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Fiume por Mascayeta

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Notas del capitulo:

5/6. Una historia para entender

Takano esperó a su madre para poder entender lo de la llamada de Yokozawa. Al verla salir de inmediato pidió disculpas a los clientes que le hablaban para acercarse a Kotoko que conversaba por el celular.

La mujer cortó la llamada para abordar a su hijo antes de que hiciera una escena.

—Para que no te hagas ideas raras, ¿cuánto más crees que se van a comer el cuento de la enfermedad?

—No quiero que Takafumi hable con Kirishima—respondió Takano con un claro tono de celos—, hay algo en ese hombre que no me gusta.

—Por ahora quiero que lo dejes en paz, al menos Yokozawa me hizo caso en lo que le sugerí y no nos molestaran por un tiempo —dijo la mujer acariciando la mejilla de Masamune con el gesto propio de una madre consintiendo a su bebé—. Anda con tus socios y tenme más confianza, sabes que todo esto lo hago por nosotros dos.

Alejándose de la puerta cogida del brazo de Masamune, miró disimuladamente como Zen salía de la sala. Había dado el primer paso en una locura que esperaba saliera bien para todos.

 

Por su parte, en la habitación del hospital Yokozawa procuró dormir para el día que le esperaba. Las pesadillas por la frase del administrador sobre su abuelo, lo tenía inquieto. Llevaba casi dos años sin saber nada de él, no pasaba al teléfono, no respondía sus cartas y los pocos mensajes de whatsapp que le envió, los dejaba en visto.

A las siete de la mañana Yukina ingresó a la habitación para encontrarlo vestido, viendo las noticias en el televisor. 

Yokozawa no pudo menos que admirar la coqueta actitud del galeno; además de ser joven, amable y lleno de energía a pesar de la noche en vela, Kou era amable y gozaba de un físico de ataque. Con cuidado permitió que observará los golpes en su torso y el estado de la herida en su cabeza.

La pregunta sobre la presencia de algún familiar para recogerlo y saber de los resultados de los exámenes fue contestada por el peliazul con una negativa. Yukina se sentó a su lado explicando lo que habían encontrado. El gesto de sorpresa en su paciente demostró que desconocía por completo su condición de salud. En un reflejo infantil le pasó su mano por el desordenado cabello y le ofreció llevarlo a casa, igual su turno ya había acabado y podía servirle de chofer.

La charla en el automóvil fue agradable, Takafumi limitó su círculo social a Kisa y Chiaki, conversando con ellos casi siempre por vía telefónica o internet. Sus salidas eran con Masamune y cada vez se daban con menos frecuencia. Al ver la casa de Kotoko entendió que la frase de Kou al despedirse tenía mucho de verdad: 

«Querido príncipe, hemos llegado a su torre de cristal» —ingresó con una leve sonrisa, Yukina era el que parecía un príncipe, él si escasamente llegaba a sapo.

Saludó a la joven mucama y le pidió llevarle el desayuno a la habitación. Una vez solo procedió a bañarse y pensar en los resultados de laboratorio. Veintiocho años de su vida ignorando su condición médica, una realidad que su madre le ocultó con tal de satisfacer sus propios intereses.

Se vistió con cuidado buscando una camisilla que le permitiera tener el yeso libre y poder colocarse algo por encima que lo hiciese sentir cómodo. Recogió la ropa metiendola en un bolsa y entregándose a la doncella que ingresó con la bandeja de alimentos. La chica escuchó las nuevas indicaciones y salió tropezando con Takano en la puerta.

—¿Por qué no me avisaste para ir a recogerte? —preguntó dándole un beso en la mejilla—. Deberías ponerte ropa más ajustada para hacer honor a tu cuerpo.

En otro momento ese comentario lo hubiese hecho ruborizar, pero lo ocurrido el día anterior cambió algo en su interior. Con una sonrisa aceptó el cumplido.

—Del hospital se ofrecieron a traerme, por eso no te moleste —pidiéndole que le acompañara compartió su desayuno con quien amó como el único hombre en el mundo.

Takano se sirvió café mientras Takafumi tomó el jugo, por un momento pudieron conversar con tranquilidad como antes de que se casaran. La broma por el molesto yeso, los comentarios sobre la exposición y los clientes que consiguieron en esta, fueron tratados cordialmente implicando la actitud de dos socios más que de una pareja.

Masamune lo observó con cuidado, desde que conoció la condición de su esposo trato de hacerle entender cuál era su papel en su relación, pero los constantes comentarios de Kaira sobre la descarada forma como Yokozawa le coqueteaba a hombres y mujeres en su trabajo y en en especial con el administrador de Fiume, le despertaron unos celos irracionales.

Se golpeó mentalmente por el comentario sobre su ropa, debía seguir vistiéndose con esos molestos trajes de colores oscuros y que le quedaban grandes con tal de que nadie pudiese descubrir realmente cómo era su contextura.

—¿Qué te dijo el médico?

—Un desorden hormonal por no alimentarme correctamente.

Takafumi sabía que era malo mintiendo, así que optó por levantarse y mostrarle el resultado de laboratorio explicando lo dicho por Yukina. Takano miró a los ojos y vio total franqueza, atrayéndolo hacia él, tiró los papeles para darle un beso.

—Sabes a café y mermelada —la frase de inmediato calentó las mejillas del ojigris. Lástima que el ambiente de reconciliación terminó con la entrada de Kaira a la habitación.

Lejos de la mansión de Takano y Yokozawa, así como de la desagradable imagen familiar, Yukina procuró entender cómo una persona era capaz de aceptar la humillación del maltrato.

Takafumi llevaba cuatro hospitalizaciones por violencia doméstica y lo que menos quería el joven médico era saber de una quinta, ya que perfectamente podía ser la última.

Al llegar a su casa encontró a la suegra del ojigris. Haciéndola pasar le escuchó tratando de aceptar lo que la abogada Kotoko Takano le pedía. 

—¿Por qué yo?

—Soy buena conociendo a las personas, y eres el mejor para el trabajo. Lo único que pido es total discreción.

—Lo que me solicita es un engaño —repuso Yukina con enojo. Kotoko soltó una carcajada que hizo sentir como tonto al joven.

—Acabas de convencerme que sólo puedes ser tu —pasándole una carpeta, la abogada le dio el tiempo necesario para poder analizar la propuesta.

Una hora después Kotoko salía con el contrato de trabajo de Yukina firmado. Marcó el número del hombre con el que estaba orquestando toda esa locura. 

La breve charla, para continuar con el siguiente paso del plan.




 


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