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Fiume por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Final de los seis capítulos del maratón de Fiume.

Un agradecimiento para los que leen la historia.

Esa semana en la que Kirishima estuvo en Tokio, Hiyori había quedado bajo el cuidado del diseñador de la mayoría de campañas y etiquetas de la nueva imagen de Fiume: Chiaki Yoshino.

Aunque al principio Zen no estaba muy seguro de quien cuidadaría a quien, al final se dejó convencer por el fuerte carácter de su hija. Lo que no imaginaba ninguno, es que Enzo tuviese una recaída y ahora se hallara conectado a un respirador.

Con cuidado Hiyori se escondió lo mejor que pudo debajo del escritorio ya que no debía estar en la habitación de la persona que consideraba como su abuelo, pero después de ver cómo lo llevaron cargado entre el médico Dariam y uno de los empleados, sabía que la carta que leyó era la causa de su recaída.

Chiaki la observaba desde la puerta entreabierta procurando idear algo para sacarla de ahí, la ventaja se encontraba en que Yokozawa-sama dormía y podría llamar al galeno para distraerlo. Cuando lo vio colgar la llamada, el ojiazul se dispuso a ingresar; sin embargo, la voz del dueño de casa los congelo a los tres.

 

—¿Hasta cuándo piensas seguir mirando la pantalla de tu celular? 

El médico suspiró ante la frase, a veces podía comportarse tan infantil como uno de sus bisnietos. Una vez lo tuvo a su lado, Enzo tomó la mano de su cuñado.

Dariam Valentino no solo era su galeno, era su amigo y el hermano gemelo de su difunta esposa. A sus sesenta años seguía manteniendo esa fortaleza de espíritu que le había permitido llegar al lugar donde se encontraba. 

 

—Quédate conmigo, no quiero a un mozalbete limpiandome los mocos y el trasero —los ojos marrón le observaron con un destello de nostalgia, para entrecruzar sus dedos y negar con la cabeza.

—Yukina fue mi alumno, es el mejor en su área —levantándose trajo a la cama los papeles por los que su amigo había tenido una recaída—. Sé que no es el momento, pero es necesario que tomes una decisión sobre esto.

—No lo voy hacer, si mi nieto...

—¡Tu nieto es un imbécil! —gritó Dariam, el gesto de dolor de su amigo iba más allá de la enfermedad—. Cada noticia que tienes de Takafumi es pidiendo dinero, por un pagaré que debes cubrir o por un negocio que te echó a perder.

 

Enzo reconocía que todo era verdad, pero guardaba la esperanza de que su amado Teddybea recapacitara y volviera a su lado.

—Sabes que ese chico te está llevando a la tumba —sentándose de nuevo, le extendió la pluma—. Si deseas salvar tu herencia, te sugiero que lo hagas.

Enzo revisó el testamento. Una simple firma bastó para cambiar el destino de Fiume.

Chiaki se ocultó cuando casi veinte minutos después el médico salió cerrando la habitación del patriarca, no pasó mucho para que Hiyori también lo hiciera.

Ambos habían escuchado la conversación y se encontraban en el mismo estado de shock, la niña desconocía por completo al nieto de Enzo, pero Yoshino lo consideraba su amigo y no entendía cómo había cambiado tanto. Caminaron en silencio hasta el balcón donde la brisa avisaba la cercanía del verano. No demoraría en llegar Kirishima y Kisa, por el mensaje enviado a su celular tenía entendido que Hatori siguió hacia Napa.

Por su parte Hiyori no comprendía cómo el nieto de Enzo podía ser tan malo, para ella lo dicho por Dariam confirmaba algo que desde hacía rato le daba vueltas en la cabeza. Muchas veces escuchó a su padre pronunciar el nombre de ese hombre y siempre iba unido a malas palabras y la visita de desconocidos que decían ser abogados. Por primera vez su corazón se sentía diferente, una emoción que le daba dolor de estómago y un mal sabor en la boca, y así sin más, pronunció las palabras que a Yoshino le hicieron aceptar la cruel realidad.

 

—Odio a Yokozawa Takafumi. 

Abrazándola Chiaki la dejó llorar, desafortunadamente, en ese instante no sabía cómo defender al heredero de Fiume.

 

Una acción que Takafumi hubiese agradecido después de recibir los insultos de su madre por la escena de la que fue testigo entre él y su esposo Takano.

Masamune dio por concluída la interrupción de su suegra con una amenaza relacionada con el dinero que él le suministraba como parte de su "mediocre" trabajo en la Comercializadora.

Con un fuerte dolor de cabeza, la pareja se recostó procurando retomar la calma. La tranquilidad hizo que rapidamente conciliaran el sueño.

Yokozawa escuchó el celular de Takano sonar provocando que el hombre se levantará de la cama. La dulce risa de su esposo y el nombre que pronunció le hizo entender que lo vivido horas antes era una muestra de lo débil que podía ser ante él.

Se paró detrás de la puerta escuchando las palabras cargadas de sentimiento que Masamune le dirigía a Ritsu. Era fácil decir un «te amo» a ese chico que lo abandonó años atrás a su suerte, y tan difícil pronunciar un «te quiero», para él. 

Los pasos le hicieron volver a la cama y ubicarse de tal manera que no viera su rostro. Takano lo observó sabiendo de alguna manera que había oído su conversación, pero prefirió dejarlo de ese modo. Ingresó al baño para prepararse, la reunión era a las cinco y tendría el tiempo preciso para llegar al lugar del encuentro. El agua le hizo pensar en las razones que le obligaban a no dejar libre a Takafumi. 

No amaba a su amigo, pero tampoco quería darle la oportunidad de estar con otro. Yokozawa le brindaba la seguridad de un hogar, de una familia, de una solidez económica que ningún otro le daría, ni siquiera su amado Onodera.

 

Se paró frente al espejo colocando las mancuernas y preparándose para anudar la corbata, era demasiado torpe para hacerlo y siempre le quedaba torcido; recordó las grandes manos de su esposo, y su cálido aliento mientras hacía el nudo y colocaba el pisacorbata. Empero esa acción por su temor a perderlo no le permitirían hacerla. Se aseguró de llevar las llaves del coche, sus papeles y el celular. Lo demás lo recogería en su habitación.

Takafumi sintió el suave beso en su frente y oyó la promesa de consentirlo más tarde. Esa tarde fue tan buena como los tiempos en los que comenzaron su relación, besos robados, caricias tiernas y el dormir uno junto al otro... el encanto se rompió con esa tonta frase.

Se asomó a la ventana viéndolo partir, en su corazón no sintió dolor ni amargura, en ese instante el deseo de regresar a Italia fue lo que llegó a su cabeza. La necesidad de dar orden a su vida, de olvidarse de su madre y entender qué era lo que le unía a Takano.

Sacó su celular y notó el mensaje. Al abrirlo no pudo menos que sonreir por la imagen del zorrito llorando.

 

Kirishima: Hoy necesito un amigo, ojalá pudiera hablar contigo.

Sin pensarlo mucho respondió. Sin conocerse el administrador de Cerchio y CEO de Fiume le habló de las dudas y problemas que tenía. De su pequeña hija, del dolor del aniversario de la muerte de su esposa. Takafumi escuchó cada mensaje de voz respondiendo con mensajes de texto. Tenía miedo que supiera su verdadera identidad. 

La frase de es tarde, y el ver que se acercaba a la una de la madrugada, hizo que Zen se despidiera, no sin antes preguntar lo que nunca podría contestar sinceramente.

Kirishima: ¿Cuándo podré conocerte?

Teddybea: Hasta pronto.

 

Sin cambiar su ropa decidió recostarse, el nuevo sonido del mensaje le hizo ver la imagen. Fue cuando se dio cuenta que su vida podía ser tranquila y reconfortante sin Takano a su lado.

Kirishima: Sogni d'oro mio caro amore.

 

 

 

 


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