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Encuentros de armario por Edmary

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Notas del capitulo:

Dedicado a

 

lady_chibineko y Yoshita

 

Son un cielo

 

¡y amo leerlas!

Segundo Encuentro:


   Hay ocasiones en las que la vida te sorprende gratamente. Para Alessio, Livay Snow resultó ser una de ellas. Le parecía curioso cómo se había transformado de “el chico de oro de todos”, hasta llegar a convertirse en una persona realmente decente ante sus ojos. Todo comenzó con una petición algo bizarra, pero sobre todo inesperada, de amistad y continuó con charlas y salidas a comer.


– Alessio, ¿vas a estar ocupado este sábado? – Un sonriente Livay le preguntaba mientras caminaban hacía sus respectivas clases después del almuerzo.


– De hecho, no. El fin de semana pasado finalicé las asesorías de los sábados y por ahora los tengo libres, ¿por?


– En ese caso, amigo mío, estás cordialmente invitado a un almuerzo en casa de mi hermana.


– ¿Perdón? – Alessio lo miró con cara de circunstancia.


– Sí, bueno, verás, la última vez que visite a Cheryl, mi hermana mayor, me escuchó mientras nosotros hablábamos por teléfono, y la muy cotilla me preguntó quién eras tú. Le dije que eras un amigo y desde entonces no ha dejado de insistir en que te lleve a comer a su casa para conocerte. Y amigo, es mejor deberle a la mafia que tratar de negarle algo a esa mujer. Razón por la cual, te paso buscando el sábado a las 11.


– Okey, es… –eso fue lo único que alcanzó a decir, puesto que Livay ya corría en dirección a su próxima clase. No le quedó de otra más que reír y apurarse él también, si es que no quería llegar tarde a la suya.


   Alessio tenía que admitir, aunque fuera a sí mismo, que había sido gratificante, en muchas maneras, constatar que el tonto cabeza hueca que le había encerrado en un armario de limpieza para pedir su amistad, era, de hecho, un chico inteligente y bien centrado. Luego de ese primer encuentro, éste decidió prestarle verdadera atención a Livay, ya que, para él, hasta ese momento, era solo uno más del montón; otro chico popular entre los muchos que rondaban por la universidad. Pero no, Livay le demostró que no era así, y Alessio se encontró descubriendo facetas interesantes de su nuevo amigo. Aprendió que era un estudiante dedicado, tal y como su promedio atestiguaba, y que si bien no brindaba asesorías a otros estudiantes como él lo hacía, estaba suficientemente capacitado para hacerlo, aunque debía admitir que no todos podían ser tan nerds como él. En cambio, tenía a su cargo un grupo de adolescentes con los que trabajaba durante los fines de semana desde que inició su primer año en la universidad. Se dio cuenta además de que, si bien era un chico popular, la atracción que ejercía en las demás personas era producto de su amabilidad y no por ser arrogante. Supo también que, al igual que él, era gay, y si bien no iba por los pasillos enarbolando la bandera arcoíris, tampoco estaba dentro del closet. Esos pequeños detalles le demostraron a Alessio que había más en Livay de lo que a simple vista podía apreciarse.


   Otra cosa que se puso de manifiesto, fue el amor que ambos compartían por la comida. Ese amor los llevó, sin saber muy bien cómo (por parte de Alessio, porque para Livay era un plan en progreso), a compartir almuerzos, meriendas y muchas otras comidas. Por esa razón, no se sintió tan preocupado por el almuerzo del sábado. Cierto, habrían más personas con ellos, pero para él sería una comida más entre ellos. Por lo menos, eso fue lo que pensó.


   Otra de las tantas cosas que aprendió de Livay en esos meses que llevaban compartiendo, era que éste era muy puntual, por lo que no fue una sorpresa verlo llegar justo a la hora acordada. Ni bien se subió al carro y se abrochó el cinturón de seguridad, comenzaron con sus conversaciones de todo y nada. Alessio todavía se sorprendía con lo fácil y entretenido que le resultaba hablar con Livay. Podían tocar temas serios o totales tonterías con la misma pasión, y se había descubierto, en más de una ocasión, renuente a terminar una conversación y despedirse de su amigo.


– Oye Livay, hice esta tarta de frutos cítricos para el postre, ¿crees que les guste a tu familia?


– Si es como la que preparaste el domingo, te aseguro que no sólo les va a gustar, sino que te estarán pidiendo más, confía en mí.


– Si tú lo dices, confiaré en tu palabra.


– Y dime, ¿por cuánto tiempo estarás libre los sábados?


– Bueno, la verdad es que planeo quedarme así hasta el próximo semestre. Estoy trabajando en un nuevo proyecto y quiero tener tiempo libre para poder desarrollar y finiquitar las ideas que tengo.


– Eso es genial, aunque desde ya te advierto que tendrás que apartar uno de ellos para Cheryl porque, tan seguro como que el sol sale por el Este, que mi loca hermana no te dejará salir de su casa sin asegurarse primero de que vayas a regresar.


– Exageras, ni siquiera estás seguro de que le voy a caer bien.


– ¿Bromeas, cierto? ¡Te va a amar! Es más, estoy tan seguro de lo que te digo que te apuesto una de tus tartas de frutos cítricos, eso sí, ¡tamaño familiar!, a que, no sólo te amará, sino que te pedirá que regreses.


– Bien, pero si no me invita, tu tendrás de prepararme a mí una de tus tartas de manzana.


– Trato. – Le dijo Livay, mirándolo de reojo– Pero luego no vengas llorando cuando diga "te lo dije".


   Todavía reían de sus ocurrencias cuando llegaron a la casa de Cheryl. Livay estacionó el carro, apagó el motor y cuando Alessio hizo ademán de abrir la puerta para bajarse, volteó a verlo y en un tono serio le dijo:


– Alessio, espera. – Éste se detuvo y giró para mirarlo. – En serio, has sido un excelente amigo y te agradezco mucho por acompañarme hoy. Quiero que sepas que, si no sobrevives a la metomentodo de mi hermana y a las pesadillas monstruosas de mis sobrinos, contaré tu historia.


– ¡Eres un idiota! – Fue lo primero que Alessio pudo responder cuando logró dejar de reírse. – ¡En serio estás loco!


– ¡Pero así me quieres!


– ¡¿Y eso qué dice de mí?!


   Continuaban riendo cuando llegaron a la puerta de la casa. Nada más tocar el timbre, les abrió una hermosa mujer que, sin duda alguna, Alessio determinó debía ser Cheryl. ¿Y cómo no hacerlo?, ¡si era la versión femenina de su amigo! Ésta les dedicó una enorme y radiante sonrisa y les dio la bienvenida a su hogar.


– ¡Hola! ¡Pasen, pasen! – Les dijo mientras los guiaba a la sala. – Así que tú eres la pobre alma en desgracia que mi hermano está atormentando hoy en día.


– Vaya hermana, ¡tanto amor me conmueve! – dijo Livay mientras le pasaba el brazo sobre los hombros. – Alessio, ella es Cheryl, pero que su cara bonita no te engañe. Ella es un gremlin: no la bañamos ni la alimentamos después de las 12.


– Ja, ja, ja, ¡mocoso insolente!


– Mucho gusto Cheryl. Gracias por invitarme a tu hogar. Y para responder a tu pregunta, sí, soy la pobre alma en desgracia torturada por tu hermano.


– ¡Oh, gran señor! ¡Líbrame de las hermanas y los amigos traidores!


– Tan dramático como siempre, hermanito. -Cheryl se rio. – Ven Alessio, deja que te presente al resto de la familia. Este guapo semental de aquí –dijo señalando a un muy apuesto y risueño hombre, – es mi esposo Richard.


– Mucho gusto Alessio. Espero que este par de dementes no te hagan salir corriendo.


– El gusto es mío – dijo Alessio riendo. – Y tranquilo, tengo 5 hermanos, así que tengo experiencia lidiando con la locura. – Todos se rieron ante eso.


– Muy bien, continuemos – dijo Cheryl. – Estos chicos guapos que ves aquí, son Román y Julián, mis hermosos gemelos; esta princesa maravillosa es Angie y esta de aquí es mi bebé, Serena, mi otra princesa.


– ¡Hola! Mucho gusto. – Les dijo un sonriente Alessio y el coro a cuatro voces con un "¡Hola!"  no se hizo esperar.


– Muy bien, con las presentaciones ya terminadas, ponte cómodo, Alessio. Te dejo en las muy capaces manos de mi amado esposo mientras voy a terminar en la cocina. Livay, ayuda a los gemelos a poner la mesa, por favor.


– ¡Oh, cierto! Traje esta tarta de frutos cítricos para el postre. –Dijo Alessio, extendiéndosela a Cheryl. – Espero les guste.


– ¡Oh! Un hombre con modales. – Dijo Cheryl, tomando la tarta y mirando a Livay. – Estoy considerando quedármelo, hermanito. Tendrás que buscarte otro amigo.


– Olvídalo pesadilla monstruosa, ¡yo lo vi primero! – Así, entre risas y empujones, los hermanos se fueron a la cocina dejando a un sonriente Alessio con Richard y las niñas.


– Esos dos se comportan como niños pequeños siempre que están juntos .- Le dijo Richard sonriendo.


– Me gustaría decirte que soy más maduro que eso cuando estoy con mis hermanos, pero te estaría mintiendo. – Otro par de risas se dejó escuchar.


– También estudias ingeniería, ¿cierto?


– Sí, es muy emocionante.


– Es bueno ver que lo disfrutas. Eso es la mitad de tu éxito. Y dime, ¿hace cuánto mi cuñado está torturando tu pobre alma?


– Bueno, comenzó a torturarla el semestre pasado y desde entonces no ha parado.


– Oh, ya veo. - Le dijo Richard, dedicándole una curiosa mirada, pero antes de poder preguntarle al respecto, la voz de Cheryl se dejó escuchar:


– Chicos, chicas, ¡vengan a comer!


   Richard acompañó a Alessio al comedor y lo guió hasta donde Livay lo estaba esperando. Se sentaron uno al lado del otro y se dedicaron a disfrutar del almuerzo. La comida estuvo deliciosa y entre un bocado y otro, la conversación fluyó de forma amena. Fue entonces que Alessio se percató de que se sentía igual de cómodo allí, rodeado por esas personas, que como se sentía en compañía de su propia familia. Y como no podía faltar, llegó el momento del bullying familiar, y Alessio sólo pudo reír al recordar a su hermano James y la frase que éste siempre le decía antes de molestarlo: “Si tus hermanos no te hacen bullying, no te quieren, Alessio; y yo no quiero que pongas nunca en duda cuanto te quiero, hermanito”.


– Alessio, tú pareces un joven decente y centrado, así que dime, ¿cómo fue que terminaste con la plaga de mi hermano?


– Oh, Cheryl, - le contestó Alessio sonriendo –es que tu hermano tiene una forma muy particular de hacer amigos, y uno como que no puede negarse.


Antes de que Cheryl pudiera decir o preguntar nada, Livay se levantó de la mesa y, mirando a sus sobrinos, dijo:


–¡Es hora del postre! -Tal y como esperaba, los gritos emocionados de los niños no se hicieron esperar y no dejaron que se escuchara nada más aparte de: ¡Postre! ¡Postre!  Livay sonrió victorioso, Cheryl, sin embargo, le dio la mirada de –ni pienses que te vas a salir con la tuya, esto me lo explicas luego-, lo que mantuvo a Alessio riendose a costa de ese par que, tal y como Richard le había dicho, actuaban como niños. En ese momento se percató que estaba viendo un lado de Livay que no estaba seguro muchos conocieran. Porque sí, era cierto  que era común verlo reír y bromear con quienes le rodeaban, sin embargo, este lado totalmente desenfadado de su amigo le hablaba de lo cómodo y en confianza que se encontraba. El amor y la camaradería existente entre todos era palpable y sintió una gran alegría al darse cuenta que no sólo estaba siendo testigo de ello, sino que lo incluían e invitaban a participar.


   Como es casi una norma en las casas con niños, la hora de los juegos llegó y Alessio fue arrastrado a una guerra sin cuartel entre Livay y sus sobrinos. Corrieron, saltaron, se persiguieron y los gritos y risas no se hicieron esperar. No obstante, lo que ninguno de los dos esperaba, era terminar encerrados en el armario del sótano de Cheryl. Esto fue cortesía de Román y Julián. Los dos genios malvados pidieron jugar a las escondidas y, mientras Angie contaba y Serena se escondía, Román tomó a Alessio de la mano y corrió con él hasta el sótano y una vez allí, le dijo que se escondiera en el armario. Entre tanto, Julián convencía a su tío de hacer lo mismo. Lo que ninguno de esos dos incautos podía saber, Alessio por razones obvias, ¡no vivía allí!, y Livay porque tenía casi un mes sin visitar a su hermana, es que la cerradura de la puerta del armario recientemente se había dañado y la puerta sólo se podía abrir por fuera. Fue así que un confiado Alessio entró en el armario y, ni 5 minutos después, vio como Julián abrió la puerta, le dijo a su tío que entrara y luego la cerró detrás de él. Livay realmente se sorprendió al encontrar al otro allí, pero la verdad, ninguno de los dos le dio mayor importancia al asunto. No fue sino, hasta que quisieron salir, que notaron el pequeño problema en el que estaban metidos. Confiando en que Cheryl o Richard pronto notarían su ausencia e irían a buscarlos, no tuvieron más opción que tomarlo con humor.


– ¡Rayos, Livay! Tus sobrinos son de temer. ¡No sabría decir cuál de los dos es el gemelo malvado! –Miró serio a Livay. – Tenemos que advertirle a Cheryl que sus hijos tal vez están intentando conquistar el mundo.


– Oh, Alessio. – Le dijo en un fingido tono lastimero. – Ya lo sabe. Ella está consciente de los genios malvados que tiene por hijos. ¿Por qué crees que huyó y nos dejó con ellos? - Ambos chicos se miraron a la cara y luego estallaron en carcajadas.


– Todavía no puedo creer que nos encerraran aquí. ¡No pueden negar que son sobrinos tuyos!


– Bueno, como mi abuela decía: “lo que se hereda, no se hurta”. Cheryl y yo vivíamos haciéndole maldades a Jack y Marcya, nuestros hermanos menores. ¡Qué tiempos aquellos!


– Ah, ya veo, entonces esto es tu karma, ¡y me estás arrastrando contigo! – Otro coro de risas no se hizo esperar.


– Bien, ya que tenemos que esperar que los otros dos adultos en esta casa que no se encuentran encerrados, espero yo, noten que estamos desaparecidos en acción, creo que lo más aconsejable es ponernos cómodos.– Y tras decir eso, Livay se sentó en el piso y Alessio lo imitó. Luego de ponerse todo lo cómodos que el piso les permitía, los dos hicieron lo que mejor sabían hacer: conversar.


– Muy bien, Alessio, ya sé que tienes 5 hermanos: dos hermanos y una hermana mayores y dos hermanas menores. También me dijiste que saliste a los 14 años, pero lo que no me has contado, y me gustaría saber es, ¿cómo tomó tu familia la noticia de que eras gay?


– Bueno, la verdad es que lo tomaron bastante bien. Mi papá, aunque lo veas serio y con cara de estarle robando los caramelos de limón a Dumbledore -no pudo evitar sonreír al decir lo último-, es el mejor hombre del mundo; y mi mamá es una mamá gallina por excelencia. Ellos dos me dieron su apoyo incondicional. Mis hermanos me abrazaron y me dijeron: “Pobre del idiota que se atreva a meterse contigo o que ose romper tu corazón. La muerte sería un destino mejor que lo que nosotros le haremos”. Desde entonces han estado al pie del cañón conmigo. Además de eso, mi padre siempre fue bastante protector con nosotros y siempre insistió en que todos, tanto los chicos como las chicas, debíamos saber protegernos. Sin embargo, desde que me sinceré con ellos, se aseguró de que sin duda alguna pudiera hacerlo. Él se sentó a conversar conmigo un día y me dijo: “Alessio, el mundo ya de por sí es difícil y peligroso; y odio saber que para ti lo será más debido a la gran cantidad de personas intolerantes y de mente estrecha que existen en él. Por eso, intensificaré tus clases de defensa personal y me aseguraré de que puedas defenderte bien”.


–¡Ah! Ya veo. ¡A él le debo el haber terminado con la cara casi empotrada en la puerta del armario el día que por fin me animé a hablarte!


– Sí, ¡y agradece que no te fue peor! Ese día estaba de muy mal humor: me encontraba hambriento, cansado, mi última asesoría del día se había extendido más de lo esperado y cuando por fin me iba a casa para un merecido descanso, un idiota temerario tuvo la brillante idea de encerrarse conmigo en un armario. ¡Estabas buscando una paliza! Tienes suerte de que al final de todo no te la haya dado.


– Vaya, ¡recuérdame no hacerte enojar! Pero ya, en serio, eres muy afortunado por poder contar con el apoyo de toda tu familia. Cuando yo reuní el valor para sincerarme con mis padres y decirles que era gay, mi madre no paraba de llorar y preguntarse qué habían hecho mal y mi padre sólo me miraba con la decepción escrita en el rostro. No me echaron de casa, pero la relación nunca más fue la misma. Únicamente mis hermanos me brindaron su apoyo total e incondicional. Cuando cumplí 18 años, me mudé aquí con Cheryl, quien para ese momento ya llevaba algún tiempo casada y tenía a los niños. Ella y Richard me abrieron las puertas de su hogar, me recibieron con los brazos abiertos y en los dos años que estuve viviendo aquí, no me dejaron pagar nada. Me apoyaron en todo lo que pudieron y me motivaron para estudiar en la universidad. Me ayudaron a analizar mis opciones, solicitar becas, los créditos estudiantiles. Al final, cuando busqué mi propio lugar, ellos me acompañaron también en ese proceso. Siempre he sido bastante independiente y a los 15 años conseguí mi primer trabajo a medio tiempo. A partir de allí, seguí trabajando y ahorrando, y con ese dinero y el que ahorré viviendo aquí, pude conseguir mi propio espacio. Es por eso que los amo tanto, porque me aman por quién soy, no me juzgan por ello y siempre me han brindado su apoyo.


– Vaya Livay, ya me gustaban tu hermana y su familia antes, pero ahora me gustan mucho más. En cuanto a tus padres, bueno, ellos se lo pierden. Tienen un hijo maravilloso, que además resulta ser una persona espectacular, y si ellos no pueden verlo o apreciarlo, es su pérdida, no la tuya.


– Alessio, yo… - Pero el mencionado nunca sabría lo que Livay iba a decirle, ya que ese fue el momento que Cheryl eligió para abrir la puerta.


– ¡Aquí están! ¡Lo siento mucho! Tuve que amenazar a estas pequeñas sabandijas que tengo por hijos –dijo señalando a Julián y Román, quienes estaban escondidos detrás de ella, luciendo nada arrepentidos y con una sonrisa como la del gato que se comió al canario en el rostro-, para que confesaran qué habían hecho con ustedes. Pero vamos, que es hora de la merienda y no querrán perdérsela. –Alessio y Livay se levantaron del piso y salieron del armario para seguir a Cheryl. – Por cierto, Alessio, - volteó a mirarlo- si los pequeños monstruos traviesos de mis hijos no te traumatizaron hoy, me gustaría invitarte al almuerzo del próximo sábado. Y aquí entre nosotros, -le dijo en tono conspirador- si traes más de esa tarta tan deliciosa, bueno, no nos enojaríamos - todos se rieron.


– Me encantará venir, Cheryl. Gracias por invitarme, y cuenta totalmente con esa tarta.


– Livay, definitivamente me lo voy a robar.


   Entre risas y chistes, siguieron a Cheryl a la cocina y aprovechando el desorden ocasionado por los gemelos, Livay se le acercó y le susurró al oído “te lo dije”. Eso le recordó su apuesta de temprano, y mientras merendaban, Alessio no sólo hacía una nota mental para comprar los ingredientes necesarios para las dos tartas que tendría que hacer, sino que también se preguntaba, cómo era posible que Livay y él terminaran encerrados en los armarios hablando siempre cosas serias.

Notas finales:

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer. Espero que hayas disfrutado del capítulo. ¡Hasta la próxima!


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