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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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Un tornado azul.

 

                                      Pensemos por un momento en lo duro que resulta domar un caballo. Ya ponerle las bridas cuesta un mundo, no digamos hacer que se acostumbre y se deje guiar por las riendas. Montar encima y obligarlo a soportar nuestro peso puede ser una auténtica tortura, tanto para el animal como para los doloridos huesos del jinete que acabará sin duda por los suelos en más de una ocasión. La piedra de Buri, esa poderosa mierda de Vaca Cósmica, no iba a ser más fácil de domesticar que cualquier caballo salvaje. Sentir el dispositivo de Strange a su alrededor, estrangulando todo su poder y sometiendo su magia a la voluntad del dueño de turno fue algo que, de no ser porque se trata de un objeto inanimado, podríamos incluso decir que dolió. Acostumbrada a hacer siempre su sagrada voluntad, oyendo e interpretando a su manera los dictados del corazón de su propietario, y a los miles de años de soledad que vivió después de que su último amo la abandonara, olvidada por todos, la piedra no se adaptó bien a tan convulso cambio.

Buri, el tatarabuelo de Tony, montó a pelo sobre su lomo y viajó con ella por los nueve mundos unidos por el árbol Yggdrasil. Gracias a la piedra abandonó el desierto helado de Niflheim, donde no había nadie más que él mismo y la vaca Auðhumla, de cuyos lametones a un pedazo de roca helada surgió, y así llegó a convertirse en Rey de Asgard, siendo el padre de Bor, quien más tarde engendró a Odín como bien sabéis. Ahora su tataranieto pretendía cabalgarla como si fuese un rocín cualquiera, tan manso como para no rebelarse a su voluntad pero lo suficientemente listo como para cumplir con sus órdenes fueran éstas cuales fuesen. No, a Tony no le iba a resultar tan sencillo llegar a domeñar un objeto así.

   - ¡Piensa en el destino, no en el camino! - Le dijo Nick a voz en cuello, el torbellino de espesa niebla añil en el que estaban inmersos no permitía hablar con normalidad.

Igual las palabras que escogió eran demasiado confusas para su primo, quien las entendió más como una metáfora que como una instrucción literal. ¿Pensar en el destino? Se le pasó por la cabeza que su destino era estar con Nick, pero ya estaban juntos en aquello así que no tenía ningún sentido. Para colmo de males, el gigante de dos cabezas volvió a asomar en su ya de por sí embrollado subconsciente. La boca amable parecía querer decir algo así como “vuelve a casa, Tony”, no se le oía demasiado bien con la escandalosa vibración chirriante que emitía la piedra. La cabeza furiosa seguía con sus espumarajos, escupiendo algún gruñido que otro, amenazante. No hubo caso, la visión le fue incompresible.

Por su parte, Nick trataba de agarrar la lámpara mágica en la que se había convertido la piedra de Buri y tomar las riendas del asunto de una jodida vez, tenía muy claro el lugar al que deseaba viajar pero le costaba poner la mano encima del dispositivo metálico. Su primo no le dejaba, era como el dichoso perro del hortelano que ni come ni deja comer.

   - ¿Quieres abrir tu manaza y dejar que yo dirija el objeto, so bobo? - Le acabó gritando desesperado, aquella especie de tornado azul en el que estaban sumidos le tenía muy mareado, a punto estuvo de vomitar.

   - No sé, Nick. - Dudó nuestro héroe. - Eres mago, ¿no era peligroso que tú la tocaras?

   - ¡Ahora está protegida por esa cosa que nos ha dejado Strange! - Le explicó tratando de convencerlo. - ¡Déjame a mí, Tony!

   - Está bien. - Cedió abriendo el puño y ofreciendo la mierda de Vaca Cósmica a su primo. - ¡Hazlo!

 


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