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Receptáculo por LECTERSWAN

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Notas del capitulo:

Bueno Bueno

Ya saben que los personajes no son mios, son de la fabulosa JK Rowling a la que amo y deseo algún día ser como ella, no me importa si soy hombre hehehe

Bueno, dicho eso al fic¡¡

Decir que no le había tomado completamente desprevenido la actitud tan deshinibida del doncel seria mentir vilmente.

¿Qué no se suponía que esos chicos eran vírgenes hasta de los oídos? Entonces ¿Por qué carajos y de la nada había empezado a hacerle una felación? Sin duda alguna tendría que hablar seriamente con Madame Máxime pues eso no era normal. Nada normal.

Querían verle la cara de idiota y no lo permitiría, jamás.

-Ah…basta…- maldición no podía ni articular palabra alguna pues la boca del rubio estaba apresándole de una forma que ni en sus más calientes sueños húmedos habría podido imaginar.

-mmmm- ese extraño sonido gutural fue lo único que pudo obtener por parte del chico, eso y una fuerte succión que le hizo hecha la cabeza hacía atrás sintiendo que el suelo debajo de sus pies temblaba a más no poder.

-¡Joder!- siseo entre dientes sintiendo como sus caderas tomaban vida solas y empezaban a golpear con dureza el paladar del ojiazul.

Todo eso era una locura y cuando menos se dio cuenta el calor en su cuerpo se iba concentrando en la parte baja de su vientre hasta que de pronto una fuerte descarga eléctrica le recorrió desde la punta de los dedos hasta el último cabello de su cabeza, pronto los movimientos del chico fueron bajando de intensidad hasta que con un sonoro plop le liberó.

Eso no era posible.

NO PODÍA SER POSIBLE.

Pero lo era, se había venido en la boca de un doncel al cual apenas había conocido y el cual le había hecho llegar muy pronto, quizás demasiado, al orgasmo. Estaba más que furioso y avergonzado, no tenía las ganas de ver a la cara a ese doncel pero tuvo que hacerlo pues una ligera tos le hizo enderezarse y ¡oh Morgana! El chico tenía la cara completamente manchada de su semen, al parecer se había intentado apartar cuando le sintió venirse pero no lo hizo a tiempo así que parte de su semen había caído en su boca y otro tanto había caído en su cara.

-       Maldición!- gruño con fuerza al ver que, lejos de lo que creía, el chico le miro directo a los ojos y se trago por completo su esencia.

Nadie, nunca jamás, podría  resistir eso y él no sería el primero. Así que haciendo caso a un sentido primario, y además bastante arcaico, tomó al chico por los cabellos y de forma ruda le arrastró hacía la cama donde, sin contemplación alguna, le tiró sobre esta.

-¡Vas a pagar por esto!- no era amenaza, eso era un hecho, seguramente el doncel pudo ver la determinación de hacerle daño en su rostro y empezó a luchar para intentar liberarse, pero no contaba que pese a verse delgado poseía una fuerza bastante desarrollada. No en balde era un Malfoy.

-¡Suéltame!- gritó con algo de miedo, pero claro no le hizo caso. Por el contrario le agarró con fuerza ambas muñecas logrando inmovilizarle lo suficiente como para sacar su varita, murmurar un hechizo y así dejar atado a este a la cabecera de la cama- ¿Qué…pero que haces?

- Voy a demostrarte lo que un mago es capaz de hacer- la fría e Iracunda mirada que le dio fue más que suficiente para que el doncel le mirara aterrado. Cosa que le hizo sonreír de forma sádica empezando a arrancarle la fina ropa que traía.

En un principio el chico se resistió pero pronto este pareció pensárselo mejor y se dejo hacer desviando la mirada hacía uno de los lados. Eso le molesto aún más ¿La razón?

Todo en su vida había sido sencillo, prácticamente todo le había sido dado en las manos. Desde el cepillo de dientes hasta a los que hacía llamar sus mejores amigos. Todo.

Para los demás podría considerarse esto una gran suerte pues él nunca iba a sufrir por no tener algo. Pero desde su punto de vista esto era por demás aburrido. ¿Qué emoción había en tener algo que de ante mano sabía que tendría de una u otra forma por ayuda de sus padres?

Y sin embargo nunca se había quejado.

Pero ahora que prácticamente ya había dado un paso a la adultez eso de estar recibiendo las cosas de forma tan fácil debía de cambiar . No que deseara que de la nada toda su fortuna se esfumara y el acabara trabajando como un iluso pocionista o algo así. No, lo que el añoraba eran las cosas difíciles, aquellas que suponían un reto, aquellas que le eran negadas.

Eso era lo que él deseaba y para su desgracia ese doncel se le estaba entregando en charola de plata. El chico estaba limpio y emperifollado, prácticamente le abriría las piernas en un tris. O eso pensó, pero el desplante de la selección le hizo desearlo mas.

Mucho más.

Ahora que ya le tenía ahí su carácter rebelde le hizo saber que no sería fácil que le abriera las piernas y eso le parecía excelente. Incluso hasta le éxito.

Pero de pronto, así como la espuma de la cerveza sube al servirla, su excitación bajo de golpe al ver que el chico simplemente se abandonaba a su destino. No lucharía, no se opondría, simplemente miraría a otro lado, tal vez se imaginaria que estaba en otro lado o incluso con alguien más que no fuera él.

Porque los donceles se enamoraban. ¿O no?

Todas esos pensamientos habían pasado por su cabeza en un solo segundo y sin dudas las posibles respuestas no le dejaron muy cómodo que digamos. Pero volviendo al punto de partida la realidad era que no le gustaban las cosas fáciles. Él quería que el chico peleará, así podría alargarlo incluso hasta golpearlo con  tal de someterle y nadie le diría nada, pues estaba en su derecho.

-Quita esa cara- le gruño mostrando sus dientes incisivos.

- No tengo otra- fue la simple y llana respuesta que le dio. El to o no fue mordaz, ni sarcástico, no siquiera fue grosero, sólo lo dijo así, sin más y sólo eso fue suficiente para que la ora regresará.

Los movimientos fueron rápidos, la ropa quedó rota y desgarrada en algún punto de la habitación, no le importó. Aunque el chico parecía más un muñeco hubo momentos en que se agitó, sobre todo cuando le mordió dejándole marcas rojizas por todo el cuerpo, desde el cuello hasta los muslos.

Ya no había retroceso y es que a saber en qué punto el dulce aroma que emanaba del cuerpo, más específicamente de ciertas zonas de este, le hicieron perder la cabeza.

Lavanda

El chico olía a esencia de lavanda, seguramente antes de venir le gritaron cada parte del cuerpo con aceite esencial y por eso olía de forma tan deliciosa.

-¡nghhh!- el chico gruño cuando las uñas del activo pasaron por sus muslos dejando gruesas líneas rojizas, bastante visibles en su pálida piel.

Eso es justo lo que estoy buscando.

Pensó al momento en que le abría las piernas de golpe haciendo que este tensara los músculos e intentara cerrar las piernas de nuevo. Claramente no pudo hacerlo pues el otro tenía mayor fuerza y estaba en una posición de clara ventaja.

Así…sigue peleando

Su mente ya había dejado de lado el hecho de que había sentido aversión  hacía ese chico y que , en un principio tal vez, se había negado a realizar la maldita ceremonia esa. Ahora sus manos estaban bastante ocupadas en sentir el calor emanando de ese delegado cuerpo, la respiración agitada que golpeaba contra su propia cara, el miedo reflejado en los ojos azules …

Sublime.

Fue rápido, fuerte, sin remordimiento alguno, el chico debajo de su cuerpo jadeo cerrando los ojos y dejando que su cabeza se enterara en la almohada. Su mandíbula tensa y sus puños cerrados sólo significaban una cosa: le había dolido.

¿Y que importaba en realidad? El chico era suyo ¿No?

-Sigue resistiendote- le susurro en el piso cuando se inclinó lo suficiente cono para agarrar sus piernas y alzarlas un poco, lo suficiente como para tener un poco más de espacio- eso lo hace aún mejor.

Pronto los queridos del chico se vieron opacados por el rechinido que hacía la cama ante cada nueva embestida. Draco se movía de forma firme y bastante brusca no importándole nada más que su placer personal, pronto terminó vaciandose por completo en las entrañas del doncel, que para ese entonces estaba medio desmayado por la brutalidad con la que fue tomado.

Eso le enseñará.

Pensó triunfante cuando le soltó las piernas y estas calleron a cada lado de su cuerpo como si fueran un par de madejas de hilo. Así fue que salió de su interior y se dirigió al cuarto anexo que fu fía como baño. No iba a dormir oliendo a doncel y semen, eso jamás.

No supo exactamente cuando se durmió, pero cuando despertó el chico de los ojos azules ya no estaba en la cama.

El se había dormido en el amplio sofá que ahí había, era algo que jamás había hecho pero sin dudas no quiso dormir en la cama en donde dejo al doncel. Así fue que le sorprendió la mañana, medio adolorido por la posición en la que durmió.

-¿A qué hora se supone le dan de comer a uno aquí?- refunfuño mientras se estiraba y se masajeaba un poco su adolorido cuello. Después del baño que tomo se vistió de nuevo con sus ropas formales que había traído y se quedó ahí en el sillón. ¿Qué se pondría el doncel después de haberle roto la ropa? Eso le tenía sin cuidado.

Y a todo esto…

-¿Dónde carajos se había metido?- la puerta del baño se abrió y por ella apareció el doncel, traía el cabello húmedo y a sus espaldas se alzaba una nube de vapor, seguro de había bañado y ¡Oh sorpresa! Traía ropa nueva, ahora usaba un traje gris obscuro junto a una camisa azul y una corbata gris. ¿De dónde la había  sacado?

A lo mejor tenían ropa escondida por ahí, después de todo el lugar era administrado por magos, seguramente habría algún escondrijo o los elfos le traían la ropa cuando les llamaba.

-¿Qué rayos haces?- le pregunto en cuanto vio que le ignoraba de forma magistral y se iba hacía la cama, había quitado todas las cobijas de seda y las había apartado a un lado, ahora quitaba la sábana blanca que cubría el colchón de plumas y la doblaba con extrema calma. Cualquiera diría que después de la ceremonia el doncel se desviviria por complacer a su dueño, pero tal parecía que no era así. Bueno, ya le haría entender- ¡Hey! He dicho que ¿Qué rayos crees que haces?

Y de nuevo me ignoro dejando perfectamente doblada la sábana sobre una mesita de noche. Draco estaba por lanzarle el cenicero, que estaba sobre la mesa para café, y lanzárselo directo a la cabeza cuando la puerta principal de la habitación se abrió. Enseguida se puso de pie, firme como un soldado y con una cara de petulancia marca Malfoy.

-Buenogs días-Madame Máxime entro siendo seguida de cerca por sus padres quienes observaban todo a su alrededor con gesto crítico –¿Ha ido todo bien?

Estaba por abrir la boca pero antes de que pudiera emitir siquiera un simple sonido el doncel se adelantó con la sábana que acababa de quitar de la cama y se la extendió a Madame Maxime. Esta la tomó con gesto ceremonioso y, con sin o cuidado, la desdoblo hasta que quedó completamente extendida a sus ojos.

¿Qué tenía eso que ver? ¿Para qué ver la sábana así?

-       Oh la la-susurro sumamente satisfecha cuando sus ojos se toparon con algo, algo que contrastaba contra la blancura de la sábana. Ahí, casi en el centro de esta, estaba una pequeña mancha roja que aún se veía reciente, parecía cono una especie de flor pintada ahí adrede, tenía los bordes de un rojo nada profundo y el centro era de un rojo un poco más vivido. Tarado un par de segundos en procesar lo que veía, no fue sino hasta que la mujer les enseñó la sábana a sus padres que entendió todo.

Era sangre.

La misteriosa mancha en forma de flor era nada más y nada menos que una mancha de sangre que demostraba, vívidamente, que la virginidad de  este había sido tomada por el heredero de los Malfoy.

-¡C'est magnifique!-murmuro como si esa fuera una obra de arte o algo así- bien hecho bonito, ahoga puedes igte- le indicó con un movimiento de cabeza.

El chico sólo hizo una inclinación hacía sus padres, después otra hacía Madame Máxime y salió de ahí disimulando muy bien un leve cojeo  que tenía.  Draco apenas y lo pudo notar.

Así que para eso había quitado la sábana.

Nos van a revisar.

Eso había dicho, le había advertido y aún así no le creyó. Vaya cosas más extrañas se valía la fe te para comprobar que no les estuvieran estafando.

Una simple sábana con una mancha de sangre.

*         *      *

-       Bien hecho hijo- era la primera palabra que su padre le dirigía en lo que llevaban del viaje de regreso.

Después de haber revisado la sábana, como si fuera un muy interesante objeto de anticuario, dejo la capa roja olvidada por ahí y salió de la casa roja usando una simple capa negra de cuero de dragón.

Todos le miraron al salir y uno que otro se acercó a su padre para darle un efusivo apretón de manos y sus más sinceras felicitaciones. Su madre por su parte iba caminando a su lado y mostraba bastante orgullo en su mirada y de vez en cuando sonreía a los que se acercaban a felicitarlos.

Por fin, cuando tomaron el carruaje de regreso a la mansión su padre le felicito y empezó a hablar de los cientos de buenos negocios que podía hacer con varias de las familias con las cuales los Lovegood estaban emparentadas al menos por el uso del doncel.

-Querido sin dudas hiciste una excelente elección,- le dijo una vez estaban a mitad del camino- ya debemos de buscar a tu esposa- al decir eso una enorme sonrisa se abrió paso en su rostro. Algo le decía que ya tenia en me te a la futura señora Malfoy- tengo en mente a varias jovencitas que no sólo son de sangre limpia, sino que sus familias son muy influyentes.

Al menos alguien parecía divertirse con todo lo que había pasado, sin dudas sus padres ya tenían más que planeado su futuro. Sólo le quedaba agachar la cabeza y  aceptar a la mujer que le dieran. Y, si tenía suerte, dentro de unos cuantos meses le darían la buena nueva de que pronto tendría un heredero, un mago o bruja que aseguraría la continuidad de su apellido.

Un pequeño o pequeña que sin duda alguna tendrían poderes mágicos y sería el mejor en todo, desde el quiddich hasta aritmancia. Todos querrían tener tratos con el o ella. Sería como de la realeza, pues estaba destinado en sus genes.

Sería perfecto: rubio, te pálida, cara afilada y unos enormes ojos…

Ojos azules.

De pronto se sorprendió al recordar los enormes ojos azulinos que tenía el doncel. ¿Cómo rayos se llamaba? Bueno esos no importaba, igual y ya no lo iba a ver después…

¿O si?

No, pero que idiotez, el chico era una patada en los testículos, mejor no volver a tener tratos con él. Si le había preñado o no, no importaba, su vida ahora sólo sería cursar su último año de Hogwarts y después dedicarse a los negocios de la familia, claro con una buena esposa a su lado, una que le diera una buena imagen sin duda.

É hijos.

Suspiro, al parecer su me te no quería librarse del chico doncel. Bastante extraño, pero no por eso iba s ser imposible. Ya le había tenido, ¿Qué más podría querer de él? Venga que ni su nombre recordaba.

Da igual.

Por fin llegaron a la gran mansión Malfoy. Aquella que sus antepasados habían erigido y que hasta ahora se conservaba tan majestuosa como siempre. Ahí era en donde se habían realizado grandes eventos, desde el casamiento de dos familias sangre pura hasta las reuniones para la batalla que, eran lideradas por el gran señor Tenebroso.

Y justo ahora, después de haber pasado con creces la ceremonia de mayoría de edad era el momento de recibir, por fin, la marca que le identificaria como un mortífago. Uno más de los leales  servidores del señor Tenebroso. Seguramente  este ya estaba ahí, en la mansión, esperando pacientemente su regreso.

-Estas listo, hijo mío-fue lo que le dijo su padre una vez estuvieron parados frente a las enormes puertas que separaban el lobby de la sala de reunión.

- He esperado mucho para esto, padre.

-Y serás recompensado.

Las grandes puertas se abrieron y el entro, seguid o por su padre a su lado derecho y por su madre a su lado izquierdo. Dentro una enorme sala les recibió, el espacio de esta estaba casi en  su totalidad ocupada por una enorme mesa de ébano pulido, un total  de 28 sillas estaban alrededor de esta y al fondo de la sala se alzaba una enorme chimenea en donde ardía un buen fuego.

-       Ah, Lucius, por fin- la voz fría y siseante del gran Señor Tenebroso les recibió, estaba empezando a impacientarme-

-       Una disculpa mi señor- la alegría de su padre no se vio eclipsada al recibir la amonestación de su señor.

-       ¿Está hecho ya?- algunas risitas se escucharon en la sala,  varios se inclinaron sobre la mesa para poder ver la capa negra que traía, prueba de que no se había amedrentado y había cumplido con todo hasta el final. Como todo un hombre.

-       Así es mi señor, mi hijo ahora se unirá a sus ti, como todo un hombre digno de su apellido- varios gestos de aceptación se vieron en los ocupantes de la mesa.

-       ¿Y bien?- la voz burlona de Bellatrix Lestrange inundó el salón, estaba sentada al lado del señor Tenebroso- ¿Quién fue el afortunado?- varios sonrieron de lado interesados en tan valiosas información.

-       Un Lovegood, querida hermana- esta vez fue su madre la que hablo y apenas terminó la frase los mortífagos de más al fondo se carcajearon como su compartieran un chiste privado. Eran los Crabbe y los Bulstrode.

-       Te han  estafado- dijo el señor Crabbe- ese doncel de Virgen no tiene nada

Las burlas no se hicieron esperar, era obvio que a más de uno ahí presente le había dado descendencia gracias a la fertilidad del tal Lovegood.

-       No hablamos de Xenophilus Lovegood- anunció su padre con voz firme- hablamos de su hijo, un doncel – ahora si las burlas se acabaron- si, así es, tiene un hijo doncel- expresiones de asombro- Artemys Lovegood.

Vsrioos alzaron las cejas, seguramente querían enterarse porque ellos no estaban al tanto de que semejante doncel tenía un hijo de su misma naturaleza.

-       Bueno, ya ha llegado el momento de dejar los chismes- de nuevo la voz de si amo se dejó escuchar- Draco, ven acercate – dejando a sus padres parados  en la puerta se acercó hasta quedar a escasos 30 centímetros de la silla donde se encontraba sentado su gran señor.

-       Muestramela Draco- de forma obediente se puso de rodillas antes de subir la manga de su brazo izquierdo. Apenas quedó expuesta la pálida piel de su brazo pareció resplandecer- oh si…- suspiro su señor tomando su varita-  Siéntete orgulloso Draco, pronto vas a dejar de ser un niño cualquiera y pasarás a ser no sólo uno de los fieles seguidores, sino que serás uno de los más importantes.

-       Es lo que más  deseo mi señor.- estaba algo nervioso, pese a que toda su vida había deseado eso ahora que estaba a punto de pasar las dudas empezaron a carcomerle. Le habían dicho que era doloroso y que sólo unos cuantos habían aguantado la marca sin haberse desmayado. Él quería ser uno de esos. Entrar en el círculo de los pocos elegidos.

 

Ser alguien.

 

Apenas y la varita tocó su piel pudo sentir el ardor de mil infiernos quemandole el brazo entero. Era como si de la punta de la varita salieran miles de serpientes que penetraban en su piel, iban metiéndose por debajo de esta quemando, desgarrando todo a su alrededor, dejando a su paso sólo cenizas. Cenizas que iban formando trazos y dejando un patrón.

 

Fue sumamente doloroso, intento no gritar pero le fue imposible. Por más que trato de mantenerse estoico el dolor fue tal que las lágrimas se le saltaron y terminó retorciendose en el piso. Gritando y sosteniendo su brazo  que ardía y se quemaba.

Escucho las risas de la tía Bellatrix, varios más diciendo que era extraño ver a un Malfoy retorcerse cual gusano en el suelo.

Dolor.

Dolor profundo y constante.

-Ya basta Draco- escucho que dijo su padre, en algún punto de la bruma- levantate ¡Ahora!

Un fuerte tirón en su brazo herido, otro gritó más y estaba de pie, tambaleante sobre sus dos piernas.

-       No fue tan difícil- siseó el señor Tenebroso mientras fijaba su vista en el tembloroso joven- ya eres parte de nuestro selecto grupo, joven Malfoy…espero grandes cosas de ti.- Más risas y gruñidos inundaron la habitación- y ahora…¡Llévatelo Lucius! Tenemos que hablar de cosas serias y sus lágrimas me irritan-

-       Mi señor- pronunció su padre antes de jalarle, cual muñeco de trapo- para sacarle de ahí,  a sus espaldas pudo oir  las risas histéricas de su tía que comentaba que hasta ahora nadie se había tirado al suelo para llorar, cual bebé.

Él no había hecho eso…¿O si?

No pudo evitar preguntarse eso mientras avanzaba a trompicones por la casa. No fue hasta que su padre le arrojó a su habitación, que tuvo tiempo para ver, con total detalle, la marca que le habían hecho en el brazo.

Era una calavera negra, de la boca le salía una serpiente que se enrollaba y se movía, parecía como una especie de tatuaje hecho de humo…humo negro. Pero este estaba vivo  se movía, podía sentirlo a la perfección.

Esa cosa, por llamarlo de alguna forma estaba viva…y podía sentir sus ansias de sangre.  

 


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