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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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 Tengo prisa.

 

                                        Ya os podéis imaginar las caras de todos los presentes cuando ocurrió aquello. El jefecillo de los ladrones, enfurecido, apretó su plátano con tanta rabia y sorpresa que el contenido, espachurrado, terminó por pringarle la mano. Estaba fuera de sí y la emprendió a puñetazos con el pobre empleado en mangas de camisa. A Tony se le torció la sonrisa, miró al falso Strange como preguntando qué cojones había hecho y éste se encogió de hombros con expresión circunspecta. Los otros dos atracadores les lanzaron sus plátanos a la cabeza antes de intentar salir corriendo por la puerta. No lo consiguieron, Nick le puso la zancadilla a uno que acabó de bruces contra el suelo y Tony golpeó al otro dejándolo kao de un puñetazo. Luego se fue a por el tercero y le plantó un soberano sopapo en toda la cara con su enorme manaza de vikingo, al tipo se le cayó el sombrero.

   - ¡Gracias! - Exclamó el otro empleado, el del traje gris, ayudando a su dolorido compañero a incorporarse. - Caballeros, son ustedes unos héroes.

   - ¡Tony, fuera hay otros dos! - Le advirtió su primo con urgencia.

Pero ya era tarde cuando nuestro héroe salió a la calle. Viendo por una ventana lo que sucedía en el interior del banco, los dos ladrones habían montado sobre sus caballos y emprendido la huida al galope.

   - Son de la banda de Tunnin. - El señor del traje estaba justo al lado de Tony, en la puerta, contemplando la nube de polvo que se alejaba en la distancia. - Regresarán con más hombres, seguro.

Temblaba al decir aquellas palabras. Y con razón, pues la banda de Tunnin era de temer. Una colección de salvajes ladrones armados hasta los dientes y sin misericordia alguna. Se dedicaban a robar el dinero de las nóminas de los mineros de Desmio, además de cualquier objeto de valor que contuvieran las cámaras privadas, y era algo que hacían religiosamente una vez al mes, tal como les explicó el pobre empleado en mangas de camisa una vez que recuperó sus lentes y se los puso. El hombre tenía un ojo morado, regalo del atracador cabreado con la mano pringosa de plátano.

Nick no había estado perdiendo el tiempo en el interior del banco y salió tirando de una cuerda con los tres ladrones a rastras y amarrados. Su capa flotando con el viento, la perilla perfectamente recortada y las sienes plateadas le conferían un aire de mago invencible que hizo que Tony se echase a reír a carcajadas, sabiendo muy bien que aquel tipo tan digno era el sinvergüenza de su primo.

   - ¡No se ría usted, caballero! - Le reprendió el director. - Esos tipos volverán para sacar a estos de la cárcel, el sheriff no podrá hacer nada.

   - Básicamente porque es un viejo borracho y porque todo el mundo sabe que Tunnin le tiene untado hasta las cejas. - Añadió el empleado de las gafitas.

   - Bueno, ya veremos. - Dijo Tony con su sonrisa más retorcida. - Ahora estamos nosotros aquí, ¿no es así, Strange?

   - No amigo mío. - Nick movió la cabeza pretendiendo agitar una melena negra que en ese momento no tenía, el gesto le quedó bastante ridículo, la verdad. - Yo he venido a recoger algo de mi cámara y me marcho. Tengo prisa.

Aquello iba con segundas dirigido a su primo, por supuesto. ¿Pero qué pretendía Tony? ¿Quedarse en Desmio y acabar con la dichosa banda de Tunnin? No estaban allí para resolver los problemas de aquellos pelirrojos; tenían la piedra de Buri, podrían ir a donde se les antojara.

   - Claro, doctor Strange. - Dijo nuestro héroe con un guiño de su ojo derecho. - Usted recoja su objeto y márchese, que ya nos quedamos mi primo Nick y yo para proteger a esta buena gente de Yeghel.

Gruñó y puso los ojos en blanco. Butch Cassidy había hecho sus planes y nada podría hacerle cambiar de idea, a Nick no le quedaba otra que volver a meterse en su papel de Sundance Kid y obedecer.

 


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