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I'm the hero! por MimiChibiDiethel

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Notas del fanfic:

El fanfic está basado en el manga de Heroine Shikkaku de Momoko Koda. Sin embargo, dado que el manga me dejó con muy mal sabor de boca, decidí adaptar la idea principal a este fanfic, por lo que no es una copia fiel al manga va a variar en muchos aspectos, solo queda la esencia de que el personaje principal se cree la protagonista de esta historia.

Alfred suspiró por undécima vez, mirando al chico sentado cinco bancas después de él en la columna derecha: Arthur Kirkland. Con una mano sobre su mejilla, y su brazo recargado en su pupitre, intentó no pensar mucho en el colapso mental que sufrió en la mañana, después de que bajaran de los buses y hubo apartado al inglés unos cuantos minutos, esperando confesarse.


De sólo pensarlo se le volvía a poner el rostro completamente rojo, y el cuerpo a temblarle.


¿Por qué no pudo ser mas valiente y decirle: me gustas?


Con otro suspiro volvió la vista al cuaderno, donde había unos rayones indescifrables. Por suerte el profesor parecía muy atento al dar su clase, que ni siquiera estaba mirando a los alumnos. Alfred volteó de hoja, intentando anotar lo que estaba en el pizarrón, sin embargo, se volvió a desconcentrar cuando recordó la reprimenda de Arthur por hacerle perder el tiempo. ¿Y qué esperaba Arthur después de todo? ¡Los protagonistas no se podían confesar de un día para otro!


Aunque bueno, no era de un día para otro, a decir verdad, Alfred había estado enamorado de Arthur desde hace casi un año. Y la verdad planeó aquella confesión desde hace tres semanas, pese a que no pudo realizarla por quedarse congelado en su lugar, balbuceando cosas incomprensibles al lenguaje.


¡Pero Arthur tenía la culpa después de todo! ¡Si tan solo no fuera tan lindo!


— ¡JONES!


— ¡UWAA! —gritó, poniéndose de pie de inmediato, golpeándose la rodilla con las patas de la mesa. — ¡Ay!


—A la dirección, ahora. —sentenció su profesor, con un gis en la mano. Alfred pensó que de habérselo lanzado todo sería diferente, tendrían a su madre ahí, pidiendo la destitución del profesor. Lastima, ahora solo tendría el regaño del profesor, del director y de sus padres por estar distraído en clases.


Antes de marcharse volteó de reojo, mirando a Arthur, este estaba riendo por lo bajo maliciosamente. Alfred infló las mejillas, él no debería estar riendo, sino preocupándose por él.


Mientras iba por el pasillo, silbando una canción, con las manos metidas en su chaqueta roja, notó como una figura más pequeña pasaba a su lado, en compañía de un profesor. Aunque no le prestó mucha atención en el momento, ya que en esa escuela solían aceptar a cualquiera en cualquier tiempo del periodo escolar.


Alfred pensó seriamente en darse a la fuga, pero podía ser peor y una suspensión no estaba en sus planes. Ya podía escuchar los gritos de su madre hasta el cielo, diciéndole que se convertiría en un vago y viviría debajo de un puente sin un futuro por delante.


—Siéntate, Alfred. ¿Por qué fue esta vez? —suspiró su padre, rascándose la cabeza.


—No estaba poniendo atención en clases. —contestó Alfred, relajándose en el asiento. —El profe me odia, no me soporta en lo más mínimo. —se quejó.


—Siempre dices lo mismo, desde el kínder.


—Es un complot contra mí. —se encogió de hombros.


—Si, bueno, entonces tendremos que cambiarte de escuela, haber si los otros te soportan.


— ¡Qué, no! —reprochó de inmediato. Su padre sonrió burlonamente, causando cierta irritación en Alfred; pese a que no sabía sus sentimientos hacia Arthur, al menos no los románticos, su padre era consciente de que había algo especial en esa escuela para no querer abandonarla.


—Entonces le diré a tu madre.


— ¿¡Me acusarás con mamá!? —reprochó afligido. — ¿Cuántos años tienes?


—Los suficientes para saber que si no lo hago, yo dormiré en el sofá por tres meses. —dijo su padre, negando con la cabeza. —Vienen las lluvias querido hijo, así que no voy a arriesgarme a pasar frío porque no pones atención en clase por fantasear con la chica que te gusta.


— ¡Los papás siempre tienen que poner a sus hijos primero!


—Pongo mi calor corporal primero. —contestó su padre. —Ahora vuelve a clase. —ordenó.


Desde que entro a la preparatoria Alfred no había tenido ojos para alguien más, era como si Arthur hubiese penetrado en él de manera instantánea. Al momento en que su cabellera rubia se cruzó ante sus ojos, ya no pudo dejar de seguirlo; mucho menos cuando se dio cuenta de lo aterradoramente lindo que era. Arthur tenía buenos sentimientos, además era bueno en los estudios, y le enseñaba cuantas veces fuera necesarias.


Así que Alfred llegó a la conclusión de que eran la pareja perfecta, que estaban predestinados a estar juntos.


Al llegar al salón la campana ya había sonado unos segundos antes, así que se encontró cara a cara con el profesor quién lo miró fijamente hasta que se metió al salón. De verdad que era difícil ser el hijo del director, todos creían que nunca le aplicaba un castigo, pero decirle a su madre acerca de lo que pasaba en la escuela era suficiente castigo para evitar que aquello se volviera a repetir.


— ¿Eres tonto? —preguntó Arthur. Alfred sonrió, deteniéndose en el lugar del inglés. — ¿Por qué estabas distraído? No te enseñaré nada de este tema, tendrás que estudiar por tu cuenta.


— ¿Eh? ¡Pero si te necesito mucho, Arthur! —contestó Alfred, insatisfecho. — ¡Eres muy bueno explicando, mucho mejor que los maestros!


Como siempre su querido Arthur volvió a sonrojarse, poniendo una sonrisa de oreja a oreja, que simulaba ser arrogante pero se veía mucho más alagado que nada.


—S-Supongo que podría hacer una excepción. ¡Ya que te gusta tanto que te enseñe yo!


—Arthur siempre cae. —suspiró Francis, con las manos en la cintura. Alfred lo miró feo, esperando que sus palabras no afectaran en la decisión de Arthur, pero no, él seguía balbuceando cosas incomprensibles. Justo como Alfred aquella mañana en su desastrosa confesión.


—Ah… disculpe. ¿Joven Kirkland? —llamó una vocecita detrás, que Alfred en su vida había escuchado. Además de que su acento era muy distinto a todos los que escuchó con anterioridad.


—Claro, dime. —dijo de inmediato Arthur, volteándose a él. Alfred miró al chico detrás de Arthur, ¿acaso no estaba Mikey detrás de su futuro novio? Lo buscó por medio salón, hasta que dio con el susodicho, estaba platicando con otros amigos muy a gusto.


— ¿Quién es él?


—Mi nombre es Kiku Honda. Me acaban de transferir aquí. —sonrió tímidamente. —Espero que nos podamos llevar bien.


— ¡Por supuesto! —contestó de inmediato, emocionándose. Un nuevo amigo nunca caía nada mal.


—El profesor me pidió que le mostrara la escuela y que lo ayudara a integrarse. —sonrió Arthur.


— ¿Por qué se lo pidieron al mas aburrido de todos? —se burlaron Francis y Alfred al mismo tiempo, aguantando las risas.


— ¡No soy aburrido!


—Ya. Sigue creyendo eso. —respondió Francis, palmeándole la cabeza.


— ¡Rana idiota! —bufó Arthur, golpeándole la mano.


—J-Joven Kirkland…


—Déjalos, cuando se ponen a pelear así no hay poder que los detenga. —contestó Alfred, mirando las llaves de lucha libre nuevas que había aprendido Arthur, seguramente mirando el televisor. — ¿De donde eres, Kiku? Tu acento se escucha muy raro.


—Viví diez años en Japón. —contestó sonriente. —Hace dos meses me trasladé aquí, pero como fue algo difícil, mis padres apenas pudieron inscribirme.


—Ya veo. Entonces buscaré mostrarte los mejores lugares de por aquí. ¡Será muy divertido ya lo verás! —alzó su pulgar, guiñándole el ojo. —Además Arthur es un muy buen profesor, te ayudará igual que a mí a entender las materias.


—Eso sería grandioso. —contestó aliviado. —Aunque estudie bastante en mi casa, aun me cuestan comprender algunas cosas de los libros.


—Se ve que eres muy estudioso.


—En Japón el estudio es muy riguroso, por lo que me he acostumbrado así.


——[2 meses después]——


— ¿No tienes que ir a desempacar maletas o algo así? —preguntó Alfred, serio, tomando el brazo de Arthur.


— ¡Idiota, no seas grosero! —reprochó Arthur, soltándose. —Eso mismo le preguntaste ayer.


—Está bien, Arthur-san. —contestó Kiku, sonriendo algo incómodo. —Alfred tiene razón, llegaron nuevas cosas a mi casa por lo que es necesario que me vaya temprano hoy.


—Que mal, esperaba que nos acompañaras a la plaza. —murmuró Arthur.


—Podemos ir después. No hay de que preocuparse. —sonrió él, despidiéndose con la mano. —Nos veremos mañana.


Alfred miró a Kiku marcharse, inflando las mejillas de nueva cuenta. El japonés le caía muy bien, de hecho era un gran amigo que no deseaba perder, sin embargo, Arthur también era importante para él, mucho más. No quería perderlo para nada ni mucho menos.


Él era su destino.


Es decir, incluso con Francis que era el amigo de infancia de Arthur, pudo superarlo. Ahora venía un extranjero a enamorarse de Arthur y lo peor de todo…


—Kiku es genial, ¿no crees? —preguntó Arthur, avanzando con él. —Entendió todo muy rápido, además, comprende algunas cosas que a mí me cuestan trabajo. Nos ayudamos mutuamente. No como otros que sólo me dan dolores de cabeza. —gruñó a él.


Alfred lo abrazó por los hombros, riendo. — ¡Vamos, Arthur! ¡Ya te dije que eres mejor que esos profesores que me odian!


—Tal vez no te odiarían si pusieras atención en las clases, idiota.


—No puedo evitarlo, tengo algo que me distrae continuamente. —confesó, ruborizándose por la cercanía.


Arthur abrió los ojos sorprendido, mirándolo fijamente. — ¿Qué? ¿Te gusta alguien?


—Ah…


— ¡De verdad! ¿Quién es? ¿La conozco? —preguntó impaciente. Aunque pareció meditarlo por un segundo. — ¿Es Michelle de la clase de al lado?


—No es Michelle.


— ¿Entonces?


Alfred tragó saliva, poniéndose nervioso, ahí venían los balbuceos incesantes o el cambio drástico de conversación. ¿Por qué no podía tener el valor de decírselo y ya? Ah… ¡al diablo! ¡Era ahora o nunca!


— ¡A mí…!


—Yo también tengo alguien que me gusta. —murmuró de pronto, ruborizándose hasta las orejas. Alfred se quedó en blanco por varios segundos, esperando a que continuara. Arthur lo miró, avergonzándose todavía más, lo había dicho por impulso solamente, un error que deseó haber callado.


— ¿Q-Quién es? —cuestionó Alfred, aflojando el agarre. El inglés se encogió sobre sí mismo, negando con la cabeza. 


Un silencio prolongado se esparció entre ellos dos.


—Arthur.


—Kiku. —respondió cerrando los ojos con fuerza.


— ¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?


Ahí estaba todo, sus esperanzas, sus sueños y amor juvenil rotos en mil pedazos.


—.—.—


Hermano, despierta. —pidió Matthew, dándole algunas palmaditas en las mejillas. Alfred entreabrió los ojos, notando la luz del día que no tardó en despertarlo. Su pequeño hermano de diez años se encontraba encimad de él, mirándolo con preocupación.


—Matthew.


Parece que estabas teniendo una pesadilla, con alguien llamado Kiku. —comentó bajándose de él y sentándose en la cama. —Vine a llamarte para desayunar.


—Así que solo fue un sueño. —murmuró, recordando las palabras de Arthur. Aunque bueno, sí, habían pasado dos meses desde que Kiku Honda había llegado a la escuela.


Pero Kiku era un buen sujeto, aunque bastante reservado y por eso mismo era una tontería lo que había soñado. Kiku jamás se enamoraría de Arthur, y viceversa. O al menos era lo que esperaba, a decir verdad, últimamente ellos dos estaban compartiendo más tiempo juntos debido a sus estudios; tal y como en su sueño ambos se complementaban mutuamente en cuanto a saberes.


Bien, quizás el debería a ponerse a estudiar también.


Hermano, tengo hambre. —le jaló de nuevo del brazo Matthew, llamándolo continuamente.


—Está bien, ahora iré a preparar algo.


No, sólo te estoy esperando para que no desayunes solo. Yo ya preparé todo. —sentenció él, bajándose de la cama y saliendo de la habitación.


Alfred bajó su cabeza completamente derrotado. Incluso su pequeño hermano parecía derrotarlo, ahora entendía porque su madre le daba las indicaciones a Matthew cada que salía y no a él.


Mirando la foto en su buró, donde estaban Francis, Arthur y él, sonrió. Ver a Arthur en sus mañanas aunque fuera en una foto, lo ponía lo suficientemente feliz para disfrutar todo su día.


 

Notas finales:

El sueño comenzó a partir de donde dice -dos meses después- concluyendo hasta la siguiente intersección. 
Este fic realmente no será muy largo, espero que máximo sean diez capítulos. ¡Ojalá les haya gustado!


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