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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hola, buen día como lo dije la semana pasada, aquí traigo la actualización de esta historia, no pude publicar antes el capítulo porque tuve que ir a consulta médica y estuve toda la mañana por esas vueltas, ahorita que subiré esto son las 3:00pm en mi país pero de que cumplí, pues cumplí.

Espero les guste este segundo capítulo, quiero agradecer a Gen_sagitagemini que me regaló su interesante opinión en el Cap I. Gracias por leer y comentar :)

Sin más que agregar, los dejo con la lectura, deseo de corazón que la disfruten, y agradecerles a los que leen y a los que gusten dajarme una crítica, un punto de vista, una opinión o una sugerencia en los reviews son bienvenidos. Muchas gracias. :)

Capítulo II

 

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—Aspros, ¿estás seguro de eso? —Kardia estaba impresionado, él tenía un hijo de la edad de los gemelos y por lo mismo le parecía algo desesperado buscar una pareja para su hijo sin haberle dado la oportunidad de conocer a alguien de su agrado por cuenta propia.

Kardia y su hijo Milo conocían a lo jóvenes Géminis y hasta donde sabían, ellos no tenían pretendientes ni intereses románticos pues Aspros los sobre protegía bastante. Saga y Kanon no conocían absolutamente nada de como era vivir en pareja y mucho menos con alguien que desconociesen, ninguno de los dos había sido criado para ese fin. Sin embargo ahora tendrían que responder a las obligaciones de pertenecer a alguien con un poder social mucho mayor al de ellos.

—Yo no puedo darles la vida que se merecen Kardia, además que las angustias de mi mujer me van a terminar volviendo loco. Será lo mejor para ellos, mis hijos son muy inteligentes y sé que cualquier hombre podría ser feliz teniendo a Kanon o a Saga…

—Amigo… —susurró Kardia con pesar— ¿Ya has hablado con Paradox sobre esto?

—No, la idea se me cruzó esta tarde al ver a Saga, cuando lo medité he venido directamente aquí.

—Comprendo, pero lo mejor es que hables con ella y le expongas tu pensar y también deberás hablar con tus hijos. El que les ocultes que deben casarse con un hombre de posición hasta que falta un día para la unión sería como clavarles un puñal por la espalda.

—Creo que tienes razón pero quiero hacerlo hasta que pueda encontrar buenos partidos para ellos. Por eso amigo, te pido que me contactes con dos de los hombres con mejor posición social de la que tengas conocimiento.

—Aspros… —pronunció con pesadumbre a punto de negarse pero el otro no cedería.

—Por favor Kardia, es lo único que te pido, nos conocemos desde hace mucho, el único que puede ayudarme ahora eres tú, piensa en mis hijos por favor… —casi suplicó el hombre.

No podría convencer a Aspros, todo intento sería inútil lo sabía. Si él se negaba a ayudarle el mayor era capaz de buscar aquello por su propia cuenta y eso podría ser mucho peor para los gemelos. No había otra opción más que ayudar. Kardia dio un profundo suspiro lleno de resignación.

—Está bien, te ayudaré pero tendrás que esperar a que escriba algunas cartas para consultar con mis allegados —advirtió no muy convencido todavía—. Mientras tanto puedes exponer lo que estás planeando a tu esposa e hijos, ellos tienen derecho a saberlo Aspros.

—Te lo agradezco en sobremanera amigo, haré lo que me dices, así los muchachos podrán prepararse en todos los aspectos necesarios para ser buenos esposos —decía completamente agradecido y esperanzado.

—Bien, empezaré con las cartas cuando termine de revisar estos papeles, las estaré enviando entre mañana y pasado, puede que alguien me de razón de lo que estás buscando.

—No sabes cuan agradecido estoy contigo Kardia, gracias por todo.

Aspros se puso de pie de su lugar para estrechar la mano de Kardia, seguido de un abrazo que cerraría aquella petición y respuesta de ayuda. Sería difícil para Géminis decirle a sus hijos que deberían casarse con el mejor postor, pero era por su bien. O al menos eso quería creer Aspros.

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Al día siguiente tal como lo había prometido, Kardia envió a uno de los criados a la oficina de correos para que enviaran las cartas cuyos destinos eran variados y glamurosos. La idea era conectar con alguien que se viera interesado en desposar a uno de los hermosos gemelos de la familia Géminis. Aquello sería complicado por el hecho de que ya se sabía que dicho apellido estaba en crisis económica y obviamente nadie querría construir parentesco con personas que ya no pertenecían a la alta alcurnia, pero había algo que podría dar vida al interés de los hombres adinerados y eso era la reputación de los hermanos pues quienes llegaron a conocerlos por algún motivo, sabían que se trataban de dos bellas joyas cuya fineza se notaba a kilómetros de distancia.

En la casona de la familia Géminis todo se manejaba con aparente calma. En la sala los hermanos compartían el espacio; Kanon tocaba en el piano una dulce y suave melodía mientras que Saga leía otro de sus amados libros, cómodamente sentado en un diván de negro cuero.

Pero en el despacho de Aspros la historia era otra, el susodicho había hablado con su esposa como aconsejó Kardia, pero la fémina se había quedado muda ante la idea descabellada que se le había ocurrido al padre de sus hijos.

—¡Eso es el equivalente a venderlos al que de mejor precio, Aspros por los dioses! —debatió molesta la dama.

—Es la única forma de asegurar su futuro mujer, ¿por qué no lo entiendes? ¿O es que acaso prefieres que un don nadie venga a endulzarles el oído y sólo los utilicen? —preguntó a la defensiva.

—Por supuesto que no pero… Ellos no han sido educados para actuar como esposos modelo. ¿Lo has pensado acaso? ¿Qué pasará si no pueden atender a sus esposos? Sufrirán el desprecio de esos hombres que vengan a comprar a cualquiera de los dos. Como madre lo que menos deseo es que sufran…

—Si en verdad no quieres que sufran entonces apóyame, ayudame a encontrar un buen esposo para ambos, que pueda mantener y cuidar de ellos. Que puedan darles lo que ahora nosotros no podemos.

—Aspros, ¿y si ellos sufren? ¿Y si les hacen daño?

—Eso no pasará, Kanon y Saga son jóvenes inteligentes, sabrán tomar su rol como debe de ser.

—Espero que así sea, o de lo contrario habré vendido a mis propios hijos a sus verdugos —se lamentó la bella mujer cerrando sus ojos con resignación.

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—Siento que algo le hace falta a las melodías que hago… —Kanon alejó sus manos del piano liberando una sonora exaltación cansina.

Saga despegó su vista de las letras para prestar atención a su hermano que parecía triste sentado en el banquillo con la cabeza gacha. La música había dejado de sonar, sacándolo así de la atmósfera que había creado conforme leía.

—¿Qué te pasa Kanon? Te noto melancólico —dijo al mismo tiempo en que se ponía de pie para ir a sentarse en el mismo banco que ocupaba el menor frente al instrumento.

—Saga, ¿alguna vez has sentido que algo te falta, pero no sabes lo qué es? —volteó a ver al otro con un brillo de tristeza en sus verdes ojos.

Saga engrandeció sus esmeraldas en asombro, la interrogante lo había tomado por sorpresa. Vaya que había sentido lo que Kanon decía, pero él sabía que aquello que le faltaba era conocer el amor. ¿Sería eso lo que Kanon necesitaba pero sin saber como llamarlo?

—¿Algo cómo qué, hermano? —indagó teniendo una idea.

—No lo sé —Kanon respondió con pesar—, eso es lo que más me frustra, el no saber que es eso que me hace falta...

—Mmmh, quizás eso que necesitas sea amor.

—¿Amor? —el menor arqueó una ceja mirando a su igual con incredulidad— Hermano, nuestros padres nos brindan amor, tú también me lo das a mi así que no creo que sea lo que me hace sentir este vacío en el pecho.

Ante el razonamiento de Kanon, Saga se limitó a sonreír antes de responder.

—Claro que nuestros padres nos dan amor Kanon, pero yo no me refiero a amor paternal o fraternal, sino a amor de pareja —sonrió de forma tímida sonrojándose un poco.

—¿Qué eso no es sólo cosa de tus libros? —indagó alzando ambas cejas en señal de confusión.

Saga negó con una sonrisa.

—Claro que no, el amor es un sentimiento de ansiar proteger y ser protegido, de acompañar y ser acompañado, de amar y ser amado... Personalmente no lo conozco pero en verdad deseo llegar a hacerlo en un futuro cercano, encontrar a alguien que me ame y a quien yo pueda amar.

Kanon rió quedamente.

—Hermano, creo que tienes que dejar de leer tantos libros de romance, mira como te han puesto.

—¡De qué hablas! Los libros me han hecho desear conocer tantas cosas, ya tenemos la edad adecuada para conocer que es el amor, de enamorarnos. Sólo miranos, con nuestra apariencia y no tenemos ni un pretendiente —puso cara de aburrimiento.

Esta vez Kanon carcajeó.

—Saga, ni siquiera nos dejan salir solos de la casa. Nuestra apariencia no tiene nada que ver, es precisamente por como lucimos que nos protegen tanto. Papá y mamá no quieren que nos fijemos en la gente equivocada.

—¡Lo sé! Pero realmente nos han privado muchas cosas que disfrutan las personas de nuestra edad. Ya no somos niños Kanon, incluso Milo conoce más del mundo que nosotros.

—Eso es porque la familia de Milo no tiene los problemas de la nuestra, debemos ser buenos hijos y ayudar a aliviar en lo más que podamos la carga de nuestros padres Saga.

Mientras los hermanos hablaban, Paradox y Aspros escuchaban ocultos detrás de un muro del pasillo que llevaba al estudio, la pareja había acordado ir a hablar con los menores para comunicarles el hecho de que iban a conseguirles esposos de buena posición social para que se casaran y pudieran vivir cómodamente mientras se resolvía aunque sea un poco el problema económico. Los padres habían escuchado completa la conversación de sus hijos, viéndose pronto invadidos por un sentimiento de culpa.

—Si vamos a decírselos, tendrá que ser ahora Aspros o de lo contrario voy a arrepentirme de esto —susurró la mujer apuñando sus manos.

—Está bien, será ahora mismo.

El hombre de gran porte y largos cabellos azules se dirigió sigiloso hasta donde estaban sus hijos, los jóvenes al verlo, sonrieron y le saludaron.

—Padre, buen día —saludó Saga.

—Un gusto verte padre —secundó Kanon.

—Hijos, su madre y yo necesitamos hablar con ustedes —dijo solemne.

—¿Pasa algo malo? —el menor interrogó.

—Yo esperaría que no —respondía Paradox llegando al lado de Aspros, mirando con calma a sus hijos.

—Saga, Kanon, ustedes saben bastante bien en la situación en la que nos encontramos como familia, las malas decisiones de los antiguos familiares nos han pasado factura a nosotros en esta época, y lastimosamente aunque quisiéramos como sus padres no podemos darles la vida que ustedes se merecen.

—Es por eso —tomó la palabra la mujer—, que estamos haciendo lo mejor posible para encontrar buenos partidos para que los desposen y puedan tener esa abundancia de la que carecemos actualmente.

—¿¡Q-qué!? —Saga reaccionó de mala manera ante la noticia— ¿¡Es decir que tendremos que casarnos con personas que no conocemos simplemente porque tienen dinero!?

—Saga, hijo, debes entender que es por el bien de ustedes. No queremos que vivan en esta miseria —alegó Paradox.

—Pero papá, mamá —Kanon hablaba con angustia— a diferencia de las doncellas a nosotros no nos han criado para ese destino, vamos a fracasar… —susurró lo último con temor.

—¡No! ¡Me niego a casarme con un maldito adinerado para que me tenga de mascota! —gritó fuera de si el gemelo mayor poniéndose de pie dispuesto a alejarse de los mayores— No me van a quitar la oportunidad de enamorarme. ¡No lo van a hacer!

Al gritar eso último, Saga se fue a toda prisa con rumbo a su habitación. Las lágrimas comenzaron a escapar de sus esmeraldas, en algún momento leyó libros donde los padres de los protagonistas los forzaban a casarse por conveniencia con miembros de otras familias, volviendo sus vidas infelices, miserables y sin amor. Él no quería vivir de esa manera, él quería amar y ser amado, no estar atado a alguien que lo tuviera de adorno ante la sociedad.

 

Notas finales:

Gracias por leer y a quienes deseen comentarme algo, sean bienvenidos en hacerlo ya que eso sea una buena opinión o una mala, siempre ayuda a mejorar y a pulir detalles para darles un ratito de lectura amena. Nos leemos hasta el próximo lunes, sigan bell@s ;)


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