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Fiume por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Siguiente capítulo de Fiume. Gracias por sus lecturas.

Yokozawa conectó sus auriculares y comenzó la evaluación en la plataforma de la universidad una vez anunciaron por el altavoz del avión que podían prender los equipos electrónicos. Con dificultad pudo concentrarse, los acontecimientos del día anterior parecían no querer marcharse tan fácilmente.


Como pudo terminó el examen de inglés y procedió a cerrar el aparato, había pasado más o menos una hora desde que partieron de Tokio y lo único que pensaba era en la posibilidad de que su vida matrimonial estaría marcada por la sombra de su madre. No podía creer como después de arreglar lo del cierre de su semestre, y firmar los papeles en la notaria, la furia de Kaira hubiese llegado al punto de golpearlo frente a Takano quien escasamente hizo un gesto de desagrado por la situación.


Era ilógico que lo culpara por algo que era más que predecible, además de ser conocido por su apellido y fortuna, el que fuera un matrimonio homosexual implicaría aún más condicionamientos para su compañero, ya que asumiría como hijo adoptivo de él para poder entrar al registro familiar.


Sin embargo, la sorpresa se la llevaron con el abogado de la vinícola cuando Takano presentó un documento donde las condiciones de ambos se igualaban. Fue Yokozawa quien tuvo que firmar las capitulaciones renunciando a la fortuna del ojiavellana y limitarse a ser incluido en el Koseki-shohon de su actual cónyuge. Al menos, había protegido los intereses de su "nono", Enzo Yokozawa.


Las dieciocho horas del vuelo fueron relativamente tranquilas, su madre estaba en primera clase junto con Masamune, mientras él, "por un error de la aerolínea", estaba en clase turista. Al menos, el momento de la cena le permitió entablar la conversación con su compañero de asiento, un ojiazul bastante hablador y que podía comparar con un niño pequeño, casi no le cree cuando mostró su documento como parte de una apuesta en el juego que sin querer iniciaron, demostrándole que tenían la misma edad. Al despedirse en Roma, Yoshino Chiaki y él intercambiaron datos para mantenerse en comunicación.


Sin embargo, el recorrido hasta Cerchio no fue igual de ameno, por eso tan pronto como el auto se detuvo ante las puertas de la hacienda, descendió para cruzar corriendo en dirección de la habitación de su abuelo. No quería seguir escuchando tontos reclamos o recomendaciones que no venían al caso.


Al estar frente al cuerpo del anciano, sus lágrimas no se detuvieron. El hombre que recordaba fuerte como un roble se hallaba postrado en la cama con un aparato que registraba el funcionamiento de su corazón. La inhalación del patriarca fue acompañada de la apertura de los hermosos ojos grises similares a los propios. Takafumi se aproximó abrazando a la persona que había sido su soporte por años después de la muerte repentina de su padre, Alonzo Yokozawa.


El anciano correspondió la muestra de afecto acariciando la mano que el joven había puesto en su pecho, no pudo menos que sorprenderse al sentir la argolla en el dedo anular de Takafumi.


—¿Cuándo te casaste? —la voz cansada denotaba molestia por la acción, algo diferente a lo que Kaira había propuesto.


—Ayer querido suegro —manifestó la nuera del hombre que ingresaba al lado de Takano. Por lo menos su nieto no podría ver la cara de desagrado por saber quién era novio.


—Los felicito a los tres.


La mujer apretó fuertemente sus puños, la sarcástica frase era propia de quien hace años la culpaba de la muerte de su hijo y del desequilibrio económico que en ese momento tenía a la vinícola al borde de la quiebra.


Masamune se aproximó a la cama tan pronto como su esposo lo llamó, dándole un beso en la mano, el joven hizo una reverencia para saludar al anciano. Enzo respondió con igual educación. Conocía muy bien al joven frente a sí.


Takano Masamune era el hijo de uno de los antiguos inversionistas de la vinícola: Iwao. El hombre llegó como amigo de Alonzo, se ganó la confianza y admiración de su hijo, quedando a cargo de varios negocios internacionales y recibiendo una fuerte comisión por cada uno de estos. Desafortunadamente, un día desapareció para dejarlos con varias demandas por incumplimiento, una deuda con el fisco y una carta donde confesaba su amancebamiento con Kaira Anderson, la mujer que ahora tenía frente a él y que para su desgracia aún ostentaba el título de nuera.


Aprovechando las costumbres japonesas y el respeto que ella le debía como mayor y padre, solicitó que los dejara solos. Era necesario hablar con los jóvenes de su actual posición como próximos herederos de la Vinícola Fiume. Sin dudarlo, la mujer hizo una reverencia y salió del lugar.


Kaira sabía que era necesario para sus planes poder darle espacio y ganarse nuevamente la confianza del anciano que la culpaba por la muerte de Alonzo. Caminó por el corredor en dirección a su antigua alcoba. Al estar en su interior los recuerdos de su exmarido la golpearon con fuerza.


El tiempo parecía haberse detenido en ese lugar. Las fotografías en el alfeizar los mostraban en sus días felices, cuando ambos compartían lo que pensaron era amor. El niño en sus brazos recién nacido y aquella con la razón del fracaso de su matrimonio. Aun ahora, no se arrepentía de lo vivido con Iwao, su esposo la había abandonado por Takafumi y por Fiume, días encerrada en esa hacienda con la única responsabilidad de cuidar al mocoso que se convertía en el centro de atracción de quien lo conocía.


Ella pasó a ser parte de la decoración, una figura que era reconocida por propios y extraños como la madre del heredero, hasta que llegó el socio de su marido. No se arrepentía de nada de lo que había hecho, y tampoco de la discusión que tuvo con Alonzo cuando se enteró de su infidelidad y del desfalco. Una persona tan débil como su difunto marido solo podía tener un final tan deplorable.


Desató su cabello y se miró en el espejo de cuerpo entero en el vestidor del baño, el tiempo se mostraba implacable en las canas y las ligeras arrugas sobre su rostro. Abrió el armario donde ya las empleadas habían depositado el equipaje debidamente organizado. Optó por un pescador blanco y una blusa azul celeste para pasar la tarde, en la noche sabía que, si cenaban en el comedor, estarían ella y Takano...su amado Takano, él era su única tabla de salvación en ese maldito calvario que día a día padecía. Por eso cambio su elección y procedió a bañarse, debía lucir espectacular para satisfacerlo.


—Lo siento Takafumi, pero la luna de miel será para mí.

Notas finales:

El registro Koseki se utiliza en Japón por algunas parejas homosexuales para adoptar a sus conyuges y poder facilitarles beneficios que posee un matrimonio en occidente.


Cerchio: La hacienda de la familia de Yokozawa significa Círculo.


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