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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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¿Puede o no puede?


 


                                            Le tenía dentro, Nick empujaba con todas sus fuerzas y le llenaba por entero. Tony sentía cada brioso embate con una mezcla de dolor y placer que le embotaba la mente, aún trastocada por el alcohol. Gemía, el otro gruñía, gritaban cada uno el nombre del otro, jadeaban un momento y empezaban otra vez.


   - Es cierto. - Confesó al fin. - Si me liberas, huiré. Pero Nick, no puede ser de otro modo, compréndelo.


   - Ah, sí que puede... - Resolló sin fuerzas apoyándose sobre su primo, lamiendo las gotas de sudor en la castigada espalda.


   - ¡No vas a tenerme así para siempre, atado y colgado del techo, con mis dos agujeros a tu disposición! - Escupió lleno de rabia.


Nick se echó a reír, flojo primero y a grandes carcajadas después. Era verdad, una tortura así no podría durar para siempre aunque ése fuera su deseo. Tarde o temprano tendría que soltar sus ligaduras, curar las heridas que el roce le había provocado, darle agua, comida, dejarle dormir. Pero conocía mil trucos para hacer que su primo olvidara aquello, simular que todo había sido una pesadilla en la mente calenturienta de Tony sería tal vez algo cruel pero muy efectivo. Y eso es lo que Nick, digno hijo de su padre Loki, el príncipe de las mentiras y dios del engaño, se proponía hacer.


En definitiva fue lo que hizo, durante unos años al menos. En ese tiempo a la mente de Tony venían de vez en cuando breves fogonazos de memoria en los que se veía sometido, vulnerado, maniatado y amordazado, fustigado, lamido, golpeado, follado hasta la extenuación. Retazos inconexos de lujuriosas experiencias que su primo Nick se ocupaba de ocultar, emborronando su mente y confundiendo el amor y la amistad que se profesaban el uno al otro.


Ahora Tony se sentía furioso, iracundo. Y no por lo que hubiese hecho su primo, al que podría perdonar cualquier cosa, sino por revivir el pasado de esta estúpida manera, al capricho de un pedazo de mierda congelada que no dejaba de refulgir.


   - ¿Por qué me muestras esto? - Gritó nuestro héroe apretando en la mano desnuda la piedra de Buri. - ¡Maldita mierda de Vaca Cósmica! ¿Crees que no lo sé? ¿Piensas que Nick consiguió engañarme por un instante siquiera? ¡Sé muy bien lo que hizo! ¡Y sé por qué lo hizo!


Obviamente el artefacto no dijo nada. Se limitó a seguir evocando imágenes del pasado en la mente de su dueño, envueltas en una niebla azulada y brillante que no hacía más que traerle ante los ojos la cara de su amado primo Nick.


Los ojos verdes como los de su padre, algo rasgados y siempre misteriosos, llenos de vida y de pasión. La boca fina y bien dibujada, con la sonrisa fácil que asoma cada vez que le tiene cerca. Los marcados pómulos, la recortada mandíbula, la perfecta nariz tan recta y elegante que dan ganas de recorrer con la yema de un dedo. El cabello oscuro y brillante, suave y sedoso, siempre bien peinado, siempre limpio, enmarcando las armoniosas facciones juveniles, algo andróginas y tan sencillas de adorar. Delgado pero musculoso, alto pero no demasiado, definitivamente bien proporcionado. El torso fuerte y suave a la par, los marcados abdominales rematados en una profunda uve bajo la cadera que conduce la vista a territorio prohibido... pues Tony estaba viendo a su primo desnudo, surgiendo el orgulloso sexo de un rizado vello púbico que con ganas habría vuelto a devorar.


   - ¡Ya basta! - Gritó lleno de ira. - ¿Crees que eso es lo que desea mi corazón? ¿Estar con Nick?


Tony no esperaba respuesta alguna pero sí dejar de tener aquellas alucinaciones tan libidinosas. Apretó aún más la piedra de Buri, ya no sentía dolor al hacerlo, no le importaba quemarse la piel de la mano.


   - Quiero irme a casa, maldita mierda, ¿es que no lo entiendes? - Gimió desesperado. - ¡A la casa de mis padres en Toshokan!


Eso es lo que su mente pensaba pero no lo que sentía su corazón. Le estaba costando horrores dirigir el artefacto a voluntad, empeñado éste en mostrarle su pasado con Nick, trayéndole a la memoria los momentos más embarazosos de su vida.


   - ¡Es mi primo, joder! - Gritó de nuevo aferrado a la piedra, sacudiendo la cabeza al negar una y otra vez. - ¡No! No puede ser... él no puede... ¡no puede ser mi amante!


Y no podía serlo, ¿o tal vez sí?


 


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