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Nikki por Raziel Soul

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Notas del capitulo:

Historia en conmemoración al cumple de Kyo-san :D

Diario de Kyo.


25 de marzo


Querido diario:


Hoy fue un día sumamente extraño, a las seis de la mañana mi padre me despertó – odio levantarme tan temprano – literalmente me tiró del futon con un “ya levántate” muy enérgico, apenas pude ponerme en pie cuando un par de manos me tomaron de los hombros con firmeza empujándome al baño, di un respingo al sentir el agua fría sobre mi cuerpo, ¿en verdad la gente cree que ducharse vestido es mejor? ¡claro que no! La ropa se te pega al cuerpo y la sensación de congelación persiste más tiempo, aunque con eso pude despertar del todo, mis dientes castañeaban, mientras el agua se iba calentando un poco comencé a desnudarme, apenas el vaporcillo emanaba de aquel liquido tibio y el jabón escapaba por mi cuerpo después de haberlo tallado lo mejor posible mi padre comenzó a gritarme otra vez.


 


- ¡Con un demonio! – decía más enfadado de lo que nunca lo viera antes


- Tranquilo querido – la voz de mi madre siempre amable, en verdad es una mujer admirable, no sé cómo pudo casarse con un sujeto como mi padre, lo amo pero tiene muchos defectos, entre ellos ser tan intolerante con las personas de vida tranquila como la mía.


 


O al menos mi vida era tranquila hasta hace unas horas, pero no me adelantaré a los hechos; como te decía, salí lo más rápido que pude de la regadera, afortunadamente segundos antes de que mi padre entrase, si por él hubiese sido seguro salgo todo enjabonado. Lo vi tan ansioso que sentí que para secarme me rodearía con esas inmensas flamas que escapan de sus manos, debo decir que su modo de luchar me parece sorprendente, las llamas escarlata de los Kusanagi son la envidia de muchos clanes y no hay en el mundo nada más cool que verlas brotar de las manos desnudas de “Kusanagi-sama” – cosa que ahora tampoco es totalmente cierta – afortunadamente eso tampoco sucedió.


A los diez minutos del regaderazo me encontraba ya zampándome el pescado, el arroz y – ¡puaj! – las verduras que mi madre me había preparado, no me mal intérpretes, amo su comida pero no me gustan las verduras en ninguna de sus presentaciones, claro que me como todo si no quiero ver la desaprobación en su mirada, no hay nada que me haga sentir más triste e indefenso que saber que ella está enojada, la amo y siempre sé que tiene razón – pero shhhh no se lo digas, uno de los deberes de los hijos es contradecir a los padres – cuando subí al auto no tenía ni idea a donde nos dirigíamos, tardamos más de una hora en llegar a nuestro destino,  era una casa grande, ¡enorme! A decir verdad, antigua pero muy bien conservada, tenía un gran portón de madera y pese a que las paredes eran súper altas los árboles lo eran más, y las plantas colgaban sobre un pequeño foso donde muchos kois nadaban felices, o al menos supongo que lo son, ¿Quién no sería feliz nadando todo el día? Y no tanto porque naden sino porque no hacen nada más. Una brisa agradable hizo mover las ramas de los árboles, un par de hurracas salieron revoloteando de la copa de uno de ellos, al tiempo que pétalos de cerezo cruzaban también saltando ese muro, su prisión era abandonada y danzaban empujadas  por el viento, ni siquiera me di cuenta cuando uno de ellos cayó sobre mi cabello – pero lo menciono porque será importante más tarde. 


 


Escuché a los pocos momentos de que mi padre tocase la campana como la pesada puerta se abría ante nosotros, no me equivocaba cuando, al imaginar cómo sería todo tras esas paredes, se presentó ante mí un inmenso jardín, con pequeñas linternas de piedra, un camino delineado por árboles y plantas bien cuidados, podía escuchar el trinar de las aves; y los cerezos, en verdad me sorprendió la cantidad de pétalos que parecían adornan el piso, como si caminásemos por un rio de sakuras, el lugar era tan grande que me daban ganas de explorar, los primeros quince segundos porque en cuanto nos topamos con el dueño de la casa mi corazón se paralizó. Es un hombre alto, de cabello negro y ojos rojizos, tiene un rostro muy contradictorio pues es un sujeto bien parecido, casi no tiene barba, al menos no como la de papá, pero su mirada era al mismo tiempo fría y triste, como si dentro de sí cargase un enorme peso, y si su sola presencia me hizo querer caminar derecho como nunca en mi vida nada más escuchar su voz logró que un escalofrió me recorriera desde el cabello hasta la punta de los pies. Miró a mi padre con gran odio lo cual no me gustó para nada, mi madre como la dama que es saludó cortésmente, y entonces la sentí, la mirada del sujeto aquel se clavó en mi de tal forma que, si tuviese láseres en los ojos, me hubiese matado con sólo verme de reojo, no entendía nada, nos hicieron pasar al jardín trasero donde el estanque se hizo presente, me asomé de reojo, muchos kois, me preguntó si sabrán bien, tengo hambre, pero ya comeré cuando termine de contarte. El sonido del bambú de la fuente a mitad del jardín me hizo no poner atención a la plática entre mi padre y el sujeto que nos recibió, pude ver a un par de familiares míos, un par de primos, mi tío, y miembros de nuestro clan, conversaban tensamente – lo noté en sus rostros -  con hombres que iban todos de traje.  Ahora que lo pienso todos en esa casa estaban vestidos igual, excepto mi familia, íbamos con kimonos tradicionales, lo cual no me gusta en absoluto, es molesto andar con getas, y pese al airecillo que afortunadamente prevalecía sobre el calor, tanta ropa encima te hace sentir con ganas de salir corriendo y aventarte al estanque. Y para añadir más infortunios al momento todo indicaba que además de mis primos y yo no había nadie más de mi edad. Seguro te preguntarás ¿por qué no fuiste con tus primos?


La respuesta es fácil, ambos me detestan, o al menos mi primo, con Aoi casi no he podido conversar, está más interesada en su moto que en un ser vivo e “insignificante” como suele decirme su hermano, celoso por no ser escogido como futuro líder del clan, honor que me gané por ser el primogénito del primogénito del primogénito de muchas generaciones atrás. Y mientras intentaba centrar mi atención en la conversación que tenían mis padres con el “anfitrión”  pues me pareció escuchar mi nombre un par de veces en la misma, todo a mi alrededor se desvaneció cuando le encontré, un chico que parecía de mi misma edad, con un cabello tan llamativo que, aunque no lo creas, jamás había visto algo parecido, era como las llamas que emanaban de las manos de mi padre, pero aún más intenso, tan rojo que sentí que si me acercaba me quemaría, y eso fue precisamente lo experimenté cuando su mirada pareció clavarse en mí, no puedo explicártelo, y definitivamente no puedo asegurar que me notase entre tanta gente, pero sentir esa mirada volvía a mi cuerpo una estufa cuya perilla de intensidad llegara hasta lo más alto. Solo fueron unos segundos pero bastó, no sólo para  ruborizarme – algo muy raro en mi – sino para obligarme a ir tras él – más raro aún  - mis pasos no vacilaron pese a lo disparejo del camino, lo normal en un jardín.


 


- ¿Quién eres? – estaba por pasar de largo una de tantas lámparas de piedra cuando escuché esa voz, grave para su edad, altanera y a la vez con un toque de tristeza – ¿por qué demonios me estás siguiendo? – como si fuese una película antigua de humor sentí mi cabeza moviéndose mecánicamente mientras una gota de sudor frio bajaba por mi sien derecha, miré al niño, al contrario de todos los hombres con traje su vestimenta era casi como la mía, aunque se notaba que era mucho más formal, y costoso. Lucía bastante bien, como una de esas imágenes de los libros de historia, pero lo que más resaltaba en él era su cabello, y ese par de ojos azules que parecían relucir aún más con su cabello. 


- Eh…eh… y.yo - ¡no tartamudees¡  me grité a mí mismo, no obstante seguía hablando idiotamente, ladeó la cabeza como un cachorrito, o al menos esa impresión me dio.


- Olvídalo, sólo deja de seguirme – le vi dar media vuelta, y por alguna razón tuve el impulso de seguirle para detenerle, nunca había sentido una mano tan cálida, fue entonces que pude verle bien.


-¿Qué tienes en la cara? – pregunté con curiosidad pues era la primera vez que veía a alguien con manchitas en el rostro, seguramente se molestó aún más porque se zafó de mi agarre para echar a correr dentro de la casa.


 


Mi mamá siempre me enseñó a que no podemos entrar en las casas ajenas sin ser invitados, pero simplemente quería que me respondiera, claro que  no pensé que mi papá me estuviese buscando, casi me hago pis cuando escuche mi nombre con esa voz enérgica que usa al meterme en problemas. Y así como yo aferré la mano del niño de cabello de fuego, mi papá tomó la mía jalándome mientras me regañaba por irme de donde estábamos. Me enojé, yo estaba aburriéndome mucho y el solo quería tenerme ahí, ¿por qué no podía jugar?


 


-Ojalá le enseñes a tu hijo mejores modales – dijo el señor de rostro enojón al ver cómo me llevaban a regañadientes.


- Es aún un niño, es normal que sean algo traviesos y desobedientes – sonreí porque mi padre me defendió, pero aquel tipo se rio un poco. Con su voz fuerte y rostro alzado le respondió


-“Eso es porque no lo sabes educar, mi hijo me obedece en todo”


 


Y ¡¿qué crees?! Después de que dijo eso pronunció un nombre “Iori”, en cuanto salió de su boca apareció el niño de cabello rojo, se llama Iori Yagami, ¿no crees que es un nombre bonito? Yo también lo pienso, pero al volver a verlo seguía con la mirada triste e incluso parecía que le tenía miedo a su papá, porque cuando intentó tocarle el hombro se hizo a un lado.


 


Luego nos llevaron a ambos dentro de la casa, a una sala grande, como de 10 tatamis por otros diez, nos pusieron al frente y personas de nuestras familias se sentaron mirándonos de forma extraña, me sentí muy incómodo, miré de reojo a Iori y parecía muy tranquilo, incluso enojado, bajé la mirada, apretaba sus puños con fuerza, hasta que sus dedos se pusieron blanquitos, mi papá me agarró la cabeza y me hizo voltear al frente de nuevo, no suele tratarme así, pero creo que sólo quería que me comportara como el otro niño. Dijeron nuestros nombres y otras cosas más, me puse a pensar en los videojuegos que me iban a comprar para mi cumpleaños y ya no escuché, dijeron algo de herederos, peleas y cosas más complicadas.


Regresamos después, ¡ni siquiera nos dieron de comer!


 


Mamá me llama a comer, vengo en un rato.


 


Ya tenía mucha hambre cuando llegamos a la casa mamá se puso a hacer de comer, pescado frito, porque sabe que me gusta mucho, papá dice que no siempre debo comer lo mismo, pero mamá lo convence muy rápido. Ya son las diez de la noche, debo dormir. Por cierto, las manchitas que Iori tenía en la cama se llaman pescas* mamá dice que mucha gente pelirroja las tiene y que no debí ser tan grosero con ese niño.


 


Hasta mañana.


 


PD: Papá dijo que debo entrenar más… no quiero, por eso mi vida se ha complicado.


PPD: Quiero volver a ver a Iori, tal vez nos hagamos amigos y podamos jugar.


 *Pecas


 


 


Diario de Iori:


25 de marzo


Hoy es mi cumpleaños, un día cualquiera para todos en esta casa.


Hasta mañana.


Aún no sé por qué sigo escribiendo aquí, antes era la forma en que mamá  y yo podíamos hablar, papá no nos dejaba conversar demasiado, creo que lo hago más por costumbre, quizá ella pueda leerlo desde el cielo, la extraño. Te extraño madre, y hoy llegó el día que mi padre esperaba con ansias, presentarme con el hijo del otro clan, aunque a decir verdad me sorprendió bastante, es un debilucho, creí que sería alguien parecido a mí, pero de alguna forma siento que es bueno que no sea así.


Lo cierto es que es un tonto, ¿puedes creer que no sabe que lo que tengo en el rostro se llaman pecas?. Al principio creí que era uno de esos tantos mocosos de los que se juntan con mis hermanos, parecía perdido, lo vi junto a una pareja que conversaba con Yume-sama, habían tantas personas en el jardín que no pude distinguir quienes eran, todos lucían iguales para mí, a él por el contrario creo que le sorprendió mucho el color de mi cabello ¿por qué tengo que ser tan extraño para los demás? Todas las personas que me ven se fijan en mi cabello, a Akane casi la obligaron a pintárselo en la escuela, creo que por eso padre le hizo traer un profesor particular. Pero ya me estoy yendo por las ramas, ese niño me miró como a un bicho raro, y tan fijamente que me hizo sentir escalofríos, admito que al primer momento creí que era una niña, una bonita….


Pero noté que traía puesto un kimono tradicional de hombre. Creo que cuando se dio cuenta que lo estaba viendo se asustó, así que mejor me fui, pero entonces me di cuenta que no se fue, sino que me seguía, por más rápido que caminara él lo hacía de la misma manera, me estaba estresando bastante, así que tomé un atajo para confrontarlo, tiene unos ojos grandes y de color avellana, cuando le pregunté que por qué me seguía comenzó a tartamudear, Akane dice que tengo un rostro muy amargado y que asusto a la gente, supongo que lo asusté, pero ni siquiera le hablé fuerte. Como sea, solo me fui de ahí porque mi padre no tardaría en llamarme, faltaba poco para que comenzara la ceremonia, y si no estaba ahí seguro me hubiese tocado una golpiza. Pero en un instante sentí una mano tomar la mía, era una mano algo pequeña, su piel es suave, y el color que tiene no es tan blanco como el mío, tiene un color como de pan tostado, iba a decirle que me soltara, pero de pronto me preguntó que ¡¿qué tenía en la cara?! Mocoso tonto


Seguro iba a burlarse como todos los demás, como Yukari y Kaworu, y no es que me importe lo que piensen ese par de idiotas, pero no quiero que nadie más se ría porque soy diferente, porque lo que más me duele es que me parezco a ti, y si se burlan de mi es como si lo hicieran de ti mamá, siempre me gustó tu cabello rojo, y cómo tus pecas se encendían un poco más cuando estabas feliz, si tocaba el piano y lo hacía bien lo sabía porque aunque padre no te dejara sonreír tus mejillas se ponían rojas.


No quiero desviarme del tema, me metí corriendo a la casa, debía apurarme pues papá se encontraba con el jefe del clan contrario al otro lado, justo en la sala principal y yo estaba en la parte trasera, apenas me dio tiempo a recuperarme cuando escuché como me llamaba, creo que estaba presumiendo algo porque al llegar dijo que yo si estaba bien educado, entrenado querrá decir, soy como una mascota que debe seguir sus órdenes cada vez que se le ocurra sin importar si quiero hacerlo o no. Fue ahí que conocí  a mi “rival” el niño bonito tonto que vi en el jardín. Su padre no dijo nada y solo asintió cuando Yume-sama le indicó que era el momento, nos llevaron a la estancia, noté como el niño pan tostado me miraba de reojo, ¿creyó que no me daría cuenta? No es como si fuese muy bueno para disimular. El  lugar estaba muy lleno, tanto de los hombres del Yakuza como del clan del sol, no entiendo por qué debían presentarnos ante todos. ¿Es para obligarnos a no defraudarles si es que llegamos a casi perder? Solo me sentí un animal del zoológico siendo exhibido ante muchas personas a quienes realmente no les interesa lo que pase con él después de tomarle fotos y pasar a otra jaula. Noté por el rabillo del ojo que el tal Kyo, creo que así era su nombre, parecía estar en otro lado, ¿en verdad piensan que alguien tan distraído podrá derrotarme? Tenía ganas de darle un golpe en esa cabezota hueca para que pusiera atención en todo lo que dijeron nuestros padres. Tenemos solo dos años más para prepararnos y enfrentarnos como se debe, aunque no creo que niños de doce años puedan pelear muy bien, pero si tenemos aún tanto tiempo ¿por qué presentarnos ya como rivales y futuros jefes? El mundo de los adultos es muy complicado.


No me queda más que esperar hasta mañana, seguro Yume-sama vendrá a levantarme en la madrugada para entrenar y que no pierda el tiempo “descansando”.


Adiós, espero que donde estés puedas leer esto.


Te extraño mami madre. 


PD: la cocinera me dio un trozo de pastel a escondidas, como solías hacerlo tú. 


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