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Involuntaria domesticación por Marbius

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La fiesta terminó poco después de las nueve, que para ser día entre semana era un poco tarde para los críos, pero peor para Lily y James que tenían por delante limpiar los restos de la reunión y acostar a Harry, así que mientras Sirius se encargó de bañar y poner en la cama a su ahijado, Remus hizo lo propio ayudando con los trastes sucios, guardando el resto de pastel en el refrigerador, y en general, siguiendo órdenes de dónde iba qué cosa en casa de los Potter.

—No deberías ayudarnos, Moony. Tú también fuiste un invitado a la fiesta —dijo Lily por tercera vez, ella y James trabajando en tándem en el fregadero lavando y secando trastes mientras Remus los guardaba en la alacena, pero éste desestimó aquella noción con facilidad.

—Esas reglas no aplican para la familia, y en lo que a mí respecta, si soy el tío Moony para Harry, entonces me toca limpiar después de mí en su casa.

—Pero-...

—Mejor no digas más, Lily —dijo James, que en realidad quería abordar un tema diferente aprovechando que los tres estaban ahí y en la planta alta todavía se escuchaban pisadas—. De hecho... Hay algo que me gustaría preguntarte, Moony...

«Y aquí viene», pensó éste, pues sus acciones de horas atrás habían hablado por sí mismas al centrar toda su atención en el recién llegado y olvidarse del resto.

—¿Qué te ha parecido Sirius? —Preguntó James sin inflexión especial en su voz, aunque Remus vio a través de él, y entendió que de su respuesta dependía la reacción de su amigo.

—Agradable —dijo con tranquilidad—, erm, bastante divertido. Resulta que esas historias de ustedes tres en Hogwarts son igual de entretenidas cuando las cuenta él desde su punto de vista, aunque las suyas deberían ser catalogadas como la versión sin censura y no apta para críos.

—Sirius y James siempre se metían en problemas, pero era más gracioso verlos tratar de salir de esos embrollos sin conseguir horas de detención con McGonagall —dijo Lily, aligerando un poco la tensión que de pronto se sentía emanar de James.

—Si mal no recuerdo, muchas de esas horas las pasaste con nosotros.

—Que no te engañe, Moony —dijo Lily—. Como prefecta, seguido era mi labor vigilar que cumplieran con sus castigos.

—Y más veces que no falló en su tarea —bromeó James, una sonrisa sincera en labios al rememorar viejos tiempos.

Como ocurría siempre, Remus sintió un ramalazo de nostalgia por aquellos recuerdos que en primer lugar ni le pertenecían. Aquello era de un periodo que él no había vivido, todavía en Gales y sin saber cuán cercano se convertiría de esas dos personas a las que conocería hasta la universidad. Al menos a James y a Lily, que el Sirius de esas historias le había sido siempre elusivo, hasta aquel día...

—Mira, Remus —dijo James de pronto, y el uso de su nombre y no del mote que le había sido otorgado como uno más del grupo puso a éste en alerta—, tal vez pienses que no debería entrometerme donde no me llaman, pero creo que sería injusto si antes no te pongo sobre aviso.

—James, idiota —le riñó Lily al salpicarle agua—. Lo haces ver peor de lo que es y vas a asustar a Remus.

El mismo Remus aguardó impaciente con un vaso entre la mano izquierda y la toalla de secar en la derecha.

—Bien, lo diré como es y si me he equivocado, pues... Lo siento y ya está —continuó James, que tras dirigir una mirada a las escaleras, se volteó hacia Remus—. Le has gustado a Sirius y sé que ha sido mutuo. No lo niegues, lo vi cuando entré a la cocina y los encontré comiendo del mismo plato, y podría apostarme que cualquier otro momento del día ha sido similar.

Remus se mantuvo callado; mejor el silencio que tratar de defenderse o confirmarlo, porque al menos de su parte, sí había habido un cierto tipo de atracción por Sirius.

—Sabes bien cuánto me gusta que todo esto del romance quede entre amigos —prosiguió James—, que no en balde trabajé tan duro para que antes de la graduación Alice y Frank aceptaran que se gustaban y accedieran a salir juntos en una cita, pero... Tú y Sirius...

—Tan sólo nos estábamos conociendo —dijo Remus, que de pronto se sintió incómodo por mantener esa conversación—. ¿No decías siempre que haríamos buenas migas si alguna vez concedíamos en la misma habitación?

—Ya, pero no había contemplado otros factores...

—Estás molestando a Remus —intervino Lily, cerrando el grifo y dándose media vuelta para intervenir como mediadora—. Lo que James quiere decir —se dirigió ella a Remus—, es que Sirius está pasando todavía por una etapa de aclimatación, a Londres, pero también a su viejo yo...

—Sé las historias —replicó Remus con más frialdad de la que pretendía—. Sé del pasado de Sirius porque ustedes me lo han contado, y en parte entiendo que estén preocupados pero... —Su voz falló, porque incluso aunque quería creer en sus mismas palabras, tenía claro que estaba por mentirles—. No deberían estarlo. Él y yo sólo intentábamos conocernos, ser amigos.

La incredulidad de aquella afirmación se permeó en las facciones de James. —Conozco a Padfoot y sé bien que él no quería sólo-...

—Ya —le interrumpió Remus—, pero yo estoy con Dora, y mis intenciones con Sirius no iban más allá de ser amable y tratar de ser su amigo.

El silencio siguió a aquella revelación, que ninguno de los tres creyó del todo. Especialmente Remus, que tenía tan claro como desde el primer día que su matrimonio con Dora estaba destinado a fracasar.

En realidad, antes de Dora y la ligereza de su buen trato Remus había estado saliendo con un chico. No el primero, pero sí abiertamente el primero ante sus amigos, y sólo por un par de semanas antes de que Dora se acercara a él con la fuerza de un huracán y le pidiera una oportunidad. Juntos habían salido en citas, y dichas citas los habían llevado a sus respectivos dormitorios, pero lo que en realidad los había unido había sido Teddy, que concebido apenas dos meses después, les había orillado a tomar una decisión precipitada.

Casados y con un hijo en camino, Remus y Dora habían hecho lo posible para que su matrimonio funcionara, pero como explicó Andrómeda en una ocasión, “a fuerzas, ni los zapatos entran; y ni siquiera un hijo es razón suficiente para forzarse a una felicidad marital que no existe”, por lo que habían optado por al menos darse un tiempo de gracia antes de firmar los papeles del divorcio.

Claro que Teddy vino a trastocar sus planes, no como una razón para amarse, pero sí una razón para al menos mantener la fachada un poco más antes de tomar caminos separados.

Así habían conseguido funcionar por los siguientes cuatro años, pero entonces Dora había recibido la oportunidad de recibir entrenamiento especial fuera del país, y como una de las pocas mujeres en la unidad policiaca especial a la que pertenecía, su determinación por demostrar que su puesto era ganado a base de sudor, esfuerzo y entereza la había motivado a aceptar.

De eso hacía apenas tres semanas, y aunque a terceros su pequeña familia de tres estaba cruzando sólo un pequeño bache, en realidad para Remus y Dora era un periodo de reflexión, en donde a su vuelta tomarían una decisión final respecto a su matrimonio.

A desconocimiento de una buena porción de todo aquello, porque eran los mejores amigos pero Remus también estaba muy avergonzado del limbo en el que se encontraba con la madre de su hijo, James dio un paso al frente y colocó su mano en el hombro de Remus.

—Lo único que pido aquí es que vayan con pies de plomos, los dos, pero con Sirius hablaré más tarde.

—James...

—Lo siento, Remus —dijo éste antes de envolverlo en un abrazo—. Perdón por hacer una tormenta en un vaso de agua, pero Sirius... Le ha costado tanto enfrentar a sus demonios y volver a Londres... Lo extrañé tanto, que ahora haría cualquier cosa por protegerlo...

«Incluso de mí, y soy tu otro mejor amigo», pensó Remus, que en todo caso optó por centrarse en sus propios problemas y no inmiscuirse en los ajenos.

—No te preocupes —dijo en su lugar—, puedes estar tranquilo.

Que como mentira blanca, puso a James en paz.

 

—No deberías mentirle a James así. Tranquiliza su consciencia, pero no la tuya —dijo Lily una hora después, despidiéndose de Remus en la puerta de su casa mientras éste sostenía a Teddy dormido contra su pecho.

—¿Qué, por lo de antes? En serio, Lily —fingió Remus ignorancia—, están viendo cosas donde no las hay. No tienen nada de qué preocuparse en este asunto.

—¿Entonces fueron imaginaciones mías verte sonrojar cuando Sirius te pasó ese mechón de cabello por detrás de la oreja? Porque francamente, quien necesita gafas es James, no yo.

Remus suspiró, y con apuro subió más a Teddy contra su torso. —Insisto: No sé de qué hablas.

Lily pareció dispuesta a confrontarlo, pero tarde y ambos con necesidad de presentarse a sus respectivos trabajos a primero hora, lo dejó ir.

—Vale... Ya lo hablaremos con más calma en la semana, ¿ok?

—Ok —concedió Remus, que se despidió de Lily y salió del jardín para dirigirse a su automóvil, cuando de nueva cuenta el aroma a cigarrillos atrapó su atención.

Ahí, escondido tras las sombras, estaba Sirius.

—Hey —lo saludó éste como si unos minutos atrás no se hubieran dicho sus respectivos ‘hasta luego’.

Sirius estaba hospedándose con los Potter mientras buscaba un sitio donde vivir, por lo que Remus se había hecho la promesa silente de reducir sus visitas al menos de momento, pero con Sirius buscándolo a escondidas de James y Lily, era poco lo que podía hacer.

—Te ayudo —se ofreció Sirius a cargar a Teddy mientras Remus abría su coche y dejaba en el asiento del copiloto las sobras de bocadillos y pastel con el que Lily lo enviaba a casa.

Una vez todo estuvo en su sitio y con Teddy en su asiento y con el cinturón puesto, Remus se enfrentó a Sirius, que tenía las manos en los bolsillos de sus jeans y lucía increíblemente bien.

Por completo su tipo.

—Corrígeme si me equivoco —dijo Sirius—, pero antes en la cocina...

—Oh.

—¿Podría verte después? —Preguntó Sirius, dando un giro abrupto a su conversación—. Como amigos si es lo que prefieres.

—Yo... Estoy casado, ¿recuerdas?

—Con Tonks, ajá, por eso dije como amigos —repitió Sirius, que en palabras y acciones actuaba diametralmente opuesto, puesto que ahí donde insistía en que nada ocurría, hacía lo contrario al tocar a Remus y reducir la distancia entre ambos.

—Sirius... —Musitó Remus antes de que sus bocas se encontraran en el aire.

Pero ya no había necesidad de más, y la pila de leños que había ido creciendo en las pocas horas que tenían de conocerse estalló de pronto en llamas. Porque Sirius era gasolina, y como James había intentado advertirles antes, Remus era la chispa que a éste le bastaría para hacerlos explotar.

Y explotar fue lo que hicieron...

 

— Así que... ¿Debo suponer que Sirius preguntando por ti y tu número de teléfono es sólo una simple casualidad? —Inquirió Lily unos días más tarde, ella y Remus disfrutando de un café vespertino en una cafetería que era del agrado de ambos.

Lo que era más, con una agradable área de juegos donde en esos momentos Teddy, Harry y Sirius jugaban a perseguirse a través de varios obstáculos, siendo precisamente los gritos de Sirius los que más se escuchaban en el local.

—Lo mismo te pregunto a ti, ¿por qué vino? —Preguntó Remus a su vez, que sin lugar a dudas agradecía su adición a la tarde, pero le estaba resultando sumamente vergonzoso actuar como si nada cuando apenas días atrás se besaron por largos minutos antes de darse un adiós temporal.

—Oh, Harry lo invitó —dijo Lily—. No puedes culparlo, él y Sirius se han vuelto inseparables, más como compañeros de juegos que como padrino y ahijado, y tras preguntarnos a mí y a James por qué no tiene hermanos, Sirius se ofreció a ser su hermano mayor. Como supondrás, tener un hijo dos meses mayor que yo no era mi meta en la vida, y tengo dificultades para hacer que coma todas sus verduras y ponga buen ejemplo, pero al menos se ducha por su cuenta y está en cama antes de medianoche.

—Mmm, no parece el tipo —murmuró Remus, pues en ese segundo encuentro no había podido pasar por alto los pantalones ajustados de Sirius, así como tampoco la chaqueta ligera que traía encima y que al quitársela para ir al área de juegos aparecieran un par de tatuajes en sus brazos. Por todo lo que podía suponer de eso, no sería el único sitio de su anatomía donde tendría marcas de tinta.

—Y no es lo es —dijo Lily con voz tensa—. Al menos no lo era cuando se marchó de Inglaterra.

Indecisa consigo misma, Lily bebió un sorbo de su café antes de tantear el terreno.

—¿Qué tanto te ha contado James de Sirius?

Remus se tomó unos segundos. —Lo mismo que al resto, supongo. Que tenía una familia cruel y que se fugó de casa a los dieciséis. Hasta donde entiendo vivió con Fleamont y Euphemia hasta su graduación en Hogwarts, y después entró a la misma universidad con James. Erm, nunca supe en qué se especializó.

—Economía —dijo Lily—, aunque se marchó antes de conseguir sus créditos finales. ¿Algo más?

—¿Te refieres a...? —Lily asintió, y Remus prosiguió—. Sólo que tenía problemas. Deduzco que serios porque James nunca me ha contado a detalle los pormenores. Que bebía bastante, fumaba, y era promiscuo...

—Promiscuo es una bonita palabra para la manera en la que Sirius brincaba de cama en cama sin importarle cuántos corazones dejaba rotos a su paso...

—Oh. —Por alguna razón, Remus se sintió molesto, así que se forzó a no demostrarlo—. Todavía fuma, pero...

—Lo está dejando. Sé que lo intenta —dijo Lily—. Sirius ha cambiado bastante en los últimos años y para bien, pero todavía tiene... Todavía es... Sé que necesita de nuestro apoyo, y que en verdad quiere hacerlo, pero las costumbres de una vida no se olvidan en un par de años. Y Londres siempre fue para él su... zona de guerra. Sus padres todavía viven donde siempre, y antes que después sabrán que Sirius está en la ciudad e intentarán arruinarlo.

—¿Son tan terribles?

—Los peores padres que puedas imaginar. Algún día tendrán su propia página de Wikipedia por algunos de sus tantos crímenes contra la humanidad. No me sorprendería si un día de estos Regulus también aparece ahí.

—¿Regulus?

—Es el hermano menor de Sirius. Es quien asumió el papel de heredero cuando Sirius se marchó a los Estados Unidos.

—¿Ellos dos...?

—Eran amigos y enemigos a la vez. Típica rivalidad entre hermanos —dijo Lily torciendo la boca, con toda seguridad, pensando en su propia hermana mayor con la que apenas quería tener tratos pero a la que sin falta cada Navidad le enviaba una tarjeta con sus mejores deseos y recibía otra a cambio—. Sirius planea contactarlo, pero primero quiere establecerse en Londres y hacer las cosas bien. Sus palabras exactas, yo todavía no lo entiendo, pero al parecer es lo que su terapeuta le sugirió para tener un nuevo comienzo.

—Vaya... No sé qué decir.

—Entonces no lo hagas. Es difícil de procesar, lo sé, yo pasé por lo mismo. Y si te cuento todo esto es... Porque Sirius pidió que lo hiciera.

—¿Lo dices en serio?

—Sí —asintió Lily con solemnidad—. Después de la fiesta de Harry, a la mañana siguiente no dejaba de preguntar por ti bajo el pretexto de querer conocer al “mejor amigo de James que había usurpado su lugar en su ausencia”, sus palabras no las mías, y... Bueno, has dejado una impresión en él.

«Y él en mí». —Bueno, no ha sido el único...

Lily miró en dirección al área de juegos donde Sirius tenía a Teddy trepado sobre su espalda y a Harry prendido de su pierna como un koala y sonrió, pero el gesto perdió su fuerza cuando sus ojos volvieron a Remus y sus ojos se apagaron un poco.

—Mira, lo diré porque eres uno de mis mejores amigos en el mundo y te quiero: Sirius es mercancía dañada. Él también es de mis mejores amigos, una especie de hermano honorario porque también lo es de James y crecimos juntos, pero ha tenido una vida difícil. Uno no sale ileso así nada más de un hogar como lo fue el suyo. Hoy en día, podemos consideraros afortunados que Sirius no esté muerto o viviendo en las calles. Él también lo sabe y está agradecido, pero sólo en sus días buenos...

—No todos tenemos solamente días buenos en la vida, Lils.

—Ya, pero los días malos de Sirius no son como los de cualquier otro. Y no quiero asustarte, pero si no conociste a Sirius en la universidad es porque ni James ni yo quisimos que así fuera. Sirius era un desastre entonces, pero era nuestro desastre. No queríamos asustarte y perder tu amistad, y francamente... El sentimiento no se ha desvanecido del todo.

—¿Todavía temes por Sirius? ¿O es que te preocupas porque yo lo encuentre insoportable? Vamos, Lily, creí que me conocías mejor. Somos los mejores amigos en el mundo, nuestros hijos lo son por igual; no renunciaría a nosotros por... ¿Qué?, ¿Sirius no siendo perfecto? Nadie lo es.

—Pero nadie no lo es tanto como Sirius. —Lily soltó una palabrota en voz baja—. Me odio por hablar así de él, pero Sirius puede ser en verdad una pesadilla. Sus momentos álgidos son en verdad rozando el cielo, pero cuando desciende... Está tomando medicamentos para eso, pero él ya nos previno, habrá momentos en que pueda regresar a sus viejos hábitos, y no será agradable.

—Lily...

—No bromeaba acerca de lo que vi entre ustedes dos el día de la fiesta.

Remus se presionó la nariz entre dos dedos. —Como le dije esa noche a James cuando me marchaba, estoy con Dora. Sé que no estamos pasando por nuestro mejor momento, pero nuestro matrimonio significa algo para mí. Tú y James no deberían preocuparse tanto por Sirius y por mí.

Mordiéndose el labio inferior, Lily no lució tan convencida, pero lo dejó ir.

—Ok. Te creo. Pero —insistió una última vez levantando su dedo índice para dejar en claro cuán serio era—, le gustas a Sirius. Y si hay una persona en el mundo que no sabe rendirse, que es igual que un perro con un hueso, ese es él. Tendrás que rechazarlo, Remus, o te atienes a las consecuencias de tener un gran admirador.

—¿Qué, como un acosador?

—Peor —dijo Lily—, como una auto-declarada alma gemela.

—Suena romántico —intentó bromear Remus, pero Lily sólo frunció el ceño.

—Intenso es la palabra que buscas, pero... Como sea, vamos por los críos antes de que terminen de destruir el área de juegos y nos cobren su reparación.

Y mientras bebían lo último de sus cafés y limpiaban la mesa, Remus miró en dirección a sus tres acompañantes rodar sobre las esteras con algarabía, y sonrió para sí pensando que el comentario de Lily bien aplicaba para Teddy y Harry. Y también para Sirius.

Que proféticamente, en verdad traería toda clase de destrucción para su vida.

 

“Hey, soy Sirius.”

Remus leyó el mensaje que había recibido, y una sombra de sonrisa apareció en su rostro porque no hacía ni media hora que había vuelto a casa luego de pasar la tarde con él, los críos y Lily. Sirius le había pedido su número al despedirse y él se lo había dado con el mismo nerviosismo de la adolescencia, pero de vuelta a casa y con Teddy preguntando qué cocinaría para la cena, había acabado por convencerse de que al menos por esa noche no tendría ningún mensaje suyo. Oh, pero qué equivocado estaba.

“Aquí Remus. ¿El cansancio por fin se apoderó de Harry?

“Se quedó dormido en el trayecto a casa, así que tuve que cargar con él escaleras arriba. ¿Qué tal Teddy?”

“Hambriento. Le estoy preparando crema de zanahoria con pan tostado.”

“Suena... saludable.”

“No todos los días pueden ser barritas de pescado y congelados de microondas.”

“Qué bien que lo digas, porque justo de eso quería hablarte...”

Mientras revolvía la crema y de reojo se cercioraba de que Teddy siguiera coloreando su libro en la mesa de la cocina, Remus esperó con inusitada impaciencia a que Sirius escribiera el resto de su mensaje.

“Para agradecerles a James ya Lily su hospitalidad voy a cocinar este sábado y me gustaría invitarlos a ti y a Teddy a hacernos compañía.

Serán hamburguesas caseras y papás al horno, con postre sorpresa.

¿Tienen tú o Teddy alguna alergia?”

“Ninguna”

“¿Entonces vendrán?”

Remus sonrió. “¿A qué horas el sábado?”

“Después de las 2 está bien.”

“Ahí estaremos.”

Remus apagó la pantalla de su móvil, y frente a él, Teddy lo observaba con atención.

—¿Quién era? —Preguntó el niño, antes de responderse a sí mismo—. ¿Era Sirius?

—Era Sirius —confirmó Remus—. Nos ha invitado a comer con los Potter este sábado.

Teddy expresó su felicidad por ir de nuevo con los Potter y verse con Harry balanceando los pies en la silla en la que estaba sentado, y después dijo:

—Sirius me agrada. Es divertido, y conoce muchos juegos. ¿Él también podría ser mi padrino como el tío Prongs?

—No creo que a tu tío Prongs le agrade saber que ha sido reemplazado con tanta facilidad —dijo Remus, y Teddy hizo un puchero.

—¿Y no puedo tenerlos a los dos?

—Les preguntaremos —dijo Remus, que volvió a centrar su atención en la cena.

Y también en Sirius.

 

Comida con los Potter fue comida con Sirius y los críos, porque ni James ni Lily pudieron estar presentes al tener que cumplir con sus turnos en el hospital, un detalle que Sirius anunció cuando le abrió la puerta a Remus, y con una sonrisa demasiado amplia como para que aquel simple detalle sin importancia se le hubiera olvidado tal como dijo, le franqueó la entrada.

Al instante se soltó Teddy de su mano y si dirigió escaleras arriba a la habitación de Harry, dejando a los dos adultos a solas por primera vez desde que se hubieran besado.

Claro que aquel había sido su primer encuentro, seguido de la visita a la cafetería donde Lily también estaba presente, así que esa era la tercera vez que coincidían, y aunque las reglas de etiqueta seguro dictaban una espera un tanto más prudente, eso no les impidió darse un abrazo, y en el momento decidir que un beso era lo más adecuado para ellos dos en ese momento.

Ambos cerraron los ojos al unirse sus labios, y Remus no se cortó de abrir la boca de la misma manera en que Sirius tomó la iniciativa al meter su lengua y profundizar el beso.

Sólo el grito emocionado de “¡Teddy!” que soltó Harry en el piso de arriba los hizo separarse, y no sin cierta hesitación de su parte, pues ambos querían más, pero en casa ajena y con dos críos cuyo filtro verbal era nulo, lo mejor era resistirse al por las siguientes horas.

Su decisión resultó ser la acertada cuando apenas unos segundos después bajó Harry con Teddy a la zaga, y corriendo en línea recta se lanzó a las piernas de Remus para darle un abrazo y preguntarle si él y Teddy podían jugar en su Tablet el último juego que había descargado.

Remus les dio permiso, en tanto que Sirius les recordó que la comida no tardaría en estar lista, pero para entonces Harry y Teddy ya iban de vuelta corriendo al segundo piso e ignorando las advertencias de tener cuidado con los escalones.

—Si alguno se cae y se parte la crisma, Lily no me lo perdonaría. Especialmente si me aparezco en su turno de guardia... —Dijo Sirius, que de vuelta a solas con Remus, se había acercado a él y parecía ansioso por tocarlo.

—No puedes culparla, Harry es su hijo favorito. Ventajas de ser hijo único —dijo Remus, que desde su propia experiencia consideraba el no haber tenido hermanos una bendición tanto como una maldición.

Mismo caso para Dora al crecer, y ese había sido un tópico del que hablaran sin parar durante el embarazo de Teddy, ambos considerando como una posibilidad darle un hermanito con el que pudiera crecer sin demasiada diferencia de edad, pero los planes se les habían venido abajo como un castillo de naipes igual que su matrimonio antes incluso de que naciera Teddy, por lo que era fácil creer que Teddy crecería solo y sin más hermano que rellenara ese hueco que Harry. Y viceversa.

—Debe de ser genial ser hijo único, aunque sólo si tus padres son buenos —comentó Sirius de pasada, que con los antecedentes que Lily le había dado a Remus respecto a su familia y al hermano con el que estaba en tensas relaciones, éste podía suponer sin problemas que hablaba de su propia experiencia—. En mi caso fue mejor tener un hermano. Menor, por cierto. Es quien ocupó mi sitio cuando yo… Bueno… ¿Lo sabes? —Preguntó Sirius con naturalidad, y Remus apretó los labios.

—No te enojes con Lily o James. Ellos me han contado... cosas. No toda la historia, estoy seguro, pero sí... generalidades. No te molesta, ¿o sí?

—Nah —dijo Sirius con naturalidad—. Todo eso está ahora en el pasado, y no es quien soy más. De hecho me alivia que estés al tanto al menos del panorama general porque así no tengo que escarbar en viejas heridas para contarte mi vida.

—Sé que tu hermano se llama Regulus —dijo Remus con voz neutra, y Sirius asintió.

—Exacto. Regulus Arcturus Black. El pequeño rey de Madre y Padre desde que salí de casa y su pequeño reino de terror en Grimmauld Place. Reg no es tan terrible como sabría suponer, ¿sabes? Cuando era adolescente creyó en las tonterías de nuestros padres, pero ahora es diferente. Nos hemos escrito en los últimos años, y desde entonces hemos parchado a medias nuestra relación.

—Lily me contó que planeabas verlo.

—Está en mis planes, sí —dijo Sirius con una sonrisa melancólica—, pero un paso a la vez. Es lo que dice mi terapeuta.

Sin saber qué decir al respecto, Remus optó por extender una mano y tomar una de las de Sirius entre la suya, que le correspondió con un apretón y un cambio de atmósfera diferente.

—Ok, que no te traje aquí para contarte mi triste historia familiar, sino para prepararles a ti y a Teddy de comer. Espero en verdad que les gusten las hamburguesas, porque es mi especialidad.

—Puedes apostar que sí —dijo Remus, que pese a las protestas de Sirius por ayudarle, se le unió en la cocina con las mangas de su camisa dobladas a la altura de los codos y siguiendo instrucciones.

Antes de una hora habían conseguido tener las cuatro hamburguesas listas, así como también cuatro papas horneadas rellenas de queso y jamón que los críos celebraron al verlas salir del horno envueltas en papel aluminio y que Sirius las llamara ‘huevos de dragón’.

Mientras ponía los platos y vasos alrededor de la mesa, Remus sonrió para sí al presenciar la facilidad que Sirius tenía con los niños y la manera tan amable pero no infantilizada con la que se hacía un igual con ellos y a la vez conservaba su estatus de adulto.

Eso explicaba por qué Harry lo adoraba tras apenas una semana de conocerlo, y Teddy iba por el mismo camino si es que su devoción por hablar de él y con él era una prueba.

Aquello quedó patente cuando Sirius les sugirió lavarse las manos, y en el acto Teddy y Harry salieron corriendo al baño (Remus les riñó por correr dentro de la casa, pero fue Sirius quien consiguió que obedecieran al recordarles que podían resbalarse y caer) para obedecerlo.

—No sé cómo lo haces —dijo Remus—. En verdad tienes encanto para los niños.

—Supongo que sí —respondió Sirius con modestia desde la parrilla, dándole los últimos toques a la carne de las hamburguesas al ponerles una rebanada de queso encima—. La verdad es que desde siempre me ha gustado pasar tiempo con ellos, pero al mismo tiempo... No me veo como padre de tiempo completo como para tener uno.

—Ah —musitó Remus, que de pronto sintió una punzada en el pecho—. Te entiendo. Cuando Teddy venía en camino estaba aterrorizado con la idea de ser padre. A diferencia de ti, a mí nunca se me dio bien cuidar de los críos, pero la primera vez que sostuve a Teddy entre mis brazos... —Remus suspiró, rememorando la cálida sensación del bulto tibio que era su bebé—. Todo cambió. Supe ahí mismo que no había retorno ni vuelta atrás. Teddy era mío, y lo cuidaría como tal.

—Nymphadora debe de haberse sentido feliz de tenerte como padre de su hijo entonces —dijo Sirius, y hubo algo en su tono de voz... En la rigidez de sus hombros... Que puso a Remus a pensar qué tanto sabía él de su relación con Nymphadora.

—No sé si feliz sea la palabra correcta —murmuró Remus—, pero al menos Teddy tiene un padre y una madre que lo adoran, y eso es lo que cuenta.

—Remus, verás... —Empezó Sirius, pero para entonces Harry y Teddy estaban de vuelta, y con orgullo mostraban en alto sus manos todavía húmedas y con rastro de jabón, por lo que Remus tuvo que intervenir para un lavado más concienzudo.

A su vuelta, esta vez con sus propias manos limpias por insistencia de los críos, Sirius ya tenía la comida puesta en la mesa, y había reservado para él el asiento que quedaba justo frente a Remus.

Así que comieron.

Y pasaron un rato agradable.

Después lavaron los platos.

Y la propuesta de ver una película surgió.

Los críos eligieron un clásico de Disney.

Y se quedaron dormidos apenas diez minutos de empezada la película.

Por lo que Remus y Sirius intercambiaron una mirada.

Y después, volvieron a besarse.

 

/*/*/*/* Próximo capítulo: Con comentarios (19-abr)/Sin comentarios (03-May).

Notas finales:

Fic nuevo, y sólo 3 capítulos que podrán leer cada viernes si todo sale bien~ Esperen drama y un final feliz ;D


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