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Los retos del alcohol por AndromedaShunL

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Notas del fanfic:

¡Hola! Llevo como 50 años sin publicar aquí y me resulta extraño hacerlo con un fanfic que nunca pensé que escribiría, jajaja. Pero bueno, espero que les guste mucho y, les recuerdo, es un fanfic, puro entretenemiento. En ningún momento pretendo faltar al respeto a estos youtubers.

Por cierto, como no sé en qué categoría publicarlo, lo pongo aquí en ORIGINALES, pero si alguien sabe dónde más podría ponerlo, le agradecería mucho que me lo dijese <3.

Una de las cervezas rodó por el suelo y Auron la cogió justo antes de que Vegetta la pisara. La volvió a poner sobre la mesa entre risas y tomó un sorbo de su vaso. La música sonaba sin descanso desde las seis de la tarde. Fargan les había jurado que sus vecinos no estaban esa noche y podrían armar todo el jaleo que quisieran.

            La fiesta había comenzado con tranquilidad. Primero había llegado Willy, que no vivía muy lejos, después Vegetta y Auron y Perxita volvían de hacer turismo por Andorra la Vella. Les habían invitado a pasar unos días de verano allí, y no habían podido negarse. Auron, porque quería tomarse un descanso de su Barcelona, Perxita porque hacía mucho tiempo que no veía a sus amigos.

            Fargan había sacado unas cervezas de la nevera y pronto se las habían terminado. Willy había traído algunos licores para hacer cacharros, pero las mezclas reposaban con hielo en otra mesa hasta que terminasen las cervezas que quedaban, que no eran muchas.

            En algún momento, se habían puesto a bailar sin importar el ridículo. Auron había invitado a bailar a Vegetta la famosa Umbrella de Rihanna, lo que había provocado las risas de todos los presentes, que pronto se unieron al baile y al coro de la canción.

             Willy estuvo diez minutos intentando descargarse algún juego de beber en el móvil, pero todos tenían o demasiados anuncios o eran muy aburridos. Uno de ellos, el que mejor pinta tenía, era una ruleta que enviaba chupitos a los jugadores según unos supuestos o pruebas, pero Auron dijo que todavía no habían bebido lo suficiente para jugar a nada, así que continuaron bebiendo aleatoriamente. En un momento, Fargan propuso que bailasen con la canción que tocara, uno a uno y, dependiendo de la calificación del resto, tendrían que beber una determinada cantidad de chupitos.

            Sin duda, el que más perjudicado salió de ahí fue Perxita, quien decía que le daba vergüenza bailar la mitad de las canciones que le salían. Entonces, Auron pidió a Willy que volviera a sacar ese juego de móvil, y todos se sentaron alrededor de la mesa con sus vasos, esperando. Vegetta se ofreció a darle a la ruleta y leer lo que tenían que hacer.

            —Veamos, ¡Auron! —Gritó su nombre, y todos quedaron expectantes.

            —Dime, cerdo.

            —¡Pues tienes que hacer esto! —Les enseñó el móvil de Willy rápidamente, riendo, y luego comenzó a leer—: Tienes que hacernos un baile muy sensual contra la pared, o bebes… ¡dos chupitos!

            —¡¿Cómo?! ¡Pero si ya he bailao cinco canciones!

            —Uy, uy, uy, Auron, parece que vas a tener que beberte hasta el agua de mis floreros —dijo Fargan entre risas.

            —Venga Auron, deléitanos con un baile —apremió Perxita.

            —¡Ni hablar! ¡No pienso beber más! —Exclamó ofendido, y se levantó del sofá.

            Todos observaron con una carcajada cómo Auron se preparaba para bailar What Does the Fox Say, la canción que estaba sonando en ese momento.

            —Joder, Fargan, podrías haber cogido una música menos de dinosaurios, ¿no? —Preguntó Auron.

            —Es que ya está mayor, tiene demencia —dijo Perxita.

            —Claro, si es que la edad —contestó Fargan, bebiendo de su vaso y derramando la mitad sobre Willy.

            —¡Fargan, tío! —Se quejó.

            —Bueno, bueno, tenemos al primer afectado ya —dijo Vegetta.

            —A ver, coño, ¡que voy a bailar! —Exclamó Auron, llamando la atención del resto.

            Auron comenzó a mover la cadera hacia un lado y al otro. Dio una vuelta sobre sí mismo moviendo el culo y cantó el estribillo de la canción, provocando todavía más las carcajadas del resto. Antes de poder terminar, hizo aspavientos con los brazos dando por terminado aquel baile, sin poder contener la risa.

            —Sois unos cabrones, eh —dijo.

            —Venga, ¿a quién le toca ahora? —Preguntó Willy.

            —¡Fargan! —Exclamó Vegetta tras darle a la ruleta.

            —Dime, ratón, ¿qué tengo que hacer? Estoy dispuesto a todo.

            —!Bueno, bueno, bueno! ¡Tienes que sentarte encima de Willy y fingir un orgasmo!

            —¡¿Cómo?! ¡Vegetta, mentir no está bien!

            —Que lo pone aquí, ¡patán!

            Auron cogió el móvil y leyó en voz alta lo que acababa de decir Vegetta, terminando con una risa que se tapó con el cuello de su camiseta.

            —¡No me jodas! —Exclamó Willy.

            —¡Que sí, que sí! ¡Que lo pone aquí! —Corroboró Auron.

            —Bueno Willy, espero que no te empalmes con el cuerpazo que se te viene encima —dijo Fargan, y se sentó sobre él.

            —¡Pero, pero, pero! ¿Y cuánto bebe si no lo hace? —Preguntó Willy demasiado tarde.

            —¡Es verdad! —Exclamó Fargan.

            —Pone: o lo haces o bebes todo el cacharro —rió Auron.

            —¡Pero que dejes de mentir! Qué embustero… —se quejó Willy.

            —Bueno, Willy, preparado, que hoy no quiero potar —dijo Fargan, y comenzó a gemir acompañado de las carcajadas del resto.

            —Cuidao Willy, que igual es de verdad —dijo Auron conteniendo las lágrimas.

            —Bueno, bueno, pocos orgasmos has escuchao tú, Fargan —dijo Vegetta.

            —Claro, Vegettita, si me tienes en ascuas —respondió.

            Willy empujó a Fargan cuando terminó de fingir. Auron, que seguía con el móvil, le dio a la ruleta, y continuaron haciendo pruebas hasta que se empezaron a repetir. Apenas les quedaba alcohol ya y Fargan se ofreció a sacar más de la nevera.

            —Yo hasta aquí llego, eh —dijo Auron—, que tengo una encima que madre del amor hermoso…

            —¿Los demás? —Preguntó, y todos asintieron.

            Al rato, volvió con los cacharros llenos de nuevo y fue echando en los vasos de chupito. Auron parecía realmente afectado. Cualquiera diría que él solo bebía zumitos de piña.

            Empezaron un juego de cartas en el que, según la carta que salían, su palo y su número, tenían que beber o enviar un determinado número de chupitos. Auron jugó con agua, sin poder dejar de reírse de los demás, que comenzaban a estar tanto o peor que ellos. Entonces, se le ocurrió una idea.

            —¿Y si jugamos a retos nosotros?

            —¿Otra vez? —Preguntó Perxita—. ¡No quiero tener que volver a lamer el suelo!

            —No, no, o sea, sí, pero esta vez elegimos nosotros, no ese juego de mierda —dijo haciendo un gesto despectivo.

            —Te estás calentando, eh —dijo Willy.

            —Yo siempre, Willy.

            —Bueno venga, pues di algo a ver —pidió Fargan.

            —Pues por listo, o te quitas la camiseta o bebes diez chupitos.

            —¡Pero bueno! ¡Eso es injusto!

            —Nah, nah, hay que poner un límite de chupitos —dijo Perxita—.

            —O mejor aún —dijo Willy—. Si no lo haces, te quitas una prenda.

            —O sea que o te quitas la camiseta o te quitas una prenda. Willy… —dijo Auron.

            —No, no, nada de prendas. Solo si no lo cumples —explicó.

            —Bueno me vale —dijo Fargan, y todos asintieron.

            —Está bien, pues Fargan —volvió Auron—. Déjame pensar. O le chupas un pezón a Willy o prenda.

            —Pero ¡¿qué es esta obsesión conmigo?! —Exclamó Willy.

            —Bueno, pues con vuestro permiso, me quito un calcetín.

            —Esperemos que no apestes toda la casa —rio Vegetta.

            —Pues os jodéis porque es mía.

            Continuaron jugando. Auron tuvo que hacerle cosquillas a Perxita durante tres minutos y este casi le dio tres codazos y un rodillazo intentando aguantar. Terminaron los dos tirados en el suelo y el resto haciendo la cuenta atrás. Después Willy tuvo que dar de beber a Vegetta con los ojos cerrados, y la mayor parte del alcohol terminó en el suelo y en la camiseta de Vegetta. Tras esto, obligaron a Fargan a quitarse la camiseta porque no quería lamerle una oreja a Auron.

            Poco a poco, todos fueron desprendiéndose de varias prendas hasta que algunos se quedaron en ropa interior y sin camiseta. Perxita paseó la mirada por todos preguntándose qué demonios estaban haciendo allí pero, por alguna extraña razón, no le molestó ver a Fargan con solo las partes nobles cubiertas. Sin saber por qué, incluso, no podía apartar la mirada de él, como si su piel tuviese un campo magnético tremendamente atrayente.

            —A ver, a ver —comenzó Vegetta, pensando—. ¡Ya lo tengo! Como veo que Fargan y Perchas no van a poder negarse por razones evidentes —dijo, apuntando a la falta de prendas de estos dos, quienes ya se habían quitado hasta los calcetines—, tenéis que daros un buen morreo.

            —¡¡¿¿Qué??!! —Exclamaron los dos a la vez.

            —Pero bueno Vegetta, ¿tú quieres que esto acabe en orgía o qué, bribón? —Preguntó Auron riéndose.

            —Hombre, por supuesto, si no no sería una buena fiesta.

            —A ver, a ver, yo aquí veo fallos —dijo Fargan.

            —Pues yo no veo ninguno, eh, Fargan —dijo Willy entre risas.

            —Venga Fargan, o morreo o nos enseñas todo el miembro viril, cosa que te pido, por favor, que no suceda —dijo Auron.

            —Ya te gustaría verme…

            —Pero bueno, pero bueno, ¡¿cómo que un morreo?! —Volvió a exclamar Perxita, poniéndose rojo.

            La idea no le desagradaba del todo. Echó un vistazo rápido a los labios de Fargan y se puso todavía más colorado. Deseó que sus amigos no se dieran cuenta, pero sería muy difícil de disimular con una piel tan blanca. Fargan lo miró por una milésima de segundo y sintió que se le aceleraba el corazón. No quería besarle. O sí, sí quería. Pero no delante de ellos. Pero tenía que hacerlo, si no…

            —Sois unos cabrones, eh —dijo Fargan, y Perxita le dio la razón.

            —Pero bueno Perchas, ¡si estás más rojo que un tomate! —Exclamó Auron riéndose.

            Perxita abrió la boca para responder, pero se le trabaron las palabras y se maldijo interiormente.

            Todos insistieron en que tenían que cumplir el reto si no querían quedar desnudos por completo. Fargan tampoco se sentía muy cómodo con aquello, y Perxita se sintió culpable de pronto por querer liarse con su amigo de forma tan repentina. Sin embargo, y para su sorpresa, Fargan acabó diciendo que sí porque no quería enseñarles “el rabo” a todos ellos, alegando que se lo reservaba para su esposa del Minecraft. Entonces, la decisión final recayó sobre Perxita, quien se quedó todavía más en blanco.

            —Sí, claro —dijo sin pensar, y todos lo miraron extrañados y sin dejar de reírse.

            —No conocía yo esa faceta tuya, eh, Perxita —dijo Auron.

            —Bueno, venga, Perchas, ¡ven a mis brazos! —Exclamó Fargan, abriendo los brazos sin levantarse del sofá.

            Todo sucedió muy rápido. Willy empujó a Perxita sobre Fargan y ambos buscaron la boca del otro con los ojos muy cerrados y expresiones de desagrado. Cuando por fin hubieron juntado sus labios, Vegetta exclamó:

            —¡Con lengua, eh! ¡Un buen morreo!

            Perxita iba a romper el contacto, pensando que ya habían ido demasiado lejos, pero entonces Fargan movió su lengua hacia le de él y comenzó a moverla sensualmente, acariciándolo por dentro. Perxita sintió que le ardía la sangre y tuvo que concentrarse mucho para que no se le notase la excitación. Movió también la lengua con menos energía mientras las voces de los demás sonaban por encima de la música, aplaudiendo y silbando.

            Cuando se separaron, el resto no daba crédito, pero no dejaban de reirse y comentar el reto. Fargan tenía los labios rojos y Perxita tuvo que apartar la mirada de ellos consciente de que no podía dejar de observarlos.

            Continuaron con el juego, y los retos se iban volviendo cada vez más sexuales. Auron tuvo que fingir un orgasmo al oído de Willy, algo que no le costó demasiado trabajo, y Vegetta tuvo que perrear también con Willy, conscientes los dos de que no podían quitarse más prendas de las que llevaban y que sus cuerpos iban a rozarse más de lo que hubieran deseado.

            Poco a poco fue escaseando el alcohol. Habían bebido tanto que algunos ya solo quería dormir, como Auron.

            —La Virgen Santísima, creo que voy a potar —dijo, y fue directo al baño.

            Cuando volvió al salón, se echó en un sillón y se cubrió con un abrigo, cerró los ojos y les dijo:

            —Que os den por culo, cerdos, me voy a dormir.

            —Sí, yo creo que me voy ya también —dijo Vegetta, y se fue a una de las habitaciones que les había dejado Fargan.

            Quedaron despiertos Willy, Perxita y Fargan. Sentados en el sofá, comenzaron a hablar sobre el mundo de youtube mientras terminaban el alcohol que les había quedado. Después, decidieron jugar una ronda a “yo nunca” para acabarlo por completo, y continuaron hablando a voces, sin importarles si no dejaban dormir a los otros dos. Desde luego, tanta bebida estaba pasando factura.

            —Y ¡¿alguna vez habéis dudado de vuestra sexualidad?! —Preguntó Willy de súbito después de una carcajada.

            —¿Tú, Willy? —Preguntó Fargan, riéndose también.

            —Pues… que yo sepa no.

            —Siempre te ha gustado Vegetta —dijo Perxita.

            —Por supuesto, eso es innegable.

            —Pues yo no he dudado, no —contestó Fargan.

            —Pues yo sí, de pequeño —dijo Perxita tras una pausa, aunque en esos momentos comenzaba a pensar que la duda había persistido justo hasta ese momento. O, más bien, que se acababa de manifestar de nuevo tras muchos años enterrada.

            —Es curioso, ¿no? —Preguntó Willy—. Cómo podemos llegar a dudar de algo que es tan importante para nosotros. Es como, no sé…

            —Ya, te entendemos —dijo Fargan.

            —Es parte de ti, es raro dudar de algo que es tan… tú… que te define, ¿sabes? Pero bueno, la sociedad y esas cosas.

            Todos pensaron al mismo tiempo que el alcohol les había llevado hasta ese punto de reflexión filosófica. Entonces, Willy bostezó sonoramente y se levantó del sofá.

            —Bueno chicos, yo también me voy a dormir —dijo, y les dejó solos en el salón con Auron durmiendo bajo el abrigo.

            Durante un largo minuto reinó el silencio. Perxita aún notaba el sabor a licor acaramelado de los labios de Fargan. Ambos se miraron y apartaron los ojos al mismo tiempo.

            —¿Así que dudaste? —Preguntó Fargan en voz baja.

            Parecía que todo el ambiente fiestero había muerto en un abrir y cerrar de ojos.

            —Sí, dudé —respondió.

            —¿Te gustó algún chico?

            —No, que yo sepa. O sea, no como las chicas, ¿sabes? Quizá alguno me pareció guapo y tal, pero nada más allá.

            —Pues yo hace mucho hice un test de si soy gay o no —dijo con una pequeña risa.

            —¿Ah, sí? ¿Y qué te salió?

            —Pues le hice y me salió que soy gay. Pero era surrealista, me preguntó directamente si lo era, puse que no, y me salió igual.

            —Malditos tests de Internet.

            —Ya ves.

            Volvieron a quedar en silencio. Perxita cada vez estaba más nervioso, sin saber qué decir o qué hacer. Tampoco quería irse a dormir. Le agradaba la compañía de Fargan.

            —Bueno, lo dudé más tiempo, en realidad —confesó Perxita, sin saber por qué.

            —¿Sí?

            —Sí… Es… extraño.

            —¿Por qué?

            —Pues no lo sé, Fargan.

            La risa había desaparecido. Perxita sintió los ojos marrones de Fargan clavados en él, pero no se atrevía a mirarle directamente. Tenía la sensación de que si lo hacía se encontraría con el rostro acusador de su amigo.

            Al fin, se atrevió a ladear la cabeza y mirarle de reojo. Fargan lo observaba con tranquilidad. Entonces, se apartó de él y apoyó toda la espalda en el sofá. Perxita se puso rojo de nuevo al ver el torso desnudo del youtuber y giró bruscamente la cabeza sin querer.

            Sintió la necesidad de levantarse e ir a dormir como los demás, pero la mano de Fargan tocó su brazo y le erizó la piel. Cuando sus ojos volvieron a encontrarse, Fargan estiró el cuello para darle otro beso, y Perxita no se apartó. Fue agradable, muy agradable, un leve contacto de los labios que se fue convirtiendo, poco a poco, en un beso apasionado. Las manos de Fargan subieron por los brazos de Perxita, tensos sobre los cojines del sofá. Llegó hasta los hombros y continuó hasta su rostro, tomándolo entre las manos y besándolo con más urgencia.

            Cuando se separaron para tomar aliento, se miraron con deseo y Fargan volvió a darle un beso, más rápido que el anterior. Se levantó del sofá y cogió la mano de Perxita, haciendo que le siguiera. Llegaron a su habitación y cerró la puerta. Besó sus labios una vez más antes de sentarse los dos sobre el borde de la cama.

            —No dudé nunca —le susurró Fargan—. Siempre supe que me gustaba todo.

            Fargan echó sobre la cama a Perxita y, con los dos brazos a los lados de su cuerpo, comenzó a besarle el cuello lentamente. El youtuber empezó a respirar agitadamente al contacto de la lengua ajena, la cual llegó hasta sus orejas y, rozando la piel de sus mejillas, llegó de nuevo hasta sus labios.

            Perxita estiró los brazos y apoyó las manos en la espalda de su amigo. Fargan se echó más sobre él para que le abarcara con los brazos, y sintió las piernas de Perxita doblarse para encerrar su cuerpo entre ellas. Siguieron así hasta que Fargan se cansó de jugar con su cuello y orejas. Se separó de él y le pidió que se levantara. Entonces, se sentó él sobre el borde de la cama e indicó a Perxita que se sentara sobre él.

            La pasión inundó sus almas, y las manos de ambos avanzaban de un lado a otro con ansiedad, buscando cada resto de piel que quedara por tocar. Fargan bajó del cuello de Perxita hasta su torso, y fue a dar con los pectorales del youtuber. Sonriendo, comenzó a describir pequeñas circunferencias alrededor de los pezones. Perxita sonrió también y apoyó la cabeza sobre la de Fargan mientras hacía su trabajo, dando pequeños espasmos por el contacto.

            Poco después, Fargan se deshacía de la única prenda que le quedaba. Apoyó la espalda en la cama y se dejó llevar por las sensaciones que le regalaban la boca de Perxita, quien deslizaba la lengua y la boca de arriba abajo, alternando con la mano derecha mientras con la izquierda acariciaba su vientre. Perxita, sin apenas darse cuenta del paso del tiempo, se vio entonces en la misma situación en la que había estado Fargan unos instantes antes, y recibió la boca de su amigo retorciéndose de placer y agarrándole del pelo con desesperación.

            —¿Quieres…? —Comenzó Fargan al terminar su labor.

            —¿Si quiero…?

            Fargan hizo un gesto con la cabeza y tomó el culo de Perxita con sus manos. Este estaba sentado sobre la cama, recobrando el aliento, y notó la boca del otro muy cerca de su cuello cuando se echó hacia adelante.

            —Solo si quieres —le susurró al oído.

            —Podemos probar —contestó Perxita con nerviosismo.

            —Tengo lubricante y condones en el armario.

            —Probemos.

            —¿Quién…?

            —Yo.

            Fargan fue hasta el armario y sacó lo que estaba buscando. Perxita observó su culo lamiéndose los labios desde la cama. Cuando llegó a su lado, se dieron otro beso y comenzaron con los preparativos. Fargan sacó un condón de la caja y, después de muchas risas e intentos, consiguió ponérselo por fin con ayuda de Perxita.

            —Joder, es que veo doble, Perchas.

            —Ya, y yo.

            Se acomodaron a lo largo de la cama, Fargan encima de él y Parxita dándole la espalda. Acarició todo su lomo y comenzó a echarle el lubricante y a acariciarle con un dedo tímido. Después de asegurarse de que todo estaba en orden, y de volver a preguntarle a Perxita si estaba seguro de aquello, entró en él con suavidad hasta que ambos se acostumbraron al tacto. Poco a poco fue moviéndose con más seguridad hasta que estuvieron lo suficientemente cómodos para coger un buen ritmo.

            Fargan agarró la cintura de Perxita y se inclinó más sobre él sin dejar de moverse. Escuchó los gemidos de su amigo con gusto, y le fue aumentando la intensidad, siempre pendiente de Perxita, pero este no se quejó, sino que gimió más fuerte, agarrando la almohada con ambas manos.

            Después de unos minutos, Fargan se sentó en la cama y Perxita sobre él, de espaldas, y continuaron así, cogiéndose los dos de las manos, hasta que Fargan terminó. Recuperó la respiración tras unos segundos y empujó a Perxita contra la cama, quien se sorprendió, y más aún cuando Fargan comenzó a lamerle como al principio, obligándole a terminar a él también.

                                                                       ***

Tras pasar por el baño y guardar las cosas, se echaron los dos en la cama de Fargan, ambos desnudos, y se abrazaron.

            —No sé cómo asimilar esto —dijo Perxita.

            —Ni yo, la cabeza me da vueltas sin parar. Pero bueno, Perchas… creo que tendremos que hablar seriamente tú y to.

            —Yo…

            —Necesito dormir, verás qué resaca… —dijo más para sí que para Perxita, y no tardó en quedarse dormido.

                                                                       ***

Al día siguiente salieron uno a uno de la habitación, intentando que no se dieran cuenta los demás de que habían dormido en la misma cama, pero el resto parecía más preocupado por el dolor de sus cabezas que otra cosa.

            Perxita fue hasta la cocina, todavía confuso por todo lo que había acontecido. Llenó un vaso con agua y, antes de llevarlo a la boca, escuchó a Auron desde el salón:

            —¡Hijos de puta! ¡Cómo me dejáis aquí durmiendo, estoy congelado!

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado! Yo disfruté muchísimo escribiéndolo, jeje.


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