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70. Youngmin (07) por dayanstyle

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PROLOGO

El gran reino de Neverlight Hall era el más poderoso de las tierras. La dinastía de Los Ahn Espelimbergo gobernó durante más de tres mil años. A pesar de que eran humanos, tenían siervos shifters para cuidar su seguridad, y hechiceros para lanzar hechizos que mantenían al reino a salvo de cualquier persona que quisieran hacerles daño.

Pero no todo estaba bien en el reino. La reina Ahn Taeyeon Espelimbergo quería tener hijos. Pero ella no quería que su marido sembrara su semilla en su vientre. A Taeyeon le molestaba la idea de tener hijos que fueran débiles, sin nada más que sangre humana. Ella quería que su descendencia fuera fuerte como los shifters, poderosos como los brujos, y con la astuta inteligencia de un demonio.

Después de buscar a J.Seph, el mayor hechicero de sus tierras, Taeyeon llegó a un acuerdo con él. Estuvo de acuerdo en matar al rey a cambio de una potente pócima que le daría hijos con todas las cualidades sobrenaturales que sentía que era su derecho tener. J.Seph aceptó su oferta. Pero lo que la reina no sabía era que el brujo odiaba a los humanos con cada respiración que tomaba.

Estaba tan hastiado y lleno de odio que creó el hechizo con un corazón oscuro, añadiendo cosas que eran totalmente diabólicas. Entregándolo, J.Seph le dijo a Taeyeon que su parte del trato debería de ser cumplido cuando su hijo fuera mayor de edad.

Ella estuvo de acuerdo.

 

Después  de  cantar  el  hechizo  que  J.Seph  le había dado, ella buscó un hombre cuya reputación hablaba de gran poder y fuerza sin igual. Taeyeon utilizó su impresionante belleza para seducir a Him Chan para que durmiera con ella, no una vez, sino dos veces.

El Rey Ahn Marsian Espelimbergo se llenó de alegría cuando la reina dio a luz a su primer hijo, Jaehyo. …él estaba muy emocionado una vez más, cuando unos años más tarde ella parió a los gemelos Kwangmin y Youngmin.

La raza de los vampiros nació.

 

Pero lo que Marsian no sabía era que los hijos no eran de su sangre. …el los consideró como propios y les enseñó a ser grandes hombres. En vísperas del décimo octavo cumpleaños del Jaehyo, J.Seph visitó a Taeyeon. …el exigió su pago, pero para entonces, Taeyeon se había suavizado, sus hijos le mostraron el regalo más grande de todos, el amor. Ella se negó a matar a su marido. Taeyeon sabía que había sido egoísta al usar el hechizo hace tantos años. A través de los años se dio cuenta de lo mucho que Marsian la adoraba y ella se había enamorado de su rey.

Enfurecido porque ella no había cumplido su parte del trato, J.Seph reunió a otros brujos, comenzando una guerra en la que el rey y la reina fueron asesinados. Antes de su muerte, J.Seph echó un último hechizo. …el quería que los hijos sufrieran por la traición de su madre. Eligiendo un oscuro hechizo que poseía, J.Seph cortó la garganta de su propia hija, creando una maldición para los hijos de Ahn Taeyeon Espelimbergo.

Comenzó a cantar y recitar el hechizo cuando los shifters e hijos Espelimbergo irrumpieron en su castillo. J.Seph tuvo suficiente tiempo para maldecir solo a uno. Eligió al vampiro que se había acostado con su amada hija, Victoria.

 

Youngmin.

 

Cuándo él se acercó, J.Seph derramó la sangre de Victoria en el caldero, sellando el destino del vampiro por toda la eternidad. Youngmin era una abominación  que amaba demasiado la sangre y había manchado a su hija, por lo que J.Seph lo maldijo con un anhelo por la carne.

El Guardián de los infiernos buscó a Youngmin, diciéndole lo que J.Seph había hecho. También le dijo a Youngmin que si revelaba lo que sabía, la maldición se intensificaría por diez. El hechizo obligaba a Youngmin a consumir carne, haciéndolo el vampiro más temido en toda la existencia de los vampiros.

La guerra duró 300 años, diezmando a la población paranormal. En ese momento, el hambre de Youngmin por la carne había crecido tanto que Jaehyo tuvo que poner a su hermano en un sueño profundo. Pero Kwangmin amaba tan profundamente a Youngmin que no quiso dejarlo solo. Estuvo de acuerdo en que lo pusieran a dormir junto a su gemelo. Jaehyo le juró a Kwangmin que iba a despertarlos cuando encontrara una solución a la desgracia de Youngmin.

Pero la solución no se encontró.

 

Años se convirtieron en décadas, que se convirtieron en siglos. Habían pasado dos mil años, y ahora en una época de tecnología donde los habitantes de la Tierra estaban tecleando en sus smartphone u ocupados en el tráfico de la hora punto, los misterios del día hacía mucho tiempo que no era ni siquiera un pensamiento fugaz.

Nadie recordaba la batalla entre criaturas sobrenaturales y los brujos. La mayoría había olvidado el folklore, dejando a un lado las leyendas por un café con leche o el último gadget. Los que recordaban pensaban que la guerra sólo era un mito para asustar a los niños y hacer que se comportaran. Un puñado sostenía que estuvieron allí, siendo testigo de primera mano del mal que habían plagado las tierras. Sólo unos pocos recordaban la matanza que dejó atrás.

Los brujos prácticamente desaparecieron de las tierras, asesinados por vampiros y shifters para que dejaran de lanzar hechizos antiguos y malvados.

Neverlight Hall aún seguía en pie, aunque ahora en ruinas. Los años no habían sido amables con el castillo que una vez había sido el lugar más majestuoso donde vivir. Pero todavía había alguien que caminaba por los pasillos solitarios, que vivía en las sombras conteniéndose de comer su camino a través de la lacra de la sociedad.

Encadenado a la maldición, Ahn Youngmin Giordano Espelimbergo estaba más muerto que vivo, soportando una existencia que no le desearía ni a su peor enemigo.

 


 

CAPÍTULO 1

Era la noche más caliente del otoño, en opinión de Minwoo. El club estaba lleno, cuerpos presionándose unos contra otros como un muro de carne. Aún no se acostumbraba a estar aquí y no le gustaba el ruido constante martilleando en sus oídos. Si un hombre más acariciaba su culo, iba a convertir este lugar en un baño de sangre.

Irritado, sudoroso, y listo para encontrar un tranquilo hueco para meterse, Minwoo se abrió paso hacia la salida frontal, maldiciendo el brazalete en su muñeca. El príncipe había insistido que Minwoo usara uno para que no pudiera salir de este lugar, tratándolo como un prisionero.

—¡Minwoo! —Heo Jun gritó desde algún lugar cercano. Reconocería esa voz en cualquier lugar. El vampiro había sido elegido por Jaehyo para cuidar a Minwoo, como su sombra, siguiendo todos sus movimientos—. ¡Espera!

Fingió que no escuchó al chico mientras dirigía sus pies cerca de la puerta. Si pudiera llegar a la puerta, entonces podría darse prisa en salir y esconderse entre la multitud de ahí afuera, lejos de la plaga. Todo lo que Minwoo quería era un poco de aire fresco. No necesitaba un acompañante para eso. Una vez fuera, Rome, el portero, mantendría un ojo vigilante sobre él.

Pero estar aquí era mejor que estar en la mansión. Allí, Minwoo tendría que ver a Kwangmin, el gemelo de Youngmin. Eso era un muy doloroso recordatorio de que su pareja no lo quería.

Ni siquiera su hermano, Kisu, quería molestarse por él. Pero ¿podía culpar al chico? Minwoo había estado en un  lugar oscuro cuando Kisu se acopló a Cory, eso le hizo que descargara su agresión contra el hombre que le agradaba. Todavía estaba en ese lugar oscuro y Kisu le dio la distancia que quería; pero Dios, extrañaba a su hermano.

—¿Por qué no te quedas conmigo? —Rome le preguntó cuando Minwoo se acercó. Los ojos del chico parpadeaban detrás de Minwoo, una sonrisa en su rostro. El portero sabía que Heo Jun vendría en busca de él, y sabía que Minwoo estaba huyendo—. Te daré algo que hacer además de esconderte de tu niñera.

Miró por encima del hombro y vio a Heo Jun dirigiéndose directamente hacia él. Por Dios, el hombre tomó lo de niñera tan en serio como el infierno. El tipo tenía determinación grabada en su cara, como si no lograra estar pegado al lado de Minwoo lo hiciera explotar. —Sólo si haces que Heo Jun desaparezca —le dijo rápidamente a Rome.

Rome le dirigió una sonrisa arrogante. —Ah, vamos. Él no es tan malo.

Cuando Minwoo le dio una mirada de “oh sí lo es”, Rome levantó el brazo y chasqueó los dedos, apuntando directamente a Heo Jun. —Jaehyo te está buscando.

Minwoo vio a Heo Jun hacer un cambio de sentido e ir de cabeza hacia el pasillo donde se encontraba la oficina del Jaehyo. Heo Jun era un tipo bastante agradable.

Era demasiado pegajoso. Minwoo se sentía como que el hombre lo estaba asfixiando cuando estaba cerca. No le gustaba eso. Quería su propio espacio para respirar, no sentarse y escuchar la charla del chico hablando sobre nada.

—Él va a regresar una vez que se entere que Jaehyo realmente no lo buscaba.

Rome saludó a un par de humanos antes de recolocar el  cable  marrón  que  detenía  a  los  que  esperaban para entrar. —Eso va a ser pronto teniendo en cuenta que el príncipe no está aquí.

 

Minwoo se movió del otro lado de Rome. Así que estaba fuera del edificio, sintiendo la brisa en su piel y fuera de la fija mirada de Heo Jun. Vio hacia la fila de gente que esperaba entrar y se preguntó por qué le gustaba venir de fiesta aquí. No tenían ni idea de que existían los vampiros y una vez que abandonaban el club, cualquier recuerdo habría sido limpiado por Rome.

No entendía lo que hacía este lugar tan especial.

 

—Es mi chica a la que estás acosando.

 

Minwoo vio a uno humano empujar a otro humano. Parecía que estaban a punto de golpearse. Vio la extraña ropa y los pírcings en su cuerpo, Minwoo sabía que nunca entendería el elaborado vestuario de los humanos o por qué sentían la necesidad de esconderse detrás de tantos pírcings y maquillaje.

Pensándolo bien, sí lo hacía. Se había escondido detrás de su propia máscara desde que podía recordar, encerrándose, manteniendo al mundo en la bahía, y negándose a dejarlos entrar. Incluso a veces, había tratado mal a su hermano, sólo para impedir que se acercara demasiado.

—Vigila la puerta, Minwoo, mientras me ocupo de esos dos cabezas huecas. —Rome se alejó, haciendo su camino por la línea hasta llegar con el par de contendientes. El portero sacó a ambos de la fila mientras una mujer gritaba que soltara a su novio. Una falda que mostraba con claridad todo con lo que ella había nacido se levantó cuando ella levantó su brazo para golpear el hombro de Rome.

 

La situación parecía que estaba fuera de control hasta que el portero colocó una mano sobre la cabeza de cada uno y luego se quedó en silencio.

La mujer gritó un poco más, su cara enrojecida de ira hasta que Rome colocó su mano en la frente de ella. Minwoo vio a los tres en silencio frente al club.

Una cosa era segura. Rome tenía un trabajo interesante. Nunca tendría que preocuparse porque las cosas llegaran a ser demasiado aburridas por aquí.

—Te lo juro —Rome murmuró mientras regresaba junto a Minwoo—. Si él no quería que el culo de su novia fuera manoseado, ¿por qué la deja que venga aquí con un falda de- ven y mírame?

—Quería terminar las cosas con ella. —Minwoo podía ver las intenciones del hombre tan claras como el día. Era bastante bueno leyendo a la gente y el humano empezó a propósito esa discusión. Su tono de voz era apagada, diciéndole a Minwoo, que en realidad no le importaba que acariciara el culo de la mujer.

Rome pasó su mano sobre la cabeza de otra pareja que salía del club, robándole sus recuerdos como si no fuera nada del otro mundo mientras miraba a Minwoo. —¿Eso crees?

—Vi la forma en que la miraba —Minwoo contestó mientras mentalmente se metía en la cabeza de un hombre que salía del club y luego se retiró rápidamente, disgustado por lo que encontró—. Él ya no quiere ser su novio y va a usar su atuendo para salirse.

Rome borró la memoria del hombre que salió antes de sacudir la cabeza.

—Nunca voy a entender a la gente. ¿Por qué no se lo dice y se acabó?

—Quizás no es de los que rompe con facilidad.

 —¿Dramático?

 

Minwoo asintió. —¿Cómo es conservar la memoria de todos lo que han venido? ¿No se llena demasiado tu mente?

—Minwoo conocía la técnica que Rome utilizaba y no podía imaginar sostener tanto en su propia mente. Sólo los más fuertes entre ellos podría hacerlo noche tras noche. Sólo sabía que estaría loco si fuera el hombre de la puerta como Rome lo era. Rome no sólo les quitaba los recuerdos, sino que los absorbía hasta que finalmente, lentamente se dispersaban.

El gran vampiro se encogió de hombros. —Me tomó mucha práctica y algunos episodios psicóticos antes de dominar lavar tantos recuerdos. —Le guiñó un ojo a Minwoo—. ¿Quieres probar con la siguiente persona?

 

Minwoo recordó al hombre que acababa de salir y sacudió la cabeza. —Los humanos tienen cosas extrañas y repugnantes en sus mentes.

Rome dio una risa profunda y rica. —Sí, sí, pero no todos ellos. Vamos, prueba al siguiente.

Antes de que Minwoo pudiera rechazarlo de nuevo, un hombre salió, Rome le señaló con la cabeza. Si no hacía nada, el humano se iría con sus recuerdos intactos. Minwoo se sumergió en la mente del hombre y buscó el conocimiento que tuviera de los vampiros. Vio al hombre hablar con el camarero, sus ojos barriendo sobre la multitud de juerguistas. Deteniéndose en Jun, uno de los vampiros de mayor rango de Jaehyo. Minwoo vio que el humano fue testigo de que Jun mordía a alguien y estaba dispuesto a quitarle el recuerdo cuando sintió lo que el hombre sentía.

No era lujuria ni repulsión, era deseo. Un deseo tan profundo, tan doloroso que Minwoo abrió la boca, la vibrante emoción dentro de él resonaba por su espina dorsal.  Sabía muy bien lo que se sentía. Estaba con él a dondequiera que iba, inundándolo casi todas las noches. Minwoo quería tanto a Youngmin que a veces se sentía como si fuera a morir por el dolor de la separación del vampiro.

—¿Está borrado?

 

Minwoo vio los ojos del humano y sintió una especie de lazo cerrado en su lugar. No podía entenderlo, pero en ese momento se habían convertido en almas gemelas. —Sí — mintió.

Por doloroso que fuera el llevar esas emociones, Minwoo no se atrevía a quitarle esas inquietantes sensaciones al hombre. Eran suyas y sólo suyas. Sabía que debería. Jaehyo se pondría furioso si supiera que Minwoo había permitido al hombre irse sin que le limpiara la mente, pero por primera vez en eones, Minwoo se había sentido como si hubiera conectado con alguien.

Había alguien más en este mundo que sentía el dolor de ser rechazado por la persona que más quería.

—Ves, no fue tan malo —comentó Rome—. Quizás te deje una o dos personas más esta noche.

Minwoo no le escuchaba. Estaba viendo al hombre caminar solemnemente a su carro antes de girarse y mirar directamente a Minwoo. Mientras el hombre abría la puerta del carro, Minwoo empujó un pensamiento a la mente del ser humano.

«Se siente como morir mil muertes, ¿no es así?»

 

El extraño de cabello negro parpadeó, como sorprendido de escuchar los pensamientos de Minwoo, y luego asintió antes de entrar y alejarse.

 

 

 

Después de dejar El Manacle, Minwoo pasó tiempo paseando por el bosque oscuro detrás de la mansión. Le gustaba estar al aire libre, dejando que la noche lo llenara mientras recorría su camino en solitario. Podía oír a alguien detrás de él, siguiéndolo, pero no de cerca. Minwoo también sabía que no era Heo Jun. La persona dándole su distancia, manteniendo un ojo sobre él, estaba muy bien entrenada, muy tranquila, muy respetuosa de la necesidad de Minwoo de estar solo.

También estaba tratando de encontrar una manera de conseguir quitarse el brazalete. Qué irónico era que había colocado uno en la muñeca de su hermano, sólo para tener ahora uno.

Kisu nunca sabría que Minwoo lo había empujado al reino de los demonios por su propia protección. Minwoo se había estado deslizando más en su propia mente, sus hostiles pensamientos no eran muy agradables. No quería a Kisu cerca de él por miedo de causarle un daño irreparable al hombre. Pero la peor parte de deslizarse cada vez más en la locura era el dolor. Minwoo no quería ser así. Él quería ser amado, sentir la felicidad, y ser capaz de reír.

No estaba seguro de por qué había nacido roto. Tenía sentimientos. Sí, pero le había hecho creer a Kisu que no tenía ninguna emoción en absoluto, pero eso no era verdad. El problema con Minwoo era que sentía demasiado, demasiado profundamente.

—No quiero entrometerme en tu tiempo de silencio, pero me gustaría que te quedes cerca de la mansión.

 

 

Minwoo estaba irritado de que Ji An lo siguiera. A pesar de  que el  shifter le estaba dando su espacio, quería  estar completamente solo. Comprendía que era la pareja de Youngmin, y que todo el mundo estaba al borde de la psicosis por su seguridad, pero todo lo que Minwoo quería era un poco de aire fresco.     En serio, realmente,  ¿a dónde  podría ir? Estaba rodeado de árboles, árboles y oh sí, más árboles. Con el brazalete, él tendría que irse a pie. —No te evitó que regreses.

Ji An  le dio una sonrisa sin humor. —Buen intento, pero no quiero enfrentar a Jaehyo si desapareces de mí. Eres la pareja de su hermano y confía en mí cuando te digo que me va a torturar lentamente durante los próximos mil años si dejo que te pase algo.

Minwoo deseaba importarle a Youngmin tanto como parecía importarle a Jaehyo. Había oído que en ocasiones el amor podía ser mágico, pero en opinión de Minwoo, la magia no era más que humo y espejos, una ilusión para los tontos. Incluso con ese pensamiento, Minwoo sabía que quería darle a Youngmin su roto corazón.

—Todo siempre parece triste cuando se trata de amor.

—Ji An  giró hacia la mansión. Minwoo sabía que tenía que hacer lo mismo, pero no podía hacer que sus pies se movieran. No quería volver allí en estos momentos—. O todo funciona por sí solo, o te lanzas de culo a seguir a Romeo y Julieta.

—Realmente eres un tipo muy morboso. —Aunque su corazón estaba sangrando por un hombre que no lo quería, Minwoo nunca había pensado en que ambos fueran a sus tumbas. Eso era retorcido, incluso para él.

Ji An  se rio con amargura. —Puedes cambiar de opinión.

—Difícilmente. —Minwoo comenzó a caminar más en  el bosque, con ganas de alejarse del extraño imbécil de Ji An. Pero el hombre no lo permitió. Tomó el brazo de Minwoo y lo detuvo. Minwoo se giró, dejando al descubierto sus colmillos.

Ji An no parecía impresionado. —He tenido vampiros más grandes y más malos amenazándome con tomar un bocado de mí, Minwoo. Pero buen intento.

—Quita. Tus. Manos. De. Mi.

 —Entonces. Lleva. Tú. Culo. De. Regreso. A. La. Casa — Ji An se burló de él—. No hay nada que puedas hacer o decir que me haga dejarte vagar más lejos.

Minwoo jaló su brazo, lanzándole dagas con la mirada al shifter lobo. —Eres un idiota.

Ji An asintió. —Me han llamado cosas peores, pero no me muevo en esto.

—¿Problemas?

 

Ambos se giraron para ver a Jaehyo allí de pie, la luz de la luna justo detrás de él, dándole al hombre un brillo etéreo. Era la última persona que Minwoo quería ver. —Sí, Fido aquí no suelta su hueso.

El rostro del príncipe se suavizó, como si la declaración de Minwoo le divirtiera.

—Es todo tuyo. —Ji An frunció el ceño cuando dejó a Minwoo con Jaehyo.

—No es conveniente molestar al hombre que cuida tu espalda.

—Quieres decir a mi niñera que evita que huya. —Minwoo comenzó a caminar más lejos en el bosque, preguntándose si Jaehyo lo detendría.

 

El hombre no lo hizo. En su lugar, mantuvo el ritmo de Minwoo.

 —Es probable que veas esto como una pena de prisión

—dijo Jaehyo—. Pero la humanidad no estaría a salvo si algo te sucediera, Minwoo.

—¿Por qué? ¿Porque crees que a Youngmin le importo? —Se burló, deteniendo todas las cosas que realmente quería decir. Estaba bastante seguro que a pesar de que su seguridad era la máxima prioridad, para él el príncipe podía quedarse con su opinión.

—Sí.

 

—Tonterías. —Minwoo se detuvo en seco, se giró y enfrentó al príncipe—. Él no me ama.

—Yo no dije que te amaba —Jaehyo lo corrigió mientras sus oscuros ojos se llenaban de algo que Minwoo no podía identificar. Eran oscuros, tenebrosos, y parecía ver a través de él—. ¿Cómo un hombre puede amar a alguien más cuando ni siquiera puede amarse a sí mismo?

Minwoo no quería oír eso. No quería saber que existía la probabilidad de una bola de nieve en el infierno de ser reclamado por Youngmin. Él no quería estar aquí en la mansión. Minwoo no quería estar en El Manacle. Sólo había un lugar en el que se había sentido seguro, y ese era la casa de Youngmin, ese castillo ruinoso que rondaba sus sueños.

Mientras el dolor del abandono lo inundaba, Minwoo sentía como los tentáculos de locura se envolvían a su alrededor. Estaba llegando a niveles críticos y lo único que quería era que el agujero en su pecho dejara de doler. —Te odio —le gruñó a Jaehyo—. No me agradas, ni tu familia. Deseo  nunca  haber  descubierto  que  Youngmin  era  para   mí. ¡Maldigo el puto suelo por el que todos ustedes caminan!

 

Los ojos de Jaehyo estaban llenos de un compasivo conocimiento. —Lo sé.

 Antes de que Minwoo pudiera parpadear, estaba de pie en su dormitorio. Gritó con todas sus fuerzas, destrozando su habitación, gritando el nombre de Youngmin y llamándolo con cada cosa deplorable que se le ocurría.

Le dolía tanto que Minwoo pensó que iba a morir de dolor. Terminó de rodillas, meciéndose hacia adelante y hacia atrás mientras lloraba lágrimas de color rojo sangre.

Abrió la boca para revocar la reclamación de Youngmin sobre él, romper el lazo por toda la eternidad, pero no podía formar las palabras. No importaba lo mal que las cosas estuvieran, Minwoo no podía darse por vencido. No tenía a nadie, ni una sola persona en este mundo, ni siquiera a su hermano.

Minwoo estaba solo y parecía que estaba destinado a permanecer de esa manera.

  

Minwoo abrió los ojos, el sentido del tiempo perdido para él mientras miraba alrededor. Supo de inmediato que no estaba en su habitación. Cuando sus ojos comenzaron a centrarse, se dio cuenta de que estaba acostado en una cama de seda, cortinas transparentes a un lado. Sus ojos recorrieron la habitación y supo exactamente dónde estaba.

—Muéstrate.

 Una brisa entró por las ventanas que se desmoronaban mientras un búho ululaba fuera, aun así todo estaba en silencio.  No  hubo  respuesta  a  su  pregunta.  Se recostó, acurrucándose  y se  preguntaba si  iba  a  despertar  de su sueño. Él no quería. Quería quedarse aquí para siempre.

 

—¿Por qué intentas evocar un sueño profundo en ti mismo?

—Porque prefiero dormir por toda la eternidad a pasar un momento más sin ti —susurró Minwoo. Sabía que no debía levantarse y mirar. Youngmin no iba a mostrarse. El hombre había construido una fortaleza entre ellos y no había manera de atravesarla. La pregunta era, ¿por qué Youngmin lo había traído aquí? ¿Por qué el antiguo vampiro robaba los sueños de Minwoo?

—No voy a permitir que hagas eso. —La voz profunda de Youngmin se deslizó a través de la habitación como una serpiente hecha de humo—. Te he quitado el poder del sueño profundo.

Minwoo cerró los ojos, sintiendo el dolor rasgarlo más profundamente. —Te odio —susurró—. Me niegas el darme la paz que quiero, que me permita ocultar el dolor que me has causado.

Minwoo sintió una ligera brisa mover su cabello hacia atrás, un calor recorrió su expuesta mejilla. No quería trucos ni ilusiones. Quería lo real. —¡Déjame en paz!

Le giró de espaldas, apenas capaz de respirar antes de que Youngmin apareciera sobre él, con las rodillas a ambos lados de las caderas de Minwoo, con las manos a cada lado de su cabeza. Oscuro, muerto, y dando miedo, Minwoo estaba envuelto en un aura de poder supremo. El hombre era enorme, las puntas de sus colmillos tocando su barbilla, sus ojos salvajes, peligrosos.

—Nunca podremos estar juntos. Quieres cosas que no pueden ser.

Había un dolor crudo en su garganta por las  lágrimas retenidas mientras Minwoo se acercaba y le daba un puñetazo en la mandíbula a Youngmin. —¡Bastardo!

Youngmin sostuvo sus muñecas, sus ojos llenos de tanta tristeza que Minwoo pensó que se volvería loco. Se estremeció con la brutalidad de las emociones del hombre.

Bajando la cabeza, Youngmin inhaló en el cuello de Minwoo, colocando un suave beso justo debajo de la oreja. —Yo revoco mi derecho sobre ti, No Minwoo . Te dejo en libertad del hombre al que odias.

—¡No! —Su grito resonó en las paredes, haciendo eco en sus oídos, pero la habitación estaba vacía. Su estómago se sentía como si estuviera tratando de llegar a su garganta cuando se dio cuenta de que Youngmin se había ido y él sabía en su corazón que no volvería a ver al hombre de nuevo.

Minwoo se despertó de su sueño, con el corazón acelerado mientras miraba frenéticamente alrededor de su propio dormitorio. El sudor empapaba cada centímetro de su cuerpo mientras se acurrucaba. Eso no sólo había sido un mal sueño.

Youngmin realmente había venido a él y rescindido su reclamo como su pareja.

 

 —¿Ya está? —Soo Man le preguntó al  camaleónico shifter lobo cuando los ojos del hombre se abrieron. Jong Gil se quedó allí viéndose como un clon de Youngmin, el hermano de Jaehyo.

 

Jong Gil asintió, moviendo los enormes hombros antes de sentarse en la mesa en la que se había acostado. —Ya está hecho.

El hombre era el más malditamente grande que Soo Man hubiera visto en su vida. Era aún más grande que Jongin en su forma de shifter. Él había encontrado al medio raza, mientras estaba en Rumania y Soo Man supo que había encontrado oro. Jong Gil había estado escondido allí, huyendo de sus propios demonios que gritaban por misericordia. No estaba seguro de qué miseria torturaba al hombre, y no le importaba. Jugando con las debilidades del individuo, Soo Man le había dicho a Jong Gil que regresara con él. Por la promesa de riqueza la criatura aceptó la oferta de Soo Man.

—¿Tenía alguna idea de que no eras su pareja?

 Jong Gil negó con la cabeza. —Ninguna. Él creía que yo era su Youngmin.

El objetivo de Soo Man era destruir la manada, aquelarre o lo que sea de cada líder Ultionem. La inconformidad entre ellos iba a ser hermosa. No podía llegar a las parejas de Jaehyo, pero el hermano más joven del antiguo vampiro era igual de valioso. Cuando Youngmin matara a su pareja y se volviera loco de culpa y dolor, tendría que ser puesto de nuevo en un profundo sueño y Soo Man se movería para destruir el aquelarre.

Todos iban a pagar por la muerte de Soo Hyun.

 

—Ahora —dijo Soo Man demasiado alegremente—. A la segunda fase.

 

 

 continuara...

 


 

PROLOGO

El gran reino de Neverlight Hall era el más poderoso de las tierras. La dinastía de Los Ahn Espelimbergo gobernó durante más de tres mil años. A pesar de que eran humanos, tenían siervos shifters para cuidar su seguridad, y hechiceros para lanzar hechizos que mantenían al reino a salvo de cualquier persona que quisieran hacerles daño.

Pero no todo estaba bien en el reino. La reina Ahn Taeyeon Espelimbergo quería tener hijos. Pero ella no quería que su marido sembrara su semilla en su vientre. A Taeyeon le molestaba la idea de tener hijos que fueran débiles, sin nada más que sangre humana. Ella quería que su descendencia fuera fuerte como los shifters, poderosos como los brujos, y con la astuta inteligencia de un demonio.

Después de buscar a Soo Yoon, el mayor hechicero de sus tierras, Taeyeon llegó a un acuerdo con él. Estuvo de acuerdo en matar al rey a cambio de una potente pócima que le daría hijos con todas las cualidades sobrenaturales que sentía que era su derecho tener. Soo Yoon aceptó su oferta. Pero lo que la reina no sabía era que el brujo odiaba a los humanos con cada respiración que tomaba.

Estaba tan hastiado y lleno de odio que creó el hechizo con un corazón oscuro, añadiendo cosas que eran totalmente diabólicas. Entregándolo, Soo Yoon le dijo a Taeyeon que su parte del trato debería de ser cumplido cuando su hijo fuera mayor de edad.

Ella estuvo de acuerdo.

 

Después  de  cantar  el  hechizo  que  Soo Yoon  le había dado, ella buscó un hombre cuya reputación hablaba de gran poder y fuerza sin igual. Taeyeon utilizó su impresionante belleza para seducir a Him Chan para que durmiera con ella, no una vez, sino dos veces.

El Rey Ahn Marsian Espelimbergo se llenó de alegría cuando la reina dio a luz a su primer hijo, Jaehyo. …l estaba muy emocionado una vez más, cuando unos años más tarde ella parió a los gemelos Kwangmin y Youngmin.

La raza de los vampiros nació.

 

Pero lo que Marsian no sabía era que los hijos no eran de su sangre. …l los consideró como propios y les enseñó a ser grandes hombres. En vísperas del décimo octavo cumpleaños del Jaehyo, Soo Yoon visitó a Taeyeon. …l exigió su pago, pero para entonces, Taeyeon se había suavizado, sus hijos le mostraron el regalo más grande de todos, el amor. Ella se negó a matar a su marido. Taeyeon sabía que había sido egoísta al usar el hechizo hace tantos años. A través de los años se dio cuenta de lo mucho que Marsian la adoraba y ella se había enamorado de su rey.

Enfurecido porque ella no había cumplido su parte del trato, Soo Yoon reunió a otros brujos, comenzando una guerra en la que el rey y la reina fueron asesinados. Antes de su muerte, Soo Yoon echó un último hechizo. …l quería que los hijos sufrieran por la traición de su madre. Eligiendo un oscuro hechizo que poseía, Soo Yoon cortó la garganta de su propia hija, creando una maldición para los hijos de Ahn Taeyeon Espelimbergo.

Comenzó a cantar y recitar el hechizo cuando los shifters e hijos Espelimbergo irrumpieron en su castillo. Soo Yoon tuvo suficiente tiempo para maldecir solo a uno. Eligió al vampiro que se había acostado con su amada hija, Victoria.

 

Youngmin.

 

Cuándo él se acercó, Soo Yoon derramó la sangre de Victoria en el caldero, sellando el destino del vampiro por toda la eternidad. Youngmin era una abominación  que amaba demasiado la sangre y había manchado a su hija, por lo que Soo Yoon lo maldijo con un anhelo por la carne.

El Guardián de los infiernos buscó a Youngmin, diciéndole lo que Soo Yoon había hecho. También le dijo a Youngmin que si revelaba lo que sabía, la maldición se intensificaría por diez. El hechizo obligaba a Youngmin a consumir carne, haciéndolo el vampiro más temido en toda la existencia de los vampiros.

La guerra duró 300 años, diezmando a la población paranormal. En ese momento, el hambre de Youngmin por la carne había crecido tanto que Jaehyo tuvo que poner a su hermano en un sueño profundo. Pero Kwangmin amaba tan profundamente a Youngmin que no quiso dejarlo solo. Estuvo de acuerdo en que lo pusieran a dormir junto a su gemelo. Jaehyo le juró a Kwangmin que iba a despertarlos cuando encontrara una solución a la desgracia de Youngmin.

Pero la solución no se encontró.

 

Años se convirtieron en décadas, que se convirtieron en siglos. Habían pasado dos mil años, y ahora en una época de tecnología donde los habitantes de la Tierra estaban tecleando en sus smartphone u ocupados en el tráfico de la hora punto, los misterios del día hacía mucho tiempo que no era ni siquiera un pensamiento fugaz.

Nadie recordaba la batalla entre criaturas sobrenaturales y los brujos. La mayoría había olvidado el folklore, dejando a un lado las leyendas por un café con leche o el último gadget. Los que recordaban pensaban que la guerra sólo era un mito para asustar a los niños y hacer que se comportaran. Un puñado sostenía que estuvieron allí, siendo testigo de primera mano del mal que habían plagado las tierras. Sólo unos pocos recordaban la matanza que dejó atrás.

Los brujos prácticamente desaparecieron de las tierras, asesinados por vampiros y shifters para que dejaran de lanzar hechizos antiguos y malvados.

Neverlight Hall aún seguía en pie, aunque ahora en ruinas. Los años no habían sido amables con el castillo que una vez había sido el lugar más majestuoso donde vivir. Pero todavía había alguien que caminaba por los pasillos solitarios, que vivía en las sombras conteniéndose de comer su camino a través de la lacra de la sociedad.

Encadenado a la maldición, Ahn Youngmin Giordano Espelimbergo estaba más muerto que vivo, soportando una existencia que no le desearía ni a su peor enemigo.

 


 

 


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