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Secuestrador, Seductor, Encantador por DanyNeko

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Notas del fanfic:

 

 

Notas del capitulo:

Vale, ya sé que me pasé unas horas para la entrega de Halloween. Mis disculpas. Aun así, espero que aún disfruten de esta mini-historia.

Me inspiré en diversos OS de terror que he estado leyendo a lo largo de Octubre de diferentes fandoms, así que quizás -o no- les suenes algunas ideas que desarrollé aquí.

Sin más que decir, espero que hallan recibido muchos dulces anoche. Y feliz Noviembre para todos.

Trataré de subir la ultima parte esta noche.

Entrada...27 de Octubre.

=En este post, haré referencia a algunos extractos del periódico del pueblo en cuestión=

Cualquier persona que tenga el valor de pasar por ese pueblo, es muy seguro que escuchará de entre sus habitantes, aquel rumor que circula por estas zonas. 
Si hay algo que caracteriza a ese pueblo, es la leyenda de los niños perdidos. Y no, no me refiero a Peter Pan. Aunque muchas personas de fuera lo toman como un cuento más para conseguir que los niños hagan los deberes, cenar sus vegetales e irse a dormir temprano, pero lo cierto es que, si revisan los registros policiales, verán que hay una larga lista de niños que han desaparecido con historias más que extrañas.

Ninguno de esos niños tiene nada en común, más allá de ser menores de quince años. Niños y niñas, por igual, de cualquier contextura, rasgos o estatus. Muchos investigadores y detectives han ido para intentar encontrar a estos 'niños perdidos' como les llaman, pero todas las familias obtienen una respuesta negativa al final. No encuentran sus ropas ni nada que hayan tenido al momento de desaparecer, no hay rastros de ningún tipo, ni siquiera cuerpos. Nada. Simplemente han desparecido, tal cual si se los hubiese tragado la tierra.

Rondó por un tiempo, la idea de un asesino serial que estaba obsesionado con menores, pero estas desapariciones se pueden rastrear hasta treinta años atrás, por lo que se decidió que era muy improbable que una misma persona se hubiese encargado de todos eso siniestros. 
Otras opciones sopesaban una secta, un culto de algún tipo, en lo personal me inclino más por este razonamiento.

Lo que es indiscutible es que las desapariciones son tan perfectas y precisamente planeadas, sin dejar atrás ninguna huella, rastros o indicio de quien será el siguiente ni a dónde han ido a parar las pobres y pequeñas víctimas. 
Nadie oye nada, nadie ve nada, nadie sabe nada.

Sea como fuere, los habitantes de la zona ya saben que, si su hijo desaparece, nunca lo volverán a ver...

¿Mi recomendación? Táchenlo de su lista de pueblos rurales para vacacionar.

Post Anónimo.

 

Ver esos tontos post en los foros y redes sociales le estaba dando a Marik dolor de cabeza.
Este era uno de tantos que empezaban a abundar a medida que el final del mes de Octubre se acercaba.

El moreno decidió soltar su Tablet y desviar la mirada, solo para toparse con una torre de papeles: expedientes de la mayoría de las investigaciones que se han hecho sobre las desapariciones de las que se hablaba en el post que acababa de leer.

Porque sí, él vivía en ese pueblo.

Bufó mientras hacía la cabeza para atrás, por el espaldar de su silla. 
Marik odiaba admitir que todo eso no es más que un caso perdido, porque era algo que 'tomado como un pasatiempo' desde hacía varios años ya, y que jamás había podido abandonar. 
Claro, además de ser una de las razones por las que decidió convertirse en detective de la estación de policía local.

Desde niño había amado los misterios, seguir pistas y sacar deducciones para resolverlo al final.  

— ¿Quieres un capuchino? Traje uno para ti —hubo una pausa —Y rosquillas rellenas.

Eso ultimo había llegado con un tono de broma —Ryou, ya te he dicho que no porque trabaje en la estación de policía, automáticamente me gustan las rosquillas —el pelicenizo se sentó derecho, mientras le respondía con un tono entre molesto y bromista.

Inhaló profundo, saboreando el aroma de la mezcla de café y chocolate en el aire, además del de la masa tibia antes de mirar al albino recién llegado.
Ryou y Marik eran amigos desde la tierna infancia. 
Vivían a tan solo unas calles de distancia, iban a la misma escuela y tomaban la misma ruta de ida y vuelta

— ¿A que debo el milagro de que haya venido a verme al trabajo? — ronroneó con una sonrisa cuando el albino tendió la taza de capuchino al alcance de sus manos.

Ryou era de complexión delgada, cosa que iba muy bien con su cabello largo y blanco, que recordaba a una nube, además de ojos castaños... y una bonita sonrisa, si le preguntaban a Marik.

— ¿Por qué sigues con eso? —habló el más bajo, sin contestar a la pregunta de su amigo.

Marik arqueó una ceja — ¿Algún problema?

—Te he dicho cientos de veces que no quiero que te obsesiones con ese asunto, Marik —suspiró Ryou, sacando una rosquilla de la caja a la vez que se recostaba contra el escritorio del detective —agradezco tus intensiones y tu promesa, de verdad —lo miró a los ojos todo el tiempo mientras hablaba —pero hasta yo ya me resigné. Tú también necesitas dejarlo.

El de cabellos cenizos desvió el rostro, justo cuando su amigo daba una mordida a la rosquilla, y tomó el primer sorbo de su capuchino —no lo hago solo por eso —se excusó, menos convencido de lo que pretendía sonar.

Eso... Hacía varios años que la hermana pequeña de Ryou, Amane fue añadida a la lista de 'los niños perdidos' y, como todos los demás, desapareció un día sin dejar el más mínimo rastro.
Marik lo recordaba a la perfección, porque Ryou había estado destrozado por días tras de eso, su madre incluso había muerto de la tristeza pocas semanas después... y yo él le había prometido a Ryou que la encontraría.

Estúpidas promesas que uno hace de niño ¿Uh? 
Lo que los sentimientos te hacen decir.

Porque sí, en ese entonces, y aún ahora... a Marik, Ryou le gusta mucho.

— ¿Has escrito algo este año? —preguntó el detective, buscando perder un poco la tensión.

Ryou suspiró, sus hombros se encogieron brevemente —empecé una carta, como cada año... —Marik le miró durante la pequeña pausa —pero no puedo terminarla y yo... creo que es momento de dejar todo eso.

Marik se levantó y lo abrazó con suavidad, no pudiendo contener una sonrisa cuando Ryou se relajó en sus brazos y suspiró —lo siento.

—No... creo que es lo mejor —los delgados brazos del albino rodearon lentamente el torso de su amigo de la infancia —y tú también deberías dejarlo. Sabes que es lo mejor.

Renuente, el mayor soltó el abrazo —es solo curiosidad —murmuró, desviando el rosto y recuperando su taza —sé que no podría resolver ninguno de esos casos... ser detective se veía más fácil en la televisión —añadió, como último intento de calmar el ambiente.

Y pareció funcionar, porque Ryou se rió y le dio un ligero golpe en la cabeza.
Marik sonrió, adoraba la risa de Ryou, era un sonido suave y melodioso, porque era muy raro que el chico se permitiera reír a carcajadas, además de que tenía una sonrisa preciosa, y los labios más tentadores...

— ¿Vienes a cenar, señor detective? —recogió la cajita de rosquillas que yo ni había tocado y se llevó otra a la boca, provocando que el azúcar glass manchara las esquinas de su boca.

—Puedes apostarlo, algodón de azúcar —Marik le sonrió un momento antes de empezar a recoger sus cosas, para distraerse del deseo de probar la boca de Ryou. No le importo incluso sentir la mirada pesada de su amigo sobre su nuca al recoger los reportes de los 'niños perdidos' y meterlos en su maleta. Cualquier cosa para distraer sus pensamientos poco amistosos sobre Ryou era bienvenida.

Luego de eso, ambos salieron de la estación y se encaminaron a la casa del albino, manteniendo una conversación amena, y salpicada de bromas de Marik, como era costumbre.

En los siguientes días, las redes sociales, las noticias de farándula y cotilleo se llenaron de las historias de los 'niños perdidos'.
Lo único de agradecer era que el nombre del pueblo era evitado en casi todos ellos.

Casi. Porque siempre hay algún imbécil en internet que quiere creerse lo más y consigue obtener la localidad exacta, regarla en los más bajo sitios de internet, y entonces la policía estaba recibiendo reportes de 'youtubers vlogeros' tratando de grabar algo extraño o interesante, para ser los populares del momento en internet.

Pero bueno, era casi Halloween.
¿Qué se podía esperar?

Prácticamente estaban acostumbrados a eso.

Y sabían que la cosa no mejoraría, cuando menos hasta que pasara la primera semana de noviembre.

Holly Shit.

Esa noche, a pocas horas del 31 de Octubre, Marik estaba en su casa, con una cena pre-calentada girando en el horno microondas, mientras él se hallaba en el sofá, re-leyendo reportes por enésima vez en los últimos años, y observando fotos de todos esos niños.

Estaba mirando precisamente la foto de la pequeña Amane, cuando le pareció escuchar un sonidito. Quizás fuese el viento colándose por alguna parte, pensó de primeras, pero sonaba más como... risitas.

Frunció el ceño y miró de reojo el cinturón con su arma, tirado en la mesita frente al sofá, a un lado de los registros. 
Negó con la cabeza y trató de poner más atención a los sonidos a su alrededor.

Quizás fue por esa tensión, que saltó en su lugar cuando el pitido del microondas le dijo que su cena estaba lista.

Maldijo por lo bajo y fue hasta la cocina, tomando también una cerveza de la nevera.

Ja, si Ryou me viera ahora, me llevaría un buen regaño.


Marik se fue a la cama un rato después de la media noche. Aun con todo el sueño encima, y unas dos o tres latas de cerveza, había recordado guardar cada registro en los diferentes sobres, y todo eso en el portafolio.

No había ni una hoja fuera de su lugar cuando se fue a dormir.


Pov's Marik.
Había un aroma extraño pululando, me sentía como si estuviera tumbado entre nubes o sedas exquisitas.

Sí, era uno de esos sueños extraños en los que reconoces vagamente que estás en un sueño, pero eso se retira al fondo de tu mente y aun así sigues por la corriente del momento.

Todo se sentía suavemente tibio y agradable, pero todo se veía como si una niebla envolviera todo a mi alrededor.

Una mano con brazaletes de oro me acercó de repente una bandeja de plata con una botella de vino y una copa, de oro también, con diversas joyas incrustadas.
La piel era de un suave y rico color caramelo, un poco más suave que el mío, pero con un brillo sutil que lucía como si esa persona acabara de salir del mejor tratamiento de spa. Por alguna razón, sentí deseo de apreciar que tan suave sería esa piel.

— ¿Un trago? —la voz sensual y cantarina fue seguida por la visión de una segunda mano que tomó la botella descorchada y sirvió un largo trago en la copa, antes de ofrecérmela.

—Umm... gracias —tomé la copa, aprovechando a rozar con mis dedos esa suave piel y me la llevé a los labios, obteniendo un trago del mejor licor que haya probado nunca.

Hubo una risilla, y la sensación de unas manos expertas masajeando mis hombros —lo que sea por ti... mi rey —susurró cerca de mi oído esa misma voz.

Solté un suspiro relajado, llevándome la copa de nuevo a la boca para un segundo trago. La sensación de telas finas rozando ocasionalmente mis brazos, abdomen y piernas era agradable.

Todo eso me fue ligeramente interrumpido por una risilla burlona — ¿es eso lo que quieres? ¿ser su 'reina'?

La persona tras de mi bufó con fastidio. Curioso, abrí mis ojos -que no sabía cuándo había cerrado- para ver quién era esa nueva voz, de tono más grave y soberbio que la primera.

Parpadeé un par de veces para tratar de centrar mi mirada — ¿Ryou? —estaba confundido. No, no podía ser Ryou, pero esa persona tenía la piel y el cabello tan blanco como mi amigo de la infancia. Sus ojos eras castaños, sí, pero eran más oscuros, pequeños y afilados que el par de hermosos ojos que veía casi a diario.

Las manos que antes estaban masajeando mi cuello y hombros se tensaron justo después de murmurar el nombre de mi amigo. Noté que esa persona tenía uñas particularmente largas y afiladas. También escuché un gruñido contenido, y algo que me pareció un aleteo.

Noté que los ojos castaños oscuros me miraban con ligero interés, junto con una sonrisa muy afilada.

Él no importa —gruñó por lo bajo, de nuevo, esa voz detrás de mí, los brazos me rodearon el cuello desde atrás —ven a mi... —el tipo de pelo blanco levantó -con evidente desinterés- una hoja con líneas hacia mi —ven a mi lado... —miré las líneas, eran cómo figuras pequeñas... ¿niños quizás? Parecían rodeados de arbustos y bosques... ¿el mapa de un bosque? —serás mi rey...

Fin de pov's Marik.

Despertó de golpe, sin recordar apenas lo que acababa de soñar, pero sintiendo una angustia que le apretaba el pecho.
Por dos largos minutos, no se sintió capaz de moverse. Solo escuchó el pulso rítmico del reloj, al grillo que cantaba desde algún lugar de su sala, y al viento que agitaba ocasionalmente el árbol justo a fuera de su casa.

Esa opresión se mezcló con ligero miedo cuando pasos muy sutiles se escucharon fuera de su habitación, como si se tratara de un niño, o alguien muy ligero, el sonido de algo chocando con madera... y de repente un aleteo llegó a sus oídos, como si un cuervo acabara de elevar el vuelo.

Sudando frío, Marik se puso en pie, soltando un respingo. Tomó instintivamente su celular para iluminar la habitación y echó un vistazo, maldiciendo muy groseramente al darse cuenta de que había dejado su arma en la sala.
Caminó en el mayor silencio que pudo hasta su puerta y se pegó allí, esperando oír algo... nada, por más de un minuto, así que encendió la luz y abrió la puerta al máximo.

Nada.

No había nada ni nadie más allí.

¿Todo había sido obra de su imaginación?
¿Habría estado confundiendo sueños con la realidad?

Se dejó caer en el sofá de nueva cuenta, luego de revisar hasta las alacenas, y conseguir un vaso de agua fría. Justo en eso, una hoja llama su atención desde la mesa. Confundido al recordar que había guardado cada archivo, se inclinó y recogió la hoja mientras jugaban con un trozo de hielo en su lengua.

Parecía el dibujo que un niño de primaria entregaría para la clase de geografía, simulando un bosque, quizás un lago si intentaba darle sentido a la mancha azulada en la parte superior izquierda.
También estaban garabateados muñequitos de palo, pequeños, quizás niños, y habían cruces.

¿Un mapa del tesoro para un juego?

Mientras se empinaba el resto del agua, un garabato en particular llamó su atención. ¿Un nombre quizás?
Dejó el vaso vacío en la mesa y se levantó para que la luz de la bombilla le diera mejor vistazo de lo que parecían letras.

Entrecerró los ojos en un intento de descifrarlo...

Escondite... ingles.


En cuestión de segundos, su mente se vio inundada de recuerdos.
Se sintió mareado, así que se dejó caer sobre el sofá, solo para desmayarse ahí mismo.


~

—Marik ¿Vas a decirme para qué me trajiste aquí así de la nada? —resopló Ryou, con humor, mientras veía el lago frente a él y chocaba su botella contra la de su amigo.

Ese 31 de Octubre, Marik había llegado a su casa después del trabajo, lo había sacado a rastras -según el punto de vista de Ryou- y lo había llevado a esa parte del bosque donde usualmente jugaban en las vacaciones o fines de semana cuando eran niños.

—Anoche simplemente me puse a recordar viejos tiempos aquí ¿sabes? —contestó el mayor, antes de tomar un trago —supongo que me ganó la nostalgia.

Ryou se rió, inclinándose ligeramente hacía él para empujar su hombro — ¿Estabas bebiendo anoche? —preguntó, con inocente tono infantil.

Marik se tomó un momento para contestar —quizá una o dos cervezas —admitió.

El joven albino volvió a reírse. Mientras Marik pensaba profundamente en su segunda intensión al traer a su mejor amigo de vuelta a ese lugar que era tan especial para ellos... ¿sería buen momento para decirle lo que sentía?

—Este lago se veía mucho más grande en aquel entonces.

Marik miró al agua en calma frente ellos —deberíamos venir a nadar cuando regrese el calor —opinó.

—Sí...

—Solíamos jugar aquí todo el tiempo —recordó el moreno —bueno, al menos en los 'intertantos tranquilos' entre las desapariciones.

Ryou hizo una mueca —es cierto. A veces nuestros padres se ponían demasiado intensos... los entiendo ahora, claro... pero no dejaba de ser pesado.

—Lo siento —murmuró Marik, queriendo golpearse en ese momento —no debí tocar el tema... es solo que...

Los ojos castaños se desviaron del agua que estaba reflejando los colores del atardecer —te dije que dejaras esos reportes, Marik. No es bueno para nadie.

—No se trata de eso... o al menos eso creo —Ryou lo miró, confundido —encontré esto en la mesa esta mañana —sacó la hoja con, lo que había denominado, 'el mapa del tesoro' —y estoy bastante seguro de que no era parte de ningún archivo, pero...

— ¿Es acaso una broma?

— ¿Eh?

Marik tuvo que detenerse y mirarlo, porque no estaba seguro de haberlo escuchado.

— ¡Porque no es divertido, Marik! ¡Te dije que ya me resigné a que jamás volverá! ¡¡Así que olvídate de eso!! —mientras más alzaba la voz, Ryou se levantó y miró a su mejor amigo con ojos realmente fríos.

Muy pocas veces Marik había visto así a Ryou, y jamás había estado en el extremo receptor de esa mirada.

—Ryou yo...

—Sí solo me trajiste para eso, eres un grandísimo idiota —le gritó lo último, solo para que Marik notara que había lágrimas en las comisuras de sus ojos.

Superado por verlo así, se levantó y lo abrazó con fuerza.

—Ryou, lo siento —lo sintió sollozar en su pecho, y realmente se sintió un imbécil por hacerlo llorar —yo no quise... nubecita, perdóname.

El afectado se sorbió la nariz, mientras se separaba de su amigo —quiero irme.

Marik asintió —déjame recoger~

—No —lo cortó el albino —necesito estar un rato a solas... me adelantaré... Nos vemos mañana, Marik.

Y salió corriendo.

— ¡Mierda! —se quejó Marik, pateando una botella contra un árbol de la pura rabia y frustración. Luego le soltó un puñetazo al mismo árbol, sangrándose los nudillos.

Estaba a punto de irse también cuando un sonido, y movimiento captado de reojo, lo frenaron en seco.

Eso eran... ¿risas?

El siguiente movimiento fue más brusco. Una figura que salió corriendo entre los arbustos.

Sin pensarlo, salió corriendo tras eso.
La figura siguió corriendo, y Marik apenas pudo distinguir tela en movimiento, como un vestido. Las ramas bajas de los arboles le rasguñaron suavemente el rostro al pasar.

Se detuvo cuando los árboles se dispersaron para mostrar otro claro, y perdió de vista la figura tras la que corría.

Jadeó para obtener aire mientras miraba a su alrededor.

"Genial, estoy perdido" fue su primer pensamiento, mientras veía a lo que parecía una vieja cabaña en el claro "esto no puede ser más de película" fue lo siguiente que asaltó su mente.

Ma~rik~

Levantó la cabeza de golpe cuando creyó oír su nombre canturreado. Ya estaba empezando a oscurecer, así que parpadeó un poco en un intento por visualizar bien su entorno.

Se quedó sin aliento. Había niños allí... muchos, de diferentes rasgos y alturas... ninguno se movía y estaban en poses extrañas, como esperando algo.

¿Qué demonios estaba pasando?

El silencio es sofocante. Marik siente el corazón palpitarle en los oídos y la piel de gallina. Piensa en dar un paso cuando un manchón rosa y lila se le interpone.

Un vistazo al cabello celeste-blanquecino lo dejó frío en su lugar, con los ojos como platos y sin aire en los pulmones.

El conocía perfectamente ese cabello, incluso si no lo había visto por más de una década.

—A... Amane.

La pequeña estaba ahí, frente a él, Marik ni siquiera podía registrar que no debería ser más 'una pequeña'. Solo sintió el golpe en su pecho al verla allí, con su vestido favorito de burbujas rosas y lilas, con el pelo medio rizado a los lados de su cara y cayendo más debajo de sus hombros, abrazando el conejo de peluche que tomaba siempre de su hermano mayor.

Ryou siempre amó ese conejo, era su peluche favorito... pero Amane también tenía un capricho con él.

Marik, viniste —Marik no puede ver sus ojos, pero puede ver su sonrisa —creí que ya no ibas a venir.

— ¿Venir? —el pelicenizo no estaba siguiendo el hilo de la conversación, su cabeza empezaba a sentirse pesada —Oh, cielos Amane ¡Ryou va a estar contento de verte!

Y de repente, la sonrisa d la niña se esfumó —Ryou no está aquí, él no va a verme. Él no me quiere.

— ¿No te~? ¡¿De qué estás hablando?!

Ryou-nii nunca vino con nosotros. No escuchó nuestro llamado —y, de nuevo, Marik sentía que la mayor parte de la situación se le escapaba de la consciencia —pero tú... tú sí escuchas. Tú lo escuchaste.

— ¿Lo? —Marik sintió, hormigueando en el fondo de su mente, la sensación de que debía echar a correr — ¿escuchar a quién?

Y Amane no pareció escucharlo —Tú lo escuchaste. Por eso viniste. Te quedarás con nosotros.

— ¿Quedarme? ¿Qué hacen todos aquí? —miró a los niños a su alrededor, parecían haberse movido un poco.

Estamos jugando, Marik. Nos gusta jugar, él siempre nos deja jugar —De nuevo estaba hablando de alguien —Quédate con nosotros, Marik. Juega con nosotros. No más responsabilidades, no más tristeza, no más corazón roto.

Marik jadeó, con los pulmones adoloridos, ante la última insinuación.

—A-Amane, yo... yo tengo que-

— ¿Irte? Pero viniste hasta aquí, y nos encontraste —Amane tomó su mano. Marik la sintió pequeña y fría entre sus dedos —y ya no puedes irte.

De alguna manera, Marik sintió cuan seria era esta declaración.

Sabes jugar, Marik. Sabes la canción. Uno...

Marik soltó su mano. Miró a los niños.

Dos...

Todo el cuerpo de Marik se tensó, sabiéndose en peligro, la adrenalina lo llegó. Los niños empezaron a seguir la voz de Amane.

Tres...

Marik echó a correr.

— ¡Escondite ingles!

Corrió.

Corrió y corrió.

Mientras corría, las piezas empezaron a encajar en su cabeza, como si tuviera finalmente un momento de lucidez. A todos esos, niños perdidos, les había pasado algo muy malo; quizás ahora vivían ahí, bueno, ni siquiera estaban vivos.

Y, después de lo que se sintió cómo mucho tiempo, llegó a la cabaña.
La puerta estaba abierta. Y Marik entró, escuchando los pasos y las risas de los niños tras de sí.

La cabaña olía sorprendentemente bien. Como a incienso de flores, y a vino. Un aroma que le pareció extrañamente familiar.

Un sueño. Ojalá todo fuese parte de un sueño.

Una pesadilla.

Vio una habitación, y entró. Cerró la puerta tras de sí, se dejó caer en un rincón, exhausto hasta límites insospechados, y se apretó las manos contra el pelo, haciéndose un ovillo.

Ahora, ahora, pequeños. ¿Qué le hicieron a mi invitado? —Marik solo escuchó más risas y murmullos afuera, junto a esa voz... No era la voz de Amane, era la voz de un muchacho ¿Quién podría ser?

Ma~rik~ ¡Ven a jugar con nosotros! —esa era Amane de nuevo.

 ¡Estamos felices de que vinieras! ¡Juguemos!

Jugar. Jugar. 
¡Eso es todo lo que dicen!

Mal, muy mal niños. No debieron abrumarlo así —la voz se escuchó ligeramente molesta, pero no perdía su tono cantarín y divertido —es mi rey, yo lo atenderé.

Marik tensó los dedos entre sus mechones, cuando la puerta se empezó a abrir lentamente.

Cerró los ojos, derrotado. Rendido.

El aroma a vino y flores lo rodeó de forma más envolvente, aunque de alguna forma, se volvió más suave y sutil. Relajante, si la situación fuese otra.

Y entonces, estas manos suaves y ligeramente más pequeñas que las suyas estaba envolviendo su mano sangrante, de la cual se había olvidado por completo, estaba herida.

Oh ¿Qué es esto? —la voz sonaba... ¿preocupada? —te has hecho daño, mi rey — ¿rey? ¿de qué se trataba todo eso? —aquí, déjame cuidarte, bebé.

Sacaron su mano herida de entre las hebras color cenizo, y una sensación húmeda y fresca recorrió la herida sangrante.

Solo entonces, Marik consiguió abrir los ojos.

Lo que vio, no tenía precedentes.

Ojos lilas que relucían de forma sobrenatural. Piel color caramelo, brillante, de apariencia sana y suave. Una figura grácil, delgada pero tonificada que resaltaba entre la ropa corta y ajustada, con múltiples correas y adornada con oro. Cabellos rubios cenizos que caían lizos, a diferencia de los suyos que iban había arriba.

Era como una visión, una belleza inhumana.

Resalten lo de inhumano. Había un par de alas negras, similares a las de los murciélagos, saliendo de su espalda, y cuernos que se retorcían como los de un carnero, de color tostado, saliendo de su cabello.

Y ese... ese ¿ángel caído? Estaba lamiendo la herida de su mano.

Su lengua rosada recorría lentamente los raspones sangrantes, limpiando el vital líquido rojizo que se empezaba a oxidar, y cicatrizando los raspones a su paso.

La exquisita visión se relamió los labios, antes de darse cuenta de que era observado. Sonrió, una sonrisa que aparentaba dulzura, pero que cubría a medias la malicia y diversión —eso está mejor... sabes tan bien —los ojos lilas atraparon los suyos color fucsia y lo dejaron sin habla, si es que en algún momento pensó en decir algo —eres perfecto —esos eran sus pensamientos, pero fue extraño oírlo de la criatura frente a él —eres perfecto para mi, y finalmente has venido a mí, mi rey.

Con una de sus manos, la criatura levantó su mentón, antes de deslizar las uñas por su garganta, simplemente dejándole sentir el filo de estas, antes de reclamar sus labios en un beso ardiente y lleno de la más cruda y sexual lujuria.

A partir de ahora ya no puedes irte.

 


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