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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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Mano ganadora.

 

                                    Tal vez había visto demasiados westerns en su infancia, Peter solía regañar a Thor por pasar tantas horas con él delante del televisor y puede que con razón. Tony sonrió como si tal cosa, obviando que era el centro de atención, y se comportó como haría Butch Cassidy al llegar a un lugar nuevo. Se propuso ser encantador, no le costaba demasiado.

   - Buenas noches, amigo. - Dijo al camarero con total confianza acercándose al mostrador. - ¿Qué tienen de beber por aquí? ¿Nos recomienda alguna cerveza?

   - ¿Pero qué dices? - Nick le dio un codazo y le habló al oído en voz baja. - No tenemos nada con qué pagar.

   - Pues haz algo para remediarlo. - Le respondió del mismo modo. - Usa tu magia, ya sabes a qué me refiero.

A Nick aquello le recordó los líos en los que se metían durante la temporada que pasaron juntos y se echó a reír. Apoyando los codos de espaldas a la barra observó por un momento a los paisanos que volvían a jugar a las cartas. El pianista siguió tocando su canción, las voces, las risas y el alboroto regresaron al salón. Se acercó a una mesa intentando averiguar de qué iba el juego y descubrió, con alegría pues se le daba muy bien, que era mudlag, algo parecido al póker descubierto. Hizo como que buscaba algo en su bolsillo y sacó el amuleto de Strange, aunque como bien sabéis no era el de verdad.

   - ¿Podrían admitirme esto como apuesta, caballeros? - Preguntó viendo que había una silla libre.

No fue mal recibido. Un tipo con una pinta tan curiosa, de exótico cabello oscuro y con aquella ropa tan rara, por fuerza tenía que ser un extranjero. Los cuatro paisanos se pusieron muy contentos imaginando que lo podrían desplumar con facilidad pero a Nick se le daba el mudlag de maravilla, no en vano consistía en mentir lo mejor posible y a eso no había quien le ganara.

Tony ya se había bebido un par de vasos de egoniv, bebida semejante en sabor al whisky sólo que con bastante más alcohol, y en este momento dejaba uno lleno junto a su primo que se disponía a levantar sus cartas. Mano ganadora, no hubo sorpresas. Nick recogía las ganancias sin dar muestra alguna de regocijo, eso no está bien visto en las timbas, no importa en qué planeta estés.

   - Juega usted muy bien. - Dijo el que más dinero había perdido. - Y lo sé porque yo también soy buen jugador. Lo hace usted tan bien que ni siquiera he visto cómo hace las trampas.

   - No he hecho trampas. - Argumentó Nick muy serio, juntando las monedas y los billetes sin olvidar el falso amuleto que se había apostado.

   - ¡Eh, amigo! - Intervino Tony. - Estamos aquí de paso, tenemos que recoger una cosa en el banco y nos marcharemos mañana mismo. No buscamos líos. Si mi primo dice que no ha hecho trampas es que no las ha hecho.

Se iba a liar. Nick lo supo porque de pronto empezaba a picarle la nariz. El mosqueado perdedor sacó un cuchillo de su cinturón y amenazó con clavárselo a cualquiera que no tuviese el pelo rojo por allí. Tony sonrió con su boca torcida, ladeando la cabeza y Nick suspiró, sabía lo que se avecinaba. Nuestro héroe esquivó la afilada hoja entre los gritos de los lugareños y la música de piano que sonaba cada vez más fuerte, se ve que por allí la gente disfrutaba a tope con las peleas de bar. El rubio soltó su enorme mano y desarmó al contrincante en un santiamén. El cuchillo se clavó en el gastado suelo de madera y el hombre se condolía de la muñeca, probablemente rota, soltando unos lamentables alaridos.

   - ¿Quieres otra en tu sucia bocaza de mentiroso? - Le preguntó con su más fiera mirada de guerrero asgardiano, la que solía usar para intimidar al enemigo.

   - No hace falta, primo. - Dijo Nick poniéndose en pie y metiéndose todas las ganancias en los bolsillos. - El caballero ya se marcha, tiene una cita con el médico. ¡Camarero, una ronda para todos! Pago yo.

Y esa es la mejor manera de terminar con una disputa de bar a menos que a uno no le importe que le rompan varios huesos.

 


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