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Esfúmate «HunHan» por Romanella

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Notas del capitulo:

En cursiva es pasado.

—Eres lo más hermoso que pude haber visto jamás.— Susurró, luego de recorrer ese camino invisible en su abdomen con besos lentos. Se acercó a sus labios con una necesidad ridícula, aún no estaba preparado para pasar más de tres segundos sin besarlo, apretando con sus dos manos sus glúteos, pues el jugueteo entre sus lenguas le estaba volviendo loco.

A LuHan le encantaba la adrenalina que su novio le daba a su vida, en cualquier momento, podría entrar la madre superior del convento en el que estudiaba para supervisar que estuviera dormido, y obviamente no era así, pues estaba desnudo, enredándose con "el vagabundo que sólo quería su virginidad".

Ya habían descubierto una vez a SeHun saltando por su ventana y había sido terrible. Jamás olvidaría esos días de invierno en el "cuarto de los pecados", lleno de insectos, humedad y clavos que le perforaban los pies si no se movía con cautela.

Era comprensible que hubieran reaccionado así, prácticamente, había violado todas las reglas del convento a sus espaldas. Y no era de enorgullecerse, pero qué fácil había sido burlarse de ellos, nadie se esperaba que él, siendo uno de los estudiantes más comprometidos con la religión, el reservado y tímido, pudiera mantener una aventura sexual con el hijo del fracasado mecánico y la prostituta vulgar, un joven sin futuro, y mucho menos moral.

—Solamente me adulas porque te gusto.

—Sí, es que estoy terriblemente enamorado de ti, pero debes comprenderme, soy un afortunado, tengo al novio más lindo del universo.— Con delicadeza, pasó la yema de sus dedos por todo el largo de su columna vertebral.

—SeHun, debes dejarme ir en algún momento, no puedo pasarme toda la vida acostado aquí, contigo. Tengo que ir a rezar, trapear el suelo que orinaste, borrar el estúpido graffiti que hiciste en la pared, regresar las limosnas que robaste, también...– LuHan carcajeaba, el contacto tan pícaro en su piel le hacía cosquillas, por lo que retorcerse para zafarse de ese dulce agarre fue su única opción.

—Te amo.— El rubio guardó total silencio tras haber sido interrumpido con semejante confesión. Era la primera vez que su novio le decía algo así.

A pesar de que era lo único que había querido escuchar desde hacia dos años, nunca imaginó que fuera así de mágico. Sus mejillas se sonrojaron y sus ojos lagrimearon de la felicidad, abrazándolo con una sensación embriagante en su interior.

—Yo también te amo SeHun...


...

 

Definitivamente era un masoquista, no había razón como para recordar aquello, sólo era lastimarse a si mismo. Eran las cuatro de la mañana y él seguía ahí, como un tonto, esperando algo que no sucedería.

Por milésima vez se levantó del sillón, tratando de calmar el temblar de su cuerpo y el caer de sus lágrimas. Abrazándose para tratar de generar alguna calidez, ni siquiera había tenido las fuerzas de ir por un suéter.

Sólo quería verlo, saber de él.

Tomó su celular para llamarlo, a esas alturas, era insoportable el miedo de que estuviera con alguien más, ya había pasado mucho que no lo veía, pero el sonido que le informaba que había contestado, nunca llegó.

"SeHun, dime dónde estás y con quién, ven a casa, llámame, haz lo que quieras, pero déjame saber de ti." Escribió muy a pesar de su ansiedad.

El tiempo siguió corriendo pero no quiso separarse de la ventana, él tenía que llegar, no podía abandonarlo de esa forma tan cobarde.

El nerviosismo le estaba acabando, sus manos tenían un estado miserable, ya no había uñas qué morder, y la resequedad de su piel era grave.

Cuando el reloj le informó que eran las siete en punto de la mañana, entró en pánico. SeHun podría llegar en cualquier momento y él no tenía nada que darle de comer, de seguro estaría hambriento.

A la velocidad de la luz, fue a la cocina, sacando todos los ingredientes para hacer hot cakes, el desayuno favorito de su esposo. Puso los huevos, la leche y la harina, todo lo necesario para la mezcla, sólo faltaba cortar las fresas. Tomó el cuchillo temeroso, sería difícil cortar los trozos con el agresivo temblar de sus manos.

Pero pensó en su esposo, y lo feliz que le haría ese desayuno, así que se armó de valor. Lo estaba haciendo bien, había partido cinco fresas, sólo le faltaba una para poder terminar...

—¿Señor LuHan?— Preguntó Maggie, la señora que le ayudaba con la casa.

—Sí, aquí estoy, olvidé que hoy era tu día de trabajo, qué tonto, pensé que era martes, perdóname. No te estorbaré mucho, sólo quise hacer el desayuno por mi propia cuenta, a SeHun sólo le gusta la comida que yo hago, él dice que la comida de su trabajo es asquerosa, lo cual es gracioso porque últimamente huele a esa sopa instantánea que antes lo hacía vomitar, es demasiado raro pero tengo que esforzarme para que le caiga en el estómago algo casero, él amará este detalle y me abrazará, estoy seguro...

Maggie lo observó, notando las fuertes ojeras, producto de su desvelada. Quiso pararlo, detener sus manos y ayudarlo, odiaba verlo tan desesperado, LuHan era casi su hijo y que estuviera así de alterado le entristecía.

—Cariño, no te hagas daño, te lo suplico. Yo puedo terminarlo.

—No Maggie, ve al mercado, yo puedo solo. A SeHun no le gusta verte aquí, lo sabes.— El fulminante tic nervioso en su ojo se hizo presente, acompañándose de ese ingrato desprecio en su hablar.

—¿Aún cree que te meto ideas a la cabeza?— Maggie enfrentó, tomando su rostro entre sus manos para transmitirle un poco de calma.

—Para, por favor. Es mi esposo y no lo conoces, así que déjame solo. Te pago para que sigas órdenes, aquí va una, sal ahora mismo de mi casa y regresa en cuatro horas.— Se zafó bruscamente del agarre, tomándola del brazo para encaminarla a la puerta de la cocina.

—Es un error que me corras a mí, que sí te sigo queriendo, por defender a alguien que ya no lo hace más.— LuHan dejó caer esa lluvia que guardaba en sus ojos cansados, apretando sus dientes hasta hacerlos chirriar.

Maggie lo abrazó, sintiendo su vulnerabilidad, a pesar de que había soltado esas palabras tan dolorosas, no podía juzgarlo, era solamente un chico ciego. Tomó la bolsa del supermercado antes de ponerse su chamarra, nada lo haría cambiar de opinión y mejor que ella no estuviera cuando el esposo llegara, o entraría a defenderlo sin importar que pudiera perder su trabajo.

Volvió a estar solo, pero lo dicho por parte de la mujer que era como su madre no se borraba de su mente; era obvio que el cuchillo aprovecharía de esa debilidad para herir uno de sus dedos. Un grito de dolor no se hizo esperar, había cortado muy profundo, y ahora estaba soltando mucha sangre.

"En veinte minutos llego." Sonó de forma neutral en la contestadora del teléfono.

LuHan murió al identificar su voz, no la había escuchado desde hacia un par de semanas, tenía que apurarse. Envolvió su dedo en papel, no había tiempo de curarlo. No le importaba si la herida fuera grave, sólo que su esposo estuviera feliz, se había esforzado mucho para preparar sus alimentos.

Tal como le había avisado, en veinte minutos se escuchó las llaves abrir la puerta, su corazón palpitaría con fuerza en su fina cajita de hueso.

—LuHan.— Demandó inmediatamente de que entrara a la casa. El rubio lo observó rápidamente, su esposo estaba recién bañado, con una mirada radiante y la misma ropa que había utilizado la última vez que lo vio. Ojalá tuviera la oportunidad de preguntarle sobre su paradero, pero era una pésima idea, no tenía derecho a cuestionarle ni meterse en su vida, sólo podía adaptarse a esa rutina del dolor...

—Mi amor, te estuve esperando toda la noche, no pude dormir nada, estaba muy preocupado por ti.— LuHan tomó su abrigo para colgarlo en el perchero, sonriéndole con miedo, no podía descifrar con qué actitud venía.

—No te pedí que lo hicieras. Hubieras aprovechado para bañarte o arreglarte, hueles terrible, es cuestión de higiene corazón, ya deja de pasarte todo el tiempo a lado de la ventana, llegaré cuando se me dé la puta gana...

—Sí, trataré de no hacerlo más, bueno, cambiando de tema, te preparé tu desayuno favorito, anda, siéntate y come un poco.—Dijo, enseñándole el platillo, escondiendo su dedo herido empapado con sangre, esto aunque sabía que de todas formas no mostraría ningún signo de preocupación.

—No tengo hambre, ya comí algo, solamente quiero dormir.— SeHun lo vio con detenimiento por primera vez en el día, notando su desagradable apariencia. Su pelo estaba maltratado, sus ojos apagados, y su sonrisa no era la misma, jamás lo había visto tan delgado y demacrado.

Una llama de culpa surgió en su interior, él estaba así por su culpa.

Sin querer verlo más, subió a la habitación.

 

...

 

—Cielo, ya llegué.

—¡SeHun!

LuHan corrió por toda la casa, lanzándose a sus brazos, sonriendo con toda la felicidad del mundo cuando su esposo le cargó, trepándose como un koala a su cuerpo.

—Dios, no veía la hora para llegar, te estuve pensando todo el día.— Aspiró todo el aroma que soltaba su piel, buscando su cara porque no había podido sacar esa imagen de su mente.

—Lo sé, yo también. Quise llamarte millones de veces, pero no quería interrumpir tu trabajo, no quiero asfixiarte amor.— Contestó LuHan.

—Lo hubieras hecho LuHan, necesitaba oír tu voz. Mañana que vaya a trabajar llámame las veces que quieras, ve a visitarme, pero no me dejes vivir este martirio solo.

—Oye, sé que odias irte de la casa, pero tranquilo, estaré aquí cuando regreses, no me iré, además, tenemos toda la noche.

Antes de que siguiera hablando, SeHun se acercó a besarlo, devorando con desesperación sus labios, acostándolo en el sillón con delicadeza antes de que pudiera ponerse encima.

—Luego de que te coma por completo la boca, ¿Podrías hacerme tu puré de papa especial? Sabe delicioso y yo necesito energía para toda la noche. La comida de la oficina es horrible, traté de comer de esa sopa plástica y no lo soporté, es en verdad mala.

—Estoy a tus órdenes, guapo, cocinaré tus platillos favoritos si eso te hace feliz...— Guiñó su ojo, colando sus delgados dedos por las hebras de su sedoso pelo, amaba hacerlo y desde hace mucho que era una adicción.

—Ojalá pudiera guardarte en un llaverito, podría traerte todo el tiempo en mi bolsillo, así resistiría la agonía de extrañarte como condenado...

Notas finales:

¡Hola a todas!

Bueno, este es el primer capítulo. Prometo que cada capítulo será intenso, así que preparen su corazón. Haré que se enamoren de SeHun para que sientan el abandono igual y podamos llorar como señoras divorciadas a gusto.

Recuerden que en cursiva es pasado.

Sigamos...


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