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Lo que me une a ti por lust4life

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Notas del capitulo:

Los personajes de Naruto no me pertenecen.

Menma llegó a la terraza para reunirse con los demás, caminaba a paso lento, mientras se frotaba la mejilla derecha de su rostro con la palma de la mano. Su expresión, de labios apretados y ceño fruncido, no era exactamente de completa felicidad. Sin embargo, puso su mejor sonrisa en cuanto Gaara lo vio aparecer y lo arrastró a jugar con él y su mapache de peluche. 

 
Los pequeños chillidos de alegría de Gaara, se mezclaban con el cantico de los pájaros que se posaban en las esquinas del barandal de la terraza. Karin y Sasuke se encontraban sentados en dos sillas dispuestas junto a una mesita de jardín. 
 
La pelirroja observaba con una sonrisa amorosa a sus hermanos jugando y riendo. Por otro lado, Sasuke apoyaba su barbilla sobre sus manos entrelazadas, con una expresión ausente.
 
No podía dejar de pensar en la propuesta de su padre, y la repentina incertidumbre que lo embargaba no hacía más que confundirlo en mayor medida. Él había soñado tanto con ese momento.
 
—Gaara va a extrañarlo… —le habló Karin. Sasuke la miró y enderezó su postura en la silla— Extrañará tenerlo en casa.
 
Él sonrió forzadamente. No podía evitar sentirse culpable por, de cierto modo, apartarlos de Menma. Recordó cuando a los 15 años, supo que Itachi iba a casarse con Izumi, y lo mucho que la detestó por sentir que le quitaba el cariño de su hermano mayor. Naturalmente, aquellos celos fraternales se diluyeron a medida que fue creciendo.
 
—Sabes que podrán visitarnos cuando quieran, y Menma tampoco dejará de preocuparse por ustedes —Luego de la muerte de sus dos padres, el pelinegro se había convertido en la cabeza de la familia Uzumaki.
 
—Lo sé —contestó Karin suspirando. 
 
—Lo siento —dijo Sasuke en voz baja luego de un breve silencio.
 
La pelirroja frunció el ceño— ¿Por qué, Sasuke-kun? —inquirió.
 
—Porque siento que estoy apartándolos de la persona que más aman —susurró cabizbajo. No quería que Menma lo escuchara.
 
—No no no, al contrario, yo estoy feliz —afirmó ella colocando su mano tras el hombro de Sasuke para tranquilizarlo— Aunque no negaré que, en primera instancia, tuve celos de hermana. Especialmente luego de que me rechazaras.
 
Sasuke reprimió una risa al recordar aquella anécdota— ¿Sigues enojada por eso?
 
—Desde luego que no, ¡ya te he olvidado! —Levantando una ceja, Sasuke agregó un ¿con quién? y entrecerrando los ojos con sospecha— ¿E-eh? ¡Eso no te incumbe! —exclamó Karin con las mejillas encendidas.
 
—¿Entonces sí estás con alguien? —interrogó él con malicia. Disfrutaba de molestar a Karin.
 
Ella abrió la boca sin saber realmente qué contestar, y, como milagro salvador, el pequeño pelirrojo se acercó corriendo hasta ellos, sosteniendo contra su pecho a Shukaku, su mapache relleno de arena.
 
—Nee-san, Gaada tiene hambre —dijo mirándola con ochos de cachorro.
 
Menma apareció tras él— ¿Crees que podría llevar a Gaara a comer algo? —preguntó refiriéndose a Sasuke.
 
—Sí, claro. Ya ha avanzado bastante la hora, no tengo idea de por qué papá y mi hermano tardan tanto —comentó poniéndose de pie.
 
Menma se tensó.
 
Karin se levantó prácticamente de un salto— ¡Yo lo llevo! Ustedes quédense aquí, no hay problema…
 
—¿Por qué estás tan nerviosa?
 
Ella los ignoró, tomando la manito de Gaara y desapareciendo en menos de diez segundos en el interior de la casona.
 
El ojiazul observó el sutil escape de su hermana. Se encogió de hombros restándole importancia. Un suspiro lo hizo voltear, encontrándose a Sasuke, quién estaba de espaldas y apoyado con sus codos sobre la superficie del barandal.
 
La terraza permitía observar el campo de frutales, en el que se ordenan en fila árboles de diversas frutas y distinto tamaño, delimitados por cuatro cercas de madera blanca. El paisaje es una pincelada de colores vivos que contrastan con las nubes grises del cielo.
 
Menma se acercó a un lado de Sasuke, cuya mirada se notaba retraída.
 
—Estás preocupado —No fue una pregunta. El preguntar jamás era necesario cuando tan sólo con una sencilla mirada a los ojos bastaba para que las emociones quedaran al descubierto— ¿Por qué?
 
—Por Akatsuki —respondió él sin rodeos, mientras que con las manos abría y cerraba los puños distraídamente— Estoy confundido.
 
 —Pero ha sido tu sueño —Sasuke no respondió— Eres el hombre más brillante que conozco. Sé que lo harás excelente —aseguró acariciándole el cabello.
 
—No es eso lo que me preocupa, más bien… —soltó un suspiro exasperado— …no lo sé. Hay algo en mi que me detiene. Es como si toda la seguridad que tenía en estos planes, de un momento a otro se desmoronara. Es difícil explicarlo.
 
—No, te entiendo.
 
Sasuke lo miró fijamente— ¿Qué crees que debo hacer? No quiero decepcionar a mi padre.
 
Una sonrisa pacífica curvó los labios de Menma— Me encantaría poder darte una respuesta, decirte lo que ahora quieres escuchar. Pero sabes que no puedo ser egoísta y limitarte a que actúes de acuerdo a lo que yo o los demás crean. Quizás es hora de que ignores lo que sale de aquí… —dijo colocando la punta de su dedo anular e índice sobre la frente de Sasuke, para luego bajarlos hasta el lado izquierdo de su pecho— …y te dejes guiar desde aquí.
 
—Fuiste horriblemente cursi —respondió el azabache rodando los ojos luego de un breve silencio entre ambos. No admitiría en voz alta que su dobe podía tener algo de sabiduría en sus palabras.
 
—¡Ya está! ¡No volveré a darte un consejo nunca más! —exclamó Menma.
Sasuke rio de manera genuina, antes de tomar por las mejillas a Menma y besarlo dulcemente, mientras las manos de este sujetaban su cintura. 
 
—Te amo —dijo apartándose mínimamente del rostro contrario.
 
—Y yo a ti.
 
Una fuerte ventisca hizo que se separaran por completo, para disgusto de ellos. 
 
—Falta un mes para el invierno —comentó Sasuke ordenando algunos mechones negros de su cabello que se habían alborotado. Menma asintió— Me gusta el invierno. Pero lamento que durante la temporada, muchos de los frutales mueran a causa de la helada. 
 
Menma observó con detenimiento la plantación frente a ellos. Él no sabía mucho de estas, a diferencia de Sasuke. Pero ciertamente, amaba aquella pequeña parte de la inmensidad de los terrenos pertenecientes a los Uchiha, ya que en ese sitio había conocido por primera vez al azabache.
 
—Podrían construir un invernadero —sugirió Menma— Sería de mucha utilidad tanto en invierno como durante el resto del año. Se podría cultivar sin ningún problema, porque el material retiene las temperaturas adecuadas para el crecimiento de las plantas. Aunque sería un trabajo pesado, dada la extensión del terreno.
 
Sasuke lo consideró. No era una mala idea. Más tarde tendría que discutirlo con su padre.
 
 
 
 

9 de Octubre


 
 
El reloj marcaba las nueve de la noche, y el sonido de las hojas siendo arrastradas por el viento en el exterior, acompañaba el ambiente pacífico del restaurante más famoso del Valle de la Hoja: “Jutsu  no  Ramen”.
 
El lugar se encontraba completamente vacío, exceptuando la presencia de la joven pareja que permanecía sumida, cada uno, en sus propios pensamientos e inquietudes. Sasuke revisando los libros de contabilidad que contenían los gastos en productos y ventas de aquel mes, mientras que Menma preparaba la cena para ambos.
 
A diferencia del día anterior, el pelinegro se sentía un poco más tranquilo con respecto a la decisión que tomaría en relación a la empresa. El consejo de Menma le había ayudado y reconfortado bastante.
 
Sonrió cariñosamente. De verdad se sentía bendecido por tenerlo junto a él, apoyándolo continuamente e incentivándolo a convertirse en una mejor persona. 
 
Los pasos de Menma resonaron en el amplio comedor.
 
—Sasuke… —dijo en tono de reproche— …no te traje aquí para que vinieras a estresarte con todo esos papeles.
 
En cuanto Sasuke apiló los gruesos libros y montones de papeles encima de una mesa aledaña, dejó dos tazones humeantes de ramen sobre la mesa.
 
—No hay problema. Me gusta hacerlo —respondió él encogiéndose de hombros— Sólo quería cerciorarme de que todo marchara en orden.
 
El ojiazul se sentó frente a él. Mirando el tazón, Sasuke notó que este contenía ramen.
 
—¡Ah, diablos! —la exclamación de Menma lo sobresaltó— Dije que te prepararía omusubi. Lo olvidé, perdóname. Tenía la cabeza en otro lado… —se disculpó pasando una mano por su rostro. 
 
Sasuke le dio una pequeña sonrisa divertida— No importa, dobe. También me gusta el ramen.
 
—Lo lamento…
 
—No te preocupes, por favor —observó durante un momento a su novio— ¿Está todo bien? —Notó que Menma tenía las manos sudorosas.
 
—Desde luego —respondió bebiendo un sorbo del caldo.
 
El menor decidió no seguir insistiendo. Faltaba sólo un día para su matrimonio. Lo más probable era que los nervios a los que Menma parecía inmune antes del gran día, comenzaran a aparecer cuando restaban tan pocas horas.
 
—Hay algo sobre lo que quiero hablarte —comenzó diciendo Sasuke.
 
—¿En serio? Yo también quería hablar de un par de cosas contigo. Pero primero quiero oir lo que quieres decir tú.
 
El azabache asintió— Estuve pensándolo casi toda la noche, y quizás sea apresurado, pero no puedo seguir atormentándome con esta angustia —suspiró— Rechazaré la propuesta de mi padre… no tomaré la empresa, a menos que sea mi presencia indispensable. Siento que no es lo que en el futuro quiera para mí. Que no es lo que me haría feliz.
 
Después de un breve silencio, la mano de Menma acarició el dorso de la mano del menor.
 
—Si es lo que te dice tu corazón, entonces vas por el camino correcto. El corazón no se equivoca. Jamás. Dije que te apoyaría, y mi promesa seguirá en pie hasta el final.
 
Sasuke suspiró con alivio en su pecho, una enorme carga despojando sus hombros. 
 
Cuando era niño, soñaba con ser como su padre, liderando la magna empresa de la familia, la cual era dejada a cargo de un Uchiha que fuese considerado lo suficientemente capaz para manejarla adecuadamente. Casi un premio para quién fuese el afortunado. Casi un premio, porque había una parte que no le agradaba. Ser la cabeza de aquella empresa, demandaba demasiado tiempo, mucho más de lo que cualquier persona con una familia detrás podría permitirse.
 
Recordaba como la mayoría del tiempo, su padre permanecía encerrado a veces durante días enteros encerrado en su oficina, atestado de papeles y con el teléfono timbrando cada cinco minutos en su escritorio. A Sasuke le gustaba acompañarlo, pero más le gustaban los pequeños momentos familiares que compartían con su madre y sus hermanos, cuando Fugaku podía escaparse unas horas de su interminable trabajo. Estos momentos que se repitieron cada vez con menor frecuencia.
 
Por lo tanto, y aunque aceptar tamaño desafío catapultaría su carrera, no estaba en sus planes dejar de lado su matrimonio y futura familia junto a Menma, sólo por cumplir una meta.
 
La familia siempre sería lo primero en su lista de prioridades.
 
Además, le gustaba estar en el restaurante de ramen, y más si con ello podía estar justo al lado del ojiazul.
 
—Lo único que me preocupa ahora es cómo voy a decírselo a mi padre sin decepcionarlo. 
 
—Tu padre te ama. Él lo va a entender —afirmó Menma sonriendo. 
 
—Odiaría desilusionarlo —suspiró— Pero siempre que necesite de mi ayuda, estaré ahí para dársela. Además tiene a Charasuke, mi hermano es muy listo, y estoy seguro de que sería de gran ayuda para él.
 
Menma no supo que contestar, y lentamente asintió. Sabía lo que Charasuke opinaba acerca de la determinación de Fugaku de entregar Akatsuki. Accidentalmente, oyó la pequeña discusión que ambos tuvieron en casa de Sasuke el día anterior. Menma no era estúpido, y la forma en la que Charasuke refutó la decisión de su padre, dejaba entrever una rabia y resentimiento que nunca se imaginó pudiese existir entre los dos hermanos. 
 
Unilateral, claramente.
 
—¿Sobre que querías hablarme? —preguntó Sasuke.
 
El mayor detuvo a medio camino su cuchara con ramen, para levantar su vista hacia él. Incómodo se removió en su asiento, carraspeando.
 
Hace pocos minutos atrás, tuvo la intención de hablar sobre aquel asunto con Sasuke, un asunto bastante delicado y serio por lo demás. Tenía tantas cosas que decir. No obstante, una parte de su conciencia le repetía que aquel tema no era de su incumbencia. Al mismo tiempo, se sentía como un mentiroso por ocultarle algo así. Lo último que quería era hacerle pasar un mal rato a Sasuke, porque era evidente lo mucho que este amaba a su hermano y lo defendía cada vez que se alguien hablaba mal de él.
 
¿Qué se supone que iba a hacer?
 
Menma negó vacilante— No… no. Sólo iba a preguntarte qué habías decidido hacer con respecto a Akatsuki. Pero ahora que ya me lo has aclarado, puedo estar más tranquilo.
 
Y por primera vez, Menma le mintió.
 
No hablaría. Luego encontraría el momento adecuado para hacerlo sin titubeos.
 
 
 
 
 
Una hora después, cuando todo el restaurante estaba a oscuras y bien asegurado, la pareja bajó por la escalinata de piedra en dirección al automóvil. La temperatura había descendido considerablemente, con el cielo sobre sus cabezas tornándose nebuloso. Ni un alma transitaba la por la Avenida.
 
—¿Y este frío de donde salió? —refunfuñó Menma frotando sus manos— Tsk. Ayer dejé mi abrigo en tu cuarto.
 
—¿No traes una chaqueta en tu auto?
 
Mientras caminaban, Menma envolvió la cintura de Sasuke con un brazo y lo atrajo hacia sí en busca de calor.
 
—Sí, pero sabes que el abrigo es mi favorito.
 
Apenas llegaron a la calle en donde estaba estacionado el auto, Menma hurgó los bolsillos de sus pantalones. Frunció el ceño.
 
—Genial… creo que olvidé las llaves del auto en el mesón de la cocina.
 
—Un día vas a olvidar tu cabeza —suspiró pesadamente el azabache.
 
Menma le dijo que se regresaba a buscar las llaves, prometiendo que no tardaría. Mientras tanto, Sasuke permaneció esperándolo junto al auto.
La calle se iluminaba sólo por un farol con luz intermitente, y otras cuantas luces provenientes de las casas situadas alrededor.
 
Zapateó con impaciencia, metiéndose las manos a los bolsillos para resguardarlas del frío. La punta de su nariz estaba roja. 
 
A medida que pasaron los minutos, Sasuke comenzó a inquietarse. 
 
¿Por qué Menma demoraba tanto? Un vistazo a su reloj le indicó que ya habían pasado al menos diez minutos. 
 
Sintió una leve punzada en el pecho. Algo le decía que en aquel mismo instante fuera a buscarlo. 
 
En cuanto dio un paso, su respiración se detuvo cuando el filo de un cuchillo se posó sobre su yugular.
 
—¿Vas a algún lado, niño bonito?
 
Preguntó una voz rasposa tras su espalda. Sasuke se puso rígido, paralizado de terror ante la situación tan repentina.
 
De algún modo logró sacar voz— ¿Quieres dinero? —Tuvo suerte que su voz no saliera del todo temblorosa. Movió su brazo para sacar su billetera, pero a su asaltante no le agradó la idea.
 
—Muévete otra vez, y juro que te abro el cuello —gruñó aumentando la presión del cuchillo contra su piel— Ahora, tu y yo vamos a dar un paseo por el pueblo —siseó el hombre en su oído. 
 
El corazón de Sasuke latió frenéticamente, y del miedo, su cuerpo se dejó arrastrar.
 
—¡SUÉLTALO!
 
El feroz grito de Menma desvió la atención de su atacante, por lo que Sasuke pudo aprovechar ésta distracción para darle un codazo en el pecho y zafarse de su agarre.
 
Enseguida corrió hacia donde Menma se encontraba de pie con los labios apretados y respirando agitadamente. Pudo notar que el tipo que lo atacó era muy alto y que ocultaba su rostro con una máscara hecha de vendas, dejando al descubierto un par de ojos oscuros.
 
—Vamos a hacer una cosa, ¿de acuerdo? —La hoja del cuchillo resplandeció.
 
—Voy a llevarme a tu novio sin que tú te interpongas, y así nadie saldrá herido. 
 
Sasuke se agarró del brazo de Menma— Ve por ayuda —ordenó este último.
El menor abrió los ojos sorprendido. Menma estaba loco si creía que iba a dejarlo ahí solo junto al demente que aparentemente planeaba secuestrarlo.
 
Antes de que pudiera reaccionar, Menma se soltó de su agarre y corrió hacia el hombre, el cual empuñó su cuchillo, sin embargo, antes de poder usarlo contra él, Menma logró esquivarlo y sujetarlo fuertemente de la muñeca.
 
—¡ESPERA! ¡ALGUIEN, AYUDA! —comenzó Sasuke a gritar, rogando por que alguien escuchara.
 
Con un gruñido de esfuerzo, Menma le propinó al hombre un puñetazo en el estómago, utilizando su mano libre. Esto hizo que cayera sobre su espalda al suelo, tirando a Menma con él. El cuchillo cayó unos centímetros más allá de ellos.
 
Entre golpes y arañazos, Menma y el atacante rodaron en el piso. Cuando Sasuke volvió la vista hacia ellos, notó el cuchillo tirado justo al lado de donde ambos hombres peleaban.
 
Si corría hacia el y lo tomaba antes, podría salvar a Menma. Era su única oportunidad, por lo que instintivamente se precipitó a recoger el arma. Tarde notó que aquel hombre -que retenía a Menma contra el suelo- oyó sus pisadas acercándose a ellos y sacó de una de las correas atadas en su espalda, un tantô  japonés de casi veinte centímetros de largo.
 
En sólo un movimiento efímero, volteó hacia donde Sasuke estaba de cuclillas, y, extendiendo su brazo, detuvo su acción provocándole un corte en la mejilla.
 
Sasuke gritó de dolor mientras se cubría la mitad del rostro. 
 
Dolía. Dolía mucho. 
 
Durante un instante su visión se nubló, y lo poco que pudo distinguir, fueron el ruido de muchos golpes seguidos de un gruñido de dolor. Una vez el dolor disminuyó, logró ver a Menma de pie, sosteniendo el cuchillo que había tratado de alcanzar. Lo arrojó con desprecio al suelo.
 
Su atacante huyó velozmente, sujetándose un brazo ensangrentado. 
Volteó a mirar al azabache, quién seguía arrodillado en el piso debido al punzante dolor en su mejilla.
 
—¿Estás bien? —preguntó Menma lentamente.
 
Sasuke asintió. Menma le sonrió con cansancio, y Sasuke sintió como el alma se le escapaba, cuando su novio apartó la mano que cubría su abdomen, desde donde sobresalía el mango negro del tantô que segundos antes sostenía el criminal.
 
Menma se desplomó en un parpadeo.
 


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