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Harry Ryddle Snape por Anle Ruma

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Notas del capitulo:

Los personajes aquí presentados no me pertenecen, le pertenecen a sus respectivos creadores y/o compañías, mi uso es simplemente para entretenimiento, no gano nada con utilizarlos.

 

Aclaraciones: contiene m-preg, relaciones chico x chico

 

Esta historia comenzó como parte a la respuesta del desafío Harry Ryddle Snape de PIKWIK en la página de Slasheaven, misma que se ha alejado de la petición de la misma.

 

/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/* Cambio de escena.

**Parsel**

*/* Flash back*/*

 

Agradezco el apoyo de Trinity Riddle en las correcciones del capítulo

El día siguiente fue parte de una rutina que se había interrumpido debido al miedo de sus integrantes.

 

Aquel tiempo donde las dudas habían gobernado, parecía un viejo recuerdo, mismo que sería olvidado prontamente.

 

Mientras los tres desayunaban juntos, Tom se iba a terminar algunos detalles antes de poder entrevistarse con sus mortifagos más fieles, Severus cumpliendo la promesa que le hizo a Harry comenzaban a hacer pociones juntos, demostrando así que Harry había heredado parte de su pasión, sino estaban elaborando aquellos brebajes, estaban investigando o Harry salía al jardín.

 

En aquella ocasión, Harry había decidido ir al jardín a volar, mientras se dirigía al lugar donde podía volar, escucho algo extraño. Tomando su varita de pluma de basilisco se encamino a donde escuchaba el ruido que poco a poco reconoció como sollozos, cosa que le extraño.

 

Después de su visita al centro del laberinto, haba descubierto que la propiedad donde vivían estaba protegida o maldita como lo quisiera verse, solo los animales que ella habitaban están libres y las lechuzas podían entrar sin ningún problema, para que cualquier mago llegara al lugar, así que escuchar un llanto le había llamado la atención.

 

Cuando se acercó vio a una lechuza en el suelo intentando quitarse la carta que llevaba.

 

--Hey tranquila, te vas a lastimar, déjame ayudarte—exclamo mientras se acercaba, la lechuza hizo lo pedido y una vez que se vio liberada de su encomienda se fue.

 

Harry miro el sobre, conocía las howler, gracias a Molly Weasley, el recuerdo de aquella vez, le hizo forma una mueca ante el volumen de la voz, pero nunca se imaginó que hubiera una versión que provocara el llanto, así que con la carta llorona en mano decidió ir a buscar a su papi, como había comenzado a llamar a Severus en su mente.

 

--¿Qué pasa Harry?—pregunto el hombre al ver que Harry regresaba, siendo que había salido hacia poco de cinco minutos

--Encontré a una lechuza con esta carta que llora—para sorpresa de Harry quien mostraba la carta, Severus suspiro con cansancio

--Deja la carta sobre la mesa Harry

 

Harry asintió mientras se acercaba y hacia lo pedido por el hombre de negro, observo como este manipulaba la carta, misma que lloraba y gemía así como también se podían interpretar algunas palabras de súplica, después de que la carta quedo destruida, Severus miro a Harry, quien parecía extrañado y decidió explicarle

 

--Siéntate Harry, te explicare—dijo y ambos se sentaron--¿recuerdas que hablamos de una enfermera que ayudo a Dumbledore?--Harry asintió—bueno resulta que Tom, Abraxas  hablaron con ella, e incluso yo hable con ella, le pedimos, le exigimos que nos digiera que había sucedido aquel día, pero siempre se negó a decir del evento, incluso se le dio a entender que él bebe era muy importante para el lado “oscuro” que si Voldemort se enteraba de esto le iría mal, ella simplemente se negó a hablar, Tom es paciente, en la mayor parte del tempo, pero algo que descubrí es que es muy protector con todo lo que ama, así que después de ver la negativa de aquella mujer y las investigaciones que se llevaron, provocaron que después de un tiempo, ante los ojos de los demás Voldemort  decidiera tomar el asunto en sus manos.

 

*****Flash back***

 

Ethel Richmond era una enfermera de San Mungo, perteneciente a un familia que creía que la magia negra era algo aborrecible, que debía ser destruir y esposa de un auror, de los más competentes en la guerra también proveniente de una familiar similar, así como también de que no importan los métodos y a quien afectas debes obtener lo que deseas; ambos de la casa de los cuervos.

 

Ella era muy vocal en respecto a su ideología en la magia y apoyaba plenamente a la orden del fénix, así como también al ministerio, creía que todos debían apoyar en la guerra en la que vivían, denunciando a las sucias serpientes y todos aquellos que se sospechaba que fueran de familias que preferían a la magia negra.

 

Por lo que siguiendo aquella retorcida lógica se encargaba de denunciar a los hijos de aquellas familias y compañeros que los ayudaban, ya que pensaba que estaban faltando a la ética y a la moral del hospital., ignorando por completo el juramento que hacían.

.

No entendía como ayudaban a aquellas despreciables personas, que debían ser llevadas a Azkaban o asesinadas sin compasión alguna.

 

Ella aun recordaba el intercambio de los niños, el gran Dumbledore tenía la razón, ese pequeño tenía que tener una mejor vida, aun recordaba como aquel asqueroso mortifago exigía por su hijo, como si ella le fuera a decir algo.

 

Además no era el primer bebe que le daba una mejor vida, lejos de esas asquerosas familias oscuras.

 

Aquel día regresaba a su casa, feliz de haber hecho la obra del día,  había denunciado al hijo de un mortifago, que había ido a urgencias, porque había tenido un accidente, si como no, de seguro un honorable mago de había defendido y por eso había tenido que ir a urgencias.

.

--Madeleine, he regresado—dijo llamando a la nueva niñera que habían contratado algunas semanas atrás y notando que no había ninguna luz en el lugar—Madeleine—volvió a llamar y por algún extraño motivo el silencio, que siempre debía existir en su casa, comenzaba a causarle algo de resquemor--¿Madeleine?—llamo por tercera vez mientras se dirigía a donde se encontraba la única luz en su casa—muchacha si no me contestas para la próxima te costara caro

 

Exploto mientras entraba a la habitación, para ser atacada por varios hechizos y notando que no estaba la joven, sino alguien más.

 

--Buenas noches Ethel—exclamo un hombre conocido y temido, quien estaba tranquilamente sentado en el sillón favorito de su esposo

--¿Qué…que hace aquí?—pregunto mientras comenzaba a buscar una forma de tomar su varita de su bolsillo

--Vine a tomar justicia de las almas nobles que se han visto atacadas por su maldad, así como también a que sienta el dolor de perder un hijo—fueron las palabra de Voldemort quien con un movimiento de su mano, llamo la varita de la mujer, mientras hacía que uno de sus acompañantes la obligaran a hincarse—pero debemos esperara a su esposo, al final ambos ante mí son culpables.

 

Voldemort era compasivo con aquellos que lo merecía y le daba ayuda a quien lo pedía sin importarle que tipo de magia manejara, al fin y al cabo para él la división de la magia era un estupidez, sin importar la casa; harto de la situación, de no saber nada de su hijo, decidió investigar a la mujer y a su familia, grande fue su sorpresa al ver a muchos magos tanto de luz, oscuridad y neutrales, pedir justicia en nombre de familiares y amigos lastimados por la pareja que estaba en ese lugar. Por lo que después de realizar un plan ben estructurado decidió visitar a la mujer, al fin y al cabo el plan ya había comenzado  al haber ubicado  a la  hija de uno de los afectados como niñera, cumpliendo así el deseo de la misma.

 

 Y ahora se encontraba frente a la mujer quien le miraba con miedo, dándose cuenta de que estaba perdida.

 

--Oh su esposo está llegando—exclamo sonriendo al sentir la magia que le indicaba la llegada del mago

--Oh Ethel, una gran redada—exclamo el esposo de la enfermara con felicidad—adivina ¿cuántos de esos malditos están  muertos?, fue increíble el día

--Y me imagino que entre esos malditos muertos se encontraban algunos niños como siempre—confirmo Voldemort mientras veía a sus fieles atacar

 

El auror no pudo hacer mucho había sido un ataque sorpresivo, y además él no era muy diestro en magia defensiva.

 

-Saben, soy misericordioso con quienes lo merecen, ataco a los que me atacan y perdono a los que me lo piden, así como también brindo ayudo a quienes me lo piden; pero hay seres tan despreciables que no merecen nada de mí, más que odio y castigo ¿no es si Ethel, Mark?—dijo el heredero de la casa de las serpientes, mientras miraba a la pareja, quienes estaban aterrados de su situación—comencemos a enumerar los crímenes y los castigos que merecen, pero no se preocupen, la muerte no será un castigo, en su caso creo que la muerte sería una liberación. Tu Mark, durante una de esas magnificas redadas de las cuales te enorgulleces, no tuviste piedad, una niña y un niño, dos pequeños niños que no estaban haciendo daño alguno, sino que estaban agazapados por el miedo, fueron alcanzados por un cruciatus y un avada, que le dio a la pequeña, lanzados por ti—el hombre quiso hablar pero Voldemort no lo dejo-¡Silencio! Se lo que piensas Mark, hijos de mortifagos, pero si así hubiera sido, esos niños no estarían en fuego cruzado, o claro que no, estarían escondidos y cuando viste a su madre acusarte de asesino la miraste como si no valiera nada, mejor uno de los míos le dio el consuelo que necesito. Una mujer de una familia luminosa había perdido a uno de sus pequeños a manos de un auror, un error que no apareció en los periódicos, no de forma inmediata claro, de hecho tú conoces al niño Ethel, has escuchado su historia, el niño no habla para nada y cada que ve un AUROR, el pequeño llora intentando alejarse de los hombres malos, nadie puede calmarlo, ni siquiera sus padres a menos que el AUROR, el hombre malo ante los ojos de ese pequeño salga de su habitación.—las frías palabras les hicieron estremecer y la mujer con aquel miedo en los ojos miro a su esposo--¿Por qué miras a tu esposo así? Tú eres igual ¿no? Dime ¿a cuantos jóvenes has mandado a Azkaban solo por tener un ligero parentesco con los mortifagos, solo por saludar a uno o por ser reconocido como parte de una familia oscura? O y olvido tu principal crimen en el hospital, el intercambio de bebes, nadie se hubiera dado cuenta, de no ser que cometiste un error, uno de esos bebes era mi hijo—susurro provocando que su magia fue más agresiva, haciendo que la mujer abriera los ojos aún más aterrada--es hora  de que  ambos paguen por lo que han hecho, no solo a terceros, sino también a sus propios hijos. Madeleine querida, por  favor trae a los niños y quítate el disfraz.

 

La joven que el matrimonio había contratado como niñera de sus dos hijos de tres y seis años, era de cabello rojo y lacio y unos hermosos ojos color miel, pero la que llevaba al pequeño en brazos era una joven de cabello castaño claro y pelo rizado, que miraba al matrimonio con sus ojos de color azul llenos de rencor, Ethel abrió los ojos sorprendida ante la joven, misma que había visto en el hospital y gritando de una equivocación, cuando los aurores fueron por un hombre joven, también quien le había dicho que se arrepentiría de lo que había hecho.

 

--Veo que reconoces a Madeleine, su hermano no era mortifago, ese amable joven era un mestizo de una familia luminosa, su único crimen ante sus ojos fue que era amigo del hijo según tú de un mortifago, pero ni siquiera eso era cierto  y sin investigar y basándote en la estúpida ley proclamada por el ministerios,  lo mandaste al Azkaban donde murió, para tener un auror como esposo, me sorprende que no se hubieran cerciorado que la apariencia fuera real y no un disfraz—susurro en el oído de la mujer, para después acercarse al mayor de los niños, quien estaba sorprendido de ver a sus padres hincados.

 

-¡Aléjese de mi hijo Monstruo!—grito Mark, al ver la acción del mago oscuro, pero este lo ignoro por completo prestando atención a los menores.

 

El pequeño que estaba en brazos de Madeleine, no miraba a sus padres, su vista estaba fijada en su dedo pulgar que había comenzado a chupar, se había estremecido ante el grito de su padre, no quería más gritos, porque sabía que después de ellos, su hermano lloraba y él era encerrado. El mayor estaba cerca de la joven sosteniéndola de la mano, estaba sorprendido de ver a sus padres hincados, el recordaba sus palabras, ser de la familia Richmond era un honor y los Richmond no se hincaba, ni suplicaban. Cuando su padre grito también se estremeció  y se acercó más a la joven que les cuidaba, al darse cuenta de lo que había hecho se estremeció más, recibiría un castigo debido a que había demostrado miedo.

 

Voldemort noto la acción de ambos niños y su magia lastimo a los dos adultos sometidos, porque no solo los hijos de muggles y mestizos criados en el mundo sin magia sufrían maltratos, algunas familias olvidaban que los niños eran sagrados y los educaban robándoles su niñez.

 

Así que se acercó al más joven y le tomo del rostro para que lo mirara, sin lastimarle en ningún momento.

 

--Hola pequeño Erick, soy Voldemort, fui quien te mando la carta esta mañana—el niño mantuvo su mirada en el hombre de ojos rojos, que le mostraban una extraña comprensión, ante lo dicho asintió dándole a entender que recordaba la nota dada por su niñera--¿Qué dices?

--Mi hermanito…el… ¿él va estar bien con esas personas?—cuestiono, a él lo único que le importaba es que su hermanito estuviera bien y no sufriera con sus padres.

--Claro y tú ¿no quieres ir con tu hermanito?

--Si…-susurro mirando a sus padres—ellos

--Nunca te lastimaran Erick, ni a ti ni a tu hermanito, ellos nunca sabrán donde estarán, ni quienes eran sus nuevos papis, ahora pequeño responde, ¿quieres que tu hermano y tu estén con un nuevo papi y una nueva mami? Incluso con un  nuevo hermanito—el pequeño asintió y Voldemort dio una señal para que una pareja con un niño de ocho años entraran—Bien Erick ellos son tus nuevos papas

 

La pareja que había entrado fue reconocida inmediatamente por ambos, los padres de la niña muerta y del pequeño traumado, aquel que había sido mencionado minutos antes. Una hermosa mujer de cabellos rubios, piel de un tono canela, ojos castaños claros, quien vestía una túnica de color azul hielo con tonos dorados, a su lado su esposo un hombre cabello negro, ojos verdes, tez blanca y una barba en forma de candado, quien vestía con una túnica de color gris Oxford y detalles negros, acompañados por el pequeño que había sufrido la exposición del cruciatus, quien era la combinación perfecta de sus padres

 

--¡No te atrevas a acercarte a ellos!—grito Mark asustando a los tres pequeños

--No le grites al niño—exclamo el hombre de mirada verde con odio en ellos al ver al asesino de su pequeña

 

El y su esposa habían recibido la visita sorpresa de Voldemort, quien estaba acompañado por el mortifago; que había ayudado a su hijo, era fácil reconocer a esos mortifagos debido a que llevaban runas en la máscara y además algunos llevaban un listón de un color verde lima, color favorito de su niña; y una joven. El cruel señor de la oscuridad les hablo con la verdad, les dijo que investigaba a la mujer de aquel auror y que lo que había descubierto le enfurecía, ellos iban a ser castigados debido a todo el daño que habían provocado.

 

--No hay forma de que puedan recuperar a su pequeña, pero yo les ofrezco el salvar a dos pequeños de un destino cruel…los hijos del matrimonio Richmond

 

Las palabras fueron sorpresivas, pero más cuando la joven les conto del trato que esos monstruos le daban  a los pequeños, pidieron tiempo para hablarlo y también saber que sucedería si había una respuesta negativa, se sorprendieron más al saberlo.

 

Y en ese momento se hallaban observando como Voldemort se dirigía a la pareja y los intimidaba más, sabiendo que habían tomado la decisión correcta.

 

Mientras sus padres, refuerzan su decisión, el pequeño de ocho años, observo como el de seis lloraba de forma silenciosa y siendo consolado por la joven, , miro a su alrededor, solo habían hombres de túnica negra y mascara con diseños que su mama dijo que eran runas, ellos no eran malos, ellos habían querido protegerlo a él y a su hermanita y el único hombre con túnica escarlata estaba amarrado, además según lo que había entendido de lo dicho por sus padres esos niños serían sus nuevos hermanitos, así que con todo el valor que pudo soltó la túnica de su madre se acercó para abrazar al pequeño, quien se sorprendió ante el contacto. Solo Madeleine le había abrazado y ese niño lo hacía también.

 

-Yo...yo te cuidare hermanito—susurro el niño, con su voz un poco rasposa y limpiando las lágrimas como lo hacía su mama y papa con él, causando lágrimas de alegría en sus padres, después de aquel terrible suceso su pequeño solo gritaba si alguien en túnicas escarlatas se le acercaba, ahora su niño volvía a hablar—Soy Daniel y desde ahora seré tu hermano mayor—dijo con firmeza

-Soy…soy Erick y él es Dylan ¿serás también su hermano?

-Sí, ahora vamos con mama y papa—le dijo con una sonrisa y tomando su mano

 

Madeleine espero a que Erick le jalara para después entregar a Dylan a la mujer, quien beso la cabecita del niño haciendo que el niño le mirara y le regalara una tierna sonrisa, su mami nunca hacia eso, el hombre cargo a Erick y a Daniel y después de agradecerle a Voldemort, fueron escoltados a la salida.

 

--¡Nooo, son mis hijos regrésenmelos!

--Ellos ya no son sus hijos—exclamo con una cruel satisfacción

--¡Diré lo que quiera, pero regréseme a mis hijos, diré la verdad sobre el niño!

--Perdiste tu oportunidad Ethel, ahora este es tu castigo

Los mortifagos saquearon todo lo de valor de esa casa, por esa única ocasión aquellos objetos serían enviados a las familias que habían sufrido por la crueldad de aquella pareja.

 

La mujer suplico, mientras el hombre maldecía, Voldemort los miro como alimañas para después lanzarles un hechizo y retirarse.

 

*-*-*-**Fin flash back-*-*-*-*-*

 

--Tom maldijo a la pareja, por mucho que quisieron hablar de lo sucedido les fue imposible, los más cercanos a ellos no recordaban que el matrimonio hubiera tenido hijos, así que nunca les prestaron real atención a sus palabras

--¿Y los niños? ¿Su nueva familia?

--Tom ya les había explicado lo que sucedería si aceptaban la custodia de los niños, ellos deberían irse del país a cualquier parte del mundo que quisieran y podrían comenzar de nuevo, ellos así lo hicieron declarando que como el ministerio no les dio justicia ellos y su fortuna se iban del país, con ayuda de los gobblings se pudo hacer una adopción por sangre y magia, asiéndolos sus hijos biológicos ante cualquiera que pudiera explicar, lo último que supe es que tenían una hermanita. Madeleine se encargó que las personas supieran que a Mark le encantaba matar niños, fingiendo que habían estado en fuego cruzado, esa fue parte de su venganza personal, la otra ser una enfermera de San Mungo siendo mil veces mejor que ella  y recordarle a Ethel su castigo.

--La carta

--Ella está encerrada en San Mungo debido a constantes crisis nerviosas provocadas por la magia de su juramento

--¿magia de juramento?

--Todos los medimagos y enfermeras hacen un juramento de preservar la vida sin importar nada, incluso los médicos muggles lo hacen, debido a que sus acciones provocaron la muerte de algunos pacientes la magia la castiga mostrándole el espíritu de esas personas, o por lo menos esa es la teoría de tu padre, el caso es que en sus momentos de lucidez manda esta variante de la howler con la intención de obtener compasión de mi parte

--¿de tu parte? Ella nos separó, ¿Por qué debías tenerle compasión?—cuestiono Harry molesto, provocando que Severus lo abrazara y besara su coronilla—lo siento

--Descuida Harry, tienes razón, nunca le he respondido debido a eso, aunque creo que debería hacerlo para ver si así  nos dejara en paz

 

Harry asintió, Severus lo rodeo con sus brazos, sintiendo la calidez de su padre cerro los ojos y se quedó dormido

 


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