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La conocí una noche cualquiera por BlackPhilip

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a las personas que leyeron el primer capítulo.

Nuevamente, me disculpo por lo del guión largo, por más que intento todas las combinaciones de teclas, no sale:'(   

 

Eran altas horas de la madrugada y las chicas seguían ahí. Peridot estuvo junto a Amatista, escuchándola cantar, gritar, bailar y viendo como tomaba bebida tras bebida siendo ignorada cuando le decía que era suficiente, sabiendo que seria ella quien tendría que cuidarla. Lapis se había ido hace horas y en su lugar otro joven seguía cuidando la barra. Peridot estaba totalmente sobria, y se moría de sueño, a duras penas podía mantener los ojos abiertos, sin embargo tenia que estar despierta para atender a su amiga. Cuando bajaron un poco el volumen de la música, la pista de baile estaba casi vacía y los chicos que llenaban la mesa ya no estaban, supo que era por fin la hora de irse. Mientras Amatista se quedaba dormida en la mesa, la rubia pagó la cuenta, la cual no había sido para nada barata. Solo le quedaban unos pocos dólares y sabía que no iban a ser suficientes para un taxi. Su cabeza le martillaba en un fuerte dolor y sentía muy poca energía por el desvelo. Aún así, despertó a su amiga y se la llevó hacía la salida, pensando en como iban a llegar a los dormitorios de la escuela. No podía arrastrarla por todas las calles, era una idea incoherente y peligrosa por la hora. Bajaron las escaleras lenta y cuidadosamente, Amatista apoyaba casi todo su peso en el hombro de la más baja mientras murmuraba comentarios sobre la noche. Conforme más avanzaban por las mismas calles donde habían entrado, Peridot empezó a sentir pavor por lo oscuras y sombrías que eran, se maldecía por haber perdido la noción del tiempo y dejar que se hiciera tan tarde. Apresuradamente llegaron hasta una farola y se resguardaron bajo su luz, como si fuera alguna manta que las protegía de la noche, pero la rubia sabía que no podían quedarse ahí más tiempo y sacó su celular para marcar a un taxi. "Taxi privado, Peridot. Taxi privado que no puedes pagar", la frase se agolpaba en su mente en lo que miraba a todos lados para asegurarse de que nadie se acercara. Los minutos que esperó le parecieron eternos estando ahí afuera, solas y a la deriva, ambas con sus cerebros dormidos por diferentes motivos. Finalmente, en lo que a Peridot le pareció horas, un auto amarillo con el copete brillando con la palabra taxi se detuvo frente a ellas, y sintió un gran alivio.

Pero una vez dentro, con Amatista a su lado, otro problema le surgió, no tenia suficiente dinero. Se decidió por llamar a Garnet, amiga de ambas chicas, y pedirle prestado. Llamó a su número y el tono de marcado se prolongó. Justo cuando su ansiedad se desbordaba, contestaron el celular.

--¿Peridot? --Murmuró la adormilada voz de Garnet.

--Garnet, ¿E-Estabas dormida? --Preguntó la chica, sabiendo muy bien la respuesta. Se sentía demasiado avergonzada.

--Son las 4:37 de la mañana --Dijo, con un tono algo molesto.

--Si, lo se, lo siento, es que... --Gimoteó Peridot. No sabía como llegar al grano.

--¿Qué sucede? --Esta vez, Garnet sonó alarmada y más despierta--. ¿Estas bien?

--Si, es solo que-

--¿Están fuera? ¿A estas horas?

--Si, por eso llamaba ¿Podrías... prestarme dinero para... pagar el taxi? --Involuntariamente formó una sonrisa nerviosa como si tuviera a la chica en frente.

--Esta bien --Suspiró, como si se sintiera tranquila de que solo fuera eso--. ¿Amatista está contigo?

--Si.

--De acuerdo.

La chica colgó y Peridot también suspiró. Sentía que podría dormirse ahí mismo, el suave sonido del motor del carro la arrullaba y la escasa luz no ayudaba de mucho. Volteó a ver a Amatista, parecía que estaba profundamente dormida. Se hizo la nota mental de que jamás la dejaría volver a tomar cuando estuviera triste. Claro que no era la primera vez que las chicas salían a dar la vuelta en la noche, solían hacerlo seguido cuando el verano se acercaba, pero era algo diferente. Bailar y beber por diversión, y beber por desdicha no eran lo mismo. Se sintió tan culpable por no estar más al pendiente de eso. Pronto reconoció las calles principales y supo que se estaban acercando a la universidad. Pudo ver los edificios de dormitorios y se sintió mucho más cansada, solo pensaba en dormir. El carro aparcó frente la entrada del edificio justo enfrente de la alta figura de Garnet. Al verla, la culpa de Peridot aumentó. La había hecho levantarse de su cama a esas horas. Con cuidado bajó a Amatista del auto, quien casi cae de sentón en la acera entre risas. Luego de pagar la tarifa, Garnet ayudó a llevarla.

--Actúa como si estuvieras un poco menos ebria --Susurró Garnet a Amatista.

--No creo que eso sea posible --Peridot arrastraba las palabras al hablar por el sueño.

--Bueno, si no lo hace tendrán que responder las preguntas del guardia y hablar con el rector para perder su derecho a vivir en los dormitorios --Explicó, tan fluido como si no hubiera sido despertada de la nada.

Ante eso, Amatista se enderezó y caminó por su cuenta, tambaleándose un poco al principio. Una vez dentro, Peridot se sorprendió al ver que la chica ebria parecía retomar algo del control de su cuerpo y caminaba casi correctamente, no tan derecho pero tampoco bailando en el aire como antes. Incluso se recogió el cabello como lo hacía normalmente.

--Lo siento --Le murmuró Peridot a Garnet. Ella solo asintió, así que continuó--. Es mi culpa que este así, yo no la detuve.

--Amatista y tú ya están aquí. Es lo que importa --Respondió la más alta, tan neutral como siempre.

--Si, pero... Yo estaba sobria, se supone que debía...

--Eres su amiga, Peridot, pero Amatista es lo suficientemente madura para tomar sus decisiones --Hablaban mientras caminaban--. Tu le recomendaste parar, pero ella decidió seguir, ya no es tu culpa.

Peridot asintió, bajando la mirada.

--Hablaremos con ella mañana cuando este consciente --Finalizó la morena.

En las escaleras, ayudaron a Amatista a subirlas con cuidado para evitar que se cayera o algo por el estilo. Se tomaron su tiempo para subir los tres pisos. Cuando llegaron al suyo, los pasillos estaban completamente solos y silenciosos, Peridot temió que la chica hablara o riera en voz alta, advirtiendo a todos de su presencia, pero no. La chica parecía tan fatigada como ella. Abrió la puerta de su dormitorio una vez enfrente de esta y entre las dos recostaron a la alcoholizada joven y le quitaron su par de tenis junto a las prendas incomodas.

--No la dejes dormir boca arriba --Advirtió Garnet, moviendo a Amatista--. Podría ahogarse con su vomito mientras duerme --Y al advertir el rostro asustado de Peridot, añadió--. Es un pensamiento horrible pero podemos evitarlo. Así esta bien.

--Gracias de nuevo, Garnet --Peridot miró al suelo apenada, pero luego levantó la mirada divertida--. Tienes sandalias impares.

--Me despertaron a las 4 am, creo que puedes ser más comprensiva --Ambas chicas sonrieron--. Será mejor que intentes dormir un poco.

Luego de que Garnet se fuera, cerrando la puerta tras sí, Peridot se sentó en su colchón. Miró su reloj electrónico en el escritorio. Ya eran las 5 de la mañana y apenas iba a dormir. Se quitó las botas, junto a toda su ropa, y se sintió como si se liberaba de pesadas capas de plomo. Antes de recostarse, colocó el bote de basura cerca de la cama de Amatista. Tal vez parecía un poco insensible pero lo ultimo que quería era limpiar la devolución de estomago de su compañera del suelo. Luego de eso, finalmente se tumbó en la cama, en realidad era un delgado e incomodo colchón, pero ella lo sintió como nubes en medio del paraíso. Casi al instante cayó dormida.

_____

Despertó a las 8 de mañana y se sentía morir. Había faltado a sus primeras horas para dormir aunque sea un poco, su cuerpo le dolía y el escozor de sus ojos la obligaban a cerrarlos, pero tenia que levantarse. Se sentó en la cama y pasó una mano por su cabello, aún estaba cansada pero no podía faltar. Amatista seguía dormida y parecía no haberse movido de su posición. Al levantarse de la cama notó un fuerte mareo, sus pies le hormigueaban. Se estiró un poco antes de comenzar a moverse.

--Amatista --Llamó, mientras se colocaba una camisa grande para cubrirse los muslos y salir--. Amatista. Ya levántate.

Metió rápidamente su ropa a una mochila deportiva, junto a sus toallas y artículos de higiene personal.

--Me daré un baño. Tu también deberías, hueles del asco --Habló en voz alta, esperando alguna reacción de su compañera--. Más te vale estar despierta para cuando vuelva.

Al no recibir más que quejidos y gruñidos por parte de Amatista, abrió la puerta para salir. La luz clara del pasillo la hizo cerrar los ojos un momento, en lo que se adaptaba a la claridad. No había más que unas cuantas chicas por ahí. Caminó hacía las duchas, pensaba en las clases a las que faltó y en las que le quedaban, en que tendría que ir a trabajar completamente desvelada, en que ni siquiera tuvo tiempo de chequear el cpu de aquel chico. Entró y con prisa se metió a una de las regaderas. Al abrir la llave el agua fría cayó sobre su cuerpo, causándole escalofríos. Había llegado muy tarde para el agua caliente. Pero el frío la hacía sentir bien, era como si limpiara su cuerpo de todo el estrés, del olor a alcohol y cigarros que sentía sobre su piel desde que dejaron aquel club. Se preparó para su día con normalidad. Un par de jeans, una blusa y una camisa de cuadros parecían ser lo más cómodo para un abrumante día. Regresó a su cuarto para tomar su mochila e irse, encontrando que Amatista no solo no se había levantado sino que hasta se envolvió en las sabanas para dormir más. Peridot no dijo ni hizo nada, tal vez lo mejor era que la chica descansara, en lugar de andar por toda la escuela arrastrando los pies o vomitando.

La ducha la había ayudado a despejarse un poco, estaba cansada pero ya no sentía esa horrible somnolencia con la que se había despertado. Avanzó deprisa hacía su facultad para entrar a su siguiente hora.

Ya dentro en sus clases el sueño la volvió a asaltar. Ni siquiera estaba prestando mucha atención. Sin querer se encontró a si misma pensando en Lapis Lazuli, la hermosa chica que conoció en ese lugar. Se preguntó que le gustaría hacer, ver o escuchar, cualquier dato sobre ella sería bueno. Su número tal vez. Pero luego reventó su propia burbuja, posiblemente jamas la vería otra vez. Trabajaba en un lugar al que probablemente nunca volverían, y lo poco que sabía de ella le daba una idea de que no frecuentaban los mismos lugares. Recordó como se habían asegurado que se volverían a ver otra vez, aunque tal vez eso significó tanto como un "vuelva pronto" de algún local de comida rápida, o sea nada. Con la voz del profesor explicando de fondo, hojeó los apuntes de su libreta sin tanto interés. Formulas y números. No había forma de que ambas chicas se llevaran bien si quiera.

______

Después de las clases, Peridot midió los tiempos observando la hora desde su celular. Eran cerca de las dos de la tarde. Caminó tranquila hasta los baños para ponerse la camisa del trabajo, solía llevarla puesta para no tener que cambiarse en el trabajo. Buscó y rebuscó en su mochila pero no la encontró. Soltó un suspiró para calmar su molestia, definitivamente no estaba de humor para subir y bajar otra vez por ahí. Reprimió sus ganas de hacer un berrinche y golpear la puerta del baño, si bien pudo haber calmado su enojo no iba a ayudar de nada. Tomó su mochila de mala manera y comenzó a trotar hacia los dormitorios, no tenía mucho tiempo. Al llegar, Amatista seguía dormida con las cortinas cerradas, tapando la luz. Peridot planeaba olvidarse de eso y enfocarse en buscar su camisa, pero la ropa sucia tirada le recordó otro asunto pendiente. "Lavar la ropa. Hoy debemos lavar la ropa", pensó la rubia, cerrando los ojos con frustración. Era tarea de Amatista. Era su rutina, todos los viernes a las 12 del día, Amatista no tenia hora de clase así que debía lavar la ropa. Esta vez la chica no se contuvo y se lanzó contra su compañera, sacudiéndola para despertarla.

--¡Amatista! --Gritó--. ¡¿Por qué sigues dormida?! Debías lavar la ropa.

--Si, si, más tarde --Respondió Amatista con voz ronca, despertando por fin--. No grites.

--Levántate ahora. No puedo hacerlo yo, tengo que ir a trabajar.

--Podemos lavarla mañana --Murmuró, cerrando nuevamente los ojos.

--Mañana no está abierto el cuarto de lavado --Mientras discutía, Peridot se cambiaba apurada.

--10 minutos. Dame 10 minutos y lo hago.

--¡Amatista!

--10 minutos

--Esta bien. 10 minutos --Suspiró Peridot, encaminándose a la puerta, pero volteó para añadir--. ¿Puedo irme segura de eso? ¿En 10 minutos te levantaras?

Amatista no respondió y la ansiedad de la pobre rubia aumentó a nuevos niveles.

--La lavandería cierra a las 3 los viernes. ¿Me prometes que te levantaras?

--No lavemos la ropa esta semana. No nos moriremos por usar una estúpida blusa 3 días seguidos.

--Necesitamos ropa limpia para el fin de semana. YO necesito ropa limpia para el fin de semana. ¿Me prometes que te levantaras?

--Ni siquiera sales los fines de semana --Rebatió Amatista, alzando la voz de igual forma.

--¿Puedo contar contigo? --Preguntó nuevamente, en ese momento estaba casi furiosa.

Pero Amatista no respondió.

--¿Que si puedo contar-

--No. No me levantaré en todo el día --Interrumpió su compañera, mientras se cubría la cabeza con la sabana.

Peridot quiso gritar de enojo, pero en su lugar gruñó con frustración, llevando una mano a su cabeza. Sin dudarlo dos veces tomó el cesto de ropa sucia y comenzó a recoger todo lo que vio en el suelo, moviéndose lo más rápido posible por la presión de tiempo. Cuando vio que el piso estaba despejado, salió disparada hacía el primer piso donde estaba el cuarto de lavado. Las demás jóvenes la miraban correr como si estuviera loca pero por el agobio ni siquiera se percató de eso. Abrió las puertas y se apoderó de la primera lavadora que vio, metiendo apresuradamente la ropa. No sabía como iba a lograr llegar a tiempo a su trabajo. Estaba tan preocupada que había ignorado la presencia de Perla a su lado.

--Parece que tienes mucha prisa, Peridot --Dijo, con voz apacible.

--Perla. --Soltó la rubia a modo de saludo. En ese momento solo importaba terminar lo que estaba haciendo.

--No es bueno mezclar la ropa oscura y la de color --Comentó Perla--. Las telas podrían descolorarse.

--Tengo que estar en el trabajo en menos de una hora --Respondió--. Prefiero usar un suéter descolorido a perder mi empleo.

--Pensé que Amatista era la que lavaba la ropa --Perla se agachó para ayudar a la chica a recoger las prendas que se caían por sus movimientos rápidos.

--Si, pero la holgazana escogió este día para quedarse en cama --Se quejó, apretando botones apresurada.

--Debes insertar las monedas primero.

--No puedo esperar hasta que la ropa termine de lavarse --Gimió. Más frustrada no podía estar.

Perla, en respuesta, abrió la tapa de la lavadora con calma. Antes de recibir los reclamos de protesta de la de lentes, habló.

--Vamos, se te hace tarde --Sonrió la pálida chica--. La llevaré a tu dormitorio cuando este lista.

La rubia quiso negarse, agradecerle y decirle que no era necesario. Pero ella sabia que no podía, la hora estaba contra ella y ese favor la ayudaría mucho. Sin pensarlo dos veces abrazó a Perla y salió corriendo.

--Te lo compensaré, lo juro --Gritó Peridot, mientras corría hacia la salida.

Corrió, casi empujando a los otros chicos que se cruzaban en el camino, el campus nunca le había parecido tan enorme como en ese momento, le pareció sentir que nunca acabaría. Al salir de las instalaciones, vio que el autobús ya estaba en la parada y corrió aun más rápido para alcanzarlo.

Una vez arriba, se sentó y se relajó por primera vez en ese día, su pecho subía y bajaba con rapidez y una perlada capa de sudor se asomaba por su frente. Su cuerpo estaba rendido y su cabeza le daba vueltas. Y todavía tenia que trabajar. Pegó su cabeza en el vidrio de la ventana, deseando que el tiempo pasara más rápido para poder dormir.

_____

Las luces blancas del lugar la ayudaban a estar despierta pese el ardor de sus ojos. Limpiaba las vitrinas, distraída en sus propios pensamientos. Trabajaba de medio turno en una tienda de aparatos electrónicos para costearse los gastos de la escuela, así que no contaba con la opción de faltar. Cada vez que veía un cliente pasar se hacía la ocupada limpiando para que algún otro compañero se encargara de eso. Apenas podía formular frases, hablar con gente no parecía lo mejor por el momento.

Cuando el cielo ya empezaba a oscurecer afuera se alegró, animada porque ya faltaban pocas horas para que finalizara su turno. Se miró un segundo en el reflejo de una televisión. La imagen no era clara pero podía distinguir las pesadas ojeras que tenia, sus compañeros ya le habían dicho que "se veía como la mierda".

Faltaba una hora y media para terminar su jornada y ya no veía a nadie. Pensó en la hermosa idea de que tal vez el gerente quisiera cerrar antes. Pero el sueño duró menos de cinco segundos pues el sonido de la puerta abriéndose barrió los últimos dejes de esperanza. Regresó a un rincón de la tienda, pero cuando se volteó, se sintió tan despierta como si le acabaran de echar un balde de agua encima. Casi como si todo el cansancio disminuyera.

Ahí estaba Lapis, tan viva y real como su recuerdo. Mientras caminaba buscando entre los artículos, su larga falda se ondeaba ligeramente, llevaba puesta una camisa con un estampado descolorido y encima una holgada chaqueta la cobijaba. Sus miradas no se encontraban, y Peridot agradeció por eso, porque estaba segura que tenía una cara de boba. Y es que no creía que Lapis pudiera verse más guapa, pero bajo la luz blanca común y corriente podía apreciar mejor las finas facciones de ella. Su piel era de un color moreno claro y su cabellera era de un tono azulado, cosas que no pudo notar la noche anterior por la luz fluorescente.

Si antes pudo hacerla sentir nerviosa ahora estaba intimidada. Estaba a solo unos metros de ella pero no se creía capaz de acercarse, sus inseguridades latían, tal vez se molestaría si le hablaba, tal vez ni siquiera la recordaba. A eso sumarle que Peridot no estaba muy presentable. Nunca le pareció que la rojiza camisa del trabajo le sentara bien. Lapis parecía no notar su presencia mientras seguía buscando. La pequeña rubia se debatía si hablarle o no.

"Prometimos volvernos a ver, pero no dijimos como", con eso en mente se encaminó hacía la bella joven. Pero aun estando a su lado, Lazuli no parecía inmutarse por su presencia.

--¿Buscabas algo en especial, Lapis? --Peridot se atrevió a usar su primer nombre. Lo había dicho con voz relajada pero por dentro se moría de la pena.

Al escuchar su nombre, la chica se volteó, topándose ambas miradas. Al principio cierta confusión se marcó en sus ojos, pero poco a poco su rostro se relajó para transformarse en una sonrisa incrédula.

--Hey, chica de números --Saludó. Su sonrisa era aún más radiante en la claridad.

Peridot se alegró inmensamente. Lapis si la recordaba.

--Es un mundo pequeño, ¿eh? --Sin el ruido estruendoso de la música, la voz de Lazuli sonaba más cálida y real. Peridot casi se derritió solo por escucharla--. ¿Trabajas aquí?

--Medio turno --Respondió Peridot, no queriendo hablar sino solo escuchar la voz de la otra.

--Vaya. ¿No crees que es extraño? -Preguntó Lapis, con mas incredulidad--. Justo nos conocimos anoche y hoy nos volvemos a ver.

--Si, lo es --Afirmó Peridot, sonriendo también--. Quiero decir, las probabilidades eran mínimas.

--Te juro que nunca había pasado por aquí, pero justo hoy me decidí a entrar.

--Eso da miedo.

--Bastante --Se burló Lazuli, soltando una carcajada--. Es como si el universo quisiera decirnos algo --Al no recibir respuesta, la chica rió nerviosa--. Ahora sueno como una conspiranoica.

--No, no. Yo también creo que es una locura.

--Me gusta tu camisa roja, combina con tus ojos irritados --Bromeó Lazuli.

--También me gusta tu blusa percudida aunque sinceramente creí que usarías camisas estampadas con la cara de Karl Marx.

--No, esas las uso para ir a mis reuniones comunistas para luego ir a cenar en McDonalds --Lapis se cruzó de brazos, sonriendo de lado--. Me imagino que las tuyas son de héroes capitalistas como... no se, ¿Adam Smith?

--Creo que ahora solo me queda esperar que me llames esclava de la globalización.

--Diablos, Peridot, ¿siempre hablas de economía cuando conoces a una chica? --Dijo entre risas, usando su nombre por primera vez--. Eres toda una universitaria.

La chica rió incomoda. Si su amiga Amatista estuviera viéndola de seguro se burlaría de ella por años llamándola nerd o algo parecido

--Esta bien. Me gustan las chicas intelectuales.

Esa hermosa mujer iba a terminar matando a Peridot, ella lo sabía muy bien.

--Así que... ¿A qué hora sales? --Preguntó Lapis, coqueta.

Peridot no respondió. No se creyó tan afortunada como para recibir esa pregunta de una atractiva chica.

--Puedo esperarte e irnos juntas a tomar algo. Hoy es mi día de descanso --Ofreció, mientras jugueteaba con la tela de su falda.

Eso no lo esperaba. Iba a tener la oportunidad de conocerla mejor en una especie de cita. Pero la punzada en su cabeza le recordó las horas de sueño que necesitaba. Pronto una batalla en su cabeza se formó. Tenía la opción de salir con la chica que le interesaba, o podía ir a casa y dormir como un bebé. La opción más divertida era obvia, pero también lo era la más saludable. Pero salir a beber algo no significaba toda la noche. Pero que podría hacer con un cerebro dormido y un vocabulario limitado por el sueño. Podría tomar un café y despertarse un poco, cabía la posibilidad que al estar junto a Lapis sus energías subieran un mínimo. Pero también cabía la posibilidad que terminara bostezando todo el tiempo y la chica lo interpretará como aburrimiento.

--¿Peridot? --Su nombramiento la despertó--. No tienes que ir si no quieres.

--No, no es eso. Me gustaría mucho salir contigo pero... -Al final el sueño ganó.

--Oye, esta bien --La consoló--. Te ves demasiado cansada en realidad. Lo dejaremos para otro día.

--¿De verdad?

--Se donde trabajas. No te vas a deshacer tan rápido de mi.

Peridot agradeció en silencio. El interés de la chica significaba mucho para ella.

--Entonces --Comenzó la rubia--. ¿Puedo ayudarte a buscar lo que necesitas?

--Solo buscaba unos audífonos.

A la de lentes se le formó una sonrisa divertida mientras señalaba el estante al lado de ellas, en él se exhibían todos los auriculares.

--¿Siempre estuvo eso ahí?

--¿Buscas alguna marca o modelo en especifico?

--No, solo algo que pueda pagar.

Dicho esto, toma un pequeño par sin pensarlo mucho. Ambas caminan hacia la caja en silencio. Todo el proceso de cobro fue callado, hasta que Lapis se despidió.

--Bueno, esto fue una coincidencia extraña --Comentó Peridot, antes de que se fuera

La chica de pelo corto se volteó y la miró con una expresión sospechosa.

--No creo que sea solo una coincidencia.

--¿Ah, no?

--Tal vez sea una verdadera señal --Y Lapis sonrió, despidiéndose con una seña y marchándose.

Peridot la vio perderse en la lejanía de las calles, y sintió de pronto su rostro arder. Había rechazado la invitación de Lapis.

Una sensación similar a las mariposas en el estomago se formaba en ella. No pudo evitar reír ligeramente. De forma tan juvenil que la hizo verse como un ángel, aún con su piel pálida y cansada

Notas finales:

Cualquier observación, comentario o critica sera bien recibida, estoy dispuesta a mejorar

Gracias por leer.


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