Creyentes de la Paz.
A Nick le hicieron lo mismo una vez que tres de los otros nirvanitas lo ayudaron a salir de la piscina. Saludo, reverencia y corona floral sobre su negra melena empapada. Pronto llegaron más habitantes del planeta de reposo, prestos a servir a sus nuevos invitados en cualquier deseo o necesidad que tuvieran. En el Mundo Spa por excelencia, pues hay otros en el Universo pero ninguno como Nirvana, todo está pensado para el descanso del viajero interdimensional. Todo allí es hermoso, bello, tranquilo y apacible. Se respira Paz, así, con mayúscula. Además de disfrutar de las frescas y medicinales aguas de su piscina natural, de tomar el sol tendido sobre una tumbona mientras se consume una hidratante bebida desintoxicante, gozando a su vez de una opulenta comida compuesta por los más deliciosos manjares de la Galaxia, en Nirvana Spa se puede uno deleitar con los más relajantes y curativos masajes que las sabias y expertas manos de los nirvanitas se afanan en ofrecer a sus huéspedes. Si el paraíso existe, debe estar allí.
- Admítelo, Tony. - Decía Nick envuelto en su albornoz blanco, picoteando patatas fritas del plato de su primo que masticaba una jugosa hamburguesa de ternera a dos carrillos. - Ha sido una buena idea, los dos necesitamos darnos un tiempo y descansar.
- La carne está bien. - Reconoció nuestro héroe con la barba pringada de grasa. - Y el sitio es genial, vale.
- Ya verás. - Con una servilleta intentó limpiar la cara de su primo, éste se apartó mirando de reojo a los dos nirvanitas que tenía a su espalda. - Más tarde podemos ir a la sauna y luego hacernos dar un masaje con piedras calientes. Es mi favorito, te encantará.
- Oye Nick. - Tony se acercó a su primo para hablarle en voz baja. - Y toda esta maravilla... ¿qué cuesta?
- Nada. - Sonrió con los brillantes ojos verdes, satisfecho por haber tenido la mejor idea de toda su vida. - Aquí todo es gratis. Para los nirvanitas esto es su religión, creen en la Paz y la dan a todo el que llega a su mundo. No se plantean de dónde podamos venir, quiénes seamos, lo que hayamos hecho. Si estamos aquí es que nos merecemos el Nirvana y eso es exactamente lo que hace de este mundo el mejor spa del Universo.
- Es un poco... - Tony volvió a acercarse a su primo para susurrar a su oído. - Un poco un fraude, la verdad. No es que hayamos logrado transcender ni nada parecido, estamos aquí por la piedra de Buri, no por nuestros méritos espirituales.
Nick ajustó su fina boca, levantó la barbilla y miró al vacío por unos segundos, meditando lo que su primo acababa de decir. Era cierto, habían hecho trampa. Un mojón de Vaca Cósmica les había llevado hasta allí pero ¿por qué no aprovecharlo? Quién sabe, tal vez el propio Buri disfrutó por un tiempo de los placeres del spa. Eso es algo que nunca sabremos, más que nada porque el muy reservado jamás le contó a nadie sus aventuras antes de abandonar la piedra. A todo esto, ¿por qué pensáis que lo hizo? Dejar olvidado un objeto mágico tan poderoso, ¿no es una tontería? Puede, pero Buri obtuvo todo lo que su corazón podía desear al convertirse en el Rey de Asgard y por eso se deshizo del artefacto, ya no podía querer nada más. A Nick se le pasó por la cabeza tirar la piedra al fondo de la piscina y hacer que su primo la olvidara con uno de sus trucos. Podrían quedarse allí para siempre, dejando que los nirvanitas les sirvieran y haciendo el amor cada noche en la intimidad de su lujosa suite, sin embargo fue fiel a su propósito de no volver a usar la magia con Tony.
- Puede que sea un fraude, lo reconozco. - Dijo al fin en voz queda. - Pero no seré yo quien decepcione a estos devotos creyentes de la Paz. ¿Lo harás tú?
Nuestro héroe echó un vistazo a su espalda, los dos nirvanitas de túnicas blancas le miraron sonriendo prestos a satisfacer cualquier petición que quisiera hacerles.
- Deberíamos volver a casa. - Tony se limpió la barba con la servilleta antes de beber un buen trago de su bebida a base de zumos naturales. - Pero primero nos daremos unos masajes.
- Ése es el espíritu, hermano en la Paz. - Añadió Nick brindando con su vaso y dando también un buen trago. - Tenemos tiempo, Tony. Tenemos todo el Tiempo y el Espacio.
Y así era, con la piedra de Buri domada por la interfaz que les proporcionó Strange, Nick y Tony eran los putos amos del espacio-tiempo. Haraganear por una temporada en el mejor spa del Universo no les pareció tan mala idea, ya volverían a casa... un día de estos.