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Harry Ryddle Snape por Anle Ruma

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Notas del capitulo:

Los personajes aquí presentados no me pertenecen, le pertenecen a sus respectivos creadores y/o compañías, mi uso es simplemente para entretenimiento, no gano nada con utilizarlos.

 

Aclaraciones: contiene m-preg, relaciones chico x chico

 

Esta historia comenzó como parte a la respuesta del desafío Harry Ryddle Snape de PIKWIK en la página de Slasheaven, misma que se ha alejado de la petición de la misma.

 

/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/* Cambio de escena.

**Parsel**

*/* Flash back*/*

 

Agradezco el apoyo de Trinity Riddle en las correcciones del capítulo

 

 

Y mientras Harry y Neville se alejaban con la intensión de esconderse en la sala de los menesteres hasta su próxima clase, hablando de todo y de nada, un par de ojos traslucidos les observa con cariño.

 

Aquellos ojos eran los Helga que miraba al heredero de Salazar y quien por magia sería el de Godric, los observó desaparecer y con su vínculo en el castillo los ayudo a llegar a salvo.

 

Después de las reuniones y de saber un secreto que a ella y Rowena les había pasado desapercibido, se había decidido que Hogwarts debía regresar a su vieja gloria, ella había estado un poco nerviosa de hacerlo con el anciano dentro, gracias a él, Hogwarts estaba dejando de ser lo que ellos habían creado. Se estaba volviendo una burla.

 

Pero tanto Salazar como Godric, le había disipado sus miedos, tal y como lo hicieran en tiempos pasados, aquella vieja interacción, no tan fuerte como había sido en el pasado le había sacado una sonrisa a ella y a Rowena.

 

Así que después de escucharle, había aceptado sin ningún problema, por lo que se decidió que ella iniciara los cambios.

 

La mayoría de la comunidad mágica la recordaban solo por haber aceptado a los que sus compañeros no quisieron, mal interpretando sus palabras y encasillando a su casa como la de los inútiles, pero la verdad es que ella acogía a todos aquellos que tenían varios dones, pero que no podían explotar de forma correcta en las otras casas.

 

En el pasado sus tejones no eran tan menospreciados como ahora.

 

Negó con la cabeza evitando pensar en aquello, ahora debía abrir una de las áreas.

 

Ellos habían creados varias salas con distintas funciones, de hecho eran tres salas por fundador, dos para poder alentar más los dones regalados

 

Las otras eran parte de la defensa,  Rowena y ella habían habitado las salas de evacuación, mientras que Godric y Salazar de defensa, la famosa cámara secreta de Slytherin era de hecho la última defensa.

 

Mientras caminaba por los pasillo vacíos recordaba como a sus viejos alumnos les gustaba estar en aquellas áreas especiales, donde podían encontrar una liberación de las clases, así con aquellos rostros emocionados o concentrados llego aquella sala que se había cerrado hacia un poco más de cien años.

 

Su antigua sala de música cerrada mucho tiempo atrás, olvidando la magia que la música daba y siendo retomada de forma incorrecta por Dumbledore. Ella lo liberaría para todos sobre todo para aquellos que eran más afines a dicha magia.

 

Esa magia se estaba perdiendo en el mundo mágico y ella no lo iba a permitir, no cuando fue una de las principales propulsoras de dicha rama.

 

De pronto por todo el castillo comenzaron a escucharse campanas, arpas, pianos y otros instrumentos. Algunos fueron guiados hasta aquella sala cercana a los terrenos de la casa amarilla; otros se preguntaban de donde podían prevenir aquella música.

 

Pocos fueron los que reconocieron la melodía, como un himno antiguo, mejor que el que Dumbledore les obligaba a cantar a principio de curso.

 

Aquellos que eran afines a la magia musical habían sido guiados hasta la sala, donde encontraron todo lo necesario para una orquesta, ya que dentro de aquella sala se hallaban los mejores instrumentos musicales que sonaron y se escuchaban.

 

Algunos no dudaron y entraron a reclamar un instrumento, recordando cómo se habían sentido al tener su varita por primera vez.

 

Albus frunció el ceño al saber de aquella sala, la magia del castillo le había dicho de una área abierta y por más que había intentado encontrarla no lo había lograrlo en ese momento. El propio castillo le estaba bloqueando.

 

La situación lo molesto, para ninguna  materia o elementó podía ser iniciado sin antes ser aceptado por él, no podía permitir que algunos de los chiquillos intentara aprender más de lo que debían. Lo dicho por el sombrero en el banquete seguía rondando por su mente y por más que intento averiguar de lo que se trataba, el sombrero simplemente permaneció en silencio.

 

Durante la cena, los rumores de lo que habían escuchado y de aquellos que habían encontrado la sala, era lo que se escuchaba e incluso los profesores estaban intrigados por aquello; excepto Filius Flitwick quien había logrado ubicar aquella sala y al igual que los alumnos, sobre todo aquellos que pertenecían al coro, estaba extasiado; y por más que MacGonagall había pedido una explicación al director este no se la había dado.

 

Ahora los rumores habían aumentado ante la aparición del sombrero junto al fénix del director.

 

-- Helga amaba las plantas y la música, cuando vivía su tiempo era dividido entre sus tres pasiones, los invernaderos, sus alumnos y la música, enseñando la magia musical una hermosa magia que con los años se ha olvidado ahora la sala de música se ha reabierto y muchos ya la han visto. El deseo de Helga Hufflepuff es que su sala sea visitada y utilizada como en el pasado. Como dije ella fue la que dirigía a sus chicos y siempre elogió a alguien con su misma afinidad, así que ella ha tomado un decisión. Sabiendo que no es un Huffpefull, que es el profesor principal de encantamientos y avivado duelista, ha decidido elegir al jefe de Ravenclaw Filius Flitwick, para darle el uso correcto a la sala. Algunos ya fueron llamados por la misma, otros deberán demostrar que son dignos de poder entrar. Los cambios inician con esta apertura.

 

Y con aquellas palabras el sombrero desapareció siendo llevado por el fénix a su lugar.

 

El pequeño profesor no pudo evitar aplaudir ante aquello, su magia rebosaba ante la oportunidad de enseñar lo hermoso de la música como tenía que ser y no en el gran comedor o en su salón de clases de forma incómoda. Lo mejor era que no tenía que organizar sus horarios, solo cambiaran la zona de ensayos, esperaba con ansias el próximo ensayo para poder apreciar mejor la acústica de la sala recién abierta.

 

Tom y Severus se miraron de reojo, al parecer la apertura de aquellas zonas eran parte del plan de los fundadores, Tom miro también de reojo a Albus y no pudo evitar que una ligera sonrisa apareciera en sus labios, Dumbledore no estaba feliz, para nada. En su tiempo de estudiante había escuchado sobre la magia musical y el curioso sobre todo tipo de magia, había descubierto que en algunos lugares dicha magia era parte importante de los rituales correspondientes a los equinoccios, y en otros como fortalecedor de barreras. Salazar le había dicho que en Hogwarts se fortalecen las barreras de esa forma que no pudieron decirle que no a Helga, al parecer no era bueno hacer enojar a aquella mujer.

 

Suspiro mientras pensaba en el hecho de que el pequeño profesor estaba emocionado, si bien en ese momento la clase solo puede considerarse como un club, esperaba que con la caída de la cabra pueda hacerse obligatoria.

 

Dumbledore siguió el aplauso al igual que los demás, con su máscara bien puesta, mientras que sus ojos mostraban furia total. La magia musical era una rama que ese estaba perdiendo, porque a él no le interesaba y ahora resultaba que una murta quería recuperarla de nuevo.

 

Él era consciente de la fuerza mágica que daba la música, en la antigüedad era una de las principales prácticas para reforzar las barrera, sin una buena guía la magia producida por la música nunca se acoplara a las barreras, pero Flitwick era muy bueno con la magia musical y logra que las barreras se acoplan correctamente, haría hasta lo imposible para poder cerrar esa sala, las barreras debían estar como él las quería no como debían estar realmente.

 

La cena termino con los alumnos pertenecientes del coro y aquellos que querían crear una pequeña orquesta, emocionados por tener el primer ensayo del año en aquella maravillosa sala.

 

Helga quien había estado presente, aplaudió como niña pequeña, no pudo evitar que un suspiro saliera, sabía que no podían presentarse a los alumnos, no hasta la siguiente fase, así que no le quedaba más que esperar hasta poder estar de forma “física” en uno de sus cuadros y poder deleitarse de aquellas melodías que serían tocadas, mientras tanto se encargaría de que Filius supiera la forma de acoplar exactamente la magia a las barreras, con una sonrisa se dirigió al elfo de su familia.

 

Poco a poco iban a recuperar su amado colegio.

 

La oscuridad rodeaba el castillo, ya con todos los alumnos y profesores dormían, los únicos despiertos, eran algunos elfos y los fantasmas que siempre eran vigías de los habitantes de aquellos vestigios antiguos, el milenio que pasó vibraba ante las experiencia que existieron, más no lo hacía como debía, no se sentía como en los primeros años.

 

Años tras años, pasando claramente ante el cambio de directores, cada uno con nuevas reglas, nuevas imposiciones, olvidándose claramente lo que en un principio fue Hogwarts.

 

La alegría, la emoción y la tristeza que el castillo cargaba, así como también la culpa existente, una culpa que no debía existía.

 

La alegría de un sueño realizado, de ver la ilusión de los ojos de sus alumnos y las risas que en las piedras se encargaron de guardar.

 

La emoción de aprender cosas nuevas, de conocer algo desconocido, o simplemente la emoción de ser libre.

 

La tristeza de la ruptura de dos grandes amigos, que entre risas y bromas indicaron que en un futuro sus familias se unieron.

 

La culpa de no haber escuchado lo correcto.

 

Palabras dichas con malicia, frases que ocultaban verdaderas intenciones, discusiones sin sentido.

 

Godric dejó salir un suspiro intentando olvidar aquellas discusiones, pero no podía, porque de alguna forma sentía que la decadencia del colegio había comenzado por su culpa.

 

Su orgullo, algo que en el paso del tiempo se había convertido en uno de los principales elementos para elegir a sus alumnos, un orgullo lleno de prepotencia, este le había hecho cometer la mayor estupidez de su vida.

 

No suplicarle a Salazar que no se fuera, la discusión más fuerte, la decisión de la serpiente, y su orgullo diciendo que tenía razón.

 

Pero su orgullo cayó dejando a la conciencia hablar, se dio cuenta de su error, pero ya era tarde, su amistad ya estaba muy fracturada, las chicas siguieron en el colegio pero ya no era lo mismo, Hogwarts había perdido una parte debido al orgullo de los dos.

 

Se juró que haría lo que fuera por proteger a los herederos de sus compañeros, pero siendo un espíritu atrapado en las paredes del colegio no podía hacer nada, observó con impotencia como el último heredero de su compañero y amigo caía ante la oscuridad sin que nadie lo ayudara, sino todo lo contrario, como el "máximo representante" de su casa lo empujaba a esa oscuridad.

 

Observo la entrada de su área común, como esta había cambiado para mal, sus principios se habían olvidado para siempre y muchos de sus alumnos eran arrogantes y se creen superiores a los demás. Los merodeadores eran el ejemplo claro de aquello.

 

Donde el estigma de los Gryffindor buenos y los Slytherin malos estuvieron en su máximo apogeo.

 

Su linaje había pagado con la extinción, su orgullo se había hecho cargo de aquello.

 

Su línea ya no existía, estaba el chico Longbottom a quien haría su heredero por magia, aunque había algunos detalles que se debía pulir en aquel joven, pero mágicamente hablando era el más compatible con él, si bien el joven Harry también, no se creía digno de pedirle a su viejo amigo que le permita compartir linaje.

 

Decidió partir a otro lado y dejar de pensar en su casa caída en desgracia, mientras caminaba y pensaba en el área que debía abrir antes de las salas conjuntas.

 

Sus silenciosos pasos le guiaron a otro lugar, donde su deshonra no era tan evidente como la torre que había elegido para sus protegidos.

 

Él había sido el último en elegir el lugar donde aquellos chicos descansarían después de aprender las lecciones de  aquellos días. Pero ahora sería el primero en juzgar a sus pupilos… el resultado no  era realmente bueno.

 


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