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Recordar como volver. por momu

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Celf a quien el jefe le había pedido aparentar vigilarlo y custodiarlo permitiéndole escapar con relativa facilidad y después, seguirlo y asegurarse de que cuando William no llegará al muelle Oliver no escapara, no se había percatado tampoco del improvisado plan del más pequeño y se bebió toda la taza sin desconfiar.

Pasados apenas 10 minutos el guardaespaldas se desvaneció sobre la silla de la sala completamente dormido.

Sin perder tiempo Oliver abandonó el hotel apenas el reloj marcó las 4:30

Tomo el metro a pocas cuadras del zócalo que lo dejó en los arrabales a las 5 en punto.

Camino poco más de 20 minutos hasta tomar un autobús pesquero.

Sobre las 6 de la mañana el transporte recorría casi completamente vacío los límites de la costa, una carretera solitaria entre la tierra y el mar, aún el sol se ocultaba detrás del horizonte pero el húmedo calor mantenia templado el ambiente.

Al fin a las 6:45 el autobús llegó a su última parada, punta roja. El amanecer estaba a punto de comenzar. Oliver se dirigió hasta llegar al muelle que aún se hallaba iluminado por los faros. Caminó hasta llegar al final donde la brisa le mojó las mejillas, cuando al fin tocó la madera del barandal corroído por la sal, sintió una profunda tranquilidad. Había llegado justo a tiempo, justo a recibir los primeros rayos solares que al asomarse iluminaron la punta del faro.

Se halló allí solo, sentado sobre la baranda, meciendo sus pies en el aire como un niño en verano, recibiendo el viento del océano en las espalda, el sol que comenzó tibio y débil se acentuó hasta sonrojarle sutilmente los hombros, las aves volaron el alto cielo graznando y piando.

No importó el tiempo ni la multitud que a medio dia acaparó la explanada larga y amplia del muelle, los vendedores que uno a uno ocuparon las esquinas vendiendo helado, los niños jugando con cometas y los salvavidas vigilantes en las casetas, atento y concentrado Oliver lo busco cada vez, sin perder la paciencia ni la esperanza. Él sabía que William llegaría, no importaba la hora realmente, solo que él llegaría.

El sol recorrió el azul inmenso poco a poco, de las 3 a las 4, de las 4 a las 6. Después de que el sol metiera su último haz de luz la gente poco a poco comenzó a abandonar el lugar, los comercios desaparecieron uno a uno, y los faros que adornaban todo el muelle se encendieron.

Creyó por un momento que el cobijo de la noche era mucho más tranquilizador, mucho más propicio para su encuentro.

--Buenas Noches, ¿se le ofrece algo? Estoy por marcharme -- dijo el guardia de la caseta que vigilaba el lugar antes de marcharse.

--Para nada, gracias... -- respondió el pequeño y vio alejarse al viejo hombre por el piso de madera hasta perderse en la distancia.

El faro iluminaba intermitente cada 4 segundos la profunda oscuridad que provenía del mar, con temor ya, Oliver dejó de mirar la hora en el reloj de la plaza pasadas las 10 de la noche y se dedicó a perder su mirada en la inmensa nada de las olas.

Sin embargo cuando el reloj marcó las 12 de la medianoche la campana proveniente de la iglesia no pudo ser ignorada, Oliver se giró mordiéndose los labios y arrancandoce poco a poco los pellejitos de los dedos.
Se le formó un angustioso nudo en la garganta, la respiración dificultosa solo lo fastidiaba más. Sacudió la cabeza y se talló los ojos recorriendo de mal humor el largo pasillo del muelle hasta llegar a la plaza, dio varias vueltas hasta que las 12 campanadas cesaron al fin.
Retorno el camino de vuelta sobre el muelle hasta llegar al final y trago saliva.

--"Llegaste tan tarde aquella vez en el aeropuerto, estaba tan molesto y aun asi llegaste tan tranquilo al departamento" -- dijo en voz alta riendo nerviosamente, intentando convencerse de que hubo de retrasarse en su camino, por cualquier cosa, por algún percance y en lugar de tender hacia la tristeza se sentía cada vez más molesto.

La noche se enfrió pasada la 1 de la madrugada, Oliver se quedó nuevamente mirando el mar como si el tiempo ya hubiera dejado de correr. A ese punto no sabía realmente qué hacer, miraba esa extremosa y fría oscuridad y por instantes deseaba que lo absorbiera por completo.

Pensó que había llegado hasta ese punto cegado por un sentimiento que desde un principio lo había hecho cometer error tras error, lo había vuelto tan esupido y vulnerable. Había creído con certeza que William llegaría, que ni siquiera había planeado que haría si no lo hacía, había creído tan fielmente que realmente lo amaba que ahí solo en la negra noche se sintió tan miserable.
 Descanso la frente sobre el barandal y respiro con dificultad, el dolor que sentía en el pecho parecía el de una patada olímpica.
No tardó en arrepentirse profundamente de su plan, de repetirse lo estupido que había sido al creer que William llegaría, que seguramente este último habia estado más que aliviado de que él desapareciera, que seguramente Mailo no habría tardado en aparecer para consolarlo, y que posiblemente al leer su carta habría pensado lo enfermo que todo parecía, lo complicado y peligroso.

Una mano se posó sobre su hombro cálido y suave, no sintió el asqueroso repudio de estos últimos días al contacto humano. Posiblemente más por la desolación que por otra cosa.

En un minúsculo lapso pudo imaginarse la cara de William con una suave y tierna sonrisa, una mirada comprensiva y cálida.

Y aunque pocos minutos le habían bastado para despojarse de cualquier esperanza y hasta llegar a odiar ingenuamente a William por haberlo dejado plantado y preferir a Mailo, no pudo evitar que su corazón se acelerara de tal forma que sintió la adrenalina correr por su cuerpo, tosio desahogando el nudo que asediaba su garganta. Se giró lento para encontrar esos profundos ojos, liberando toda la angustia y desesperación que su retraso le había provocado.

Sin embargo apenas sus ojos cruzaron con los de Celf sintio su corazon romperse dolorosamente, nego con el ceño fruncido y parpadeo varias veces para detener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. 
Celf arremetió contra él un porrazo que lo noqueo temporalmente hasta que estuvo ya en el auto
--Espero que puedas darle una explicación justa al jefe de esta aventura, de lo contrario prolongara tu tortura hasta que hables. Dante no esta bien como ya te habrás percatado, te sugiero que no vuelvas a intentar una estupidez como esta-- dijo Celf con severidad mientras manejaba de vuelta al hotel
Oliver ni siquiera pudo pronunciar una sola palabra, cerró los ojos recargando la cabeza en el asiento, aparentaba con empeño su actuación indiferente e irritada, con desinterés de lo que había ocurrido, aún así, era casi imposible esconder lo herido que se sentia y por eso Celf nisiquiera insistió, condujo de vuelta hasta llegar nuevamente al hotel del zócalo.

Como había prometido Dante arribó al cuarto temprano enterado ya de lo ocurrido el día anterior. 
--Encontraron tu celular en un basurero. ¿Continuaras negando que tuviste algo que ver con la fuga de Travis? -- cuestiono Dante acercándose a Oliver que había permanecido sentado en el balcón desde su huida hacia unas horas. 
--No ha hecho más que permanecer sentado ahí desde que lo recogí-- explicó Celf.

--Si -- al fin el más bajito halló respuesta a la pregunta del jefe. -- Travis se marchó, pero yo insistí en que me avisara cuando decidiera irse, por ello me envió ese mensaje, aún repito que no se donde pudo haber ido, planee escapar al mismo tiempo que él porque sabía que te pondrías como loco al no encontrarlo, me quedaria algunos días en donde me encontraste y después tomaría una embarcación para escapar ayer en punta roja donde Celf me encontró... -- trago saliva pero continuó firme en su relato aunque eso último lo había inventado, más por vergüenza ajena que por temor a represalias  -- pero eso ya quedó atrás... ya no tengo más que decir, tampoco a donde ir realmente -- se giró parcialmente en la silla y miró a Dante fijamente -- me rindo, estoy resignado a quedarme para siempre contigo -- finalizó convincente. 

-- Me alegra que recapacitaras, tu y yo sabemos muy bien que nadie tiene intenciones de venir a buscarte, ese sujeto al que llamas novio ni siquiera a hecho un intento por encontrarte o seguirte, al parecer, según mis investigaciones, a aceptado tranquilamente que te marcharas, incluso se a mudado de su antigua casa -- explicó Dante con seguridad, Oliver simplemente intentaba ignorarlo sabía que las palabras de Dante eran afiladas y peligrosas -- ¿Estas seguro de que te amaba? -- lanzó la pregunta al aire y le entregó un sobre amarillo mostaza.
--¿Que es esto? --preguntó el más bajo y sacó de él algunas fotografías. En ellas estaba William y Mailo en lo que parecía ser un salón de la universidad, apenas se lograba apreciar el contexto pero estaban descaradamente cerca, en la serie de casi 20 fotos se podían ver besándose, ambos sentados en una mesa,  Mailo desnudo a horcajadas de William y otras cuantas poses parecidas. 
Oliver se sintió tan traicionado y herido que la ira propició un temblor esporádico en su labio inferior que se difundió hasta sus manos, desgarró el papel conteniendo un profundo dolor, los ojos en llamas los cerró largos segundos y después tragó saliva para poder hablar. 
--Parece que se divierte en tu ausencia.... -- añadió Dante con su lengua serpenteante.
Oliver de espaldas al más alto, no podía ni siquiera darle la cara temiendo perder la compostura, después aventó a los pies del jefe todas las fotos. Su actitud forzada era tan altanera que Dante rió suavemente por lo bajo. 
--Se que crees que soy un hijo de puta y lo soy, pero sabes bien que nunca lo he intentado ocultar, ese juguetito tuyo te ha contado una jodida biblia de mentiras, porque debes entender que nadie en este mundo es capaz de dar más de lo que recibe. -- hablo Dante con calma y firmeza. Oliver sentía una ira creciente que solo pudo contener mordiéndose la lengua. 
En ese momento un subordinado angustiado entró por la puerta de la habitación alertando al más alto. 
--¡Jefe! es Miranda, ha desmantelado BOBALU por completo... -- dijo y Dante respiró profundamente, con un fastidio irrebasable, rechino los dientes pero se contuvo. 

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