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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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Caprichos de las Nornas.

 

                                                                  Sé que os estáis preguntando qué pasa con nuestro héroe, el bravo y valiente Tony Thorson, cómo se dejó apresar por esa misteriosa niebla añil brillante que emana de la piedra de Buri y sobre todo qué va a ser de él, pobre hombre, pero os pido algo de paciencia. Aún no hemos terminado con la retahíla de hermanos y hermanas asgardiano-celestales-humanos que nos ocupa.

¿Por dónde iba? Ah sí, el primogénito del príncipe del engaño, Nick, tenía diez años y Yondu ocho cuando Sif vino al mundo gracias a las hábiles manos de su tío Loki, quien a esas alturas ya era todo un experto en el arte de ser la comadrona exclusiva de su cuñado. La sexta hija del dios del trueno fue una preciosa niña de cabellos oscuros como la noche y ojos azules con tintes violeta que, desde muy pequeña, dio amplias muestras de su valentía y audacia. Algunas veces para disgusto de sus padres, la verdad sea dicha. Peter suele echarle a ella la culpa de sus primeras canas, claro que también se lo atribuye a las gemelas y a los considerables y numerosos sofocones que le proporcionan.

Cuando Sif tenía tres años, nueve meses después de una noche loca de rock and roll y abundante cerveza en la que la pareja brilló casi sin darse cuenta, nació Kevin. Le dieron el nombre del héroe bailarín por esta razón y le va como anillo al dedo, siempre canturreando alguna canción, dando unos pasos de baile a la más mínima oportunidad. El guapo y aguerrido Kevin Thorson Quill, a sus noventa y tres años de edad, está hecho todo un rompecorazones galáctico. Hace algún tiempo que Tony no le ve, echa de menos celebrar con su hermano alguna victoria, real o inventada, y bailar y beber juntos hasta caer borrachos, rendidos al suelo entre carcajadas.

Y para terminar, al menos por ahora, están las inseparables primas Nat y Wen quienes en el momento de esta historia, mientras Tony sigue medio inconsciente flotando en la espesa bruma añil brillante que expele la piedra de Buri, han cumplido ya los díscolos quince.

Pasaron casi ochenta años desde el nacimiento de Kevin en Xandar hasta el de Natasha en Toshokan, otro intervalo de tiempo en el que el dios del trueno y su marido, Star Lord, se dedicaron a la ardua tarea de salvar mundos y hacer que la justicia y el bien se impongan en la interminable batalla contra el mal. La ajetreada vida de los héroes, ya se sabe.

He de contaros que la capitana Marvel, tras dar a luz por segunda vez en su larga existencia, volvió a pensarse muy a fondo lo de ser mamá llegando indefectiblemente a la misma conclusión que noventa y un años atrás, cuando tuvo a su hijo Nick: la maternidad no está hecha para ella. Loki no se lo tomó a mal, sabía que volverían a separarse desde el instante mismo en que sus caminos se unieron de nuevo, aún así eligió el calor de su amorosa hoguera en lugar del frío hielo de la ausencia de su amante, esto dicho en palabras de su hermano Thor, claro está. Loki no es tan cursi ni de lejos.

Las dos parejas habían pasado juntos el embarazo de Carol que, por capricho de las Nornas, coincidió con el de Peter. Eran una familia muy especial, formada por inmortales y súper-héroes, ¿qué podía salir mal? Vivieron en relativa paz y hasta en divertida armonía durante más de nueve meses. Al final, una vez más, la capitana Marvel regresó al frío espacio exterior dejando la crianza y educación de su pequeña en manos del dios de las travesuras.

Así pues en Toshokan, el tranquilo planeta biblioteca donde Thor y Star Lord han construido su nuevo hogar, era donde los cinco debían estar en ese momento. Al menos hasta donde Tony sabía, pues hacía más de siete años que no veía a sus padres y a su tío y se preguntaba si Nat, nombrada así en memoria de Natasha Romanov, buena amiga de Thor y valiente compañera en los Vengadores, seguiría siendo su hermana más pequeña.

En Toshokan, como os iba contando, era donde esperaba aparecer Tony de haber utilizado como tele-transportador la piedra de su tatarabuelo Buri pero... ¡oh, sorpresa!, las Nornas y sus caprichos, el destino o la casualidad, le llevaron bien lejos de allí. El mágico artefacto no esperó a atender unas órdenes claramente pronunciadas, Tony desconocía su poder y cómo usarlo, ni siquiera llegó a decir nada. El objeto simplemente respondió al profundo deseo del corazón del hombre que lo había encontrado, envolviendo primero su mente y más tarde todo su cuerpo en una niebla espesa y azulada.

 


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