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Fiume por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Comienzo maratón de seis capítulos de esta historia de amor y drama.

Una vez la mujer salió de la habitación, Enzo procuró lucir lo más tranquilo posible ante los jóvenes, no tenía la intención de demostrarle a Kaira el impacto que su treta le causó.

Takano escuchó las disposiciones que tenía el hombre para su amado nieto solicitándole cuidará de él, lo respetará y evitará lastimarlo de cualquier manera posible. Los ojos gatunos lo miraron comprendiendo la insinuación. No era ajeno al romance que la madre de Takafumi tuvo con su padre, desconocía los detalles, pero Kotoko -su madre-, le había contado como el hombre frente a él hizo todo lo posible por refundirlo en la cárcel e incluso pagó para que lo mataran. Años de esfuerzo permitieron que la abogada que tenía como mamá salvaran la herencia que Iwao les había dejado.

Aunque cualquiera en la posición que Kotoko tenía hubiese querido destruir a su exmarido, ella solo deseaba limpiar su nombre y para lograrlo, debían hacer pagar a la familia Yokozawa. Por eso, pidió al mayor un tiempo a solas. Enzo asintió ordenando a su nieto esperar a Takano afuera. Sin objeción alguna el chico besó su frente y salió del recinto.

—No soy de rodeos, sé que su empresa trabaja a perdida y yo tengo el dinero que necesitan para salvarla —dijo calmadamente Masamune—, de usted depende que ayude a su familia y no humille a su nieto.

—¿Por qué te casaste con él? —cuestionó el anciano con la misma calma que le demostraba el menor—, se nota que no lo amas.

—Negocios. Los Yokozawa siempre serán un buen negocio, por sus tierras o por sus vinos.

Su corazón se rompió al saber que su precioso Takafumi no era más que un cheque en blanco para la persona a la cual había elegido como pareja, no obstante, permaneció impávido ante el hijo de Iwao.

—Por ahora estás en mi casa como mi invitado, y me gustaría que entendieras que la realidad de mi fortuna solo la conozco yo, así que no estés tan confiado.

Takano sonrió por la actitud altiva de Enzo, su cónyuge guardaba mucho de ese gesto prepotente, una máscara que fácilmente rompería, pidió permiso y se retiró dejando al anciano solo. En el corredor Takafumi lo esperaba, tomándolo de la cintura le pidió mostrarle el cuarto que compartirían, todo lo ocurrido drenó sus fuerzas, y por más que no lo amará, no negaba que el sexo con el menor de los Yokozawa siempre era un aliciente para tenerlo en cualquiera de los roles que ejerciera, por eso tan pronto estuvieron en su habitación, procedió a cumplir con sus deberes maritales.

El lascivo cuerpo del pelinegro le satisfacía, sin ser un perfecto amante cumplía correctamente como catalizador para sus momentos de rabia o soledad. Rápidamente las caricias cumplieron su función, Takafumi olvidó por completo todo lo ocurrido la noche anterior, y se dejó llevar a la cama por el hombre que amaba. A pesar de haber tenido parejas femeninas, su corazón pertenecía a Masamune desde la primera vez que se vieron, amaba la seriedad con que asumía lo que ocurría a su alrededor, así como la debilidad que solo él había conocido cuando perdió a esa persona tan especial.

—Hoy te quiero debajo mío —murmuró el ojimiel a su oído mientras tocaba las firmes nalgas que el peliazul poseía.

Takafumi se ubicó dándole la espalda como sabía le gustaba tomarlo, en todo el tiempo que llevaban juntos Takano prefería no ver su rostro, justificaba que era más fácil de esa manera llevarlo al clímax, por eso jamás se quejó, empero, ya eran esposos por lo tanto consideró que era necesario renovar ciertos hábitos. Su intento de volver a colocarse de frente fue frustrado por la penetración de la cual fue víctima sin la preparación adecuada. La mezcla de dolor y placer fue ahogada contra la almohada y las sabanas que apretó con fuerza.

Por alguna razón Masamune estaba siendo más agresivo, lo dirigía frases ofensivas que nunca le había dicho, y las embestidas eran hechas con más rabia que pasión. Apretó en pene de Yokozawa cuando sintió que acabaría ordenándole rogar por su liberación, con temor repitió las palabras que le hizo decir una a una, cuando lo soltó pudo sentir como terminaba dentro suyo.

El cuerpo de Takano se separó lentamente de su orificio viendo el líquido blanquecino salir, acomodándose al lado de quien yacía tratando de recuperar el aliento, acarició la cabeza de Takafumi.

—Bañate, y cuando salgas pide que cambien mis cosas a una nueva habitación, quiero estar solo.

Una vez en el baño se limpió lo mejor posible, odiaba que Takano se viniera dentro, únicamente lo hacía cuando estaba enojado y quería de alguna manera recordarle el poder que tenía sobre él. Prácticamente mantenía su casa y sus gastos, situaciones como la que acababa de pasar eran el recordatorio de su posición como "prenda" por el dinero que les daba, pero también de momentos en los que las cosas no salían como él esperaba. Algunos de los recuerdos de esa acción se vinculaban a celos o pistas falsas sobre el paradero de su amor de preparatoria, por tal motivo, justificó la escena a una discusión con su abuelo por cómo se dio su matrimonio.

Takafumi terminó su arregló personal y salió para darle el turno a su esposo, el joven dormía plácidamente sobre la cama, así que no quiso molestarlo dejando una nota por si despertaba. En el corredor se tropezó con su madre que lucía una chaquetilla negra y una bufanda roja apropiada para cubrirse de la brisa fría prevalecía en la hacienda. La mujer era hermosa a pesar de sus casi cincuenta años; sin embargo, a su parecer la capa de maquillaje que se aplicaba en exceso solo le restaban belleza y la hacían lucir como una muñeca.

Por alguna razón Kaira había descubierto cuando su hijo hacia las veces de pasivo con Takano, lo cual la llenó de rabia, sin pensarlo lo tomó del brazo arrastrándolo por el corredor para encerrarse en la biblioteca.

—¡Te portas como una zorra! —la aseveración lo desconcertó, no entendía el mal humor de su mamá.

—Es mi esposo, sabes que Masamune y yo hace rato intimamos.

—¿Cómo puedes ser capaz de pensar en eso? ¡Eres un inconsciente! —El llanto de Kaira y sus frases lo confundían cada vez más, Takafumi se acercó para abrazarla, ella sabía que su hijo jamás se perdonaría hacerla llorar—. Tu abuelo convaleciente y tu disfrutando de la luna de miel, ¡eres un pésimo nieto!, por eso el malhumor de Enzo.

Yokozawa se tensionó de inmediato por las palabras de la pelinegra; era cierto, desde el día anterior solo había pensado en que no habían compartido la noche de bodas; se sintió egoísta y un mal nieto, se merecía cada insulto de su madre por ser un irresponsable.

—Tienes razón. Prometo que no volveremos a estar juntos mientras mi abuelo se recupera.

Metida dentro de los brazos de su hijo como estaba, la sonrisa de Kaira no fue percibida por el muchacho, lo único que necesitaba era moverse más rápido y procurar que Takano cayera con ella para destruir por completo al hijo de Alonzo, además era la forma de recuperar el dinero que Kotoro le había robado, uno que siempre Iwao le prometió y que por derecho le pertenecía.




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