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Nosotros (no) decidimos por Iazumayaoi12

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Notas del fanfic:

Este es un One-shot ArgChi que escribí para el concurso de Fangirl Generation <3 Espero les guste, me tocó 2 noches de vela escribirlo xD Créanme, me esmeré uwu

Notas del capitulo:

Well, well, well, sólo decir que investigué todo lo que pude. 

 

Cualquier error histórico, me pueden pegar(?

 

“Muchos países latinos se sorprendieron cuando se enteraron que Argentina y yo estábamos en una relación, aunque más que sorprendidos, simplemente querían la excusa perfecta para webearnos: México es quien más leña le echa al fuego con lo del fútbol. Perú y Bolivia simplemente molestan con lo de la Patagonia, el resto está alegre por nosotros o lo ignoran por completo. En todo caso, es bueno ver que tenemos apoyo, sin embargo, esto es algo que nosotros decidimos.

 

Como personificaciones de un país, nosotros no somos nuestros propios dueños, tampoco podemos estar tomando decisiones propias en caso de cualquier tipo de conflicto. Son nuestros “Jefes” los que hacen todo eso. Nosotros sólo acatamos órdenes. Aunque no significa que no tengamos voluntad o razonamiento propio.

 

Nuestros cuerpos son el pueblo y el territorio. Nuestros “Jefes” dependen del tipo de organización social que rige a cada país.

 

Los países no se odian realmente, es el odio del pueblo el que hace parecer eso. Es por eso que los demás se sorprenden por nosotros. Argentina y yo, Chile, no hemos tenido la mejor de las relaciones. En la independencia sí nos apoyamos mutuamente, al igual del apoyo que recibimos de otros países, sin embargo, la historia no siempre es feliz. Hay años en los que podemos ser amigos y aliados, como años en los que somos enemigos y queremos la destrucción del otro. El cambio constante del pensamiento humano es lo que nos cambia a nosotros mismos sin darnos cuenta.

 

Hay cosas muy feas que puedo recordar de nuestros peores años, pero mucha gente dice que la mayor traición fue la de 1982. Esa guerra entre el Reino Unido y Argentina por las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

 

En ese entonces, no hubo forma de ayudar a Argentina. Yo sólo podía escuchar a mi Jefe, Augusto Pinochet, dando el permiso para apoyar a las tropas de Reino Unido en cuanto a fuerza aérea y naval, todo esto porque Fernando Matthei se contactó con la milicia de Reino Unido por el miedo de un pacto secreto entre Bolivia, Perú y Argentina . No podía protestar contra ellos. Sólo podía quedarme callado y acatar órdenes mientras que Martín la pasaba mal. Incluso yo me arrepentí en aquel momento, quería hacer algo, pero no podemos traicionarnos, no podemos traicionar a nuestra gente.

 

Hubiese sido bueno quedarnos al margen, pero no fue así. Incluso se hablaba mucho de la buena relación que tenía Pinochet y la llamada “Dama de Hierro”, la ministra Margaret Thatcher. Yo había visto esa relación en carne propia y era desagradable ver cómo todo se hacía a escondidas. Una alianza secreta que perjudicó en buena parte al país argentino.

 

Con la dictadura encima, los problemas de las desapariciones de personas a los largo de Chile por parte de la DINA y la ayuda que le estábamos prestando a Reino Unido, sentí que todo se me venía encima. Como el país de mierda que soy, me fui de la capital rumbo a Magallanes, no sé ni cómo Pinochet me dejó.

 

No puedo recordar el día en que hice el viaje, ni tampoco recuerdo el día que regresé, pero sí tengo recuerdos de otras cosas más importantes: Cuando por fin pude llegar a la Región de Magallanes, las personas no sabían hablar de otra cosa que no fuese una guerra ajena. Podía escuchar a los pescadores quejarse de que los barcos de guerra, independiente del bando, les espantaban a los peces y que por eso había estado tan mala la pesca últimamente. También escuchaba quejas sobre que las explosiones podían escucharse hasta esa área y solía asustar a algunos.

 

Me pregunté una y otra vez, por qué de todos los lugares de Chile a los que viajar, decidí venir a esta región, una de las que más cerca se encontraba del lugar donde se llevaba a cabo una guerra de la cual no éramos participes directos, pero en la que de alguna favorecíamos a un bando de otro continente. ¿Era un país tan miserable? Haciéndole un injusto daño a un país vecino por cosas del pasado…

 

Los días siguientes pasaron casi sin que me diera cuenta. En uno de esos me embarqué con otros pescadores para ir a ver qué tan supuestamente mal iba la pesca. Lo que me pareció extraño fue ver cómo tanto pescadores chilenos y argentinos compartían, sin ningún tipo de conflicto un área de mar presencial del Atlántico, lejos del fuego cruzado. Es bien sabido que la gente del sur es más sencilla y calmada, pero aquello me pareció raro en su momento, era inexplicable para alguien como yo, quien estaba bajo el mando de un Dictador apoyando a Reino Unido sólo porque ellos tenían a Estados Unidos como aliado.

 

Estuve inmerso en mis pensamientos hasta que escuché el grito de los pescadores “¡Barcos de guerra! ¡Cuidado!”. Al parecer nos habíamos adentrado en mala parte.

 

Las explosiones hacían retumbar mis oídos, los pescadores remaban lo más rápido que podían para alejarse del peligro, no obstante, cuando hombres de los enormes barcos comenzaron a caer al agua, inmediatamente cambió drásticamente el rumbo de los botes. Los pescadores comenzaron a remar devuelta para rescatar a los hombres que se ahogaban, en su mayoría militares argentinos. Me impresionó esta situación, los viejos pescadores fueron los primeros en ayudar a los hombres que se ahogaban, hasta le gritaban a los más jóvenes que también pusieran de su parte, incluso diciéndoles que se tirarán al agua si fuese necesario. Es más, como yo tengo una apariencia más o menos joven, el viejo del bote en el cual iba también me dijo que ayudara, no estaba en posición de negarme, así que salté al mar y tomé al primer ahogado que se me cruzó para subirlo al bote, grande fue mi sorpresa al ver que de todos los militares que podría haber tomado, justamente fue Martín el herido que me tocó.

 

Los países podemos ser heridos, pero no morimos por ese tipo de cosas, sólo cuando nos quedamos sin territorio desaparecemos completamente del mundo, sin embargo, ver a Argentina con tantas heridas, me destrozaba. Me culpé un sinfín de veces por haber sido participe en su contra. Él no se merecía esto. Casi lloro frente al viejo pescador, pero metí las manos en el agua y me mojé la cara para evitar eso, mientras tanto; el viejo trataba las heridas de Argentina, lo que su experiencia le permitió tratar, puesto que esas no eran heridas por andar de pesca, eran de explosiones.

 

Todos comenzaron a remar al territorio argentino más cercano posible, yo sólo me quedé ahí en el bote, inmóvil, viendo cómo a Argentina le costaba respirar. Si esto es lo que le está pasando a él, que es un país, no quería ni imaginarme el sufrimiento de los que sólo son humanos. ¿Qué fue lo que le dije en ese momento? Creo que no paraba de pedirle disculpas. ¿Por qué? Yo no inicié la guerra, pero tampoco fui su aliado. Supongo que el arrepentimiento venía de ver a pobladores chilenos ayudar sin ningún tipo de menosprecio a esos militares. Quizás es lo que debí hacer desde un principio, no quedarme callado.

 

El resto del viaje me la pasé mirando el rostro de Argentina. Tenía algo de su cabello chamuscado, de seguro debió quemárselo en algún momento del conflicto. También tenía mucha sangre en la cara, tanto así que toda la parte izquierda estaba teñida de roja. Qué machucado se veía. Verlo en ese estado tan vulnerable contrastaba demasiado con su actitud molesta de siempre.

 

Cuando por fin llegamos a tierras argentinas, los pescadores chilenos dejaron a los milicos con los pescadores y gente de ese sector, nosotros volvimos a nuestras costas casi al otro día. Navegar de noche era peligroso, pero quedarnos cerca de esos lares lo era todavía más.

 

No tuve noticias de él hasta incluso mucho después de terminada su guerra. Reino Unido ganó.

 

Recién en 1990 pude salir de la dictadura gracias a los plebiscitos que los chilenos exigieron. Ya para ese entonces sentí que no me quedaba nada para relacionarme con Argentina, aparte del fútbol.”

 

El resto de las palabras era ininteligible para el rubio que encontró el cuaderno debajo de la cama de su amante. Argentina busca la forma de poder continuar la lectura, pero el resto de las páginas estaban manchadas de chicha, sin mencionar que aparte de mojada, las palabras se borraron o la hoja se rompió.

 

—Así que Manu pensaba todo esto de mí. ¿Ese día fuiste vos quien me rescató? — Le preguntó el argentino al castaño que dormía a su lado.

 

El otro joven duerme de una manera plácida, pero no de manera precisamente atractiva, tiene plena boca abierta al dormir y se ve cómo la baba le cae por un costado de la boca, además; ocupa buena parte de la cama.

 

La razón por la cual Martín está leyendo algo que encontró en la pieza de Manu es por el hecho de que este último lo botó de la cama de forma que encontró el cuaderno debajo del catre al caer precisamente mirando para ese lugar.

 

—Me pregunto si todos estos años sólo se la ha pasado quemándose la cabeza por esto. ¿Será boludo? Vivir echándose culpa no es vivir.

 

 

Argentina se acercó a la cama y le dio un beso en la mejilla al durmiente Chile, quien sólo atinó a cambiar de posición y acaparar toda la sábana, pero dejando ahora espacio en la cama. Al menos Martín ya podrá volver a acostarse.

 

—Amarte no fue un error, Manú, sabélo.

 

Escrito en la última página de ese cuaderno, había una última frase que Martín pasó por alto. Una frase que Manuel escribió antes de mancharlo con chicha

 

“Nosotros decidimos.”

Notas finales:

¡Espero lo hayan disfrutado! >w< 


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