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Pequeño Milagro. por Luka Crosszeria

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Notas del capitulo:

Si leyeron la advertencia, sabrán que aquí hay Mpreg, no es explícito, pero sí se menciona un embarazo, por el momento.

 

Si, Kousei llama a Kouki mamá (ternurita) y no me importa que nuestro chihuahua sea un macho.

 

Si no te gusta, POR FAVOR, NO LEAS. Si te pasas esta advertencia por el **** entonces no comentes nada estúpido. 

 

Estás debidamente advertido.

 

Si por el contrario te gusta la pareja y no te importa el Mpreg o que un hombre sea llamado mamá, ¡Bienvenido y disfruta tu lectura!

—¡Es un niño muy listo!

Desde su perspectiva, su maestra está exagerando, ¿Cómo podría decir que es un niño muy listo cuando todo es realmente fácil de aprender? Podría decir que los otros niños eran un poco... ¿lentos? ¿tontos?, pero mamá no necesita saber eso.

—¡Lo sé! — Su madre dice, parece orgulloso de él, y ese es un sentimiento que abraza con gusto dentro de su pecho, su madre es la única persona de la que quiere escuchar elogios y felicitaciones, es por mamá que él está aquí después de todo, es mamá la única persona que quiere impresionar, para ver su sonrisa y la forma en que lo mira, como si él fuera la única persona en el mundo que necesita.

Y así es, así ha sido durante siete años, y no quiere ni necesita nada más.

—¿No ha pensado en enviarlo a clases especiales? Sinceramente, Furihata-san, ya no hay mucho que pueda enseñarle en clases. — La maestra dice, hay vergüenza en su voz, sus mejillas se tiñen de rojo por admitirlo en voz alta. —Sería triste no verlo más, pero definitivamente su inteligencia no es algo que se debe desperdiciar en un aula como esta.

Furihata Kouki sostiene con fuerza la mano de su pequeño, mirándolo por un momento, la mirada carmesí del niño se cruza con la mirada café de su madre, la sonrisa de antes sigue en los labios del mayor, sin embargo, hay algo diferente.

Por un segundo es como si su madre volara lejos de él, esa sonrisa que no es una sonrisa, el destello fugaz de su mirada que se oscurece, el anhelante deseo de su madre por darle más, pero la terrible verdad en donde, con un empleo de bibliotecario, eso es, simplemente imposible.

Furihata Kousei sonríe, sus pequeños, delgados y blancos dedos se aferran a la mano de su madre.

—No quiero ir a clases especiales. — Dice, mientras su entrecejo se frunce, su pequeña y dulce cara pretendía mostrar una actitud seria y enfatizada, sin embargo, sus rasgos infantiles y suaves lo hacen lucir demasiado lindo en lugar de molesto — Quiero quedarme aquí, mamá. — Kousei sacude ligeramente la mano de su madre, él entiende perfectamente porque su madre no puede permitirse llevarlo a esas clases especiales y no está molesto por ello, tampoco decepcionado.

Kousei tiene solo siete años, y es por eso que él entiende porque las personas se asombran cada vez que puede responder una pregunta difícil o cuando puede resolver con facilidad una multiplicación con cuatro dígitos sin la necesidad de una calculadora, entiende que, para su edad, haber terminado de leer todos los libros de la pequeña biblioteca escolar es sorprendente, así como haber memorizado cada palabra que ha leído. Pero para Furihata Kousei no son nada más que cosas insignificantes.

Él no necesita una clase especial, lo único que necesita es quedarse en casa con mamá y beber jugo de frutas cuando están viendo la televisión, comer golosinas después de una rica cena hecha con amor por mamá y reírse de mamá cuando intenta ayudarlo con las tareas escolares, pero al final es Kousei quien termina explicando cosas a mamá.

Esa es la felicidad.

Y la felicidad está en un pequeño pueblo, lejos del bullicio, de la ciudad, de las clases especiales y de un padre que no conoce, y qué no quiere conocer. Él sabe que su familia no es como la de otros niños, con un papá y una mamá, otros niños preguntan, curiosos por saber qué ocurrió con su "papá", otros niños se burlan, pero Kousei hace oídos sordos; sabe que, si pregunta, probablemente mamá le dirá, pero el problema principal es que Kousei no quiere saber, si hubo o no una razón para no estar con ellos durante todos esos años.

Para él, no hay nadie más en su mundo que mamá, no hay nadie más importante que mamá.

La felicidad está aquí, en su pequeña casa con un jardín perfectamente cuidado, está en las mañanas y un desayuno compartido, está en un futón que huele a sol y al suavizante barato que mamá compra, la felicidad está en las noches, escuchando un cuento para irse a la cama que mamá lee con una voz soñolienta; su felicidad está en los besos y abrazos de mamá.

—Regresemos a casa, mamá.

Su felicidad es mamá.

—Nos vemos mañana sensei.

—Nos vemos mañana, Furihata-san. 




_____

 

 

Furihata Kouki es feliz, de alguna manera que él no merece, es inmensamente feliz.

—¡Mamá! — Y la razón de esta felicidad es esta pequeña y linda persona que besa su mejilla y lo abraza con eterno afecto, es un niño demasiado hermoso, realmente amable e indudablemente inteligente y perspicaz.

Es imposible negar quien es su padre.

Cabello rojo como el fuego, ojos que brillan con un hermoso rojo sangre, Kousei es la viva imagen de Akashi Seijuro.

El tipo que tiene que ganar en todo, incluso en los genes. Lo que no es justo, porque Kousei estuvo en su vientre durante casi nueve meses, sin embargo, ¿que vio cuando tuvo al niño en sus brazos?

¡Por supuesto que vio al bebé más hermoso del mundo! ¡Ese fue Kousei! ¡Una mata de cabello rojo y unos fuertes pulmones venían incluidos!

Pero, a veces, Kouki desearía que no se parecieran tanto, de esa manera podrían ser libres, libres de la maldición que el propio Furihata Kouki se arrojó cuando decidió acostarse con el Ex Capitán de Rakuzan, cuando pensó que no habría otra oportunidad para ser amado por el hombre de sus sueños.

Podría haber sido un enamoramiento masoquista, como dijo Kuroko después de que Kouki le hablará sobre cómo no había podido olvidar al Emperador, sin embargo, en ese momento Kouki se refería a que en realidad no podía olvidar el miedo que le provocó, aún tenía pesadillas que involucran a un loco Emperador, tijeras y sangre, mucha sangre.

Finalmente, en el cumpleaños de Kuroko, pudo dejar atrás ese miedo, y descubrió como en realidad Akashi Seijuro era.

Fue amable, inteligente, agradable, sincero, perspicaz y su sonrisa era demasiado hermosa y perfecta para ser real.

Era inevitable que Furihata Kouki se enamorará de él, después de todo, ¿no era Kouki el tipo de perdedor que se enamora de la única persona que no podrá obtener jamás?

Entonces, lo único que debía hacer era no hacer nada, y esperar. Esperar a que los latidos de su corazón dejaran de ser arrítmicos cuando escuchaba a Kuroko hablar sobre sus reuniones habituales con la Generación de los Milagros, especialmente cuando mencionaba a "Akashi-kun".

No haría nada, esperando que sus sentimientos pudieran desaparecer como la espuma del mar, se consumieran con la facilidad con que se quema el papel y las cenizas se lanzarán al viento. Esperaba el día en que se despertara y descubriera que ya no estaba enamorado de Akashi Seijuro.

Por eso rechazó todas las veces que Kuroko lo invito a esas reuniones, necesitaba mantenerse alejado del hombre de sus sueños y porque sabía que Kuroko solo estaba siendo amable con él, era solo una extraña casualidad que siempre lo llamaran cuando el castaño estaba con él, así que solo estaba siendo cortés ¿Por qué invitaría a un don nadie a esas reuniones de seres super especiales?

La primera vez que Kuroko lo invito, sinceramente se sintió en las nubes, porque según las propias palabras de la sombra de Seirin, fue el mismo Akashi quien le pidió que lo invitara, Furihata tuvo una pequeña esperanza, que se consumió tan rápido como el azúcar en el café, porque Akashi estaba invitando a todos en realidad, no solo él, su capitán, Kiyoshi, Koganei, Fukuda, Kawahata, Tsuchida, cualquiera que estuviera interesado en asistir era bienvenido.

Furihata dijo que no, y no entendió del todo la mirada de Kuroko.

Y así, los tres años en Seirin pasaron.

Furihata aún esperaba el día en que despertara sin sentir el cálido sentimiento del amor, y el dolor que ese cálido sentimiento provocaba, sin embargo, amargamente descubrió que ese no era el caso, incluso parecía que se enamoraba un poco más cada día, especialmente cuando era imposible evitar al Emperador; campamentos, cumpleaños (Kuroko y Kagami), algunas fiestas importantes como Navidad, donde tuvieron algunas reuniones y por supuesto, los juegos.

Los capitanes se verían más seguido también, y Furihata contra todo pronóstico y sus propias quejas, fue nombrado capitán.

En todas esas ocasiones, Furihata descubre un poco más sobre Akashi, por ejemplo, descubrió que, la elección de trabajo alternativa de Akashi es ser un jugador de shogi profesional, sus aficiones son, por supuesto, el shogi, Go, y el Ajedrez Internacional.

Tiene un caballo blanco, que se llama Yukimaru, que, al parecer adora porque fue un regalo de su madre, igual que el básquet. Kouki también amaba a la mujer, cuando escuchó accidentalmente a Akashi hablando de su madre, pudo detectar el cariño innegable en su voz, desde entonces Akashi Shiori tiene un espacio especial en su corazón.

Su comida favorita es la sopa de tofu (Kouki podría haber aprendido a cocinar por eso, o quizás no) y odiaba las algas (sinceramente saber esto lo llevó a un ataque de risas). Y particularmente odia a los perros desobedientes porque no lo escuchan, Nigou parece ser una excepción, seguramente por el parecido con Kuroko.

Además, su tipo de chica son chicas que tienen dignidad.

Al menos, Kouki sabe que jamás tuvo una oportunidad con el heredero del imperio Akashi.

Furihata Kouki no es una chica y no tiene dignidad.

Porque cuando Akashi estaba tan ebrio que comenzó a coquetear con él, Kouki debió detenerlo, solo fue el alcohol en su sistema, el heredero estaba tan perdido que ni siquiera sabía su propio nombre y mucho menos quién era él, de haberlo sabido era un hecho que jamás lo habría arrinconado y besado en la forma apasionada y voraz en que lo hizo.

Fue durante la fiesta de graduación que la Generación de los Milagros organizó, principalmente por idea de Momoi y Kise, sin embargo, la invitación se extendió a sus equipos correspondientes, Furihata Kouki debió negarse, pero, sabiendo que quizás sería la última oportunidad para ver a Akashi, aceptó la invitación, no felizmente.

Ese día Furihata dejó atrás su dignidad, su moral y principios, porque Furihata Kouki tuvo sexo con un Akashi Seijuro alcoholizado, su propia condición no era mejor habiendo tomado algunas copas de vino y un par de tragos de tequila, pero al menos Kouki sabia para quien habría las piernas como una ramera.

El dolor de su primera vez, entregada a un hombre inexperto, no lo olvidaría jamás, el olor del alcohol en el aliento de Akashi que rozaba su mejilla cuando jadeaba cada vez que se empujaba dentro de él, la sensación del césped húmedo bajo su piel y la desesperación de Akashi buscando solo su placer sin importarle su compañero.

No fue como planeo perder su virginidad, no hubo una cena romántica, ni los nervios compartidos con su pareja, tampoco hubo amor, solo deseo. El deseo borracho y el deseo egoísta.

No había palabras hermosas de un por siempre.

Aun así, fue todo lo que Kouki pudo soñar.

Y aun cuando lo que hizo fue de lo peor, de lo más bajo... aun así una entidad allá arriba decidió que debería ser bendecido con un bebé.

Un bebé de Akashi y él.

La familia Furihata no fue feliz, no tanto como él y Kouki no les dijo quién era el padre, también dejó en claro que no importa que, él iba a tenerlo. No quiso decepcionar a mamá y papá, tampoco quiso preocupar a su hermano mayor, pero él definitivamente no diría nada del bebé a su padre, porque probablemente ni siquiera recordaba con quien había tenido sexo en el jardín de la recepción de la fiesta.

E incluso si lo hacía, el futuro de Akashi Seijuro era brillante e infinito ¿Realmente lo dejaría de lado por un bebé que no deseo? Incluso si Akashi era amable y un caballero, que tal vez respondería por el bebé, él no debería, esto es algo que Kouki ocasionó con sus acciones egoístas.

Ese bebé era solo suyo.

—¡Mamá! — Kousei grito, el castaño parpadeo un par de veces antes de girar levemente su cabeza para ver a su pequeño. — Debes apagar las velas. — El niño señaló el pastel en la mesa de la cocina, había dos velas sobre el pastel, que formaban el número 26, que reflejaba el número de años vividos hasta ahora, de los cuales, los últimos ocho fueron lo mejor.

—Bien. — Kouki sonrió suavemente, observando a su pequeño con amor. Todos los cambios en su vida fueron por él, ninguno fue malo, pese a lo que Kouta dijo, no le importo mudarse a un pueblo en medio de la nada, así como dejar sus estudios por un trabajo que apenas le daba para pagar un pequeño lugar, no le importo cortar todos sus contactos después de su mudanza, especialmente con Kuroko.

Kouta dijo que su brillante futuro se arruinaría por un estúpido capricho, pero, Kouki sabe que su brillante futuro está aquí, junto a Kousei. Todos los días son brillantes, sorprendentes y cálidos junto a su hijo, cada día encuentra una razón por la que decidir tener a Kousei fue lo mejor que pudo hacer en su vida.

Imaginar su vida sin Kousei a su lado, es simplemente impensable.

—¡Recuerda que debes desear algo! — Kousei le recordó, luego aplaudió cuando el castaño soplo las velas, ver la cálida sonrisa de su madre fue suficiente y definitivamente valió las horas que estuvo con la vecina aprendiendo a hornear un pastel, incluso si el pago fueron pellizcos en las mejillas y abrazos sofocantes.

La sorpresa en el rostro de su mamá lo hizo olvidar esa tortura.

—¿Qué deseaste mamá? — Aunque Kousei ya sabía la respuesta, es lo mismo que deseo el año pasado y fue también su propio deseo de cumpleaños.

Porque no hay nada que desee en este mundo más que ser feliz con mamá.

—¡Por supuesto que fue estar con Kousei y ser felices otro año! —Kousei asintió complacido y la sonrisa que se formó en sus labios, fue demasiado, exactamente igual a la de Akashi Seijuro cuando algo salía como él había planeado, fue satisfacción y arrogancia ¿Dónde aprendió este niño eso?

Kouki se rindió, desde que Kousei es su (de Seijuro) hijo, entonces, es de suponer que no necesita verlo para aprenderlo, ese tipo de arrogancia, autosuficiencia y autoestima elevada al mil, es algo que ya viene incluido en el paquete. 

¡Malditos genes de la familia Akashi!

Kousei es un niño especial, lo supo desde que lo vio, no solo por ser su hijo, porque, siendo sinceros para las madres sus hijos son especiales en todos los sentidos, únicos e irrepetibles, pero, con Kousei fue un poco diferente a lo que Kouki pensaba, la cuestión es que Kousei fue más especial, en muchos sentidos.

En cuestión de inteligencia, actitud de liderazgo, aptitudes impresionantes que ningún otro niño había mostrado, parecía tener un talento innato.

Como su padre.

Pero Kousei no era su padre, y con el mismo nivel de miedo que orgullo, Kouki no se olvidó de dejarlo disfrutar de su niñez, él no quería ser otro tipo de "Akashi Masaomi", no quería presionar a su hijo con "la perfección de la familia Akashi".

Así que las tardes libres, los juegos y las risas compartidas eran una tradición para su pequeña familia. Sin embargo, desde que Kousei dejó de ser un bebé, con las mejillas sonrosadas Kouki debe admitir que quien más disfruta los juegos infantiles es él, con Kousei a su lado sonriendo de lado y con una ceja ligeramente alzada viéndolo disfrutar y reír como un pequeño, se pregunta ¿quién es el niño y quien es el adulto?

Luego, está el básquet, hace años que Kouki no sujetaba un balón de básquet en sus manos, lo que cambió inesperadamente cuando una tarde, mientras limpiaba su pequeño espacio, Kousei encontró un viejo balón. Recuerdos gratos y no tanto se vertieron en sus memorias, con su equipo, sus amigos y los tres años más divertidos, entrañables y al mismo tiempo dolorosos.

Sostuvo en sus manos el balón, mientras le contaba a Kousei sobre cinco increíbles tipos, que fueron llamados genios, la Generación de los Milagros; y como Seirin, su equipo, los derroto a todos con un fantasma de su lado, el sexto jugador fantasma de la Generación de los Milagros.

Kousei escuchó con atención y emoción contenida.

Sabía que no debería explayarse más allá de lo que solo un simple espectador podía contar, nunca mencionó que Kuroko se convirtió en algo así como su mejor amigo a lo largo de los tres años en su estancia en el equipo, su encuentro con el Emperador y la canasta que hizo ni siquiera se mencionó, su única oportunidad de lucir genial se esfumó como la espuma del mar, también esperaba que su tono fuera el mismo cuando le hablo sobre Akashi Seijuro que el que utilizo con todos los demás, si Kousei noto que del capitán de Rakuzan no dijo mucho, en comparación con los otros integrantes de la Generación de los Milagros, no dijo nada en absoluto, lo que fue un alivio para Kouki.

Ese día culminó con ellos dos en el parque del centro, con las canastas enmohecidas, siendo utilizadas por primera vez en años.

Como en todo lo que Kousei hacia, resultó ser un genio innato para esto también, lo que, en verdad, no fue una sorpresa para Kouki.

—¡Felicidades mamá! — Kousei se lanzó a sus brazos, que siempre le darán la bienvenida. — ¡Te amo!

—¡También te amo! — Un beso fue depositado en su mejilla, Kouki lo devolvió, junto con mil más. — ¡Gracias por el pastel! ¡Gracias por amarme! ¡Gracias por ser mi hijo!

Y perdóname por no poder darte más, darte todo lo que mereces, quiso decir, porque Kouki también lo sabía, que el talento de su hijo estaba siendo desperdiciado aquí, sabía que el niño se aburría en clases porque eran demasiado fáciles para él, un lugar como este, en medio de la nada no tenía escuelas de música, ni equipos de básquet a los que Kousei pudiera unirse, pero, quizás lo que más le duele es saber que, incluso si los hubiera, Kouki no podría permitirse tales gastos.

Kouta y sus padres lo ayudarían si su orgullo no fuera más grande que su miedo, lo que, en realidad era bastante sorprendente, porque Kouki jamás pensó que su miedo pudiera ser superado por algo más.

No obstante, Kouki era orgulloso, ¡Vaya sorpresa!

Ni sus padres ni Kouta son malos, es solo que, Kouki los decepcionó y fue un gran shock, sinceramente, colocándose en los zapatos de su familia, fue duro imaginar que el hijo pequeño al que le dieron amor incondicional, en el que confiaron y creyeron, llego un día y les dijo que estaba embarazado, que no les diría quien era el padre y que, pasara lo que pasara tendría al bebé, derrumbando el futuro brillante que pensaron, tendría.

Entonces un día, una epifanía vino, Kouki hizo sus maletas y se fue de casa.

Tenía solo dieciocho años, todos los ahorros de su vida en su mochila, una maleta con nada más que ropa y una vida creciendo en su interior que, dependería de él. Pero Kouki no tuvo miedo, en su lugar, parecía que el valor y la determinación florecían dentro de él, como nunca en su vida.

La vida en la ciudad era bastante costosa, en comparación con este pequeño pueblo que no figuraba en los mapas o en Google Maps. Luego, cuando Kousei nació, fue aún más impensable regresar a Tokio.

Una mirada.

Solo una mirada y todos sabrían o por lo menos sospecharían sobre los orígenes de Kousei.

Orígenes que Kouki no quería ni sabía cómo explicar, especialmente a Akashi Seijuro, o a su aterrador padre, Akashi Masaomi.

Para ser sinceros Kouki tenía miedo de ambos hombres, porque, cuando las cosas están dichas y hechas, Kousei era un Akashi, nada ni nadie podía negarlo, entonces ¿La familia Akashi le quitaría a Kousei? ¿Qué diría Akashi Seijuro al saber de Kousei? ¿De la manera en que fue concebido...? Kouki está bien con ser odiado por el mundo entero, no importaba en realidad, lo que otros pensaran, lo que Akashi Seijuro pensara de él (aun dolería, porque aún lo amaba, incluso después de todos esos años lejos del hombre, seguía esperando el día en que se despertara para darse cuenta que ya no estaba locamente enamorado de él), solo esperaba que Kousei pudiera perdonarlo y que, lo dejara estar a su lado.

Tal vez ya no sería la genial e increíble mamá de su pequeño, pero si Kousei algún día preguntara, entonces Kouki le diría todo.

—Creo que mamá lo entendió mal. — Kousei sostuvo el rostro de Kouki con sus manos, eran cálidas y al contrario que Kouki, nunca temblaron, sus ojos se encontraron, el cálido chocolate con una determinada mirada carmesí. — Soy yo quien es inmensamente afortunado por tenerte, si tuviera mil vidas más, en cada una de ellas te elegiría para ser mi mamá.

¡Este niño! ¡Estas palabras!

Kouki sintió sus ojos inundados en lágrimas de pura felicidad.

—¡Estoy tan contento de que hayas nacido! ¡Gracias por ser mi mamá! ¡No necesito a nadie más que a mamá! —Cada palabra que sus labios decían están destinadas a tranquilizar su corazón, fueron como un calmante natural, era como si su hijo pudiera leer sus pensamientos, y deliberadamente dijera lo que quería escuchar más que nada.

—Umm, no necesito a nadie más que a Kousei.

Kousei sonrió, abrazó a Kouki y pensó que mamá realmente no sabe mentir, ¡es adorable!.

Kousei sabe que su mamá no ha olvidado a su papá, donde sea que esta persona esté, y que contrario a lo que se pensará, su mamá está dispuesto a decirle, de hecho, a veces, es bastante obvio como su mamá inicia una conversación que lo llevaría a preguntar por su padre, si fuera como los niños de su salón de clases, probablemente su curiosidad ganaría, o el anhelo por conocer un poco del hombre, sin embargo, no es así para Kousei, usando su ingenio para regresar la intención, siempre termina con más detalles sobre la familia de su madre y con un castaño levemente frustrado por eso.

Kousei no quiere saber nada de su "padre".

Quizás porque ha crecido viendo a su mamá llorando por ese hombre. Nadie que haga llorar a su madre es aceptable a sus ojos, porque su mamá merece lo mejor.

Y, ese padre idiota suyo en realidad dejó ir a la mejor persona del mundo, su madre que es encantador, adorable, amable, que sabe tantos cuentos para ir a dormir, cuentos que Kousei no ha leído en ningún lado; su madre que sabe hacer magia con la comida, su favorito será por siempre la sopa de tofu que cocina.

(Aunque Kousei lo ama, también sabe que su madre tendrá algunos defectos, por ejemplo, como lo obliga a comer algas, algún día Kousei las hará desaparecer del mundo. Mientras tanto, Kousei tendrá que seguir comiéndolas sino quiere ver a su madre realmente enojado).

Mamá que también es torpe y sí, su torpeza es una de sus cosas buenas, ¿acaso ese hombre nunca lo vio tropezar con cosas inexistentes en su camino? Fue un poco preocupante, pero adorable cuando, con la cara roja de vergüenza su mamá mira a los lados y espera que nadie lo haya visto. Kousei quiere crecer rápidamente para sujetar su mano cada vez que camina a su lado e impedir que se caiga. Es un sentimiento de protección inevitable.

Su madre que, mientras otras se decepcionaron porque su hijo no hizo algo bien, su mamá le dedicaría una radiante sonrisa y estaría tan o más orgulloso como si en realidad Kousei fue el Emperador del mundo, algunos dirían que está exagerando, pero él sabe que es así como es.

Porque mamá lo ama. Y también porque lo amaba, a veces se enojaba con él y le diría en que estaba equivocado, que debería hacer para corregirlo y enseñarle a hacer lo correcto.

Le dijo que estaba bien no ser perfecto, que equivocarse era de humanos, especialmente los niños, le dijo que no necesariamente esperaba que fuera un gran abogado o un reconocido médico o un genio de la NASA; lo único que esperaba es que amara lo que hacía, que donde sea que esté, sea feliz.

¿Por qué elegirías apartarte en lugar de hacer tuyo todo eso?

¿Qué es más importante que el amor?

Kousei no lo entiende.

Todo lo que sabe, es que este tipo de vida es preciada para él. Contrario a lo que su mamá piensa, Kousei es feliz aquí, en donde al llegar a casa, son solo mamá y él.

Mamá, que lo trata como a un bebé, y no como el genio que dicen que es.

Él, que actúa como un bebé y no como el genio que sabe, es.

Todo lo que quiere es que este tipo de vida dure para siempre.

No lo hace.

Y Kousei realmente odia cuando las cosas no salen como él lo quiere.

Notas finales:

Me encanta el mini Emperador, que actúa como un bebé frente a su mamá.

 

Nos leemos.


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