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'AVENGERS. Steve Rogers descubre el fanfiction por amourtenttia

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2.


Dicen que las primeras veces son momentos memorables. A veces mágicos, a veces trágicos, pero siempre memorables. Indican un punto y aparte en cada momento de la vida de una persona, y, ciertamente, Steve no era una excepción a esta regla.


Una vez que su mejor amigo y él pusieran un pie en el avión que los llevaría de regreso a New York, algo había cambiado en el ambiente que había entre ambos. En esos momentos, no existía hostilidad o recelo, pero tampoco la agradable sensación de tranquilidad que había caracterizado su relación por tanto tiempo.


Viendo hacia atrás, Steve comenzaba a darse cuenta de que la señal inequívoca de que Bucky estaba alejándose de él estuvo presente desde un primer momento, pero había sido demasiado testarudo como para tomarle importancia en ese momento.


Ese día en particular, las opciones de transporte habían sido limitadas. T'Challa no había negado ayudarles a llegar rápido, pero ni Rogers ni Barnes habían querido abusar más de la hospitalidad de aquel hombre. Tony había explicado antes que no podía mover demasiado de sus contactos para ir por ellos, puesto que tenía sus propios problemas en ese momento. Para Steve no resultó extraño que Buck estuviese de acuerdo con él con tomar un boleto de avión de regreso, con o sin escalas, ninguno tenía prisa por llegar, después de todo.


Fue muchísimo más sencillo pensarlo que hacerlo.


Por su trabajo, Steve se había acostumbrado a viajar muchísimo más rápido que cualquier persona promedio. Su viaje más largo en los últimos 4 años había sido de 6 horas. ¿Cómo pensó él que llegarían en unas pocas horas desde África hasta Estados Unidos? Eso era un total misterio, lo que era claro es que nunca consideró la posibilidad de un viaje más largo. Ni siquiera porque Buck comentó en algún momento que tendrían bastante tiempo libre antes de llegar a la Torre.


Era en esos momentos que las diferencias entre ambos hombres eran claras.


Por una parte, tenías a Steve Rogers, líder de los Avengers, un hombre que, aunque modesto, se había acostumbrado a esas "pequeñas ventajas" de trabajar con todos los gastos pagados, que iba armado con tecnología de punta, habituado a viajar de un lado a otro en cuestión de minutos...


Y luego estaba Bucky Barnes. Quien, dejando de lado el hecho de que fue el títere de una organización criminal durante décadas, había tenido que lidiar con esos "pequeños inconvenientes" de ser uno de los criminales más buscados durante los últimos dos años. Viajar sin esconder el rostro era como respirar aire fresco. Y ... Bueno, con su historial, el ser capaz de llegar desde África hasta Estados Unidos en menos de una semana era todo un jodido evento. Estaba acostumbrado a viajes largos. Cuando la organización pagaba por ese tipo de cosas, viajar en avión era habitual. Especialmente en clase turista. Con todas las escalas posibles. Con la mayor cantidad de cambios que a sus superiores se les ocurriera. Fue así que desarrolló una habilidad que le concedía el poder superior: dormir en donde se le diera la gana y, prácticamente, bajo cualquier circunstancia.


Con esto a consideración, no era realmente de sorprender que Buck fuese capaz de acomodarse en su lugar tan pronto como subieron y dormirse casi inmediatamente luego de ello. Sin decir nada. Sin advertencia alguna.


Steve recuerda ese momento claramente. Él estaba lidiando con acomodarse en su sitio junto a la ventanilla, de un lado a otro, sin éxito. Las azafatas terminaban de explicar qué hacer en casos de emergencia —explicación que tanto él como Barnes habían ignorado deliberadamente, por razones totalmente distintas—, cuando Steve se giró hacia Buck para preguntarle de nuevo cuánto era el tiempo exacto que tomaría llegar desde allí hasta su próximo destino.


Había abierto la boca un momento solo para cerrarla inmediatamente al segundo siguiente. ¡Bucky ya estaba perfectamente dormido! Así, encorvado ligeramente, con sus brazos sobre el abdomen, y una expresión casi pacífica en el rostro. Steve se preguntó momentáneamente porque no habría reclinado el asiento, hasta que lo intentó él mismo, y se dio cuenta de que, con su tamaño, era la idea más estúpida del mundo.


Entonces ahí estaba él, del otro lado del mundo, con más tiempo libre del que se habría esperado nunca, y un probable ataque de pánico porque, vamos, en esencia su plan de reconquistar a Tony era perfecto... Cuando no pensaba en ello realmente.


Y cuando lo pensaba fríamente, como había comenzado a hacer en ese momento particularmente largo y silencioso, incluso él podía observar ciertas inconsistencias en su táctica.


Tony no lo odiaba. No. Esa era una palabra muy fuerte —un término que el mismo Rogers se negaba a usar más por el shock que le provocaba, que por la certeza de la negativa en ello—, el castaño no tenía razones suficientes para hacerlo.


En opinión de Steve, por supuesto.


¿Era realmente su culpa el haber elegido a su amigo de toda la vida por encima del hombre del que, recientemente, había admitido haber estado enamorado, prácticamente, desde el primer momento? ¡Claro que no...! ¿Verdad? Cualquier hombre cuerdo elegiría la amistad por sobre el amor.


"Bros before hoes" ¿no?


Primero están los amigos...


Steve ya no estaba tan seguro de ello.


Así, con la mente hecha un lío, se atrevió a sacar el móvil del bolsillo. Uno de los primeros inventos de Shuri. Oh, bendita mujer. Steve había hablado con ella horas antes de partir junto con su hermano. En ese momento, mientras él lucía particularmente alegre por la idea de llegar pronto a casa, ella había soltado una risotada que no le había quedado muy clara en ese momento. Y que, finalmente, iba comprendiendo.


"Para la hora de la cena, estaré un paso más cerca de la persona que amo" se había atrevido a decir, con sus ojos brillando, y la sonrisa amplia en sus labios.


—¿A la hora de la cena? —repitió ella, mientras finalmente levantaba la vista de su escritorio, donde continuaba trabajando en una mejora para el traje de su hermano


Steve continuó brillando de felicidad cuando contestó:


—Claro. Voy a preguntarle si quiere tener una cita conmigo hoy mismo. Será lo primero que haga al regresar...


Está demás decir que Shuri estaba muchísimo más interesada en su particular razonamiento que en el motivo de sus suspiros; por un momento, consideró seriamente recomendar un examen neurológico completo, luego, tras pasar unos segundos, y considerando su estilo de vida, llegó a la conclusión de que todo era parte de una pequeña confusión...


Una bonita confusión.


Steve realmente esperaba llegar temprano a New York. Tomando un vuelo desde El Cairo... En clase turista... Con más de 5 escalas... ¡En medio de días festivos!


El rey tiene un humor retorcido , pensó ella, divertida.


—¿Crees que sea una buena idea?


Apenas logró entender lo que el otro dijo, puesto que no había puesto atención a nada de lo que había dicho antes. Lo miró fijo por segundos, lo observó atentamente... Entonces estalló en risas por unos momentos.


—Oh, Capitán... Es realmente algo único de ver—dijo


Steve no se molestó en explicar su perfecto plan de nuevo, dado que consideró que no valdría la pena tener una segunda opinión de alguien que apenas y habría escuchado hablar sobre su objeto de adoración.


Luego Shuri abrió uno de los cajones de su escritorio, rebuscó un poco entre éstos, y finalmente extendió un aparato bastante parecido a un teléfono móvil de última generación.


Cuando Steve lo observó bien, no pudo evitar recordar ese último modelo que continuaba apareciendo en comerciales por todos lados.


Ni siquiera T'Challa podía sacar los anuncios de Apple de la internet en sus dominios.


—Necesitarás esto. Será perfecto para el viaje—explicó ella, al entregárselo— Lo diseñé especialmente para librarme de las interferencias de los vuelos, podrás enviar mensajes o hacer llamadas, si prefieres, sin ningún inconveniente. Y la conexión en línea es incomparable...—comentó esto último lentamente, casi como si repasara cada sílaba.


Steve no ignoró el hecho de su forma de referirse a Internet. Se había vuelto un detalle particular en ella desde que él había confundido meses antes algún comentario suyo. Nunca se libró. Ella disfrutaba demasiado ese... ¿Cuál era la palabra que había usado Shuri? ¿Bulleing? —o lo-que-fuere, pensó Steve— en él.


—Gracias, Shuri —respondió él, cortés... Ella en cambio, no borró la particular sonrisa


Estando allí, en el avión, rumbo a la oportunidad con la que estuvo soñando, comprendió finalmente el brillo malicioso en los ojos de la chica, y el por qué había estado riendo tan discretamente mientras él salía de su laboratorio.


Primero pensó seriamente en realizar una llamada. Desechó casi inmediatamente la idea, por el simple hecho de que estaba demasiado nervioso como para hablar correctamente.


Se sintió como volver a ver a Peggy por primera vez.


Pequeño. Sin chiste. Sin completo control sobre sus emociones.


Y totalmente cautivado por una fuerte persona que, ciertamente, no parecía estar buscando acompañante de ninguna clase.


"Hey Tons... Soy Steve... Y yo... Estoy demasiado contento porque me des una segunda oportunidad. No te arrepentirás"


Negó con la cabeza.


"Muero por verte"


Borró al instante.


"Te extraño demasiado"


¿Era eso muy necesitado?


"Quisiera poder dormir ahora, y despertar a tu lado"


De acuerdo, fue demasiado cursi...


Aunque, quizá algo así podría funcionar.


"No puedo esperar por verte, y reparar mis errores. Si tu me das oportunidad, claro. Creo que hoy estoy un paso más cerca de recuperarte. ¿Es demasiado estúpido?"


No lo pensó dos veces. Porque, ¿qué clase de mensaje sincero sería si lo pensara demasiado? Tony lo amaría así, tal cual lo había enviado...


O quizá lo odiaría por ser tan cursi, estúpido y necesitado.


No había forma de saberlo con certeza.


—Esto es estúpido—murmuró para sí, mientras lo minutos pasaban, sin recibir respuesta.


Sabía, de antemano, que Tony raramente reparaba en mensajes de texto.


Incluso llegó a pensar que Shuri lo había estafado, que la señal era insuficiente, o que, por error, habría escrito mal el número que había memorizado desde hace años.


¿Y si cambió de número de teléfono?


Esa era una posibilidad.


"Estúpido. Debiste confirmar que era él, por lo menos" pensó.


Tras casi 15 largos minutos de silencio y remordimiento, una sola línea apareció en la respuesta.


¿Quién eres?


Steve estuvo a un paso de ponerse de pie, alcanzar la puerta, y saltar del avión sin importarle nada que estuvieran en pleno vuelo.


"¡CÓMO SE ME PUDO OLVIDAR DECIRLE QUE ERA YO!"


No volvió a enviar ningún mensaje desde ese teléfono. La vergüenza era demasiada como para hacerlo.


A su lado, Buck se removió en el asiento, acomodándose mejor, sin parecer ni un solo momento a punto de perder esa aura de tranquilidad que le venía rodeando desde hace rato.


Steve, enfurruñado, deseó ser él por ese momento.


Un deseo que le iría acompañando los días siguientes... Hasta que aceptara que no había remedio alguno.


Porque lo que estaba por mirar esa noche en particular, cambiaría su vida para siempre.


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