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Education sex por Ann Carmesi1

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Hagrid estaba deseando compulsivamente unas vacaciones en ese momento, Rumania era un muy buen destino turístico, pues era en esta época del año cuando las crías de dragón nacían, además, ya tenía mucho tiempo sin ver a Charlie Weasley. Sí, definitivamente ir a asarse el trasero entre dragones sonaba mucho más atractivo para su salud mental que lo que tenía enfrente.

¿Qué acaso aquel chico nunca podía mantenerse alejado de los problemas?

Y lo peor de todo… ¿No podía mantenerlo a él alejado de sus problemas?

-Harry, chico, cálmate por un momento, ¿quieres? Vas a destruir mi hogar con tus berridos – señaló el mayor, viendo como la magia del chico comenzaba a revolotear por todas partes, haciendo que las cosas comenzaran a tintinear.

Por todos los magos, ese muchacho albergaba un nivel de estrés bastante insano.

-¿Calmarme? – respondió Harry, incrédulo ante la calma del otro - ¿Has dicho, calmarte? ¡Joder, Hagrid! ¡¿Acaso no ves que cada maldito minuto más que este idiota esté inconsciente, significa una maldición lanzada directa a mi trasero?!

Hagrid estuvo a punto de replicar eso, sin embargo, calló abruptamente; era verdad, el mocoso rubio solía ser una verdadera molestia cuando lo hacían enojar.

O en cualquier momento, a decir verdad, el mocoso Malfoy nunca destacó por sus buenas obras, precisamente.

Aunque le divertía un poco el imaginar como el rubio mandaría a sus gorilas a meter la cabeza del niño-que-vivió en el retrete más sucio de todo el castillo.

El cual, quizás era el suyo.

Aunque, la verdad, no era la primera vez que ese par hacía algo para enojar al otro, todo el mundo estaba más que acostumbrado a ese tipo de cosas.

Así que el hecho de ver tan jodidamente nervioso a Potter le hizo tener de pronto un muy mal presentimiento.

-Muchacho, por Merlín, dime que no le freíste su narcisista cerebro o algo así – murmuró de pronto, recordado los balbuceos incomprensibles de hace un momento.

Él, se encontraba tranquilamente bebiendo un poco de cerveza mientras disfrutaba del cálido fuego de su chimenea y los ruidos de la naturaleza de afuera. Sí, definitivamente todo hombre necesitaba momentos de relajación para sí mismo. Lástima que aquel muchacho no entendiera el concepto de eso; pues llegó de repente, azotando su puerta con desesperación mientras le decía que ocupaba que desocupara su sillón , a decir verdad, ya estaba acostumbrado a que Harry llegara ahí con su capa de invisibilidad puesta a pedirle ayuda para lo que sea en lo que estuviera metido ahora.

Sin embargo, le sorprendió ver que no venía acompañado de sus amigos, sino que venía solo, entrando patéticamente oculto en su capa de invisibilidad y con una palidez que competía con los mismos fantasmas del castillo.

Mierda, y ahora ese mocoso lo había vuelto un cómplice en lo que sea que le haya hecho al pequeño Malfoy. Puede que quizás la reputación de la familia hubiera decaído estrepitosamente después de la guerra, sin embargo, sabía de primera mano, que ni Azkaban, en el caso de Lucius, ni el arresto domiciliario de Narcissa (cosa algo absurda, dado que la propiedad de ellos era kilométrica) detendrían al matrimonio de arrancarle los ojos por haber sido parte de…

Bueno, lo que sea que estuviera pasando.

Y, antes de poder decirle amablemente al chico que, por más que lo quisiera y apreciara, se largara de su cómoda y reconstruida choza, un quejido proveniente del sillón donde Harry aventó a Draco logró captar la atención de ambos.

Hagrid, visiblemente nervioso y alterado, y Harry total y absolutamente aterrado.

-Dra-Draco ¿Cómo te sientes? – preguntó Harry de manera cautelosa, manteniendo una prudente distancia entre el sillón y su humanidad.

Dios, realmente no soportaría montar un espectáculo como el de los baños enfrente de Hagrid. Está bien que le tuviera confianza, pero no era tanta.

-Me siento como la mierda- contestó con un gruñido, mientras intentaba enfocar la vista y calmar la horrible punzada que amenazaba con destruirle el cráneo desde adentro.

¿Qué demonios había pasado?  Se sentía igual de molido que aquella vez que se dejó llevar por las estúpidas ideas de Pansy y Blaise, retándolo a ver quién podía beber más Whisky de fuego antes de vomitar o desmayarse.

Salazar, esa fue una de las cosas más terribles que había tenido que soportar, jamás había experimentado una cruda de tal magnitud.

Sin embargo, no recordaba haber hecho algo así; tampoco recordaba haber sido atacado o algo por el estilo, y mira que había estado alerta todo el tiempo desde que otros alumnos estúpidos habían decidido “vengarse” por su propia cuenta de todos los que hayan participado en el lado equivocado de la guerra y fueron eximidos de responsabilidades, independientemente del hecho de que prácticamente él y sus amigos habían sido obligados a seguir a Voldemort.

Bueno, al menos le reconfortaba el saber que la mayoría de los ataques eran dirigidos a él y no tanto hacia Pansy, Blaise, Theodore, las Greengras o Goyle.

Pero ese no era el punto, el maldito punto de todo era que, lo último que recordaba, era haber estado peleando con el imbécil de Potter y su nulo talento para las pociones y usar el cerebro par algo más que solo decir estupideces.

Y como si de una epifanía tardía se tratara, vino, como si alguien se burlara de él y su jodida mala suerte, el momento en que no fue capaz de controlar sus idiotas, hormonales y confusos impulsos y se interpuso entre el imbécil-niño-que-venció y la porquería verde que salió expulsada del caldero.

No sabía porqué había hecho eso, o más bien se negaba a reconocerlo, pero simplemente no podía permitir que aquel soquete fuera dañado, si no era por su causa, al menos.

-Oye, muchacho, si vas a vomitar, por favor que no sea sobre mi sillón – de pronto, una voz que le era familiarmente molesta se hizo escuchar sobre sus propias peleas mentales.

Y tan rápido como su debilitada cabeza se lo permitía, volteo con una ira prominente hacia la dirección de dónde venía aquella voz.

Pero lo que pasó, es que, al distinguir una figura, bastante conocida, al lado del gigante, su subconsciente terminó de abofetear a Draco con su última carta.

Recordó de pronto todo, como si hubiera sido un sueño, un terrible, aterrador y vergonzoso sueño; era él, despertando confundido (al parecer eso se estaba volviendo algo normal) dentro de la bañera del baño de prefectos, conocía de sobra ese lugar, era el lugar donde iba a visitar a Myrtle (cosa que jamás admitiría frente a nadie) pues la molesta chica se había convertido en su amiga y consuelo durante sus horribles días en sexto año; sin embargo, lo que no entendía, lo que no le entraba en la cabeza, era el porqué demonios se recordaba a él mismo, más que seduciendo, atacando casi como vil violador sexual a Potter.

¡Por todos los jodidos hechizos del mundo, al maldito Harry Potter!

Salazar, después de eso, no podría volver a mostrar la cara en público jamás, y miren que había sobrevivido con la frente en alto los juicios y demás miserias que pasó después de la guerra.

¡Pero es que eso simplemente no tenía sentido!

Él, jamás, bajo ninguna circunstancia, se rebajaría a actuar de esa manera, no, simplemente era inadmisible eso.

¡¿Qué demonios le había pasado?!

No sabía qué hacer, solamente lograba distinguir la mirada incómoda y terriblemente avergonzada del estúpido Gryffindor y el cómo su respiración se volvía cada vez más y más errática.

¿Acaso estaba teniendo un ataque de pánico?

Maldita sea, no le pasaba eso desde que lo interrogaron en su breve estadía en Azkaban y le hicieron rememorar y contar todo lo que había vivido en el tiempo en que Voldemort y Bellatrix hacían todo tipo de barbaridades en la mansión Malfoy.

-¿Draco? Oye, tranquilízate, estás haciéndote daño – se acercó de pronto Harry, tan rápido como notó que el otro empezaba a ponerse pálido y respiraba cada vez más rápido.

Puta vida, al parecer Draco sí que recordaba lo que pasó en el baño.

-¿Dónde estoy? – fue lo único que alcanzó a preguntar, sintiéndose de pronto demasiado atrapado en ese pequeño lugar. No reconocía ese sitio, solo sabía que había despertado después de su ataque de locura impensable en el baño y ahora tenía a dos enormes idiotas mirándolo como si el bicho raro ahí fuera él.

-Estás en la cabaña de Hagrid, después… de… mierda - ¿Qué cojones decía? “después de que casi logras que follaramos en el baño y yo tuve que dejarte inconsciente para no joderte hasta el cansancio”, por Merlín, definitivamente no podía decir eso, tenía que encontrar una opción rápidamente - después de que te golpeaste al caer de las escaleras de la torre de astronomía – dijo presuroso, mirando intensamente al otro y rogando que, por favor, lograra captar el mensaje y le siguiera la corriente – como pensé que quizás la enfermería no era el lugar apropiado para llevarte después de tu caída, debido a la cantidad de jugadores de Quidditch enojados que hay ahí, este lugar era una buena opción, ya sabes, sin multitudes ni curiosos rondando por ahí.

Joder, enserio estaba exprimiendo sus neuronas lo más que sus capacidades le permitían, solo esperaba que el rubio fuera al menos la mitad de inteligente de lo que alardeaba ser para que pudiera seguirle la corriente.

Al final, lo que Harry estaba intentando era proteger lo más posible la reputación e integridad del Slytherin.

Claro que el hecho de que todo eso hubiera sido esencialmente culpa suya, no era algo en lo que pensaba ahondar.

-¿Estás seguro de que todo este escándalo es solo por una caída, Harry? – Hagrid podía parecer alguien torpe y poco apto para fijarse en los mínimos detalles, sin embargo, conocía a ese niño desde hacia años, y podía distinguir perfectamente cuando el otro intentaba ocultar algo.

Además, debía de admitir, su cachorro favorito no tenía nada de talento en cuanto a sutileza e ingenio se trataba.

-¡Claro, ¿qué más podría haber sido, verdad, Malfoy?! – contestó, a punto de arrancarse los lentes y empezar a morderlos por la ansiedad que se estaba adueñando de su cuerpo.

Maldita sea ¡¿Cuánto jodido tiempo ocupaba el otro para reaccionar y ayudarlo a salir de ese embrollo?! Definitivamente ocupaba la mente malévola y mentirosa del otro para ayudarlo en esto.

Porque, si de inventar historias de último minuto y embaucar a gente ilusa se trataba, nadie mejor que Draco para eso.

Y Malfoy, como escuchando los lloriqueos silenciosos del otro, reaccionó de repente, dándose cuenta de que el tarado aquel estaba intentando engañar al otro.

¿Por qué demonios el cuatro ojos le ayudaría con algo así?

Bueno, conociendo mejor que nadie la verdadera versión de los hechos que le hicieron terminar en esa situación, decidió que tomaría la tangente que el otro le estaba brindado. Ya después se encargaría de poner cartas sobre la mesa con Potter, pero por mientras, lo único que quería era poder salir lo más rápido posible de ahí e ir a enterrar la cabeza en algún hoyo en las mazmorras.

Joder, ojalá Blaise tuviera alguna botella de contrabando guardada en el dormitorio, porque a pesar de que su cabeza seguía amenazándolo con estallar, realmente necesitaba algo fuerte para calmar sus destrozados nervios.

-Así es -dijo como pudo, intentado por todos los medios no mirar a Potter, joder, se estaba poniendo realmente nervioso al sentirlo así de cerca – Yo, bueno, nosotros tuvimos cierto… percance al bajar la torre y por alguna incomprensible y estúpida razón terminé golpeándome fuerte en la cabeza, y bueno, por lo que veo, terminé inconsciente y en las peores manos posibles – soltó venenosamente, mirando despectivamente a su compañero y haciendo que el otro bufara de verdadera indignación. ¡En las peores manos! ¡Ya quisiera ver que alguien más hubiera pasado por tanto con tal de socorrer a ese jodido engreído de mierda!

-¡Oye, que tuve que pasar por toda una odisea para traer tu aristocrático y engreído trasero inconsciente hasta aquí! – se defendió el otro. A la mierda la discreción, por mucho que aún estuviera aturdido por todas las reacciones y sensaciones contradictorias y sexualmente confusas que el otro provocó en él durante su tiempo en el baño, no podía permitir que ese jodido niño mimado estuviera insultándolo en su cara.

Primero estaba su orgullo antes que su pene, sí señor. Dignidad Gryffindor, ante todo.

-¡¿Y por culpa de quién fue que acabé inconsciente, San Potter?! -gruñó más fuerte el otro, porque si de orgullo se trataba, Draco Malfoy era un excelente contrincante - ¡¿O acaso ya olvidaste cómo fue que acabé inconsciente gracias a “la caída”?!

Y ahí fue donde su orgullo, dignidad y virilidad fueron cruelmente aplastadas bajo la gran y cruel bota que era la viperina lengua del rubio.

Mierda, que no podía decir nada contra eso, porque, por primera vez, el otro tenía razón.

Eso había sido total y absolutamente su culpa.

Sin duda alguna terminaría dando de baja la clase de pociones, había pasado por muchas cosas jodidas a lo largo de su vida como para que una simple calificación estuviera metiéndolo en ese tipo de problemas.

-Muchachos, ¿hay algo de lo que me esté perdiendo? Porque déjenme recordarles que están en mi casa, y cualquier cosa que pase mientras estén aquí será mi responsabilidad – harto de que al parecer los otros habían decidido mutuamente ignorar su presencia, decidió poner las manos en el asunto, al parecer, ninguno de los dos estaba en peligro mortal o algo así, sino que más bien parecía otro de los tantos problemas absurdos en que solían meterse por sus peleas, y Hagrid realmente no quería ser parte de eso.

Con el pasar de los años, si algo había aprendido cada persona que vivera en el castillo, era mantenerse alejado de las disputas de esos dos idiotas si no quería que su salud mental resultara severamente dañada.

Es que esos dos eran capaces de desquiciar a cualquiera.

-¿Estamos en tu casa? – preguntó de manera incrédula y visiblemente asqueada el rubio. Joder, de saber que acabaría en la pocilga de aquel tipo, hubiera preferido que Harry lo hubiera dejado botado en la orilla del lago negro.

Sin duda alguna, obligaría a Potter a realizar un juramento inquebrantable en el que le jurara jamás decir que Draco Lucius Malfoy Black había estado ahí.

Su reputación ya estaba lo suficientemente dañada, muchas gracias.

-Draco, no empieces a ser un idiota ahora, permitió que te recuperaras aquí, sé un poco más agradecido, jodido bastardo – Hagrid estuvo a punto de decirle que en realidad el nunca aceptó cuidar en su casa al rubio, sino que esta fue cruel y despiadadamente allanada por Harry sin ningún permiso. Pero bueno, nunca estaba de más hacer que le debieran favores.

Aunque, si lo pensaba mejor, en realidad no sabía si sería muy conveniente que ese mocoso le debiera algo, carajo, que estar relacionado con los peores monstruos del bosque prohibido era mucho más seguro que estarlo con esa jodida víbora clasista y pedante.

-¡¿Y acaso eso fue mi culpa, Potty?! – primero le quitaba toda una jodida tarde al obligarlo a ser su asqueroso tutor de pociones, después casi logra matarlo con la estupidez verde que creó en su caldero, luego fue testigo -y víctima- de las horripilantes consecuencias que esta misma porquería verde provocó en él, haciéndolo ver como un degenerado adolescente pervertido -cosa que quizás sí era, pero mierda, que el otro no tenía porque saberlo- , finalmente lo desmaya y lo arrastra hasta esa mugrienta pocilga, arriesgándose a exhibirlo frente a aquel gigante odioso.

¡¿Y ahora se atrevía a decirle jodido bastardo?!

Lo mataría, definitivamente lo aniquilaría de una buena vez por todas.

A la mierda el puto mundo mágico y su adoración casi lasciva hacía el imbécil del cara rajada, si querían terminar de enviarlo de una buena vez por todas a Azkaban que fuera por una buena razón, le daba igual, total, ya conocía a bastante gente ahí, quizás y al final logra crear su propia villa ahí dentro.

“Draciania, tierra de los juzgados y los devotos a los Malfoy-Black”

Sí, definitivamente ese sería un buen nombre para su pequeña futura nación.

Y estuvo a punto de llevar a cabo su plan, de no ser porque de pronto recordó que su madre aún estaba fuera de prisión, al menos de la del ministerio, porque prácticamente ella estaba en otro tipo de encierro, y seguramente se enojaría y devastaría mucho si se enteraba que su amadísimo hijo fue a parar a ese mugriento lugar.

Además, sus amigos estarían muy perdidos sin su presencia y liderazgo. Ni modo, tendría que dejar de lado sus planes de conquista y expansión con tal de no hacer sufrir a la gente que le importaba.

Así que, más resuelto a librarse de esa situación cuanto antes, hizo todo acopio de su dignidad de sangre pura; ignoró deliberadamente los berridos de Potter y las caras idiotas de Hagrid, vislumbró por la pequeña ventana de esa choza la dirección del castillo, y con el porte más aristocrático que era capaz de poner, dirigió totalmente su vista y pasos hacia el Gryffindor más molesto en la historia de la humanidad, he hizo lo que cualquier caballero maduro, justo y brillante como él podía hacer.

Le otorgó a Harry James Potter Evans, el salvador del mundo mágico y unos de los magos más alabados de Inglaterra, la más dolorosa, cruel y malintencionada patada en las bolas de la historia.

Estaba seguro de que un golpe tan cruel como ese debía de entrar en el mismo nivel que los maleficios prohibidos.

El dolor generado fue tal, que hasta Hagrid y el gigante perro de este (Draco empezaba a preguntarse si el cuidador aquel tenía alguna especie de fetichismo con las cosas grandes) no pudieron evitar descomponer su rostro en una agónica expresión de dolor.

Joder, que sintieron eso como si hubieran visto a un camarada caído.

Aunque, a decir verdad, quizás eso era, pues Hagrid dudaba seriamente que algún día su buen amigo Harry lograra volver al combate, porque, sin duda alguna, eso debió de haber aniquilado todas sus municiones.

Así que, como el hombre maduro, leal y experimentado de la vida que era, hizo lo que cualquier mente sensata hubiera hecho al presenciar cómo el rubio alzaba la cabeza arrogantemente y empezaba a caminar de manera digna y satisfecha hacia la puerta.

Se hizo inmediatamente a un lado mientras que con sus manos protegía disimuladamente su parte inferior.

Y al ver por la ventana cómo el rubio se dirigía con paso firme al castillo, corroboró que no, para nada se arrepentía de haber puesto primero la integridad de su masculinidad que defender al pobre chico que aún se retorcía de dolor y agonía en el piso.

-Oye, Harry, ¿quieres que te deje solo? – preguntó de manera temerosa, mientras se arrimaba poco a poco al otro y sentía escalofríos al ver las pequeñas lagrimas que salían por los ojos del moreno – Ya sabes, por si ocupas comprobar el nivel de daños o requieres despedirte de un colega caído en batalla – dijo lo último con la intención de aligerar un poco el ambiente, sin embargo, al ver la mirada de reproche y sufrimiento que le dirigió el menor, decidió que lo mejor era callarse.

Así que, encogiéndose de hombros, le hizo una señal a su mascota con la intención de salir a dar un paseo, no tenía ganas de quedarse a sufrir visualmente con el otro.

Total, una cosa era apreciar casi como un hijo al chico, y otra era saber que, entre caballeros, no se daba un golpe de esa calaña a menos que definitivamente tu víctima haya hecho algo que se mereciera tu total y absoluto odio.

Y conociéndolos como desgraciadamente los conocía, no dudaba que Harry hubiera tenido gran parte de los méritos en el enojo del otro.

¡Ahh, la juventud! Sin duda alguna ponían todo su entusiasmo y energía en todo lo que hacían. Aunque eso se tratara de tocarle las pelotas al otro, literal y figurativamente, al parecer.

-Bueno, Harry, me voy, no me esperes que pienso llegar bastante tarde – decía mientras se dirigía a la salida y le dada una última mirada lastimera al menor, lo bueno era que los Weasley tenían la costumbre de reproducirse por docenas, así Harry no sentiría demasiado dura la añoranza de los niños en un futuro, porque sinceramente dudaba que después de ese golpe pudiera tenerlos algún día- hay un poco de cerveza en la cocina… Y hielo, por si necesitas alguno de los dos, o ambos – y con una última mirada de odio desde el piso (mierda, que no deberían dejar que Harry conviviera tanto con Malfoy, se le estaban pegando sus costumbres) se retiró.

Harry, por su parte, solo podía pensar en toda la gama de insultos dirigidos a Malfoy y su progenitora. Realmente no se merecía una tortura así.

Ohh, pero ya se encargaría de cobrársela al jodido rubio aquel, porque con su pequeño amiguito nadie se metía.

Pero, por mientras, solo esperaría a que el dolor le permitiera levantarse de una manera más o menos decente y buscaría esa cerveza y, aunque jamás lo admitiría, lo hielos que mucha falta le estaba haciendo.

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-Carajo, Draco ¿Dónde estuviste todo el día? Te estuvimos buscando para ir a practicar un poco al campo de quidditch, pero no te encontramos por ningún lugar – fue lo primero que escuchó Draco al entrar a su habitación.

Él solo quería llegar y dormir hasta que el maldito año escolar se hubiera acabado, pero se dio cuenta que no podría simplemente ignorar la voz de Blaise, el cual era el que le había preguntado eso apenas verlo llegar, porque no se encontraba solo, sino que además, sus demás compañeros de cuarto y Pansy (enserio, ¿acaso esa mujer no entendía que no era nada bien visto el que una dama de sociedad se escabullera al dormitorio de chicos en la noche? ) estaban cómodamente puestos en las camas que juntaron (incluida la suya, mierda) para que todos cupieran perfectamente, mientras se entretenían con algún tipo de cartas esparcidas en medio de todos ellos.

Y por la mirada de malicia de Pansy y la expresión incómoda de Goyle, se dio cuenta de que no se trataba de ninguna tarea de Trelawney.

Debió de haberse dormido en la sala común, así al menos habría escapado de cualquier estupidez que los otros trajeran entre manos.

-Déjalo en paz, Blaise, a lo mejor se fue a follar con alguien para lograr que se le quite el jodido mal humor que se carga diario – respondió de manera venenosa Theo, poniendo una expresión orgullosa al ver cómo los demás rieron ante la cara del rubio.

Y Draco hubiera soltado un comentario aún más afilado sobre la madre de Theo a gatas, si no hubieran recurrido de repente los recuerdos del baño y lo maldita sea bien que se sintió restregarse contra Potter de esa manera.

¿Por qué diablos no se oblivateó antes de entrar? Sin duda su vida sería más fácil si recurriera a ese hechizo con regularidad.

Seguramente entre las notas de Snape debía de haber algún apunte sobre cómo aplicarse una terapia regular de des memorización sin fundirse el cerebro en el intento.

Podría quedar totalmente retrasado y loco; o como los Weasley, y eso sí que sería malo.

-Ohh, vaya, Draco ¿Enserio te fuiste a follar? – exclamó de manera divertida y fascinada la única mujer en la habitación, y quizás, un poco tentada a pedirle que la siguiente vez la incluyera, total, ella estaba segura que a cualquier faje del rubio, no le molestaría un poco de compañía extra como la de ella, carajo, que ellos dos juntos serían el sueño húmedo de cualquiera.

Sin embargo, antes de proseguir con sus comentarios obscenos, recordó un fragmento de plática que logró descolocarla un poco durante la tarde.

Pues, si mal no recordaba, cuando terminó la clase de pociones temprano debido al imbécil de Potter, todos salieron huyendo de ese lugar, pero Draco, y la insufrible de Granger tuvieron que quedarse a ayudar a Slughorn a contrarrestar el mal olor del aula, pobre Draco, lo peor de todo, era que, debido a la posición en que acabaron los de Slytherin después de la guerra, no podían ir en contra de nadie, defenderse de nadie ni alzar la voz si algo no les parecía, pues la perra de McGonagall solo buscaba el momento preciso para hacerles la vida miserable, pues desde nunca fue un secreto para nadie de las mazmorras que la nueva directora sentía muy poca estima por las serpientes.

Y el único a quienes ellos le interesaban, era a Snape, el cual se encargó de cuidarlos y velar por ellos siempre.

Por eso, ella y Zabini habían decidido no regresar por el otro, pues su presencia, sobre todo la de ella después de lo que gritó sobre Potter el día que los mortífagos atacaron la escuela, solo incentivaría cualquier tarea que le dejaran a su príncipe.

Así que, frustrados por no poder hacer nada más que dirigirse a sus dormitorios debido a que odiaban estar fuera por las miradas hostiles de los demás, solo siguieron su camino, sin embargo, ella logró escuchar algo que en ese momento decidió tomar como una mentira del idiota de Ronald Weasley.

-Escuchaste, tal parece que Slughorn quiere hacer que Mione y el hurón le den clases particulares a Harry, pobre hombre, yo no confiaría en dejarlo más de 5 minutos en presencia de Malfoy, tener que aguantarlo más de lo debidamente necesario sin duda terminaría volviendo loco a cualquiera – oyó, mientras el idiota aquel pasaba apurado a su lado junto con otro sujeto de Ravenclaw, pensando que su voz no era lo suficientemente alta.

Pero simplemente decidió tomar eso como una de las estúpidas platicas del otro, era imposible que hicieran a Draco hacer eso, no era su responsabilidad que Potter estuviera en una clase de pociones avanzadas sin tener el talento y conocimiento que se requería para eso, por eso Snape no permitía a nadie que hubiera tenido calificaciones deficientes en los TIMOS tomar su materia, lástima que Potter gozara de tantos privilegios por el profesor nuevo, porque solo por eso él y su estúpido amigo pelirrojo estaban en esa asignatura.

Así que no, si lo que había escuchado era verdad y entonces Draco estuvo atrapado todo el jodido resto del día y parte de la noche con esos insufribles seres, era imposible que se hubiera ido a follar como todos los demás bromeaban en ese rato.

E, incluso, esa sería la razón de la mirada enojada, avergonzada y malhumorada de Draco.

Solo que, había una pieza que no encajaba, todo tendría sentido de no ser por el deje de sonrojo y nerviosismo que, de no ser por lo muy bien que conocía al otro y sus expresiones, cualquiera hubiera pasado por alto.

¿Porqué Draco tendría que estar nervioso por algo?

Y esperaba, joder, realmente esperaba que no fuera por ninguna de las razones que ella temiblemente estaba pensando.

No era un secreto para ella ni para los demás en esa habitación, excepto Goyle, pero ese gorila no podría notar nada que no fuera comida a su alrededor, que el exceso de atención de Draco hacia el Gryffindor no era simplemente rivalidad, sin embargo, decidían fingir que le creían, puede ser que ni el mismo rubio se hubiera dado cuenta de que eso iba más allá, pero permitir que Draco hubiera ido más lejos antes hubiera sido un peligro debido a la posición que todos tenían antes de la guerra; y ahora, sería incluso peor debido al estigma que rondaba alrededor de él.

Todos se la pasarían cuidando sus pasos para que no dañara de alguna manera al “héroe” y con todos sus problemas, Draco no necesitaba eso.

Así que, indispuesta a dejar que esa conversación siguiera adelante y se delatara algo que no debía de ser delatado, decidió cambiar rápidamente el tema.

Total, ya después se encargaría de sonsacarle al otro toda la información.

-Oigan, se me olvidaba decirles algo – agregó de pronto, no dejando que el otro contestara su comentario anterior, y haciendo que los demás la miraran extrañados, Pansy usualmente no dejaba en paz al rubio hasta que este terminara explotando, así que de seguro sería algo importante lo que la chica tendría que decir. – Hoy, antes de venir para acá, sucedió algo.

Maldita sea, realmente no quería que los demás se enteraran de eso, le resultaba humillante y degradante el tener que hablar de eso.

Pues, antes de salir de su alcoba esa tarde después de haberse ido a cambiar la túnica por ropa más cómoda, tuvo que ir a dejar una carta dirigida a su tía en la lechucería; después de perder a sus padres en la guerra, Pansy había quedado bajo la custodia de su tía, y la mujer le hacía prometerle que cada tercer día sin falta le escribiría para asegurarle que todo estaba bien, eran la única familia que tenían, así que la mujer no quería estar demasiado tiempo sin saber que su sobrina se encontrara a salvo.

Así que, mientras salía de las mazmorras directo a su destino, y lo suficientemente distraída en sus pensamientos, no se dio cuenta de que alguien la estaba siguiendo aprovechando que iba sola y no acompañada de sus amigos.

Pero alguien más que pasaba por ahí, sí lo notó.

Por eso, mientras ella se encargaba de amarrar el envío a la patita del animal, solo sintió como un dolor punzante le atravesaba la columna. Maldita sea, alguien la había atacado por la espalda.

Y antes de poder intentar tomar su varita y defenderse -a la mierda si la expulsaban, ella no permitiría que la mataran ahí sola- un expelliarmus logró desarmar a los idiotas aquellos, Hufflepuff, pudo distinguir por sus uniformes -vaya ironía- mientras eran, de la manera más extraña que se pudo haber imaginado en su vida, muy amablemente invitados a salir de ahí si no querían que un Thestrall los devorara durante la noche.

Y los bastardos esos, frustrados por no poder seguir con su tarea, decidieron que lo mejor sería marcharse, no estaba muy segura si por miedo al supuesto Thestrall -los cuales ella también pudo empezar a ver después de que Voldemort tomara el poder- o por la presencia tranquila, aunque sabía que peligrosa si la hacían enojar, de Luna Lovegood.

-No debiste de haber hecho eso, ahora también la tomarán contra ti – se levantó lo mas dignamente que pudo, mientras dirigía su mirada a la chica que se había acercado a acariciar a la lechuza que segundos antes estaba recibiendo el encargo de Pansy.

-No creo que lo hagan, esos chicos no son malos, solo están enojados y no saben cómo desahogar eso, no te sientas mal – dijo la otra, sacando un poco de semillas de la bolsa de su túnica y dándoselas al animal para que pudiera por fin marcharse a la residencia de Pansy – aunque, eso no significa que dejaré que te lastimen si yo puedo evitarlo, Pansy.

Pansy.

Nadie más, desde que había llegado a la escuela hace años, aparte de sus compañeras de habitación y sus amigos le llamaban así. Para todos, ella siempre había sido Parkinson, así que le extrañaba en sobremanera que alguien más se dirigiera así a ella.

Sin embargo, decidió no ponerse en guardia ante esto, desde que habían vuelto al colegio, pudieron notar como, para sorpresa de todos, Draco parecía adorar a esa mujer, no dudaba en aceptar sus extraños regalos ni en defenderla de cualquiera que le dijera rara o loca, aun si esto significaba que el otro pudiera meterse en graves problemas, ellos pensaron al principio que era por la culpa que el otro sentía después de haberla tenido prisionera n su mansión, y puede que quizás aún haya algo de eso, pero era algo más; ellos realmente se habían vuelto amigos, así que, pese a la sorpresa e incomodidad inicial, ya no les sorprendía que Luna se acercara a ellos cuando se encontraba a Draco en los pasillos, o que incluso haya llegado a sentarse con ellos en el gran comedor ante la mirada atónita de todos.

Si Draco confiaba en ella y le permitía acercarse, entonces ellos lo respetarían, pues, secretamente, estaban un poco agradecidos con la rubia por haberle hecho compañía a su amigo durante su encierro en la mansión, la amistad que forjaron ahí logró que Draco no se sintiera tan miserable esos días.

Lo que sí odiaba, era que, en su pensamiento, la chica creyera que podía jalar a un incómodo Harry con ella cuando tenía la intención de acercarse a los Slytherins, así que, en más de una ocasión, se vieron envueltos en un incómodo ambiente donde la rubia parecía no percatarse de la tensión entre ellos, y solo, muy de vez en cuando, Granger o Weasley también se acercaban para no dejar a su amigo solo con ellos, todo debido a que, tal parecía, ninguno era capaz de negarle nada a Lovegood.

Pero eso no significaba que ellas fueran amigas, no, Luna buscaba a Draco, no a ella, así que no tenía ningún deber moral para haberla ayudado.

Pero la otra parecía no pensar lo mismo, pues se acercó amablemente a Pansy y le quitó una pluma que había quedado en su cabello durante el alboroto anterior.

Y Pansy decidió ignorar el escalofrío que la cercanía de la otra provocó en ella.

-Sabes, hoy habrá tarta de moras durante la cena, un elfo me lo contó, ¿te parece si vamos por un poco a las cocinas antes de la cena?, tengo mucha hambre – dijo la otra, ignorando totalmente las palabras dichas por Parkinson y tomándola de la mano para dirigirla a la salida.

Y ninguna dijo nada cuando Luna la acompañó hasta la entrada de las mazmorras, no dejándola volver sola.

Todo esto se lo contó a sus amigos mientras era incapaz de separar su mirada de unos libros que se encontraban sobre el escritorio, pues sabía lo que le esperaba al voltear a verlos a los ojos.

Enojo, frustración y deseos de venganza.

-¡Maldición, Pansy, ¿Por qué no nos dijiste nada?! – el primero, para sorpresa de todos debido a su calmada personalidad, en estallar fue Theo, incapaz de aceptar que hayan atacado a la chica sola y por la espalda.

Repentinamente, el odio que sentía hacia su padre volvió a su mente, ellos no tenían la culpa de haber estado del lado incorrecto en la guerra, así los criaron, los obligaron a aceptar esas ideologías y a cometer actos que no querían… Él no tenía nada en contra de los muggles ni los sangre sucia, no los idolatraba, claro está, pero tampoco los quería muertos o lejos de la sociedad mágica; así que, de no haber sido porque su padre era un fanático de Voldemort y lo haya obligado a estar de su lado, él no estuviera pasando por las humillaciones y desplantes de los que ahora eran víctimas.

Y lo mismo se aplicaba a sus amigos.

-¡No lo creí necesario en su momento! Solo, bueno… De pronto se me ocurrió que quizás Draco, al haber estado, donde sea que estuviera, durante todo el día sin ninguno de nosotros, lo dejaba vulnerable a estas malditas cosas, ya saben, no se meten con nosotros cuando estamos acompañados porque saben que jamás podrían hacernos frente.

En parte, era verdad, era bastante conocido que una víbora no atacaba a menos que la provocasen, pero ir en contra de más de una, era básicamente buscar la muerte. Y ellos nunca destacaron por su piedad, precisamente.

Es más, antes de la guerra, las únicas personas que se atrevían a meterse con ellos eran el trío dorado.

¡Já! Qué ironía que ahora ellos fueran justamente los únicos que parecían no reprocharles nada.

Y, como si hubiera sentido un flechazo directo a la nuca, las palabras dichas por su amiga le calaron profundamente al rubio.

Era cierto, aunque no lo admitiría en voz alta, pues las cursilerías y sentimentalismos jamás habían sido su fuerte, él amaba y se preocupaba totalmente por cada uno de sus amigos.

Goyle, aunque lo subestimó bastante los primeros años y muchas veces no lo vio como otra cosa que no fuera su guardaespaldas, demostró ser un amigo leal y bastante noble (a su extraña y bravucona manera) pues, siempre que saqueaba las cocinas con Crabbe, nunca faltó el momento en que le llevó algo a él, jamás se echó para atrás en alguna broma o burla que el rubio planeara hacia sus demás compañeros, siempre fue el primero en golpear y amenazar a los que intentaran meterse con ellos, y jamás se dejó afectar por las palabras hirientes que Draco solía soltar descuidadamente hacia él. Pero, sobre todo, no le echaba la culpa por lo acontecido en la sala de los menesteres, cuando fue Draco el que los arrastró ahí, el que no fue capaz de atacar a Potter y debido a esto Crabbe tuvo que usar el fuego maldito, cuando no pudo ayudar a que el otro no fuera consumido por las llamas. Draco se sentía culpable y responsable por la muerte de su amigo, pero Goyle no creía eso, Goyle pensaba que las cosas sucedieron como tenían que haber pasado, y, aunque Crabbe hubiera sido su mejor amigo y aún le provocara un inmenso dolor el ver las cicatrices de quemaduras en su cuerpo, sabía que las acciones del otro fueron total y exclusivamente sus decisiones.

Y Draco jamás sabría cómo agradecerle que se hubiera mantenido a su lado y no lo hubiera juzgado.

Blaise, él era el mejor amigo de Draco, desde que tenía memoria, recordaba al niño moreno, de acento que a su madre parecía encantarle demasiado, y al que su padre siempre le recordó que no debía de menospreciar o dejar de lado por las cosas que se dijeran de la madre del otro, y no por las razones que muchos creerían que Lucius lo haría; a su padre no le interesaba demasiado el dinero de los Zabini ni las muchas conexiones que la madre de Blaise había conseguido con sus encantos a lo largo de los años, no, a él le interesaba que su hijo, destinado a crecer en un mundo de falsas sonrisas y miradas interesadas, tuviera al menos unos pocos amigos en los cuales poder confiar, y cuando Draco era pequeño y lo veía jugar en los jardines acompañado de Blaise y Pansy, desinhibido y olvidando totalmente los protocolos de comportamiento que incluso a sus pocos años ya se le habían enseñado, supo que su hijo no estaría totalmente solo en el futuro.

Blaise fue su primer amigo, rival, compañero, secuas y apoyo. Siempre juntos, siempre apoyándose y maldiciendo a cualquiera que se atreviera a hablar mal de la familia o los amigos del otro.

Theodore, a pesar de conocerlo desde antes de Hogwarts debido a que su familia también era perteneciente a los sagrados 28, no se convirtió en su amigo hasta después de haber sido asignados al mismo dormitorio. Él era callado, reservado, meticuloso, estudioso y totalmente despectivo hacia las acciones tontas y sin sentido, claro que esto quedaba de lado cuando eran sus compañeros de cuarto y Parkinson los que prácticamente lo arrastraban con ellos a cualquier crueldad nueva que se les hubiera ocurrido. De no ser por ellos, no habría disfrutado de una juventud divertida y emocionante, todo por estar atrapado bajo los estigmas y las reglas del fanatismo de su padre. Para Draco, Theo era el espejo de sí mismo, tan diferentes en personalidad y apariencia, pero tan iguales en crianza y responsabilidades desde la cuna.

Con él era con quien se sentía más a gusto en los momento en que buscaba calma, paz; estudiar tranquilamente o deleitarse con una buena obra de arte cuando Nott accedía a tocar el violín para él. Además, él fue el pionero para que Draco se hubiera aventurado a experimentar con su sexualidad, pues, dentro de esa fachada de calma y erudita seriedad, se encontraba un chico arrogante, despectivo, altanero y tan jodidamente curioso como él; así que, durante la época en que ninguno de los dos sabía exactamente qué les gustaba, se permitieron conocer y experimentar en el cuerpo del otro, con escondidas y placenteras noches tras los encantamientos que ponían en sus cortinas para que sus compañeros no se dieran cuenta, dándose la libertad de conocer los placeres que el fin de la infancia otorgaba.

Él había sido el sujeto al que Draco siempre recurriría en busca de un consejo, un dato desconocido, una melodía armoniosa perfectamente ejecutada o un desfogue de hormonas sin la preocupación de dañar su reputación o su amistad.

Y Pansy, Merlín, no tenía palabras para describir lo que la chica significaba en su vida;  desde siempre estuvo presente en su historia, no había etapa en su vida en que Parkinson no hubiera participado, era la chica con la que sus padres lo esperaban ver casado; pero fuera de eso, era la mocosa que jamás se dejó dominar por su personalidad controladora, pues la de ella era aún peor, era su mejor amiga, la compañera perfecta de maldades, a la que estaba dispuesto a escuchar por horas parlotear de cosas sin sentido por el simple hecho de que era ella, la que amenazó a Astoria el día en que la Greengras insinuó que haría que su padre cerrara un trato de matrimonio entre ella y Draco, a pesar de las negativas de este a casarse de esa manera, por negocio y no porque él así lo quisiera; la que hacía acto de presencia con él cada vez que ocupaba a una acompañante para un evento público, la que fue la primera en amenazarlo con hechizarlo si seguía mintiéndose al negar que también le atraían los hombres tanto como las mujeres; la que le rogó no aceptar la marca tenebrosa y le ofreció que escaparan todos juntos para no ser participes de las ideas del señor tenebroso; la que miraba con altanería a todos los demás, pero que se derrumbó ante él el día en que su primer novio decidió dejarla por el enorme peso que resultaba estar con alguien con su elevada posición social y altas expectativas que los Parkinson esperaban de alguien para estar con su heredera; la que le enseñó a ver las formas simples y femeninas de las cosas; la que, una noche entre murmullos y secretos frente a la chimenea de su sala común, le había pedido quitarle la virginidad, pues no quería experimentar eso con nadie más que no fuera a su mejor amigo, alegando que no soportaba la idea de tener que esperar para que un idiota al que seguro no conocería pero que se volvería su marido debido a que tendría una elevada posición se jactara de haber sido el primer hombre en tenerla; y él no pudo haberse sentido más alagado que en ese íntimo momento, conociendo por primera vez el placer que otro cuerpo podría otorgarle, y pensando igual que ella, que con nadie más que con su mejor amiga desde el vientre se sentiría cómodo al dar ese primer e importante paso.

Todos y cada uno de ellos eran totalmente indispensables en la vida de Draco, eran los pilares que siempre lo sostenían y por los que daría todo. Pues no dudaban que ellos harían lo mismo.

Así que, dejándose llevar por los impulsos amargos que la narración de su amiga provocaba en él, decidió que no dejaría que nadie más se metiera con ellos.

Joder, él era Draco Malfoy, heredero de los Malfoy y los temidos Black, unos de los sangre pura más poderosos y con la sangre más limpia del mundo mágico, príncipe de Slytherin no por herencia de sangre sino porque se ganó a pulso el puesto, primer lugar de su casa, sobreviviente de haber tenido que vivir en la misma casa que Voldemort, y principal autor de la invasión de los mortífagos al colegio.

A él nadie lo intimidaba y quedaba impune, y mucho menos permitiría que a sus amigos los sobajaran de esa forma.

-Pansy, quiero que me digas los nombres de los bastardos que te atacaron, o si no lo sabes, me describas su apariencia, nos encargaremos de arreglar este asunto – siseó, mirando intensamente el emblema de su casa que colgaba de la pared.

Unos Hufflepuff intentado meterse con unos Slytherins, já, ya verían el gran error que habían cometido.

-No te diré nada, Draco, ya te dije, no fue la gran cosa – dijo, intentado mantenerse digna ante la mirada que le dirigían los otros ante su negativa. Joder, que ya tenían suficientes problemas como para obtener más. – Además, todos nosotros sabemos que el que menos puede involucrarse en disputas con otros alumnos eres tú, el ministerio, los aurores y la perra de McGonagall solo están buscando la oportunidad perfecta para refundirte en Azkaban, y no permitiré eso.

Ese había sido un golpe demasiado bajo, y, mirando furiosamente sus puños cerrados, solo pudo limitarse a golpear furiosamente la puerta, intentando desahogar toda la furia que tenía acumulada en su ser.

¿Cómo es que la guerra les había afectado de esa forma?

Y Goyle, Zabini y Nott no se encontraban en mejor condición, ninguno soportaba que quisieran meterse con la única chica del grupo, sin embargo, eran tan conscientes como ella de sus situaciones.

Pero si había algo que hacia distintivas a las serpientes, era su sigilo al momento de morder y matar; así que Theo, dirigiéndole una discreta mirada a Zabini, supo lo que tendría que hacer al ver que el otro respondía con un discreto asentimiento su muda cuestión.

La vista de todos se concentraba mayormente en Goyle, Pansy y sobre todo en Draco, así que ellos tenían un poco más de libertad para poder desplazarse discretamente por los pasillos. Puede que los otros tres siempre hubieran atacado públicamente, pero siempre habían sido ellos dos los que se encargaban de los ataques discretos en las sombras. Y eso no se iba a quedar así.

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-Hubieras visto, al parecer la guerra no fue suficiente para que a los chicos se les agotara la energía – McGonagall se encontraba apurada por los pasillos, revisando y supervisando que cada arreglo y construcción quedaran en perfectas condiciones.

Desde su ascenso a directora, no había tenido un solo momento de calma; primero con la absurda implementación de un octavo año para todos los alumnos que se retrasaron con sus estudios debido a los eventos acontecidos anteriormente, pero no podía negarse, a pesar de que muchos de esos alumnos tenían la suficiente fama y riquezas para poder hacer de su vida lo que les diera la gana; el nuevo sistema de educación implementado por el ministerio y los nuevas mentes que dirigirían este, pensaron que la mejor manera de integrar adecuadamente a la sociedad  a los jóvenes es que se les presentara la misma oportunidad que a todos para graduarse.

Así que, casi de manera obligada, todos los alumnos que no pudieron aprovechar adecuadamente su último año en Hogwarts tendrían que volver a repetirlo, pues sin sus EXTASIS, no se les permitiría acceder a ningún puesto que requiriera de estos.

¡Por favor! ¡Como si esos chicos no fueran ya lo suficientemente capaces de dar la talla para cualquier jodido puesto al que aspiraran!

Así que tuvo que adaptar el sistema escolar para una generación retrasada, y lo peor de todo, era tener que soportar la malditamente negativa energía que rondaba a este curso en particular. Pues básicamente, eran salones llenos de enemigos que se intentaron asesinar durante algún momento el año pasado.

Aún suspiraba de lástima cada vez que se enteraba de lo que les pasaba a los protegidos de Snape, puede que los Slytherins pensaran lo peor de ella, sin embargo, ella sabía que no había sido culpa de ellos los lugares y las acciones a las que se vieron sometidos, pero no podía mostrarse clemente con ellos, eso solo avivaría más la llama de resentimiento que los alumnos que perdieron a sus seres queridos en la guerra guardaban en sus corazones, solo esperaba que el tiempo pudiera cerrar esas llagas y hacer que cada uno de sus alumnos pudiera encontrar la paz que necesitaban.

-No, y hubieras visto a estos chicos de Ravenclaw, sin duda se nota que son curiosos por naturaleza, pues no se quedan con la duda de nada, especialmente si de anatomía se trata jaja – otro estúpido comentario de la plática entre un fantasma y el cuadro de una antigua bruja que colgaba al final de las escaleras logró sacarla de sus fúnebres pensamientos.

¿Ahora qué chisme se traerían entre manos?

-Yo creo que, para este paso, todas las bajas de la batalla serán repuestas rápidamente, pues, por lo que pude escuchar de Myrtle, los baños últimamente se están usando demasiado para cosas que no son precisamente el aseo – siseó extasiadamente la mujer del retrato, ignorante de la vena a punto de reventar en la frente de la directora.

¿Enserio, acaso no tenían un poco de pudor?

Y estaba a punto, enserio, juraba por Merlín que estaba por darse la vuelta e ignorar esa bizarra conversación, de no ser porque el último comentario logró convertirse en la gota que derramó el vaso que representaba el mal humor de Minerva.

-Dímelo a mí, ayer estaba recorriendo tranquilamente el pasillo, cuando vi que este chico, Potter, salía a hurtadillas del baño de prefectos intentando ocultarse torpemente junto con alguien más, no pude distinguir muy bien quién era, pero al parecer iban muy acaramelados, pues solo vi como lo llevaba prácticamente abrazado, ¡pero oye! Que no puedes engañar tan fácilmente a un lobo viejo, y por la manera en que su ropa estaba desarreglada y su cara toda roja, se nota que tuvo una muy buena follada ahí dentro – Minerva casi cae al suelo por la impresión

 ¡Maldita sea, que era de los alumnos de quien ese par de entrometidos estaban hablando!

 Además, ¿desde cuándo parecían tan entusiasmados por lo que los chicos hicieran a escondidas en el pasillo?, por Godric, que incluso ella estaba al tanto de que estaba en un internado lleno de adolescentes hormonales y curiosos, ¡pero de eso a estar escuchando sus proezas por los pasillos era algo muy distinto! – Es más, no tengo ni la menor duda de eso, pues cuando entré al baño a buscar a Myrtle y preguntarle qué había pasado, pues eso chica no se perdería algo así, solamente me dio evasivas y una sonrisa traviesa, y para tener una reacción así de esa mocosa, solo significa que algo muy picante pasó ahí dentro, ¡Pero no me quiso decir quién era la otra persona! Maldita mocosa, mira que guardarse para ella esa información.

Basta, eso era más de lo que ella estaba dispuesta a soportar.

¿Enserio estaba así de descontrolado el grado de promiscuidad en el colegio?

Por Merlín, Albus era el que se encargaba de mantener a raya a los alumnos en estas situaciones, ella siempre se enfocó más a los asuntos administrativos y esas cosas.

-Te lo digo, con la fogosidad que se cargan los alumnos, sobre todo los del último año, las pérdidas por guerra serán rápidamente repuestas – bromeó el retrato, sin ser consciente de que Minerva sudó frio ante esto último.

¿Eso era verdad? ¿Los alumnos eran tan promiscuos y descuidados sexualmente para que eso pudiera pasar?

Sin embargo, ahora que lo pensaba, la salud reproductiva se impartía a partir de quinto año, y durante ese fastidioso ciclo, la perra de Umbridge se encargó de intentar convertir en estatuas a los chicos, así que, si hacía mejor memoria, en una de sus tantas estúpidas reglas prohibió las clases de sexualidad por promover comportamientos inadecuados.

 

¡Y ahora por culpa de esa idiota ella tendría que pagar los platos rotos de los alumnos mayores!

Ohh no, eso sí que no, ella no permitiría que durante su primer año de directora se crearan ese tipo de escándalos.

Por todos los cielos, ya imaginaba los titulares del Profeta “libertinaje en Hogwarts” “Minerva no les enseña a usar adecuadamente la varita a sus alumnos” “escandaloso embarazo en chica sangre pura menor de edad”

Joder, ya tenía suficiente con todos los malditos problemas de los que tenia que hacerse cargo como para ahora tener que encargarse de enseñar a esos mocosos a mantener su ropa interior puesta, o ya de menos que practicaran de forma segura toda la especie de cochinadas que hacían a escondidas.

-Si tan solo aún tuviéramos vida, no dudaría en lanzarme a esos brazos, ¡argg!  - finalizó el fantasma, haciendo que la otra llegara a su límite.

-¡Se quieren callar de una buena vez! – ambos juraban, que de no saber que ya estaban muertos, hubieran caídos fulminados por el terror que los recorrió al escuchar el potente grito de la directora, joder, que la habían cagado en grande - ¡Esta es una institución respetable, así que déjense de vulgaridades en los pasillos!

Y, después de ver como los otros dos se escondían aterrados de la ira de la mujer, Minerva McGonagall se dirigió a su despacho con una clara mentalidad en la cabeza.

Nadie mejor para enseñarles sobre salud reproductiva y sexual a un montón de jóvenes calenturientos que un médimago, así que obligaría a Pomfrey a prestarle a su asistente para que se encargarían de impartir la nueva y renovada clase de educación sexual y reproductiva para años avanzados de Hogwarts.

Empezando por los dolores de cabeza que conformaban el jodido octavo año.

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-¿Ahora de qué se trata esto? – preguntó Ron, viendo desganado el pedazo de papel que se dirigía hacia su lugar en el comedor.

Harry solo miró de mala manera el jodido pedazo de papel, ayer, después de poder ponerse de pie y caminar como un jodido idiota encorvado por los pasillos del castillo hasta su torre, solo pudo concentrarse en el mal humor que el imbécil de Draco había generado en él con su ataque.

¡Maldita sea, que él no merecía eso!

Ese jodido rubio estaba desquiciado, sí, definitivamente tanto jodido producto para el cabello ya le había dañado las neuronas.

Y lo que más le molestaba, es que ahora sus pensamientos hacia Malfoy y hacia su propio pene ahora parecían estar ligados, ya sea porque el idiota le había provocado una malditamente molesta y problemática erección en los baños de prefectos (y en su ducha esa mañana, se recordó amargamente) o porque un escalofrío de sufrimiento recorría su columna cada vez que pensaba en el daño provocado a su pequeño compañero de vida guardado y protegido recelosamente en sus pantalones.

Puta madre, ¿es que acaso no podía excitarse con tetas y caras bonitas como un adolescente normal? ¡No! Tenía que ser por el jodido tarado más arrogante, problemático, engreído, inteligente y, aunque le costaba admitirlo, noble bastardo que lideraba a las serpientes.

¡Ohh, si Lucius se enterara de los pensamientos que Harry estaba teniendo con su heredero! Seguro que ahora sí escapaba de nuevo de Azkaban solo para cruciarle el trasero.

Sin embargo, el berrido de Ron logró sacarlo de sus fúnebres y tormentosamente rubios pensamientos. Pues ahora el pelirrojo muraba con una estupefacción mal contenida el mensaje de la nota.

-¿Qué dice, Ron? ¿Es algo malo? – preguntó Hermione, mirando preocupada cómo la cara de su novio adquiría un tono parecido al de su cabello.

Harry pensó por un momento que quizás era alguna de las bromas de George lo que había puesto a su amigo en ese estado, sin embargo, notó que el sello de la dirección estaba impreso al costado de la nota.

¿Ahora que quería la directora?

-Sí, no… bueno, no estoy seguro – respondió incómodamente, atrayendo cada vez más la mirada de sus otros compañeros en el desayuno – Mira, léelo tú mismo, también te incluye a ti y a Harry – dijo, otorgándole la nota a su novia, la cual empezaba a dudar si leerla o no.

-Ohh, vamos, Hermione, ¿qué dice? – no planeaba sonar así de grosero, sin embargo, su mal humor no lo dejaba en paz – No me digas que es otra cosa relacionada a los EXTASIS, porque francamente ya estoy hasta el cuello de tener que aprender de golpe todo lo que debimos de haber practicado mientras escapábamos de aquel lunático.

Sí, más insoportable no podía estar, sin embargo, sus amigos lo atribuían a que seguramente su estadía con Draco y la clase de pociones que este tuvo que darle lo puso así de molesto.

Y bueno, puede que él no hubiera intentado corregirlos, por nada del mundo diría lo que pasó.

-No, bueno, al parecer, debido a ciertos, amm, “incidentes y actos poco apropiados en las instalaciones del colegio” se implementará para los de los últimos años una nueva clase “Sexualidad y reproducción mágica” dice, ósea que nos darán clases de educación sexual, lo que nos faltaba – bufó la otra, hasta ella, que era la principal amante del estudio y seguidora de McGonagall, pensaba que eso era ridículo.

Enserio, ¿Qué podrían enseñarles que no hayan hecho o leído ya?

-¿Incidentes poco apropiados? ¿Qué demonios significa esto? – murmuró el moreno, tomando la nota que le extendía su amiga y leyéndola con cuidado.

Estimados alumnos de último y recién implementado octavo año pertenecientes a Gryffindor:

 Por medio de la presente carta, se les informa que una nueva clase se ha implementado “sexualidad y reproducción mágica” Esto, debido a ciertos incidentes relacionados con demostraciones inapropiadas de libertinaje y depravación en las instalaciones del respetable colegio, así como por los reportes de enfermería sobre las inusuales prescripciones de medicamentos destinados a enfermedades infecciosas que definitivamente no deberían de estarse presentando entre los alumnos. Por ese motivo, se les impartirá su nueva materia después de las clases de herbología. Es de carácter obligatorio y contará como calificación para sus pruebas finales, sin más por el momento, se les espera en las aulas del ala oeste esta misma tarde.

Atte. directora Minerva McGonagall.

-Significa que las estúpidas ladillas de Seamus nos otorgaron aún más clases y tarea, gracias, idiota – dijo de mal humor Ron, señalando con su tenedor al indignado muchacho que escupió un poco se su jugo al escuchar tal acusación - ¿Ves, cerebro de pija? Por culpa de tu pulguiento pene y tu maña de revolcarte con las locas en Hogsmade.

Los demás no pudieron evitar reír un poco ante esto. Pensado que era una broma de Weasley. Solo sus compañeros de habitación sabían que era enserio, cuando, hartos de tener que presenciar como el cerdo de su compañero no dejaba de rascarse los genitales, lo llevaron prácticamente arrastrando a la enfermería, donde un enojada y harta Pomfrey le había tenido que explicar que su “alergia” no se trataba de una alergia, sino de una infestación de ladillas.

Cabe destacar, que desde ese día no había dejado de recibir burlas de sus amigos.

-¡Cierra la boca, idiota! – y así, una rutinaria escena en el comedor de los leones se llevaba a cabo, mientras Harry veía de manera ajena cómo sus compañeros se lanzaban comida como si de unos mocosos se tratasen.

Pues él, bueno, él no podía dejar de pensar en las palabras de la nota “demostraciones inapropiadas de libertinaje y depravación” joder ¿Acaso resultaba una casualidad que esa misiva hubiera sido enviada justo al día siguiente de su incidente con Draco?

Maldita sea, debía convencerse de que solo se trataba de una coincidencia, no podría tener tan mala suerte ¿Verdad?

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-Ohh, por Salazar, esto debe de ser una jodida broma – resopló Draco, leyendo con odio y asco la nota que había llegado hacia ellos durante el desayuno.

Y, por el alboroto que podía ver en los leones, sabía que eso de que iba dirigida a los de octavo año era totalmente enserio.

¿Acaso la directora no podía encontrar alguna otra estupidez en la cual entretenerse? ¿O acaso la falta de sexo ya la traumó tanto como para querer arruinarles la poca diversión que tenían los estudiantes ahí dentro con todo el estrés que los exámenes acarreaban en ellos?

-¿Enserio iremos a esa estupidez? – murmuró la chica, arrugando la nariz en un gesto despectivo al pensar en tener que convivir aún más de lo estrictamente necesario con sus demás compañeros de las otras casas.

-Ya lo oíste, boba, es de carácter obligatorio, básicamente ya es otra clase más – resopló mientras revolvía de manera desganada la comida de su plato. Aún no encontraba el momento de hablar a solas con Theodore para llevar a cabo la venganza hacia los malditos puff de ayer.

-¿Acaso quieres que te clave el tenedor en el trasero? – amenazó la otra, para asco de unos y diversión de otros (dígase Draco y Goyle) mientras dirigía su verde mirada al italiano que solo la veía de manera altanera.

-Querida mía, por más que me emocione la idea de tenerte explorando en mi cuerpo, estoy seguro de que no tienes tanta habilidad en esa clase de menesteres – y tras eso, un poco disimulado ¨Uhhhhh¨se escuchó entre los demás alumnos de su mesa.

Sí, su humor estaba empezando a mejorar.

-Ohh, ¿y tú si tienes la suficiente experiencia en esos menesteres, Zabini? – atacó de manera avergonzada, indispuesta a dejar que el otro ganara la pelea.

-Dile a Draco que te conteste, el sabrá darte muy buenas referencias sobre eso – devolvió de manera triunfal, disfrutando cómo el otro dejó caer el pedazo de pan que traía en la mano para voltear a verlo de manera enojada.

-¿Yo qué rayos tengo qué ver en sus estúpidas discusiones? – reclamó, aún más avergonzado por la mirada de burla y complicidad que Theo le dirigió de manera discreta.

Joder, que la última vez que estuvieron juntos, el castaño había ganado la apuesta para ver quién estaría arriba en su siguiente encuentro; y Draco aún recordaba lo incómodo que fue montar su escoba horas después.

-Ohh, justo ahora, nada, simplemente pensé que ya llevaba bastante tiempo sin burlarme de ti, así que no quería que perdieras costumbre.

Ahora que lo pensaba, a Draco ya no le resultaba tan desagradable la idea de que Pansy le encajara ese tenedor.

-Ya déjense de vulgaridades, que estamos comiendo – no es que a Nott le resultaran realmente molestos los comentarios de sus amigos, pues se había acostumbrado a comidas mucho más incómodas cuando estaba con los mortífagos; sin embargo, pudo notar cómo unos chicos de Hufflepuff los empezaban a mirar más de lo necesario.

Y no le faltó ser un genio para unir dos más dos y darse cuenta por el resentimiento con el que se notaba que hablaban de ellos, que esos eran los imbéciles que habían atacado a Pansy y que últimamente intentaban gastarle bromas de mal gusto a Draco.

Y dándole una discreta patada a Zabini por debajo de la mesa, logró que este le prestara atención sin que Pansy y Draco se dieran cuenta de eso por estar enfrascados en sus ideas para ¨torturar¨a Blaise; y no hizo falta más que una ligera señal hacia los tipos esos para que Blaise comprendiera el mensaje.

Ahora sus víctimas tenían cara.

 

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Notas finales:

Bueno, sé que no actualicé cuando dije, pero olvidé que la universidad no te permite escribir tanto como quisieras jeje

Espero que les haya gustado, al fin logré terminar este capítulo, el cual puedo decir que es uno de mis favoritos debido a que nos muestra más de la hermosa amistad de las serpientes y las cosas que tienen que vivir por culpa de la guerra.

No sé por qué, pero últimamente tengo una especie de afición por ver a Luna con Pansy o con Blaise, no sé por qué, creo que las ships crack me están dominando jaja, mucho más después de leer un DracoxTom Riddle escrito por boca de serpiente que logró causar más de un grito en mí. Sí, después de eso, ahora estoy obsesionada con ver a Draco con más personas jajaj.

El siguiente capítulo será más comedia que nada, pues enserio, plasmé absolutamente todas las estupideces que mis amigos y yo comentábamos en sexualidad, enserio, amaba esas clases jaja.

¿Soy la única que adora cuando Draco convive con Myrtle? Realmente aún tengo la espinita por el hecho de que en las películas no hayan hecho ni siquiera mención a la amistad de ellos. Pero bueno, tengo la insana necesidad de darle mucho protagonismo a personajes secundarios jaja.

Sin más por el momento, espero que les haya gustado; y si ven alguna falta ortográfica me disculpen, no he dormido nada por intentar aprenderme todas las patologías asociadas al sistema gástrico, extraño vacaciones :c

Hasta la próxima, besos.

Ann.


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