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Cielo por Sady

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—Ugh… Oh Dios…

Minato sujetó una de las piernas que lo agarraba por la cintura y la colocó sobre su hombro, permitiéndose hundirse más profundo en el apretado y tembloroso cuerpo bajo él. Era difícil en medio de los pocos árboles ocultándolos, con la mayoría de su ropa aún puesta y haciendo lo que hacían sobre la irregular superficie del suelo, pero al menos el pasto estaba frondoso y seco. Por supuesto Minato estaba seguro, en medio de los sonoros gemidos, blasfemias y vulgaridades que Sasuke dejaba salir de su boca, que el dolor que debía sentir bajo su espalda no representaba mayor incomodidad y quizá era bien recibido. 

Entonces Minato seguro del ángulo y la posición de ambos aumentó la potencia de sus lascivos actos, moviendo sus caderas en un frenético ritmo y dejando impresos sus dedos sobre la pálida piel del otro. 

—¡Ahh! ¡Así! Así... más. Puta sea...

Minato sonrío, complacido de escuchar la voz de Sasuke. Si quería, podría mover sus caderas más agresivamente, destrozar y reventar a Sasuke como no lo habían hecho hasta ahora, darle tanto placer como se lo merecía, hacerlo chillar y unirlo a él en aquella forma tan íntima que Sasuke no pudiese hacer nada más que también empujar su cuerpo contra él y recibir cada embestida con fervor. Y luego exigir por más hasta que sintiera su cuerpo agotado, casi que insanamente al borde del colapso.

Sin embargo el vergonzoso hecho de que alguien pudiese salir de la amplia recepción que se realizaba a tan sólo algunos metros y descubrirlos uno montado sobre el otro obligaba a Minato a mantener un poco de buen juicio, siendo así que incluso, en el momento en que acertadamente profundizó y golpeó sin pretenderlo aquel punto erógeno en el interior de Sasuke y que inesperadamente hizo gritar fuertemente al menor, Minato llevó rápidamente una de sus manos para taparle la boca y evitar que salieran más sonidos de él. Entrecerró sus azules ojos en una vana advertencia pero no dejó de penetrarle, ni siquiera de quitar su mirada sobre Sasuke para llevarla a alguna distancia más lejana y cerciorarse que nadie hubiese salido curioso a mirar.

Entonces Sasuke rodó sus ojos en delirio.

Pequeño envidioso egocéntrico, pensó Minato.

Aún así satisfecho y con su mano aún sobre aquella boca, Minato sonrió más mientras observaba a Sasuke arquear su espalda, retorcerse en incontrolables espasmos y abrir aún más sus oscuros ojos velados por el placer; se notaba que tenía la conciencia casi perdida y que en ese momento sólo le importaba que el grueso y largo pene de Minato le hiciera ver el cielo.

—Sasuke… —llamó Minato mientras movía su mano de aquella boca para sujetar el lado del atractivo rostro—. Mírame.

Entonces bajo él los oscuros ojos lagrimearon llegando al orgasmo y Minato entendió que el propósito de todo ese furtivo encuentro se había logrado: en aquellos ojos sólo existía un blanco de infinito éxtasis, no las imágenes de una avergonzada pero feliz pareja ubicándose horas antes frente al sacerdote, de la novia con ojos llenos de devoción, de los ojos del novio silenciosamente prometiendo eterno amor a su amada, unidos en sagrado matrimonio. 

Con tres fuertes embestidas más Minato también llegó al climax, ahogando un gutural sonido mientras se vaciaba en la funda de látex que él mismo se aseguró en traer. No se sentiría orgulloso si en la celebración de la boda de su hijo dejaba que obscenamente su semen escurriera por entre las piernas de alguien que ni siquiera podía catalogar de amante. O en términos más correcto, por entre las piernas del padrino de bodas.

Eso debía ir en contra de cualquier protocolo.

Minato entonces cerró momentáneamente los ojos mientras salía completamente de Sasuke, dejando las lechosas piernas del otro caer suavemente a cada uno de sus lados y mecánicamente quitándose el condón usado, anudándolo antes de tirarlo irresponsablemente en la oscuridad de la muy cuidada vegetación. Sintió a Sasuke quedarse muy quieto, respirando profundamente y expertamente arreglarse el pelo después de una gratificante sesión de sexo. 

Sabían que en poco minutos debían pararse, arreglar bien sus ropas y regresar a donde estaban todos los demás invitados. 

—Creo que estamos justo a tiempo para el largo y vergonzoso discurso en conjunto de Gai y Rock Lee —mencionó Minato e inmediatamente se ganó un bufido del menor.

—Las únicas palabras que espero escuchar son las de Nara —respondió de forma tranquila Sasuke—. El hombre es un genio después de todo.

—¿Y tú? —tanteó Minato la pregunta—. ¿Vas a decir algo?

—No —respondió el menor de nuevo en calma—. Le rogué a Naruto que no me obligara a hacerlo. No hay nada por lo que yo pueda brindar esta noche. 

Desde esa mañana no había nada por lo que Sasuke pudiera celebrar. El sacerdote había dicho el típico hasta que la muerte los separe”, pero conociendo al novio como ambos lo hacían, de ahora en adelante ni siquiera la muerte separaría a Naruto de su esposa. El hombre era alguien casi que sacado de los cuentos de hadas, creyente de todas las cosas buenas en el mundo, alguien tan agradable y bueno que a veces alguien tan lógico como Sasuke pensaba que sólo estaba alucinando o que debió haber hecho algo muy bueno en su anterior vida para merecer haber conocido a Naruto. 

A veces, en algo tan banal como un almuerzo en un simple puesto de ramen mientras escuchaba las risas y anécdotas del rubio, Sasuke realmente pensaba que el cielo no podía sentirse tan bien como en esos momentos cuando observaba a los honestos ojos azules. 

Minato conocía sobre ese encandilamiento, lo había escuchado en una pobre confesión en medio de mucho alcohol en la despedida de soltero de su hijo, escuchando sobre cómo una tímida y poco valiosa perra no merecía el cuerpo de semidios de Naruto, y pensando en ser un buen samaritano y evitar que Sasuke hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse, ese día lo había llevado a su casa y puesto bajo las sábanas como a un pequeño niño. 

Quizá eso había sido un error, quizá Sasuke estaba más desesperado de lo que sus anteriores alcoholizadas palabras habían dejado entrever. 

Quizá a la mañana siguiente Sasuke Uchiha había sido el miserable y mezquino hombre que tantos otros consideraban que era, al no dar ninguna excusa cuando asaltó a Minato y agarró su rubia cabeza en un beso demasiado brutal y dominante, claramente no pensando del todo sus acciones, buscando por un placentero refugio, y Minato casi que igual de agradable a como era su hijo lo había ayudado a desvestirse. 

Los siguientes días antes de la boda Sasuke sólo había apretado sus dientes furiosamente en vanos intentos por no gritar mientras Minato lo penetraba, y presionaba su pálido y cansado rostro con fuerza contra la cama, la alfombra o una pared mientras mantenía sus ojos cerrados. 

Minato sabía que de esa forma, si él mismo se quedaba callado, le seguía el juego y se limitaba a sujetar las estrechas caderas bajo él, Sasuke podía hacer de cuenta que estaba en medio de un hechizo, que podía hacer parecer que sobre él estaba otro hombre y entonces tal vez podía imaginar que el cuerpo tonificado arremetiendo contra él era el de Naruto.

A veces Sasuke cruelmente lo abrazaba con fuerza descomunal, su mentón sobre el sudoroso hombro del mayor y aunque así tampoco podía ver su rostro, Minato también sabía que entonces Sasuke dejaba a sus nublados ojos abrirse y fijarse en los rubios cabellos tan iguales al hombre con el que estaba obsesionado. O se apartaba un poco, en el justo momento en que mirar a los ojos de Minato era casi igual que observar el cándido cielo que albergaba el azul de Naruto. No era algo de admirar, el aferrarse a una ilusión que nunca sería correspondida, y por eso mismo Minato nunca había dejado salir de su boca la pregunta de porqué nunca le había dicho a Naruto, no cuando Sasuke no necesitaba más recriminaciones que las que él mismo se hacía.

Y puede que incontables veces Naruto había dicho dicho que no sabría qué hacer sin Sasuke en su vida, pero eso no significaba automáticamente una confesión de amor. 

Nunca habría una confesión de amor. Naruto era un hombre heterosexual con toda una vida por delante llena de hijos, cumpleaños, cuentas por pagar, estresantes vacaciones y una casa con un perro.

Y Minato era un hombre lo suficientemente egoísta como para obviar el malsano comportamiento que Sasuke había elegido para hacer frente a su realidad, nunca reconociendo en voz alta ser un equivocado reemplazo, no con tal de seguir viniéndose en la deleitosa estrechez del cuerpo joven. 

Hoy, sin embargo, pareció que Sasuke por fin empezaba a restablecerse un poco. 

 

**

 

Cuando comenzaron a caminar de regreso Minato se dio cuenta del leve vaivén en los pasos de Sasuke, ofreciendo entonces su ayuda al poner un brazo del menor sobre sus hombros, y no llegaron a las impolutas escaleras antes de que se encontraran con Naruto en su costoso traje hecho a la medida y sus claros ojos brillando a la luz de la luna.

—¡Lo encontraste! —exclamó Naruto quizá muy feliz. No había sospecha en sus ojos, no había siquiera reproche en ellos. Sólo había dicha porque Sasuke no iba a perderse más de la celebración, y tan naturalmente como siempre había sido Naruto sujetó el otro brazo de Sasuke y reemplazó a su padre en ayudar al azabache, obligando a Sasuke subir cada escalón, sujetándolo fuertemente de la cintura ajeno a la probablemente piel maltratada, a las marcas de Minato bajo la ropa de Sasuke—. Te vi tomar más vino del que debías, esa cosa puede ser fuerte, ¿sabes? Espero que no haya alguna cámara por ahí si saliste a mear, ¡la reputación Uchiha podría verse afectada!

Inesperadamente Sasuke soltó una carcajada. 

Naruto lo observó ampliando aún más su sonrisa, nunca considerando la cercanía del rostro de Sasuke a suyo propio como un problema.

—Tendré que confiscar entonces los vídeos —comentó Sasuke ubicando su cabeza en el hombro del rubio—. Quizá estaba seduciendo a tu padre, idiota. 

—¿Con todas esas chicas Hyuuga babeando por ti aquí? Sí, claro. 

Minato se detuvo mientras los vio alejarse, seguro de que los envidiosos y anhelantes pensamientos de Sasuke se habían aplacado por ahora y no crepitaban por su cuerpo. Por supuesto Sasuke no sólo lo había seducido, había tenido sexo con él y había sido un descarado niño ruidoso con cada caricia recibida durante el acto, no porque esperaba que Naruto los encontrara así —su mente no estaba así de nublada por el alcohol y Naruto era demasiado precioso como para agobiarlo en el día más feliz de su vida—, sino porque esta vez había decidido romper un poco el hechizo. 

Quizá todas las anteriores veces Sasuke había apretado fuertemente sus dientes para no gritar o gemir, pero inevitablemente los encuentros con Minato siempre habían terminado en el mismo punto: con espasmos recorriendo todo aquel joven cuerpo y su mente nublada en placer, no pensando en Naruto, sólo en el interminable gozo por unos cuantos valiosos segundos de amparo. 

Minato sabía que en dos horas Sasuke necesitaría más de eso, fuese con otro acaudalado invitado, uno de los meseros o con él. 

Si lo buscaba a él probablemente lo podrían hacer durante todo lo que quedaba de noche hasta cansarse y volver a repetirlo al día siguiente, hacerle sacar más gemidos hasta que Sasuke no pudiese descargar más nacarado semen en medio de sus cuerpos. Dejarlo exhausto mientras aquellas paredes internas se apretaban y aflojaban exprimiendo un orgasmo de su ambicioso maduro miembro.

Fuera lo que fuera, para Sasuke sería mejor que acostarse en su solitaria cama y saber que si cerraba los ojos podría ver la femenina figura de aquella joven Hyuuga jadeando y retorciéndose cuando su amoroso esposo —Naruto, el amor de sus vidas— entrara en ella.




Notas finales:

Siento que necesito aclarar un poco: Sasuke está enamorado de Naruto, pero Naruto es hetero y eventualmente un hombre casado. (Y Naruto no sabe siquiera que Sasuke es gay). Sus sentimientos de admiración por Naruto no cambian, sin embargo sí siente demasiada envidia por la futura esposa del rubio. 


Antes de la boda Sasuke termina enredándose con Minato, con quien obviamente por su parecido con el rubio menor le es fácil imaginarse teniendo real sexo con Naruto, pero es sexo auto-compasivo, y en sus esfuerzos por imaginar a Naruto únicamente siente placer al llegar al orgasmo; pero el día de la boda y probablemente luego de ver muy feliz a Naruto, reconoce que es algo que tiene que superar, y por ende vuelve a entregarse al sexo como siempre lo había hecho.


 


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(Por otro lado, pido perdón si todavía hay alguna persona por ahí esperando que actualice "Todo mientras brille". He tratado de sentarme a escribir pero no he logrado mucho cuando lo hago. Pero aún tengo intención de subir más (:


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