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Fiume por Mascayeta

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Yokozawa esperó pacientemente que la reunión terminará, tan pronto como Takano le permitió marcharse, se dispuso a preparar todo para el viaje.

La verdad no era indispensable llevar mucha ropa, la mayoría podrían comprarla de ser necesario en Puglia, con ese pensamiento ingresó a la habitación de Takano, abrió el armario y eligió lo que casi siempre usaba en Italia para sus viajes de negocios.

Al tener todo arreglado se dispuso a revisar en la laptop los vuelos con cupos disponibles, preferiría que sólo él y su esposo fueran, pero sabía que su madre no perdería la oportunidad de presentarse como la nueva dueña de Fiume, un título que le correspondía por ley a la que llevase la sangre Yokozawa, pero que con las deudas adquiridas prácticamente tuvo que ceder a Masamune.

Cuando iba por la tercera aerolínea, la puerta se abrió de un solo golpe y fue cerrada de la misma manera, se levantó con cuidado tratando de mantener la distancia con el ojimiel que le miraba con una mezcla de ira y dolor. Sin querer se fue acorralado él mismo, al buscar una salida, el golpe llegó directo a su cara haciendo que se pegará con la repisa en la parte de atrás de su cabeza.

Se agachó procurando no emitir ningún lamento, peor error, ya que tomándole del cabello, su esposo le arrastró tirándolo en el piso donde volvió a golpearle con su rodilla rompiéndole la nariz.

—Maldita zorra desgraciada—. La frase llegó con una patada en su vientre—, no te bastó con arruinar mi vida separándome de Ritsu, sino que además asesinaste a mi hijo.

Las patadas no se detenían, si Takafumi se cubría el rostro y el vientre, su espalda era inmediatamente atacada.

Al ver los zapatos de Takano alejarse se irguió para ver cómo salir de ese lugar,  limpió la sangre de su nariz y   buscó una explicación a lo que ocurría con el objetivo de distraer a su pareja.

La risa macabra de quién consideraba el amor de su vida le causó mayor temor al notar el abrecartas que sostenía en la mano.

—Cuando supe la causa de tus mareos, pensé que podía tener una segunda oportunidad contigo.

Yokozawa trató de caminar lo más despacio posible hacia la puerta, desde que entró no entendía nada de lo que Masamune decía, pero sin duda corría peligro.

—Fue cuando tu madre me contó porqué te odiaba, me explicó la razón de no querer  actuar como un doncel conmigo... y te di el beneficio de la duda, pero hoy con que me mostró Ritsu, confirmé la basura que eres.

Antes de poder alcanzar la salida, Takano se interpuso sosteniéndolo por su muñeca, el dolor causado le hizo darse cuenta de lo hinchada que la tenía.

—Lo que deseas es no tener hijos, entonces yo te daré gusto.

El pelinegro levantó el cortapapel dirigiéndolo hacia el vientre de quién lo miraba horrorizado, por instinto Takafumi cubrió con su mano libre el lugar que creyó en algún momento albergaría su bebé.

—¡Suéltalo!

La voz de Kotoko fue fría y decidida, su hijo liberó al ojigris de inmediato.

—No sé que te dijo la víbora de tu suegra, pero a diferencia de otros donceles, el cuerpo de Takafumi no mostró signos de su condición sino hasta hace poco.

Las manos de quién parecía su madre revisaron las nuevas heridas en el rostro y los brazos, no podía viajar así, los ojos de Yokozawa se cristalizaron.

Tal vez el dolor de saber que no iba a estar en la ceremonia fúnebre de su abuelo, le hizo hablar.

—Hace diez años me convertí en tu niñera, esa mañana me llamaron de un bar diciendo que debía pagar una deuda por lo que consumiste.
—¡Mientes!
—No y lo sabes, llegamos a tu habitación y tú fuiste quién me besó —Takano negó con la cabeza, no recordaba sino cuando despertó verlo al lado suyo completamente desnudo y con marcas de lo sucedido—. Sabias que te amaba, así que me pediste intentarlo.
—Te metiste en mi cama, igual que lo hiciste en la de tu padre, en la de Iokawa y quién sabe cuántos más.

Takafumi comenzó a reír desconcertado a su suegra y endureciendo a su esposo que lo abofeteó.

—Onodera te dejó por unos estúpidos celos, no sabía que ese idiota estaba embarazado...
—Lo sabías porque Kaira lo vió y te lo dijo, fuiste al bar y te metiste en mi cama, porque Ritsu me lo contaría ese día.

La discusión habría seguido de no ser por el sangrado que Kotoko vio en su yerno, su pantalón estaba humedecido, sin dudarlo dio por terminada la disputa y  como pudo llevó a Takafumi a su alcoba.

Horas después el chico dormía mientras ella se preguntaba hasta donde la maldad de alguien podía llegar. No se consideraba la mejor madre, sin embargo, procuro que Masamune no odiara a su padre a pesar de sus errores, trató de hacerle ver cómo los Yokozawa le apoyaron y que el dinero robado les fue cedido por Enzo permitiéndoles tener una vida cómoda y con lujos. Por eso no comprendía el resentimiento de Kaira contra su propia sangre.

Las palabras de Takano acusando al chico de incesto e infidelidad eran irrisorias, todo el que conociese a Takafumi sabría de inmediato que eran mentira, entonces ¿por qué para su hijo no era evidente la manipulación?

La luz del celular mostró el contacto de Dariam, en la conversación vieron que para ambos había sido un día difícil; sin embargo, preguntó para confirmar lo dicho por Masamune. La respuesta la dejó sin palabras, al principio lo que vieron como una posible solución para el bienestar de los chicos, ahora era realidad.

—Es una larga historia, tan solo puedo decirte que el testamento se leerá en ocho días, por favor que Teddybea venga.
—Tan pronto puedas revisarlo, hazlo. Hoy tuvo una hemorragia muy fuerte...
—¿Un aborto? —la angustia en la voz del médico le causó felicidad, si Takafumi supiera cuántas personas lo querían.
—No está embarazado, gracias a Dios; pero mi ginecóloga piensa en un desgarro.

La charla siguió por otros minutos, al finalizar optó por buscar algo de comida. 
En el corredor Takano junto a Onodera le esperaban. 
La solicitud de poder verlo la negó argumentando que estaba bajo el efecto de un tranquilizante, dirían que estaba loca más no dejó pasar desapercibida la expresión de arrepentimiento del ojiverde.

Desafortunadamente la chillona voz de Kaira les hizo girar para ver a la ebria mujer que sin dudarlo se aproximó a Masamune para mostrar su verdadero deseo, el poder.

—Takano, con Enzo muerto ahora tú eres el dueño de Fiume y por ende, de Cerchio. Tu padre estaría orgulloso.

La sonrisa de satisfacción en el rostro del pelinegro causó que el pecho de Kotoko doliera, no obstante, lo único que le quedaba era tener paciencia.


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