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BruAbba week /Eugenialovest/ por eugenialovest

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Los demonios, criaturas verdaderamente asquerosas que aparecieron hace unos 100 años, cuando una grieta roja en mitad del cielo se abrió. Entraron como si de su casa se tratase, sin importarle un comino nada, matando a todo lo que encuentren en su paso y bebiendo su alma. Se alimentaban de todo a su paso, de cada suplica transmitida por sus víctimas, de cada despedida que se daban las parejas. Antes de saber que uno de ellos morirían a su paso, del miedo que le tenían  pues en ese momento, ninguna persona sabia como defenderse.

Criaturas con un poder sobrehumano, que obligaron a los propios humanos  a vivir escondidos en las bases militares más protegidas del mundo, con eso basta para informar que solo una pequeña porción de personas lograron la salvación y no hubo selección, el que llegaba a la base era bienvenido.

 

Tardaron demasiados años para desarrollar los métodos necesarios para defenderse, para ahuyentar a cada alimaña de ese estilo. Tenían la suerte de su lado, la mínima esperanza pues un científico de nombre Speedwagon contribuyó de grandes aportes, sobre todo cuando capturaron de mera suerte a uno de ellos y lo utilizaron  de experimento.

Los métodos de protección eran utilizar la mayor cantidad de luz artificial, eso parecía cegarlos un poco, si llegabas algo de sangre arriba tuyo podían confundirte con un muerto siempre y cuando tu finjas ser uno, no saben la diferencia entre alguien vivo o muerto si no es por su olor. Debes de usar  balas de plata si quieres hacerles un mínimo de daño para alejarlos pero, la forma más efectiva de matarlos es cortando sus alas, estas son como sus corazones.

 

Al adquirir todos esos conocimientos se desarrolló la academia, la cual reuniendo toda la información de tantos años de investigación,  lograba enseñar a sus alumnos todo al respecto de los demonios, como ganarles, tácticas para alejarlos si tú estabas herido o si un compañero tuyo lo estaba, formas de curación ante sus heridas a causa de sus garras afiladas como cuchillos  o saliva que generaba una especie de ácido cuando hacía contacto con la piel humana.

 

Abbacchio, fiel cazador de demonios oriundo de Italia  y el mejor de su promoción según los altos mandos, consiguió aquel título tan  deseado  por todos los aspirantes en su cuarto año de la academia, un record pues esta tiende a durar unos siete años y muy pocos ganan su título antes.

Su talento era increíble, ese sentido de orientación y percepción del terreno como de quienes se encontraban cerca de él, la capacidad para encontrar a los asquerosos demonios como solía  llamarlos. Otra de las formas era decirle alimañas sin corazón ni raciocinio, seres  que según él eran incapaces de sentir, pensar, vivir entre la gente capaz de aportar algo bueno a la humanidad, pues su color era tan negro como el ébano.

 

Se encontraba en una encrucijada, debían exterminar a todos los demonios que se encontrasen en el extremo noreste, para poder habilitarlo para la vivienda, querían conseguir aún más territorio, la gente lo necesitaba y si para eso se debían de hacer misiones lo harían con tal de ver bien a las futuras generaciones.

 

— ¡Líder Abbacchio! Mista nos ha informado que vienen por la izquierda, será mejor que nos preparemos para pelear o encontrar una forma de vencerlos — Hablo el cadete por el número 3 en su chaqueta.

 

— Entiendo, dile que atacaremos pues tenemos las balas suficientes, si vemos que son más de seis nos moveremos como carnada, para la tropa que se encuentra en la derecha ¿Entendido? — Habló con total seriedad a la vez que analizaba el sitio.

 

— ¡Lo comprendo! Ahora le informo — Prendió su dispositivo para avisarle a Mista, el cual se encontraba en el otro extremo — El líder Abbacchio nos dio la orden para atacar, si no vienen nos iremos a la derecha, con el grupo liderado por Narancia.

 

— Lo entiendo cadete 3, puedo mandarte a número cinco y seis por si las cosas se ponen feas, yo estoy muy bien atendiendo a los que están aquí — Se oía como de lejos disparaba mientras hablaba al mismo tiempo — Puedo encargarme de estos, son de bajo rango pero creo que los que vendrán son del alto rango, les sugiero precaución.

 

— Puedes enviar a número cinco y seis si gustas, Abbacchio esta con el cadete Moody Blues  y conmigo, somos tres así que no nos vendría mal una ayuda.

 

— Esta bien, ahora mismo los enviaré a su ubicación, si termino todo a tiempo cubriré la otra parte que me falta e iré con ustedes a defender el territorio — Se oyeron tres disparos y explosiones — Lo siento, ya he matado como a tres, los de bajo rango caen como mosquitos.

 

— Suerte en eso líder Mista, confiamos que podrá realizarlo a tiempo — Corto con el dispositivo viendo a Abbacchio — Nos ha dicho que esta con los del bajo nivel y que enviará a número cinco y seis con nosotros, si termina temprano vendrá con los otros cadetes.

 

— Bien, en ese caso hay que estar alerta, si Mista está con los de baja clase es porque han enviado a más fuertes por nosotros — Suspiro cansado, sería una larga noche de pelea sin parar.

 

Cada líder, de cada división contaban con sus respectivos cadetes, estos eran libre de elegir su propio nombre clave. Mientras que los lideres usaban en suyo propio para diferenciarse de los cadetes, algunas divisiones contaban con más de uno pues debían abarcar más terreno, mientras que otros lo tenían reducido por tener menos espacio o más habilidad para el combate, igual de todas formas más de una vez se enviaban a los cadetes como refuerzos para algunas zonas, como estaba ocurriendo allí mismo con Abbacchio y el cadete 3.

 

— Abbacchio — Se acercó Moody blues a la escena — Ya los oigo venir, vienen por allí — Señalo el sitio — Si mis cálculos no son malos son como 3, dos fuertes y uno — Hizo una pausa — Uno clase S

 

— ¡¿Clase S?!  — Grito 3 siendo tapado por la mano de Abbacchio.

 

— Yo me voy a encargar del S, tengo los métodos necesarios para eso, quiero que ustedes dos luchen con los más fuertes o lo entretengan mientras llegan 5 y 6 ¿Entendieron? No quiero oír un no de su parte, ya son cadetes experimentados.

 

 

Cadete número 3 se dirigió para el sitio determinado. En el cual Abbacchio lo mandó, él por su parte tomó las riendas, de los ataques qué vendrían una y otra vez de forma sorpresiva, casi que él podía sentir el viento. Mezclado con el horrible aroma de esas bestias, sus ansias de exterminar crecían una y otra vez, al ritmo del tictac del reloj.

 

En otro lado, más en específico en un gran castillo de construcción lúgubre, colores opacos, ventadas cubiertas por grandes cortinas, esculturas de animales y rejas que lo tapaban todo, al igual que unos guardias que custodiaban.

Un hombre de gran porte duro, mirada seria y fría tanto que podía dejarte congelado, era el rey demonio llamado Diavolo, con sus alas gigantes negras, el cabello alborotado rosa con negro, ropa con cadenas bastante demostrativa, pues a los demonios, no les importaba mostrar piel, al lado suyo arrodillado y en poca ropa se veía un humano temblando de miedo, de aspecto sumamente débil con la mirada asustadiza, a todo lo que lo rodeaba, pero eso no era todo lo único que se encontraba en aquella mansión.

 

En frente del Rey demonio anteriormente descripto, podía verse un joven con el cabello corto ropa blanca y unas alas de un precioso negro, mezclado con gris oscuro. Se trataba del líder de la división más prometedora de los demonios, se llamaba Bruno Bucciarati. De unos 400 años de edad, quizás uno de los más cercanos y confiables del Rey.

 

—Bruno, quiero que vayas a destruir a un hombre se llama Abbacchio, según nuestros espías él ha matado a demasiados demonios de nuestro reino, es una vil amenaza asquerosa y repugnante, me genera demasiada vergüenza que los que envié, anteriormente no se hicieran cargo, ve a destruirlo si ves a sus compañeros también asesínalos, escorias como esas no pueden vivir, arruinan nuestro poderío.

 

Mientras hablaba con tal ira en su interior, el vaso que reposaba en sus manos con vino tinto, por el apretar tanto clavando esas uñas afiladas se rompió. Asusto demasiado al chico humano, este pego un sonoro grito, que causo la gracia del demonio, el cual no tardo en tomarlo para acariciarle. Como si fuera una mascota, aunque sí lo era, una sexual con la que se desquitaba todas las noches.

 

— ¿Ves Bruno?, así se tratan a los humanos, como seres que no valen más para satisfacer los deseos carnales, Doppio tú no eres más que una perra con la que me acuesto cada noche — Se burló del pequeño chico que bajaba su visión con demasiada vergüenza en su ser.

 

 —Lo entiendo jefe, los humanos no deben de vivir en el reino, que fue ahora tomado por nosotros, seres de una raza superiora — tomó la mano de su jefe besándole, dejando en claro su disposición con respecto a la misión  — sus órdenes son aceptadas ¿llevo mi división? Serán de demasiada ayuda — Alego mirando con respeto a Diavolo.

 

—Adelante lleva Fugo y Giorno, me agradan como guerreros, lo he visto pelear en el área de entrenamiento si las cosas siguen así, no dudes que en algún momento los pondré como líderes también,  si quieres también llevar a mi hija te autorizó pero dudo sirva de algo, recuerda que es mitad humana ¿Verdad Doppio? Fue divertido cuando experimentamos contigo.

 

— Trish… — Murmuro Doppio mirando suplicante al hombre.

 

— ¿Quieres verla verdad? — Vio como asintió el chico — ¿Hace cuánto no la vez?

 

— Seis años — Murmuro bajito, con miedo a ser golpeado.

 

— ¿Seis años te parece mucho? — Vio como el ajeno asintió — Pues que lo parezca, aun  no pasan los suficientes, Trish le falta madurar como demonio.

 

— Pero yo…. — No pudo terminar de hablar que recibió un golpe.

 

— No hables si no tienes el maldito permiso, no eres más que una escoria que pario a un semi demonio — Le dio una patada en el vientre — Aprende a darme mejores hijos.

 

El joven grito de dolor pero fue ignorado, dejado en el piso para que los otros dos hombres siguiesen hablando de su cometido.

 

— De acuerdo iré y también por las armas de sangre son las mejores para estos casos — Ignoro completamente la escena de recién, no le importaba en lo absoluto — Con su permiso me retiro señor.

 

— bien ya te puedes retirar Bruno confío en ti — Dejo que  el otro se vaya, miro a Doppio y suspiro  — No puedo demostrar mi amor por ti, delante de mis súbditos nunca — Posterior a eso le dio un beso — Te amo, aun si eres un humano, pues eres aquel destinado que se nos otorga una vez en la vida. — Todo aquello susurrando para que Bruno no lo oiga.

 

Hubo un gran silencio, Doppio amaba a aquel hombre aun si este lo torturaba, pues en las oscuridades de la noche. Sus manos lo rodeaban con amor, con cariño recorriendo aquel cuerpo lleno de cicatrices, Doppio no sabía si realmente era amado o solamente utilizado, un sentimiento ambivalente de amor y desamor. Pues el romántico sufre, llora, grita pero ama con locura.

 

Con toda su elegancia Bruno se fue de allí y se dirigió a la habitación de ambos compañeros suyos, al entrar observó a Fugo,  leyendo uno de sus tantos libros y a Giorno prensando  unas flores en un libro. Ambos realizando aquellas actividades de ocio, que tanto disfrutaban realizar, se percataron a los pocos segundos de que Bruno estaba allí. Al hacerlo cada uno dejó el descanso para brindarle la debida atención que necesitaba,  eran demasiado respetuosos con él, pues  su relación data de cuando aquellos dos,  consiguieron su maduración demoniaca. Al conseguirlo mediante un ritual que se realizaba cuando ellos cumplían 50 años.

 

Un superior en este caso Bruno les da de beber, por primera vez sangre demoniaca al hacerlo rápidamente adquieren las habilidades, bloqueadas por el rey demonio con la intención de prevenir que los más jóvenes. Por no controlar bien sus poderes se desaten y terminen destruyendo todo a su paso, cuando bebieron la sangre juraron serle fiel a Bruno y trabajar en su división, siguiendo cada una de sus órdenes con la valentía y la labor a flor de piel, estando cada vez más emocionados con la idea de ser útiles, de sentir el viento mezclado con adrenalina de no saber, si esos humanos serían capaces o no de hacerles una herida. Pues nunca habían perdido una misión y aquello le brindaba confianza, Bruno les daba aquella seguridad que tanto deseaban, en aquel mundo tan competitivo en donde, si eras fuerte triunfabas sobre todos.

 

— ¿Hay alguna nueva misión? — Hablo Fugo ordenando sus libros, era el más centrado de los dos — Si es así, encontré nuevas formas de como matar a los humanos, pude averiguar lo que solicitaste.

 

— En efecto, hay una nueva misión, será de mucha ayuda aquello — Suspiro para poner en la mesa una hoja grande, comenzó a marcar cosas en ella— Nuestro objetivo tiene por nombre Abbacchio, es el líder una división.

 

— ¿Solo uno? — Murmuro Giorno extrañado, pues no era normal tomar solo a un humano, generalmente se buscaban los escuadrones, en resumen matanza en masa.

 

— Si, solamente uno pero alguien totalmente fuera de sí mismo, solo hay que leer los informes que nos dieron los vigilantes, él tiene un gran control de las pistolas y las armas, una destreza para percatarse de nuestros olores y ruidos, debemos de ser cuidadosos cuando vayamos — Expreso de forma seria marcando más cosas.

 

— Entiendo, entonces seremos tres contra uno ¿Verdad? Conozco una maniobra para esos casos.

 

— Negativo Fugo, ustedes no tienen la suficiente fuerza para enfrentarse, prefiero que  se encarguen de sus compañeros, me van a dejar a ese hombre para mí solo ¿Entienden?

 

— Entendemos ¿Ya tienes los papeles de quiénes son? — Pregunto el rubio con aquella posición de pensante.

 

En eso de la ventana entro un murciélago, los espías eran los vampiros, fieles compañeros de los demonios pues ambos se beneficiaban de todo y cada uno de los humanos muertos, además de que el rey vampiro era un gran amigo de Diavolo, ambos se habían dividido el mundo.

El vampiro que apareció se transformó en su cuerpo de hombre, dejando el sobre con toda la información, antes de irse hizo una reverencia y se fue por el mismo sitio por donde entro.

 

— Parece ser que tu padre te escucho Giorno — Bromeo levemente viendo al vampiro, pues Giorno era mitad vampiro con demonio — Veamos, aquí dice que son dos líderes más, uno es un chico que maneja las fuerzas aéreas y el otro maneja solo el sector norte derecho. Al parecer el que maneja las fuerzas aéreas no tiene cadetes de apoyo, el del norte derecho posee seis a su disposición y Abbacchio solo uno.

 

— No me menciones a mi padre, es un idiota — Suspiro para escuchar a Bruno — Yo puedo ir por el del norte derecho, se me hace sencillo luchar con varios a la vez.

 

— No me molesta ir por el de las fuerzas aéreas, ya he luchado una vez con uno de ellos, puedo esquivar bien esos ataques, luego meterme dentro del avión para matarlos es fácil.

 

— Perfecto, entonces quedamos de esa forma, alístense pues iremos ahora mismo es una misión de emergencia y vayan por las armas de sangre, ya pedí autorización del jefe para usarlas.

 

— ¿Armas de sangre? Se ve que quieres un trabajo más rápido, bien por mí, hace mucho deseaba usar a Gold experience.

 

— Supongo que Purple Haze me espera, deberé pulirle un poco, no vaya a ser que este algo oxidada.

 

— Vayan por ellas, luego nos encontraremos en la salida A — Bruno se despidió de ellos recibiendo un saludo de ambos.

 

Maldecía en su cabeza una y otra vez, se encontraba sin habla en su interior incrédulo de que Abbacchio, aquel líder que conoció en una de sus misiones quisieran ejecutarlo de esa horrible forma, Bruno no deseaba para nada esa matanza pero debía fingir demencia y demostrar que lo haría aunque realmente ayudase al albino, no prometía nada sobre sus compañeros pero a él si lo necesitaba vivo, por muchas razones.

 

Todo se remonta al pasado. Unos cinco años antes de  la época actual, cuando me encontraba recorriendo los bastos bosques de campo de batalla, matando a diestra y siniestra lo que encontraba. Obviamente hablo de aquellos humanos, no obstante mi nariz percibió un aroma atrayente, uno que nunca en su sano juicio había percibido. Conocía las múltiples leyendas que consolidaban a los demonios y una de ellas tiene que ver con las almas gemelas.

 

Relatan los historiadores que los ángeles en mitad de una pelea castigaron a los demonios, dándole un mínimo de buen juicio y con ello la venía incluido la capacidad de poder amar genuinamente, no solamente el amorío del poder que es exactamente lo que buscan los demonios a la hora de reproducirse y darse en lujo de tener hijos poderosos. En esos momentos únicamente los elegidos cambiaron su mentalidad cuando hallaron a sus amados, era aleatorio y podría tratarse de cualquier especie. Como ocurrió con Jonathan Joestar, aquel demonio que se enamoró de un vampiro, aunque no cualquier vampiro sino el rey de ellos, por ende los ángeles indirectamente firmaron su sentencia cuando aquello ocurrió y lo demás ya es historia.

 

Sabiendo aquello, en esos momentos pude saber que ese olor era el de mi alma gemela, su ser me estaba llamando y yo debía ir, no importaba si era un demonio, vampiro, ángel, lo que fuese… Pero al llegar vi a un humano.  Uno que era la visión de los que yo si consideraba atractivo pero no solo eso sino que vi su fuerza, estaba arrancando con sus propias manos la alas de un demonio, al terminar me acerque lentamente, él se puso obviamente en guardia pero al verme a los ojos quedo mudo.

 

— ¿No vas a atacar? — Pregunte mirándole fijamente sin repuestas — ¿Sientes lo mismo que yo? Como es que nuestros sentidos nos llaman, nos atraen como si fueran egoístas con nosotros mismos.

 

— Es extraño, mi instinto de cazador pega gritos de que quiero matarte, por tu raza por ser quien eres pero mi mente me para al instante, me frena porque hay algo de ti que no puedo ignorar.

 

— Somos  almas gemelas Abbacchio, almas que fueron unidas de forma genuina sin importar nuestra naturaleza, los ángeles quieren que estemos juntos, aquellos mensajeros del amor ven algo que para nosotros es ciego.

 

— ¿Cómo es aquello? No lo entiendo demonio, como esos seres mitológicos desean unirnos, si no somos nada más que enemigos — Se veía como el cazador se encontraba confundido.

 

— Ellos ven  lazos en nosotros, cuando dos seres se complementan se forman lazos que unen sus corazones — Mencione para acercarme a él, tome su mano y la coloque en mi corazón — ¿Acaso no sientes la calidez? Los demonios no tenemos corazón, solo aparece cuando el alma gemela nos llama.

 

— ¿Yo te he llamado? — Pregunto curioso, cerrando los ojos  para concentrarse — Lo siento y sé que es verdad que ustedes no tienen corazón, jamás lo tuvieron pues su motor de vida son sus alas.

 

— Estás en lo correcto, ahora que sabes esto ¿Quieres matarme? — Vi como negó, su visión concentrada en mi era seria, intentaba analizarme y yo me estaba dejando — Mírame lo que quieras, no puedo hacerte daño.

 

— No tengo ansias de sangre en ti, si somos almas gemelas eso significa una cosa ¿Verdad? Si uno muere el otro también, eso he oído de mis compañeros — Comento sentándose en el pasto.

 

— Sabias sobre almas gemelas, solo querías probarme supongo que eres precavido — Me senté delante suyo asintiendo — Si uno muere el otro también, prometo no morirme tan rápido si eso te preocupa — Lo escuche reírse levemente — No veo tan descabellado ser el alma gemela de un cazador.

 

— ¿No lo ves?  No entiendo del todo esto, pero si no puedo matarte al menos quiero hacer el intento de llevarme bien con el que podría ser mi verdugo.

 

— Entiendo señor amargado, yo no soy alguien sanguinario a diferencia suya, ni si quiera estoy de acuerdo con matar gente inocente.

 

— ¿No lo estás? Eres un demonio, su especie llego para destruirnos ocupando nuestro lugar como habitantes de este mundo, no les importo  nada — Escupió con total veneno.

 

— No voy a discutir que mis antepasados vinieron aquí por ello, pero ustedes en vez de intentar  resolver algo matan a los nuestros, después de todo no hay villanos si ambos lados se odian a  morir, es por ello que tengo un plan.

 

— No puedo creer que este oyendo como un demonio no quiere matar, es inverosímil — Suspiro para acomodarse en el tronco.

 

— No estoy mintiendo, Abbacchio — Me pare para explicar mejor las cosas — Voy a convertirme en el próximo rey, soy la mejor opción para cuando Diavolo se retire y cuando eso pase intentaré hablar con ustedes.

 

— Si es así, no dudes en contar con mi apoyo — Sonrió levemente apoyando a su idea — Me gusta saber que mi alma gemela no es un demente mata humanos.

 

— Oh no querido, solo mato humanos si ellos mismos quieren arremeter contra mío o de mis compañeros, aunque realmente prefiero dañarlos más que matarlos.

 

Fue allí como mi alma gemela y yo hemos estado viéndonos cada vez que podemos, compartiendo momentos increíbles mientras hablábamos de nosotros mismos, de nuestras especies, de las cosas mínimas que nosotros hacíamos pero que para el otro valían oro, el saber que comida le gustaba o si dormía bien. Minimalistas datos que ayudaban a una bonita convivencia.

 

Estuve en su crecimiento como cazador de demonios, lo conocí cuando tenía 17 años y era apenas un novato que sabía las reglas de los demonios, como matarlos pero no conocía de buenas estrategias, del olfato que era primordial pues nosotros los demonios olíamos a ciertas cosas que los humanos con verdadero esfuerzo podían llegar a percibir si se esforzaban. Yo le mostré nuestras debilidades como por ejemplo el tema de golpearnos de lleno la espalda, aquello nos lastimaba demasiado pues como se dijo antes allí está cerca de nuestro corazón, también le mostré nuestras formas de vencer humanos, como prevenirse si uno de esos ataques le venía.

 

Aunque, eso no era todo también nos montábamos escenas como de los libros de antes de esta guerra, juntos hicimos un día de campo ignorando que seguramente cerca de nosotros se estén matando nuestros compañeros. Siempre fuimos unos egoístas queriendo vivir la vida de unos enamorados de la época antigua, sin preocupación, sin miedos, solo él y yo siendo como somos, un par de enamorados queriendo vivir su maldita vida, compartiendo besos, tomadas de manos, mirando las estrellas, sintiendo nuestras palabras de amor a flor de piel, siendo unos enamorados aunque el enamoradizo siempre sufra, para nosotros siempre ama, vive, crea, siente.

 

Ambos nos sentíamos los Romeo y Julieta de nuestra época, ambos  llegando de forma cuidadosa a los lugares de encuentro que solo nosotros conocíamos, nos debamos muestras de amor  bastante seguido, aunque aquello no ocurrió de la noche a la mañana, al principio fuimos muy cerrado hasta que con cada encuentro ambos nos fuimos abriendo aún más él uno del otro, diciendo jamás terminaría esto.

 

Nuestro sueño ya lo teníamos previsto, me volvería el próximo rey de los demonios, tras ello convencer a los del consejo, al rey de los vampiros con ayuda de Giorno mientras que Abbacchio iba a convencer a los humanos, todo aquello para unirnos y vivir en armonía como siempre lo deseamos él y yo, de esa forma nos  sentiríamos en total libertad de vivir nuestro amor como en los libros, saliendo a pasear sin que nos importe quien podría venirnos a atacar. Muchos nos llamarían locos al anhelar algo de ese calibre pero el que no arriesga todo utilizando lo que tiene a su mano, nunca ganará nada de nada.

 

Uno de mis momentos más favoritos al recordar fue cuando traje a mis compañeros delante de Abbacchio y él a los suyos, solo eran los de confianza pues los cadetes se hallaban ocupados en otras cuestiones, Fue sorprendente que al igual que nosotros con Giorno y Mista, Fugo y Narancia ocurriese lo mismo. Estábamos presenciando como un demonio y un humano se volvía almas gemelas y un semi demonio con vampiro se juntaba con un humano formando también el mismo lazo.

 

Fue una total ayuda del destino, pues contribuyo demasiado a que ellos accedieran a ayudarnos con todo este tema de nuestro plan, Giorno fue fácil de convencer pues según él Mista era alguien que lo alegraba demasiado, comentaba que sentía lo mismo que vivía su padre Jonathan con Dio y que quería seguir viviendo aquello.

Mientras que Fugo nos hablaba de que cuando todo acabe iba a mostrarle a Narancia como eran  los estudios.

 

Pero todo eso lo deje de lado mientras iba por las armas, debía de gestionar un plan para que todos podamos realizarlo pero sería muy riesgoso e implicaría traicionar al rey Diavolo pero, era mi lealtad por el o mi sueño de pasa el resto de mi vida con él, además de que Giorno y Fugo tenían ya sus planes con sus respectivas parejas. Ninguno deseaba que esto falle, todos estábamos preocupados y se notaba demasiado en el ambiente.

 

Recién en el dormitorio fingimos aquella charla, debíamos hacerlo si queríamos que nadie sospechase pues las paredes tienen oídos, no era la primera vez que sospechaban de nosotros pues ya había ocurrido con el otro grupo del jefe y su líder Risotto. Quien me vio aquella vez por descuido mío con Abbacchio… De seguro él es espía del que tanto hablaba Diavolo.

 

En media hora nos encontrábamos todos en posición de partir, veía las caras de preocupación de ambos chicos. La de Fugo con una expresión muy seria y la de Giorno expresando algo más que seriedad, los tres teníamos nuestras armas de sangre, las había pedido porque sé que también pueden matar demonios es más se usan para asesinar traidores, si uno de nuestros compañeros nos ve ya sabemos que hacer, nos pusimos en marcha, yo delante y los otros dos detrás mío una vez estuvimos lejos pudimos respirar con tranquilidad.

 

— No puedo creer que el rey nos mande a hacer esto — Suspiro Giorno — Él también tiene un alma gemela humano, Doppio lo es pero no lo admite, es un viejo maldito sin corazón alguno.

 

— Giorno, el que tu tengas un corazón por ser mitad vampiro eso no quiere decir que nosotros si lo tengamos, está más que claro que el rey no lo tiene pero no encasilles a una persona que es mala solo por no tener un órgano vital, mejor di que es un idiota asesino de mierda — Expreso Fugo con total ira, estaba a punto de explotar si no llegaba con Narancia temprano.

 

— Como sea, espero que  lleguemos antes que los demás. No creo que Diavolo nos haya enviado a nosotros solamente, opino que también pudo haber invitado a la división de Risotto.

 

— Es probable que haya hecho eso Giorno, ya empezó a desconfiar de mi hace algunos meses, por culpa de Risotto todo esto puede acabar, hay que ser precavidos y pensar en grande que podemos hacer, lo más seguro es recatar a Abbacchio, Narancia y Mista, que sus cadetes vuelvan al cuartel luego de eso iremos con tu padre Giorno y allí mismo pediremos su ayuda.

 

— Será difícil sobre todo si ve a Mista, recuerda que mi padre no desea verme casado con nadie, maldito viejo de la antigua.

 

— Pero Jonathan te puede apoyar Giorno, tu papá es bueno a pesar de ser un demonio tiene la misma mentalidad que nosotros.

 

— Tienes razón, bien después de eso ¿Qué haremos?

 

— Cuando hayamos conseguido la ayuda de los vampiros, los cadetes nos dirán que dijo el consejo de los humanos, le darán la carta que escribimos Abbacchio y yo, haré que Mista y Narancia también la firmen.

 

— ¿Y qué dice esa carta Bruno? — Preguntaron ambos curiosos de saber.

 

— Habla sobre el tema de las almas gemelas, el cómo si es posible una unión entre cualquier especie y un humano, así será más fácil unirnos nosotros y vencer a los que apoyan a Diavolo con la destrucción de la humanidad.

 

—  Me parece muy bien Bruno, si de esa forma conseguimos que nos acepten y crean que no somos una amenaza como ellos creen que somos.

 

Seguimos nuestro camino volando, sentíamos como la brisa golpeaba nuestra cara dándonos un aire frio que era de cierta forma agradable, en un momento nos dividimos en tres, yo yendo para el sector que siempre le tocaba a mi amado y los otros dos yendo para el respectivo sitio donde se debían de ubicar Narancia y Mista.

 

Al llegar lo vi a él solo, vigilando todo lo que escuchaba, quizás ya se había percatado de mí, era demasiado bueno como para no hacerlo, me tenía enfrente con aquella sonrisa que irradiaba confianza en mí. Yo se la devolví y cuando menos de lo esperaba ya nos encontrábamos abrazados, recorriendo nuestros cuerpos con las manos, dándonos un beso con lengua y jurándonos amor el uno del otro.

 

— ¿Qué haces aquí Bruno? Es peligroso y lo sabes, si querías verme pudiste esperar íbamos a encontrarnos cuando sea de noche.

 

— No puedo perder tiempo querido, Diavolo mando a matarte, quiere tu cabeza y eso no puedo permitirlo, traje a Giorno — Puso aquella expresión de disgusto — No me mires así, por más que no te agrade Giorno, él es un buen chico, a lo que iba también nos acompaña Fugo.

 

—Odio a ese chiquillo pero no puedo negarme a que ayude, necesitamos la ayuda ¿Cómo va el plan entonces?

 

— Iremos primero por los vampiros, tus cadetes irán a convencer a tus superiores con la carta que hicimos aquella vez ¿Estás de acuerdo? Es la única forma de hacerlo sin morir en el intento.

 

— Bien, supondré que también hay otras personas tras mi cabeza, la última vez mencionaste a un tal Risotto y una squadra.

 

— Risotto dirige otra división que se llama así, ellos buscan lo mismo que el rey, matar a todos los humanos — suspiro triste Bruno

 

— Aunque si no mal lo recuerdo también mencionaste que los viste actuar algo raros.

 

— Hace no mucho escuche una charla que Risotto tuvo con sus compañeros, mencionaron algo de derrocar al rey pero no estoy muy seguro a que se refieren exactamente.

 

— Será mejor que mandes a alguien a averiguarlo, puedo si estás de acuerdo mandar a Moody blues, sabes que es el mejor de los espías humanos y podría ser de ayuda para esto.

 

— Mándalo, mientras más ayuda tengamos mejor, quien sabe qué pasará con todo esto, el destino es cruel Abbacchio.

 

— Junta a dos personas que jamás pensarían compatibles, las hace amarse para luego ver como mueren, el destino que los ángeles nos deparan no es bonito.

 

— Está lleno de sangre y desesperanza, dolor y sufrimientos mezclados con la pasión de algo prohibido.

 

— Somos la reencarnación de Romeo y Julieta, ambos con antepasados odiándose a muerte y personas actuales que siguen la ideología.

 

Podríamos haber seguido completando las frases de cada uno, ambos teníamos aquel poder que solo las personas con un corazón que ama a otro saben lo que es, un romance sincero que sin dudas para nosotros era lo más divino del mundo pero a los ojos de los demás éramos una abominación de lo que está mal.

 

— Debemos ir ya con los vampiros, le di la carta a Giorno que de seguro ya se la debe de haber dado a los cadetes de Mista

 

— El tiempo de una revolución se acerca a pasos agigantados Bucciarati — El albino sostuvo al ajeno de la cintura, dándole un beso apasionado — Te lo doy ahora, pues no sabemos cuándo pueda ser el último.

 

— Nunca digas cuando algo es lo último, yo tengo la devoción de que triunfaremos sobre Diavolo, solo debemos seguir al pie todo esto.

 

— Tienes razón cariño mío — Expreso mientras corrían a la dirección de donde se encontrarían, para todos partir hacía los vampiros.

 

En otro lugar se hallaban Giorno y Mista, el rubio llego allí hace no más que unos cinco minutos, apenas logro divisar a ese hombre fuerte como él mismo lo llamaba, no dudo en abrazarlo, pues llevaban meses sin verse. El mirar de sus miradas lo decía todo, dos personas que como la pareja anterior anhelaban su amor pero a diferencia de ellos, el tema de los vampiros y los humanos no era tan loco, el problemas que quizás más lograban notar era el del padre de Giorno y Mista.

El soldado de los humanos comprendía el desmesurado odio que le tenía su futuro suegro a cualquiera de las parejas que tuviese su hijo menor.

 

— ¡GioGio! — Lo llamo cariñoso, no le importaba si sus cadetes miraban aquello con asombro — ¿Cómo es que estás aquí? — Pregunto callando con sus manos a los hombres — Él es un aliado — Les aviso — ¿Viniste por algo importante verdad?

 

— Cualquier cosa que tenga que ver contigo es  importante Mista, vine aquí por algo más — Saco de su bolsillo la carta — Bruno va a organizar una misión, solicito la ayuda de los humanos y de los vampiros — Le explico con lentitud, los cadetes oían sorprendido aquello.

 

—¡¿Cómo es eso posible?! ¡Los Demonios y vampiros odian a los humanos! –Menciono uno de ellos con miedo.

 

— ¡A callar  todos! Aunque parezca imposible si hay aliados, si hay posibilidades de paz si convencemos a los vampiros de ayudarnos ¿Verdad Giorno?

 

— Es cierto, déjenme contarles, soy el hijo de Dio brando — Aquello alerto a todos — y soy el alma gemela de Guido Mista, por lo tanto me toca velar por ambos — suspiro para ponerse serio — Mi padre siempre busca el poderío, no está del lado de ninguno, por ende si le demuestro que hay más ventajas del  lado de los humanos no dudara en acompañarnos.

 

— Y  vaya que si tenemos ventajas sobre los demonios, el gran avance científico nos ha beneficiado con aquello — Comento Mista sorprendiendo a todos.

 

— ¿Hace de cuanto tienen este plan?

 

— ¿Desde hace cuánto? Creo que desde que nos enteramos todos de las almas gemelas, no podemos descansar sin demostrar que una convivencia entre ambos es posible e incluso un amor, debemos de  mostrarles a los odiosos ángeles que lo suyo no fue un castigo por resentimiento sino un regalo.

 

— ¿Almas gemelas? Pensaba que aquello era un mito ¿Es realmente posible? — Cuestionaba el mismo soldado

 

— ¡Claro que si lo es! — Hablo Mista — Todos hemos sido atados hacia una persona, en algún momento quizás la encontremos, tal vez no y quien sabe puede ser de cualquier especie, es por eso que con la división passione de los demonios pactamos una alianza, un modelo para tirar abajo la tiranía, vivir en paz como en las épocas pasadas.

 

— Comprendo — Dijeron firmes todos, no estaban muy de acuerdo pero si su superior lo determinaba como beneficioso es porque realmente podría serlo — ¿Qué debemos de hacer?

 

La pareja se miró cómplice, ambos sonrieron a la par dándose una pequeña muestra de que todo estaba bien, era algo realmente muy mínimo pero acogedor para ellos, daban la sensación de hermosa paz que tanto buscaban y que por fin sentían que estaban llegando, llegando al final del arcoíris en donde estaba la ansiada recompensa y esa era el poder de sus corazones unidos sin ataduras de por medio.

 

— Harán esto, necesito que lleven la carta — explico el rubio — a sus superiores, a los del más alto rango, díganle que fueron enviados por Mista, no paren de utilizar cualquier método hasta que el presidente Jotaro lo lea, necesitamos de su aprobación para que todos se movilicen ¿Está bien?

 

— Esta bien — Dijeron al unísono realizando una seña de okey y agarrando la carta, en total eran cuatro cartas que en si eran todas las mismas pero era para prevenir que alguien o algo destruya alguna— Le comunicaremos por el transmisor cualquier cosa que suceda.

 

— De acuerdo cadetes, recuerden  que hoy mismo se está haciendo justicia, se está llegando al final del apocalipsis organizado por un maldito descerebrado — menciono el líder.

 

Una vez se despidieron los cadetes de su superior se fueron en grupos de tres, con dos integrantes de cada lado, dejando solos a la pareja, la mirada de Giorno le brindaba a Mista la sensación de sentirse admirado de la buena forma por alguien.

 

— Los guías bien, das esa confianza que solo alguien capaz del liderazgo tiene, Mista eres genial en todos los puntos.

 

— No digas eso, tú también eres sorprendente, a veces pienso que la forma egoísta de los ángeles que nos unieron a nosotros no existe, simplemente fuimos elegidos para realmente compartir un romance, no para destruirnos.

 

— Pienso lo mismo cada noche antes de irme a acostar, espero que la siguiente vez pueda hacerlo pero a tu lado, despertar y no tener que ir a luchar por el desprecio de un rey hacía otra especie.

 

— Prometo cada noche que pasemos será una en donde besare tus labios pidiendo por tu descanso, nada ni nadie nos va a quitar esta ilusión en nuestros corazones.

 

 

En el cuartel general de los humanos, un sitio con máxima seguridad para evitar catástrofes o amenazas de los enemigos. Se encontraba el director del establecimiento, un joven adultos de quizás unos cuarenta años, con su rostro con facciones toscas, cabello negro y ojos azules bastante brillantes, su complexión era la de alguien fuerte debido a sus tantos servicios a la humanidad antes de ser un líder de la organización, su nombre era Kujo Jotaro.

 

Se encontraba analizando unos papeles importantes, al mismo tiempo que a cada rato su teléfono sonaba diciéndole alguna noticia que a él le diera la tarea de analizar y ver que responder de forma rápida a aquellas solicitudes, generalmente si se trataba de un ataque daba un si, no importaba mucho de que se tratase con tal de terminar con ese caos sin fin, todo era calmado aquel día de no ser porque su secretaria le aviso sobre que los cadetes de Mista estaban allí mismo.

 

—  ¿Por qué ya estarán aquí? — Menciono bastante enojado — Deberían de haber seguido en la misión, no pudieron haber terminado tan rápido.

 

Con bastante enojo en su ser, el líder decidió largar un suspiro largo de puro fastidio, le desagradaba si una de sus órdenes no era acatada a la perfección, al mismo tiempo que de cierta forma le generaba un orgullo que sus soldados fueran tan fuertes.

 

—  ¡Tenemos algo muy importante que decir! — Dijo número 3 — Mista nos envió ante usted, es una carta que debe de leer o no va a creernos, si usted fue el atrás sin aun leerla verá las firmas de tres personas que conoces, Abbacchio, Mista y Narancia — Menciono señalando dichos nombres en el papel.

 

—  ¿Y los otros nombres? — Pregunto con una expresión monótona, no era nuevo ver una carta pero si nombres que nunca vio en su vida — No reconozco a los otros tres ¿Quiénes son?

 

—  Bruno y Fugo son demonios, Giorno es una mezcla de demonio con vampiro.

 

Tras decir aquello Jotaro se alertó demasiado, todo en sus manos la carta rápidamente para leerla, sus tres mejores soldados se veían involucrados ahí y debía de conocer la razón para aquello.

 

La carta decía lo siguiente.

 

Señor Kujo, el que escribe esta carta no es otro más que un demonio. Quizás uno detestable para usted, pero déjeme decirle una cosa, nosotros no somos lo que ustedes piensan, vivimos en puro temor por nuestro líder Diavolo, aquel maldito que nos lleva a la matanza de personas inocentes y no crea que nosotros somos los malos sin corazón, podremos no tener uno pero somos conscientes del daño que generados y más de uno quiere desceñir de su labor pero no podemos, tenemos una asquerosa lealtad inquebrantable, un pacto que no podemos romper a pesar de que lo anhelemos, no obstante si hay una manera de romperlo, debemos de asesinarlo y yo Bruno Bucciarati tengo la solución perfecta.

Antes de decirle sobre aquello debo explicarle el segundo motivo del porque nos hemos aliado yo y mis dos soldados con sus tres al servicio, no fue hace mucho que nos enteramos de esto, de que somos almas gemelas. ¿Escucho alguna vez la leyenda? Si no lo hizo déjeme explicarle, los demonios no solo se han metido con los humanos sino también con los ángeles en una dura batalla que duro siglos, al término de esta los ganadores fueron ellos quienes enojados sobre los demonios le lanzaron una maldición. Cada demonio existente tiene un alma gemela en esta vida, sin importar su raza, viven para esa persona y si mueren la otra persona también, somos lazos fuertes, mis soldados y los tuyos son almas gemelas, debemos terminar esto si queremos vivir en paz y armonía.

Ahora que le he explicado nuestras razones prosigo a contarle el plan, ahora mismo mientras usted lee esta carta nosotros nos dirigimos al castillo de los vampiros, Giorno mi cadete es hijo del rey y sabemos que si usted nos brinda nuestra ayuda podremos pactar una alianza con ellos y vencer a Diavolo pero para ellos debemos de obtener una respuesta de inmediato, puede mandar un halcón ya mismo, si no lo hace sabremos que no obtendremos su ayuda y quizás todo esto haya sido en vano.

 

El sentimiento de puro odio era demasiado alto, no obstante en su corazón supo la verdad, podría detestar descomunalmente a los demonios por haber matado a sus generaciones pasadas, o podía involucrarse y revertir el proceso de forma definitiva, era una decisión demasiada grande como líder, lo tomaría y decidiría por fin aceptar el trato, si era bueno para su comunidad debía de tomarlo.

 

—  Manda ya mismo un halcón, diles que aceptados ayudar también alerta a todos para prepararse, debemos de llegar a ayudar a ese tal Bruno, si él puede conseguir la paz puedo aceptar unirme a ellos.

 

—  Claro que si líder — Realizo una leve reverencia para marcharse rápido.

 

Una vez solo Jotaro largo un largo suspiro de fastidio, todo aquello era algo pesado pero necesario para todos, vampiros demonios y humanos, un cambio radical que ni un loco podría haber pensado, pero mira a ese grupo de seis, haciendo todo lo posible para movilizar tres potencias, realmente dos y algunos demonios pero era lo suficientemente fuerte para alcanzar la ansiada libertad.

 

Volviendo con Bruno y su grupo, ellos estaban yendo rumbo al castillo, se dividieron de a tres grupos para cubrirse las espaldas, iban en pareja y hablaban despacio al mismo tiempo que discutían acerca de los planes a futuro, tanto de la misión como de sus vidas personales.

 

—  ¿Están seguros que Dio va a aceptar esto? — Pregunto Narancia — No se me hace algo tan probable.

 

—  Esta más que claro que al principio no, por eso Bruno envió la carta, si tenemos un afirmativo será más fácil, mi padre lleva queriendo traicionar a los demonios hace mucho, dice que la sangre de los humanos es más deliciosa cuando se encuentran en buena salud.

 

—  ¡A eso es lo que voy! Si todo esto termina, tu padre será al que tengamos que convencer de no matar a los humanos.

 

—  Tranquilo Narancia, eso ya lo resolvimos — Siguió hablando el rubio — Los  humanos serán donantes de sangre, nosotros los vampiros realmente no necesitamos tanta para alimentarnos y ustedes son más que nosotros conforme a población.

 

—  Lo más complicado aquí, es que yo tendré que presentarme ante la familia de mi novio — Hablo un tembloroso Mista —  ¡Van a matarme! No estoy listo para esto Giorno.

 

El rubio reía levemente por la actitud de su novio, era demasiado común verlo así de alterado cuando aquellos comentarios salían a la luz.

 

—  Mi padre no es ese ser malvado que dices Mista, solo es que no lo conoces, una vez lo hagas no va a ser tan malo.

 

—  ¡Dices eso pero bien que me dijiste lo que le hizo a alguien que pidió tu mano! — De forma apresurada menciono esa frase.

 

—  Estas exagerando, no realizo algo tan cruel — murmuro por lo bajo — Yo lo calmaré aparte.

 

Iban a seguir hablando cuando de repente el halcón llego posándose en el hombro de Abbacchio, el hombre tomo la carta sorprendido.

 

—  ¡¿Qué dice?! ¡¿Qué dice!? — Menciono varias veces Narancia.

 

—  El líder no ha dado el sí, tenemos la ayuda de los humanos de nuestra parte — Sonrió levemente Abbacchio mirando como todos festejaban con fervor, el solo se acercó a la oreja de Bruno —  ¿Estás feliz con eso? Tu plan está saliendo a la perfección.

 

—  Estoy agradecido con todos por esto, pero no quiero que sea mi plan más exitoso, porque el siguiente será mucho mejor.

 

—  ¿Y cuál es el siguiente? — Pregunto bastante curioso por una respuesta.

 

—  El siguiente será nuestra boda, yo sé que deseas verme vestido de blanco.

 

—  Siempre en mi mente estás vestido de blanco — Menciono riéndose — Sera el mejor plan de todos entonces.

 

—  Lamento interrumpir todo esto — Dijo Fugo — Pero ya casi estamos llegando a la frontera.

 

—  Es cierto, por estos lados solo Giorno puede guiarnos.

 

—  Iré delante de ustedes, si algún vampiro nos ve no pasara nada tenemos inmunidad por aquí.

 

Tal y como lo menciono el rubio ellos pasaron por delante de los vampiros, los de la ciudad disfrutaban de una vida tranquila, no eran participes de la pelea principal que eran demonios y humanos por ende mucha de la población se comportaba como simples civiles. Cuando ellos veían pasan al príncipe Giorno le hacían reverencias  o lo saludaban, era una muestra de aprecio hacia él, no tardaron mucho tiempo en llegar al castillo, el rubio con solo decir que eran sus acompañantes logro que todos pasaran, ahora venía lo difícil enfrentarse a su celoso padre y ser ayudado por su papá.

 

—  Giorno Brando — Se levantó su padre para acercarse a el —  ¿Quiénes son ellos? Puedo saber que dos son demonios y  los otros tres humanos ¿Acaso trajiste  la cena? No debiste de molestarte.

 

—  ¡No es eso! Ellos son mis compañeros padre, me paso lo mismo que tú con papá, aquel muchacho que ves es mi alma gemela — Señalo a Mista — Quiero que ayudes a los humanos para vivir como tú vives con papá.

 

Dio se quedó estático con lo que oyó, su pequeño hijo menor diciéndole que tiene un alma gemela, y no solo eso sino que este parecía todo un chico problemático a los ojos del rubio mayor e iba a hacer algo al respecto de no ser por su esposo.

 

—  Deja que el chico decida que hacer y si quiere que los vampiros ayuden a los humanos harán eso, recuerda que también yo estoy harto de que la gente de mi especie mate a diestra y a siniestra a aquellos inocentes.

 

—   ¡Pero Jonathan!

 

—  ¡Pero nada! Ya mismo me vas mandando las tropas para que ayuden a Giorno o  te juro tú vas a dormir en el sofá

 

—  Está bien, te doy el permiso de usar mis tropas hijo, eso si no quiero que lo traigas al castillo podrán verse si vas tú con los humanos.

 

—  No tengo problema con ello padre.

 

Lo que paso tras aquellas palabras y unión no tiene explicación, durante el camino a encontrarse con los humanos ellos se vieron con la escuadra quienes decidieron aliarse en contra del rey Diavolo alegando que también deseaban acabar con esto.

 

Fue así como los demonios de a poco se fueron aliando por estar verdaderamente hartos de aquella dictadura sin compasiones, fue así como el rey Diavolo quedo acorralado por los tres ejércitos, los humanos, los vampiros y los demonios, el que mato al señor fue Giorno pues tenía su arma a la mano y estaba más próximo a él, las últimas palabras del rey sorprendieron a todos.

 

—  Podrán matarme pero sabía que quien tomase mi lugar sería Bruno — Tras decir eso se volvió cenizas delante de todos.

 

Pudo haber acabado allí mismo pero Doppio, el juguete sexual del rey se acercó a las cenizas, las vio inertes en el suelo y no dudo en llorar levemente, nunca fue un alma gemela del rey pero aun así le llenaba de tristeza como alguien pudo haber amado como odiado por igual.

 

Tomaron años para reconstruir una nueva civilización en donde permanezcan las tres razas en armonía, ahora mismo podían elegir donde querían vivir y a quien querían amar. De hecho tras ese drástico final se armaron muchas parejas por el egoísmo de los ángeles que a su vez se atribuían la nueva unión como si haya sido su propia idea.

 

Bruno y Abbacchio se hallaban juntos en uno de los nuevos restaurantes, ambos se miraban con mucho amor, estaban cumpliendo lo que tanto habían deseado, lo que sus sueños les dictaba hacer y era amarse como si no hubiese una sola mañana más, cumpliendo sus deseos de una vida romántica pacifica que tanto leyeron en los libros del antaño.

 

—  Pareciera ayer mismo cuando te vi en aquel bosque entrenando como cazador — Menciono bruno con una sonrisa — Te veías bien con el uniforme.

 

—  ¿Eso crees? Dije aquella vez que tu olor me parecía horrible pero realmente nunca pensé eso de ti, tu aroma siempre me encanto desde un principio.

 

—   Siempre dices que cuando sientes mi olor te recuerdan a las moras silvestres, me alegra que hayas pensado eso desde un principio.

 

El albino también le brindó una de esas sonrisas amorosas de siempre, tomo las manos del azabache para depositar allí mismo una cajita pequeña, era de color negro y se encontraban sus nombres unidos grabados en dorado.

 

—  Tu mismo dijiste que tu plan más exitoso sería el de nuestra boda, han pasado años y sigo esperando las ordenes Bruno, pero supongo que el líder de esto seré yo.

 

Por primera vez en mucho tiempo los ojos de Bruno se llenaron de lágrimas asintiendo, estaba realmente feliz de poder concretar su vida con el soldado que robo su corazón a pesar de no tener uno realmente, aquella tarde en aquel bosque.

Notas finales:

Notas de autora: Si les gusto díganlo y tal vez haga algún one shot explicando la historia de alguna shipp o ampliando esta de Bruno y Abbacchio <3 

 

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