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Don't give up on me por Ultraviolet

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Notas del capitulo:

2º capítulo de esta nueva historia, 2x1 hoy ;)

El olor a café recién hecho se expandía por cada rincón de la cafetería. Era apenas las 7 de la mañana cuando los primeros trabajadores pasaban por aquel establecimiento a llenar sus cuerpos de cafeína para aguantar la jornada laboral. La castaña colocaba las primeras tazas de café sobre las mesas. Recibía gestos agradecidos por parte de los clientes y ella mantuvo una perfecta sonrisa.

-          Dos cafés con leche para la mesa 2, prima. – Una segunda camarera, más bajita que Becca, dejó una de las comandas sobre la mesa. – Dicen que tienen prisa.

-          Gracias, Erika. – Revisó el papelito que su prima acababa de dejar y se dispuso a preparar el café lo más rápido que pudo. En apenas dos minutos aquellos deliciosos cafés ya estaban siendo degustados por aquellos comensales. La castaña se masajeó el cuello y se apoyó sobre la barra cuando observó que cada una de las mesas estaban servidas y ningún comensal necesitaba nada más.

-          ¿Me pondrías un café solo con hielo? – La castaña se giró, reconociendo la voz a sus espaldas.

-          ¿Jones?

-          Te dije que la cafetería me pillaba de camino a casa. – Sonrió y colocó su gorra policial entre sus manos, apoyándola sobre la mesa. – También paso por aquí al ir al trabajo. – Dijo de manera obvia y apoyó su mentón sobre la palma de su mano. – Mi turno empieza a las 7:30, así que… he venido a desayunar.

-          Entonces deberías probar los buñuelos de crema que hace mi madre. – Se giró hacia la cafetera y comenzó a servir, junto a un vaso con hielo, el café de la Agente. – Invita la casa, por ser la primera vez… y eso. – Colocó dos pequeños buñuelos rellenos de crema en un plato junto al café, y se lo sirvió de manera elegante. – Que aproveche, Jones.

-          Erika, ¿Hace falta algo por ahí? – La castaña se escabulló hacia la cocina junto a su prima, sintiendo los ojos de Jones en su espalda.

-          Oh sí, ya te digo yo que sí. – La atrajo hacia sí y la apoyó contra la pared con una sonrisa ladeada. - ¿Quién es esa chica? – Carraspeó. - ¿Quién es esa policía tan atractiva con la que hablas de forma amigable? – La castaña rodó los ojos y atrapó su mirada.

-          Es una de los policías que vinieron ayer a ver el robo. – Caminó, zafándose de su agarre. – No te montes películas.

-          Pensaba que… habías vuelto a las andadas. – Sonrió, apoyándose sobre una de las estanterías.

-          Estoy fuera del mercado. – Suspiró, pasando una mano por su cabello. – Tengo demasiadas cosas en las que pensar ahora mismo. La cafetería, mi madre, el pago de las facturas… - Siguió enumerando. – Ah, sí, y en sacarme la carrera. Que por si no lo has olvidado, estoy en la universidad. – Tragó saliva, intentando focalizarse en la cafetería, olvidando todo lo demás.

-          Por eso lo digo… que necesitas un respiro. – Colocó sus manos sobre los hombros de su prima, masajeándolos levemente. – Y hablando de respiros… Mira quién está ahí. – Alcé la vista y vi cómo Sidney entraba en el establecimiento. – Alguien te echa de menos en la uni. – Se apoyó en la barra, junto a Jones, la cual degustaba su café.

-          ¿Becca? – La pelirroja alzó la voz, captando mi atención y la de la agente, la cual se dedicó a observar la escena.

-          ¡Sid! – La castaña salió con paso rápido. - ¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Está todo bien?

-          Sí, todo bien. – Suspiró al ver a su amiga. – Sólo quería verte. – Becca sonrió, mirando a su amiga con una dulzura que no había visto antes la agente Jones, que seguía con interés la conversación. – Y… a dejarte unas cosas de la universidad. – Colocó una carpeta repleta de apuntes y algún que otro libro encima de la barra. – Llevas una semana sin pasar por clase y necesitas ponerte al día. – Colocó las manos sobre los apuntes y suspiró. – Y esto no es una opción. Es una obligación, Becs. – Alzó el ceño al ver el gesto decidido de su amiga y sonrió de lado.

-          Me tendrás por ahí antes de lo que esperas, pelirroja.

-          Y antes de que lo esperes tú misma. – Becca alzó el ceño e intentó analizar el gesto de Sidney.

-          La semana que viene tenemos examen de Anatomía General. – Rio al ver la cara desencajada de la castaña. – Ya tienes un motivo por el que ir a clase.

-          P-pero…

-          Y otra cosa más…

-          ¿¡Otra!?

-          Un café para llevar. – Becca resopló mosqueada por la actitud de Sidney y hasta Jones soltó una pequeña risa. La castaña fulminó a la agente con la mirada y se dispuso a servir ese café.

-          Pasa un buen día en la Uni, pelirroja. – Le tendió el café caliente y lo puso entre sus manos, junto a una sonrisa.

-          Alex te echa de menos. – Sidney soltó de golpe, provocando un escalofrío en la castaña. – Por si te interesa saberlo.

-          Vete. A. La. Universidad. – Se cruzó de brazos y atrapó los apuntes entre sus manos, les echó un rápido vistazo y suspiró profundamente, no pasando desapercibido para la agente que degustaba su café.

-          ¿Mucho trabajo atrasado? – Se atrevió a preguntar.

-          Demasiado. – La dueña del establecimiento ni la miró, se limitó a seguir leyendo aquellos apuntes que Sidney le había facilitado. - ¿Qué tal están los buñuelos? – Cambió de tema de manera tan radical que la agente enarcó una ceja.

-          Riquísimos. Y calóricos. – Admitió con una sonrisa.

-          Suerte que en tu trabajo lo quemarás rápido. – La castaña se aventuró a echarle un rápido vistazo a la Agente, metida en su uniforme policial. – Llegarás… tarde a trabajar. – Dijo en cuanto se dio cuenta que quizás, y solo quizás, la estaba mirando demasiado.

-          S-sí. – La Agente se sobresaltó un poco. - ¿Cuánto…?

-          Nada. – Se giró, dándole la espalda. – Como ya te he dicho antes, invita la casa.

 

 

 

La mañana de la agente no fue muy ajetreada, más bien monótona. Tramitar un par de denuncias, dar alguna que otra vuelta por la ciudad verificando que todo estuviera en orden… un accidente de última hora en la carretera principal de la ciudad en el que, afortunadamente, no había heridos. Miraba el reloj con ansia como si fuera a avanzar más rápido sólo por ello. Le gustaba su trabajo, pero no soportaba pasar horas y horas sentada. Necesitaba movimiento.

-          Jones, una pelea callejera. – Anunció su compañero, asomándose por la puerta tras colgar el teléfono.

-          Por fin, algo de acción.

 

 

-          ¿Ya están peleando otra vez? Menudos pesados. – Dejó las tazas que acababan de salir relucientes del lavaplatos y echó un rápido vistazo a la calle. Dos hombres de mediana edad, peleaban borrachos a las 3 de la tarde, no se qué del fútbol. La castaña nunca entendía que dos personas pudieran llegar a las manos discutiendo qué equipo era el mejor. Sólo sabía que aquellos dos hombres se dejaban tanto dinero, que era capaz de llegar a fin de mes sólo con lo que ellos gastaban.

-          Un día acabarán matándose. – Respondió Sarah, siguiendo la conversación de su mejor amiga.

-          Mientras lo hagan fuera de la cafetería… - Sarah la miró con un gesto de reproche.

-          ¿Qué? – Se quejó la castaña. – Dos personas que pelean por ese motivo… no me interesan para nada.

-          Parece que a ellos sí. – Sarah gesticuló, señalando con un gesto a las personas que se aproximaban. – Alguien habrá llamado para que viniesen.

-          He sido yo.

-          ¿No habías dicho que no te interesaban para nada?

-          Tampoco quiero que acaben matándose, dejan mucho dinero en la cafetería. Además, ¡espantan a los clientes!

-          Ya, claro… - El ceño de Sarah se alzó. - ¿Y esa Agente? – La castaña alzó rápida la mirada, dándose cuenta de que Jones estaba allí.

-          Es… una de las agentes que vinieron ayer a tomar los datos del robo. Y ha venido esta mañana a desayunar.

-          Qué callado te lo tenías.

-          ¿El qué?

-          Que has ligado con una Agente de policía. Y menuda agente. – La castaña rodó los ojos, ignorando a su amiga.

-          No he ligado con nadie. – Se giró, mirando a través del cristal la escena policial, donde la Agente Jones reducía sin dificultad a uno de los borrachos, mientras su compañero se llevaba al otro hacia el coche.

La castaña hubiera jurado que cruzó su mirada con la de la Agente Jones cuando ésta miró hacia delante y atravesó con sus ojos el gran cristal de la cafetería, el cual dejaba ver casi la totalidad del establecimiento. La castaña pensó, que quizá, y solo quizá, la Agente Jones era extremadamente atractiva.

-          No me importaría que me arrestara.

-          ¿Pero tú no eres hetero? – Preguntó Becca, con una sonrisa.

-          Yo por ese culo uniformado soy lo que ella quiera.

 

 

Había pasado casi una semana desde el robo en su cafetería. Becca trabajaba durante casi todo el día, compaginaba como podía la universidad y pasaba las noches estudiando. Las ojeras de su rostro cada vez eran más notorias, despertando la preocupación entre sus seres queridos y amigos más cercanos.

-          Necesitas un descanso, Becs. Vas a desfallecer si sigues así. – La castaña no daba a vasto, tenía que atender a los clientes y al mismo tiempo, ignorar los comentarios que su prima hacía sobre ella. - ¿Me estás escuchando?

-          Dos desayunos especiales en la mesa 14 y otro desayuno sin gluten para la 12. – Becca ni miró a su prima, estaba tan metida en atender a todos, que no se dio cuenta de cómo su prima la atrapó de la muñeca y tiró de ella hasta la cocina.

-          ¿Se puede saber qué haces?

-          No. ¿Se puede saber qué haces tú? – Alzó la voz, haciendo que Becca callara. – Llevas una semana sin parar, no comes bien, no duermes. – Reprochó. – Tienes un examen en dos días y tengo dudas de si vas a llegar viva hasta él. Incluso has perdido peso. ¿Acaso no puedes pensar en ti durante un segundo?

-          Tengo unas facturas que pagar. – Dijo con agresividad.

-          Yo te ayudaré a todo lo que necesites. – Atrapó su rostro y la obligó a mirarla. – Ve a casa y descansa, prepara el examen, come… ¿Vale? Olvídate de la cafetería aunque sea un puto día.

-          Pero…

-          Cállate si no quieres que te golpee con una sartén. Lo digo muy en serio.

-          Si necesitas algo, llámame.

-          Tranquila, la cafetería no se vendrá abajo porque te vayas un par de horas. – La castaña suspiró rendida. Se sentía fatigada, su ansiedad había crecido en tan solo unos pocos días, y además, sentía en su estómago una angustia que le impedía probar bocado. Había sufrido algún mareo en alguna ocasión debido al estrés y a la falta de cuidar de sí misma, pero no le importaba. Lo único que quería era que la cafetería siguiera su ritmo, para poder así pagar las facturas y hacer que su madre no se preocupara. Debía estar al día con la carrera, no podía dejarla de lado con lo que le había costado llegar hasta allí. Muchos problemas, altibajos, que no llegaron a detener nunca a la joven castaña.

Sintió de repente una punzada en el pecho, que hizo que su vista se nublara. Tuvo que apoyarse en la barra del bar y sostener su rostro entre las manos. Se sentía mareada, como que le faltaba el aire. Levantó la mirada y distinguió un uniforme de color negro que le resultaba más que familiar.

-          ¿Becca?

-          J-Jones…

-          ¿Estás bien? – La castaña trató de tomar una gran bocanada de aire, pero le resultó imposible al volver a sentir otra punzada en su pecho, y esta vez otra en la cabeza.

-          N-no estoy… segura. – Se dejó caer hacia delante cuando sintió que sus piernas la traicionaban y chocó contra el cuerpo de la Agente, que no dudó en sostenerla con fuerza.

-          ¿¡Becca!? – La voz de la Agente se perdió en el aire, estaba todo muy oscuro para Becca, quizás demasiado. Ni sus brazos ni sus piernas respondían a sus órdenes, sintió cada vez más pesadez en sus extremidades, y simplemente se dejó llevar por aquella sensación, arrastrándose a través de una oscuridad en la que, ya ni escuchaba la voz de la Agente llamándola con desesperación.


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