Tierra quemada
No tardaron más que unos segundos, habían estado practicando y aplicar su táctica definitiva fue cosa de coser y cantar. Desde abajo aparentó ser algo tremendamente sencillo y fácil. En nada, todo el ejército invasor acabó arrollado por la explosión de energía que les lanzó Star Lord tras recibir el rayo del dios del trueno.
- ¡Siiiiiiiiii! ¡Toma ya! - Chilló Rocket eufórico, colocándose de un salto sobre los hombros de Drax.
- Buen trabajo. - Aprobó el grandullón.
- Yo soy Groot. - El joven árbol escupía una bala detrás de otra recuperando su forma humanoide habitual.
- No te quejes tanto, eres un perfecto escudo de madera. - Le regañó Rocket.
- ¿A dónde van? - Preguntó Mantis señalando al cielo, Thor y Star Lord se alejaban volando del campo de batalla.
- A saber... - Dijo Rocket encogiendo los hombros. - Vamos al palacio de los Saghaneritas, Drax, alguien tiene que cobrar la recompensa.
- Se supone que no hacemos estas cosas por dinero. - Farfulló el grandullón caminando entre los restos de la batalla con el mapache sobre sus hombros.
- Yo soy Groot. - Dijo siguiéndolos a grandes zancadas.
- Desde luego, la recompensa nunca viene mal. - Confirmó Mantis.
A varios kilómetros del palacio, en una inmensa explanada con tierras dedicadas al cultivo de cereal que mostraba los daños de las bombas del ejército invasor, Thor y Star Lord aterrizaron sumidos en plena discusión.
- Deja de seguirme, quiero estar solo. - Protestó Peter caminando con fuertes pisotones de sus botas sobre la tierra quemada.
- No, te perderás. - Thor no iba a alejarse. - La última vez Rocket tuvo que usar su aparato localizador, casi te mueres sin agua en aquel desierto.
- Aquí hay agua, esto es un campo de trigo... quemado. - Dijo abriendo los brazos y señalando a su alrededor.
- Está bastante destrozado, ¿verdad? - Comentó el dios con tristeza al contemplar la desolación de aquel lugar antes fértil.
- Sí, esos cabrones han hecho mucho daño. - Convino Peter bajando la cabeza con pesadumbre.
- Los Saghanerianos tendrán otra oportunidad, ahora que hemos acabado con el ejército invasor. - El dios intentó ver el lado bueno. - Todo esto volverá a ser...
- Saghaneritas. - Le corrigió Peter interrumpiéndole. - Creo que se llaman así.
- Hablando de nombres... - Thor no se había olvidado del tema central de la discusión que habían empezado en el cielo. - ¿Por qué me llamaste cosita?
Peter no podía creerlo, aquel cabezota no iba a dejar correr el asunto y ya está. ¿Por qué tanto interés? No era más que una chorrada, una tontería, una cursilada que se le escapó sin querer en la tensión del momento. ¿De veras tenía tanta importancia? Thor era el maldito dios del trueno, un tío impresionante en muchos aspectos. Músculos de acero y un vigoroso tórax combinados con una sonrisa de ángel y una mirada azul, pura y cristalina. El tipo más duro que había conocido jamás y al mismo tiempo tan dulce, tan sensible... tan... cosita preciosa. Una vez más Quill sintió la confusión en su mente.