no era el que su padre quería?

¿Qué tal si no le daba un descendiente adecuado?

¿Qué tal si no le prepara y terminaba como un hazmerreír infertil e impotente?

Todas estas y más preguntas se agolparon en su mente mientras sus ojos iban de una cara a otra. Todos le miraban deseosos, expectantes, esperando a que dijera su decisión, todos excepto uno que parecía estar observando a detalle los cortinajes de encaje que había por sobre su cabeza.

Eso le descoloco. ¿Quién se creía ese Lovegood para estarle ignorando? ¿Es que acaso no sabía el tremendo honor que significaba el ser elegido por el, el gran Draco Malfoy?

Eso no lo iba a permitir, jamás, ningún doncel por muy puro y bonito que fuera le iba a despreciar. Así que aliándose con toda su elegancia y acomodándose la ropa fue que dio su sentencia en voz firme y altanera.

-Elijo a Lovegood.

Y de pronto sus palabras se le hicieron tan catastróficas que casi pudo sentir el suelo moverse bajos sus pies. Madame Máxime seguía hablando diciendo que no se arrepentiría y que había hecho una excelente elección  su madre mientras tanto sonreía con esa sonrisa fría y calculada que le dejaba ver que ella también habría escogido al mismo doncel si hubiera estado en su lugar.

-       Muy bien, has hecho una buena elección, hijo mío.

Fue todo lo que recibió de su padre antes de que con un movimiento de varita la mesa de café fuera sustituida por una más grande donde reposaba dos copas de ambrosia roja.

-¿Les pagece si iniciamos la cegemonia ya?-

Sugirió la mujer antes de que los demás donceles salieran por la puerta por la que habían venido y le dejaban sólo con sus padres, Madame Máxime y el doncel de ojos azules que, por un leve segundo, le lanzó una mirada de decepción total antes de agarrar la Copa de ambrosia.

¿Qué carajos había sido Eso?

 

Notas finales:

¿y?

¿Les gusto?

¿Quieren saber más?

De ser así dejenme un review haciendome saber si debo seguir con esto o dejarlo por la paz XD

Nos vemos la siguiente semana, si nada malo pasa, claro.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).