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Una linda prima por SexyYuri

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Notas del fanfic:

Soy Leonore Usher  les comparto mis obras :D comenten! eso me animará mucho 

Capítulo 1

 

La primera vez que me fijé en una chica, fue a los doce años. En ese entonces, bajo la influencia de un millón de hormonas y después de haber sido bombardeada con imágenes de mis tías lesbianas, recién casadas, parecía inevitable que se me cruzara por la mente la idea de tener una novia. Ilusionada, le declaré mi amor a Estelina, una chica de quince años, que iba en tercero de secundaria.

Fui el hazmerreír de toda la escuela. Sobre todo porque le propuse que fuera mi novia delante de sus amigas. Una niña de primer año intentando ligarse a una de tercero era algo tan absurdo que rayaba en un ataque de psicosis. Desde luego que Estelina me rechazó. Aceptarme hubiera sido un duro golpe a su estatus social.

Tras su negativa, vino lo que todas hemos experimentado: ganas de que la tierra nos tragase, sentimientos de ser la criatura más patética sobre la tierra, ansias de haber nacido hombre para seducir a la hétero en cuestión y darle hasta por las orejas, y finalmente, aceptación. Aceptación de que, a los doce años, mi vida amorosa había muerto por completo.

Y sí, sé que exageré al decirlo; pero ¿qué más puede pensar una soñadora como yo? ¿Una chica que lo único que quiere es meterse en la cama con una nena linda y hacerle bebés?

Tras varios años de frustración y de intentar ser hétero a como diera lugar, elegí por convertirme en una ninfómana de la negación. Odiaba ser lesbiana. Era un jodido martirio. Las chicas heterosexuales no me aceptaban cuando les decía mi inclinación, y las que sí eran lesbianas, terminaban por alejarse porque sólo querían algo ligero y no un compromiso completo. ¿A alguien más le ha sucedido? No quisiera ser la única sufriendo así.

Sin embargo, la vida da muchas vueltas, y la mía dio un giro de ciento ochenta grados cuando, en la cena familiar, mi tía Elena (no la lesbiana) trajo consigo a su hija menor, Katy. Katy era mi prima, y se había puesto tan deliciosa como un pastel de fresas: bajita, de pechos medianos y piernas blancas. Tenía el pelo castaño muy lacio y una serie de lindas pecas cruzándole el rostro. No la había visto en mucho tiempo y la adolescencia había sido muy buena con ella, convirtiéndola en un deleite a la vista.

Supe, entonces, que tenía que acostarme con ella.

Y no es que las relaciones entre parientes fueran lo mío. De hecho, me sentí boba pensando en meterme entre las piernas de Katy. El problema fueron mis putos ovarios que, como si cobraran vida, comenzaron a estremecerse de excitación y gritaron cosas como ¡deja que Katy nos embarace!

¡Marina! —Gritó Katy al verme y corrió para abrazarme. Lo hizo con tanta fuerza que sus pequeños pechos quedaron aplastados por los míos—. ¿Por qué nunca aceptaste mi amistad en Facebook?

Lo dijo con un tono de reproche que sólo significaba una cosa: bésame. Bésame y no dejes de besarme. Tenerla tan cerca hizo que me ruborizara. Yo era más alta. Katy apenas me llegaba al busto.

Lo sé. Soy una puta jirafa.

—Ah… es que… este… comparto muchas tonterías y no quería que las vieras.

—¿Muchos memes?

—¡Sí!

De hecho, mi página de Facebook estaba llena de desmotivaciones tristes, imágenes negativas para mostrarle al mundo mi depresión de a mentiras y un sinfín de menciones a lo buena que estaba Gal Gadot. La chica de la Mujer Maravilla. Ya saben. Eso, y también una amplia colección de imágenes sugerentes mías en trajes de baño.

No. No les pasaré mi perfil.

—Pues sí que eres mala —dijo cruzándose de brazos. Debería haber una ley que prohibiera hacer eso cuando se lleva una blusita escotada como la de Katy.

—Eh, sí —me rasqué la nuca—. Bienvenida a la cena. Yo ayudé a preparar el pavo.

—Sólo lo sacaste del horno —mencionó mamá poniendo los ojos en blanco.

—Algo es algo.

Cenamos como una familia promedio. También estaban mis tías lesbianas, Carla y Celia. Las acompañaba Emily, su hija. Un pequeño demonio de tres años que se la pasaba lanzando los chícharos a todo lo que se moviera. Sandy, su otra hija, de cinco meses de edad, se había quedado con la suegra de Carla.

—¿Y cómo es ser lesbiana? —Preguntó Katy visiblemente curiosa. Mis tías arquearon las cejas.

—¿Por qué lo preguntas?

Elena, la mamá de Katy, y hermana de Carla, suspiró y rodó los ojos.

—Katy salió del closet hace seis meses.

—¿Seis meses? —Carla sonrió y le pellizcó el cachete a su sobrina—. Mira nada más. ¿Y cómo te sientes?

—¿Tienes novia? —Preguntó Celia.

—Pues no siento ningún cambio. Mi vida sigue normal.

Mamá me susurró por la oreja.

—Menos mal que tú no eres lesbiana. Odiaría quedarme sin nietos.

—Sí… je, je… —le di un sorbo a mi refresco.

Mis tías siguieron charlando sobre Katy como si ella fuera una celebridad. Mientras tanto, Elena y Laura, mi madre, se limitaban a escuchar y mantenerse alejadas de la conversación. Ellas no eran homofóbicas, pero tampoco les gustaba la idea de que sus hijas dejaran las salchichas de lado.

—¿Y criaran a Emily como lesbiana?

La pregunta de Katy hizo que me atragantara con mi pierna de pavo. Hasta Carla y Celia se quedaron con el ojo cuadrado.

—Eh… no —respondió Celia, con su hija en brazos. Intentaba hacer que la niña se tragara un pedazo de pan.

—Bueno, ha sido una cena bastante… educativa —dijo mi mamá, deseando cambiar el tema.

Katy dejó de hacer sus preguntas tontas y se quedó muy calladita el resto de la noche. Fue justo cuando ya iban a irse, que la pequeña nevada de la noche, se convirtió en un auténtico infierno.

—Mejor se quedan aquí —a mi madre le aterraba la idea de que sus hermanas, Elena y Carla, salieran con semejante clima.

—Sí. Y llevamos a Emily —añadió Celia—. Mejor aquí que afuera.

—Perfecto. Marina, ve a preparar los cuartos. Yo haré algo de chocolate caliente.

Obedecí de inmediato. Mamá y yo vivíamos solas. Pasar la navidad así no era sencillo. Si mis tías iban a quedarse, estaba muy bien. Hice unos cuantos arreglos a los dos dormitorios que nos sobraban, y luego ayudé a Celia a acostar a Emily. La niña se había dormido profundamente después de comerse como media tonelada de pastel.

—Ah, verla así hace que la odie menos —comentó Celia con una divertida sonrisa. No la odiaba en realidad. Celia era la madre más dedicada que había conocido. Y eso incluye a mi propia mamá.

—Sólo tenemos una cama. Espero no vayan a tirar a la bebé

—Ah, descuida. Yo dormiré en la sala. Si oyeras los ronquidos que da Carla, pensarías como yo.

Celia se quitó el abrigo y se quedó con su blusa ceñida. Dado que estaba amamantando a su otra hija, sus senos estaban llenos y se sacudieron deliciosos. Ya se imaginan lo que pensé.

—¿Y qué opinas de que Katy sea… como es? —Necesitaba cambiar el tema cuanto antes.

—¿De qué hablas? —Para Celia, mi pregunta había sido fuera de lugar y bastante obvia.

—No, nada. Sólo habló por hablar.

Después de que tenerlo todo listo, y con Emily durmiendo, las adultas nos dedicamos a mirar una película en la sala. Carla y Celia estaban muy acurrucaditas en un sillón y se daban pequeños besitos de pico de vez en cuando. Mamá y Elena, que eran hermanas de Carla, también estaban abrazadas (pero sin manosearse, claro)

Y Katy estaba conmigo. Se había cambiado la ropa por unos pequeños shorts y una blusita. No llevaba brasier debajo, y me di cuenta porque la delgada tela se alzaba por sus pequeñas puntas rosadas. Puntas que deseé meterme a la boca. La tenía recostada sobre mis rodillas.

—No sé cuántas veces he visto Mi Pobre Angelito —comentó Celia—. Unas mil veces, quizá.

—Y sigue dándome risa —añadió Elena. Mi mamá rió y le dio un besito en la mejilla.

Vale. Pensemos en esto: Carla y Celia eran esposas y estaban muy juntitas, tapadas con una sábana. A saber qué estaban haciendo con sus manos. Elena y mi madre, que eran hétero, parecían más cercanas que de costumbre. Tal vez porque era navidad y estaban llenas de ese espíritu navideño y familiar, pero se tenían bien tomaditas de la mano y parecían todo menos hermanas.

Y Katy, acostada sobre mis piernas, era la criatura más candente del mundo. ¿Cómo no iba a sentir calor? Y la pregunta más importante: ¿Podría tener alguna aproximación con ella?

Ese sería un buen regalo de navidad.


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