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Locura de Amor por kawai13

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes usados no me pertenecen, créditos respectivos a Marvel. Solo los uso para dar vida a mis historias sin fines de lucro.

Las respiraciones estruendosas dentro del casco, las frentes sudorosas y las gotas cayendo por el uniforme eran las características compartidas de todos los jugadores en la cancha; faltaban exactamente 30 segundos, brillando en todo lo alto como si el reloj se burlara de ellos y les recordara que tan lejos de la endzone se encontraban.

 

Sus jugadores estaban cansados, las barras eufóricas y casi afónicas, era imposible no gritar, era imposible no estar contagiado de las ganas y energías de partido, tanto espectadores como jugadores, entrenadores como porristas, todos sabían que esta era la jugada decisiva, esta jugada les daría la victoria… o la derrota.


¿Se llevarían el trofeo a la casa?

 

Todo dependía del Quarterback.

 

Todo dependía del Capitán Steve.

 

La presión hacía a su pulso acelerarse y sentía la adrenalina correr por su cuerpo.

 

El capitán miró a Thor, su atolondrado pero confiable Linebacker, aquel que ahora se encontraba en la línea ofensiva mirando hacia su dirección; con un asentimiento y una mirada llena de confianza le comunicó su decisión al jugador, aquella que le hizo abrir enormemente los ojos azulados al de cabellos largos; quiso negar con la cabeza, pero su capitán ya dirigía la mirada hacia adelante.

 

Gritó indicaciones, números decodificados que hacían entender a todos, la siguiente jugada. Su entrenador le gritaba por el auricular que desistiera, que siguieran el plan, pero él no estaba escuchándolo. No había tiempo, y faltaba mucho tramo por recorrer.

 

El balón llegó a sus manos y el reloj comenzó a correr, retrocedió un par de pasoso y alzó su brazo para lanzar el balón. Todo pasó en un par de segundos, gran parte del equipo contrario dirigió su marcha a donde suponían iría el balón, a su receptor más veloz, Sam, que ya había esquivado jugadores contrincantes.

 

Cuando ya se estaban lanzado al bloquear al joven Wilson, Steve llevó el balón a su pecho y corrió hacia la derecha, la breve confusión le dio un par de segundos de ventaja, pero rápidamente todos los jugadores lo tuvieron como objetivo.

 

Derrumbarlo era su única alternativa.

 

Veinticinco segundos. Saltó sobre un hombre que quiso derribarlo, y corrió hacia la esquina derecha de la cancha, donde un preparado Thor comenzó a seguir su corrida. Cincuenta yardas de distancia que tenía que cubrir y muchos jugadores furiosos que se interponían en su camino.

 

Veinte segundos, cuarenta Yardas.  Dos de los tacleadores los alcanzaron con facilidad, tanto Steve como Thor estaban preocupados. Si llegaban a interponerse. Thor tendría que defenderlo y Steve perdería protección para todo el tramo faltante; no fue así. Bucky atrapó a uno de la cintura e hizo que chocara con el otro, derribando a ambos jugadores contrincantes. Por desgracia, el choque logró que Steve se alejara del lateral de la cancha y tubo que correr hasta ubicarse en el centro y estar más desprotegido hacia los ataques.

 

Quince segundos, Treinta Yardas. sintió como alguien del lado contrario de Thor lo intentó alcanzar de sus pantorrillas, saltó en el momento justo, alcanzando solo a percibir un tirón en su uniforme.

 

Doce segundos, veinte Yardas. Un par de jugadores más, tan furiosos como todos los demás, se acercaron a derribarlo el momento de Thor había llegado, aquel que con una defensa de primera los derribó sin esfuerzo alguno dejándole el camino despejado. Steve estaba tan cerca de lograrlo.

 

Diez segundos, quince Yardas. Sentía la meta al alcance de sus manos, sus músculos quemaban y el sudor chorreaba por su frente cuando de repente sintió el fuerte agarre de un jugador en su cintura. Lo tambaleó, lo descuadró y luego de un par de erráticos pasos hacia adelante pensó que se iba a caer

 

Siete segundos, diez yardas. Sintió el brazo izquierdo medio flojo en el agarre, poniendo su pie antes de la caída y dando torsión a su movimiento con una vuelta completa, cinco segundos, se zafó del agarre, sorprendiendo a toda la multitud y rogándole a sus pies que fueran más rápidos.

 

Cinco yardas.  El tiempo se agotaba, los gritos ensordecían todo el lugar y cuando el fuerte estruendo que anunciaba el fin del partido resonó en todo el estadio, Steve se encontraba tirado en el césped artificial y caliente por los rallos del sol.

 

Medio cuerpo dentro de la endzone contraria, con los brazos extendidos y el balón en sus tiesos dedos por tanta presión.

 

El estadio se mantuvo en silencio, viendo los brazos alzados del árbitro.

 

Era un TOCHDOWN.

 

El equipo SHIEL ganaba el campeonato.

 

Se llevaba la copa a la casa.

 

Y era un motivo para festejarlo.

 

Medio estadio rugió entero, de forma fuerte y pareja. Dejando lo poco que les quedaba de voz en la colosal celebración de victoria.

 

Steve fue alzado por su amigo Bucky cuando el apenas se iba sosteniendo de sus sobre esforzadas piernas.

 

—¡LO LOGRAMOS CAPITÁN! — Gritaba con ahínco.

 

Poco a poco su cuerpo sintió sutiles impactos en comparación a todo el partido. Sus compañeros lo rodeaban en un ridículo abrazo grupal, pero desbordante de alegría, orgullo y satisfacción.

 

Lo habían logrado, la victoria se saboreaba tan dulce y perfecta. Entre gritos y empujones fueron llegando hacia las bancas donde su entrenador los esperaba, gritando orgulloso de su terco pero excelente jugador que tenía como Quarterback. Todo su equipo era perfecto.

 

El entrenador Coulson fue bañado en helada bebida energética de un vibrante color naranja y Steve jalado de su sudoroso uniforme por unas delicadas manos de una rubia porrista.

 

Sharon aprovechaba la algarabía exorbitante y le robaba un beso al alfa dueño de sus suspiros. De gran parte de los malditos suspiros de las mujeres betas y los escasos omegas en la universidad.

 

El capitán se deja, sonriéndole y correspondiendo toscamente el beso, para luego ser alejado nuevamente por las manos de sus compañeros, aquellos que ya lo esperaban para alzarlo en sus brazos y hacerlo rebotar en el aire.

 

El festejo siguió todo ese día hasta altas horas de la madrugada, con alcohol y chicas rondando, con compañeros universitarios en una casa ofrecida para la celebración. La música estruendosa, los gritos y felicitaciones constantes llenaban de alegría a cualquiera.

 

Con mucho alcohol en sus venas y la rubia beta de Sharon en sus brazos saltando por una alocada canción electrónica el capitán sonrió con autosuficiencia.

 

La mujer se movía con la sensualidad desbordando su cuerpo, caderas juntas rosándose al ritmo de la música. Cuerpos sudorosos y fibrosos, pero sobre todo ojos brillosos llenos de desbordante deseo.

 

Steve alza su mirada viendo como sus amigos celebran. La joven Alfa Natasha subida en una mesa mientras movía sus caderas al ritmo de la música, el Beta Sam persiguiendo a una de las porristas con una diminuta minifalda y su gran amigo Bucky, que ya se encontraba en el sillón más cercano con una beta en sus brazos.

 

Su atención volvió a la rubia cuando sintió una delicada mano pasar por su fuerte brazo. En sus ojos pudo ver deseo y picardía, lo cogió de la mano y lo dirigió a salir del gran tumulto de personas que bailaban descoordinadamente.

 

Era la casa de Sharon, y estaban yendo a las escaleras que daban a la planta privada de la lujosa casa. El capitán del equipo sonrió con arrogancia y encantado siguiendo las insinuaciones de la chica. Sharon pudo jurar que vio un destello refulgir de esos celestes y profundos ojos. Un brillo lleno de promesas excitantes e impuras, mientras lo dirigía a su cuarto y se desnudaba.

 

****Locura de Amor****

 

 

Una nueva semana había empezado, y como siempre, Steve estaba con buen tiempo antes de su primera clase.

 

Aun se sentía la alegría por los pasillos, grupitos juntos tarareaban la canción de la barra, mientras saltaban ridículamente. Las sonrisas grabadas por el orgullo de pertenecer a la universidad ganadora y llevar la chaqueta del equipo de futbol era sinónimo de ser detenido cada dos pasos para felicitarte o gritos señalándote con enormes sonrisas de personas que ni conoces.

 

Su gran amigo James Buchanan Barnes, más conocido como Bucky, llegó a su lado, alzando su mano en señal de alegría, chocándo con fuerza la mano de Steve.

 

— Querido Capitán — Dijo risueño — aún sigo asombrado por la jugada que hizo.

 

— Solo dime Steve. — Su sonrisa demuestra la misma alegría, mientras siente la familiaridad del brazo de su amigo sobre sus hombros. — No estamos en la cancha.

 

Sus blancos dientes, cual apuesto muñeco de pastel de boda, saca un par de suspiros de las chicas por los pasillos.

 

— Ya lo conoces Buck. — Natasha se les une en la caminata hasta el segundo piso de la facultad — La humildad vuelve a él siempre que la celebración acaba — La mirada y sonrisa pícara aparece en los labios de la pelirroja — Y con lo satisfecho que lo dejaron. No creo otro festejo le gane al del viernes.

 

— En especial con esa beta. — Bucky no era tan sutil en sus palabras.

 

Las mejillas del gran alfa se colorearon levemente de carmín, al recordar breves momentos con la rubia beta y porrista Sharon.

 

— Chicos. — No sabía que decir menos cuando no fue muy consciente de sus acciones en ese momento, el alcohol ingerido y la adrenalina corriendo por sus venas, fue en gran medida causantes de su arrebato.

 

— Sutileza, Bucky. — Dijo Natasha dándole un coscorrón en la cabeza al castaño — Eso es lo que te falta tanto a ti como al atolondrado de Thor.

 

— Mujer agresiva — Susurraba James acariciándose la cabeza, intentando mitigar el dolor del fuerte golpe de la pelirroja.

 

— Y dime Steve — Dijo ignorando las quejas y murmullos del castaño. — ¿Que piensas de Sharon? La muchacha está coladita por ti, y veo que no te es indiferente.

 

Steve sintió un breve pinchazo de molestia en su cabeza, e hizo una mueca que fue percibida por sus compañeros.

 

— Sharon es linda y lista. — Susurró Steve bajando la vista hasta sus zapatillas mientras seguía caminando por el pasillo hasta llegar a su casillero — Pero no me atrae para tener una relación con ella.

 

— Nat, ya sabes que después de todo, nuestro Stevie es un romántico que espera a su omega.

 

— ¿Ese tonto cuento del omega destinado o no sé que tontería? — Le preguntó Natasha viendo incrédula hacia Steve, mientras el rubio cogía unos cuanto cuadernos — Pensé que eso había quedado atrás, y por eso empezaste con el sexo casual. Es decir. — Natasha seguía un poco impresionada — solo hay un 1% de omegas en el mundo. UNO Steve.

 

— Lo sé Natasha.

 

— No, creo que no entiendes. De cada 30 Alfas solo uno de ellos se podría decir que tienen una pareja omega. Sin contar con que hace muy poco que ellos tienen igualdad de derechos y siguen existiendo neandertales que los menosprecia y agreden.

 

— Lo sé. Natasha — Repitió. Su voz salió grabe, herida y enojada. El anhelaba a una pequeña omega en sus brazos. Tal vez fuera un pequeño, pero ellos eran aún más escasos que las mujeres omegas. — Créeme que sé toda esa mierda.

 

Sus ojos titilaron mientras cerraba con fuerza el casillero, asustando un poco a sus compañeros y evaporándose toda atmosfera de alegría previa.

 

— L-lo siento, Steve — Dijo Natasha un poco apenada por sacar un tema que a Steve le incomodaba.

 

Steve respiró un par de veces con la cabeza hacia abajo, aun de espaldas a sus amigos y con los ojos cerrados. Negó sutilmente, a las disculpas brindadas. No era culpa de ella. No era culpa de Natasha el tener aun ilusiones y esperanzas.

 

— Bueno, aunque sea poco probable, no es imposible. — Natasha intentaba enmendar el ambiente cargado — Es decir, solo tienes que mirar a los profesores Lenshester. Ellos son prueba de que si se puede encontrar a tu pareja.

 

Bucky asintió con vehemencia, dándole razón a la pelirroja y finalmente con un par de palmadas en la ancha espalda del alfa rubio le dio énfasis a su animado pensamiento.

 

— Vamos grandulón. Si el amargado profesor de Erik pudo conseguir un omega tan tierno como Charles, nada indica que tu no puedas ser uno de los afortunados.

 

Finalmente, Steve se volteó, asintiendo animado y con esa enorme sonrisa de comercial que siempre poseía.

 

— Tienen razón chicos, sé que pronto llegará aquella persona que está destinada a estar conmigo. — Se acomodó la mochila en el hombro derecho —Y ahora mejor vamos caminando a clases que falta poco para que inicien.

 

Ambos compañeros asintieron. Steve con James tenían el mismo curso en la siguiente hora, en cambio, Natasha estaba en una carrera diferente. Misma facultad, pero diferente carrera y un año más abajo que los otros. Aun así, ambas clases eran el segundo piso.

 

Nuevamente emprendieron su caminata a las escaleras más cercanas, el grupo de amigos volvió a su animada conversación. Hasta que Steve chocó con alguien más pequeño, en muchos sentidos.

 

El golpe no fue más que un leve rose para Steve, estando acostumbrado a que lo tacleen en cada uno de sus entrenamientos, el no salió nada perjudicado.

 

Regresó su mirada hacia el frente buscando a la persona con la que colisionó y parpadeando un par de veces al no encontrar al causante.

 

Un leve quejido hizo que mirara hacia el piso, donde un joven adolescente de no más de 16 años se encontraba sentado en las baldosas y parándose lentamente.

 

El corazón de Steve bombeó con rapidez al percatarse del delicioso olor que el joven emanaba. Era un omega, pequeño, y de dulce fragancia.

 

Intentando salir de su estupor, parpadeó repetitivamente hasta que su cerebro reaccionó.

 

— Lo siento mucho, déjame ayudarte.

 

Su voz llamó la atención del adolescente, dejando a Steve sin habla al ver las deliciosas pupilas color caramelo, miel derretida. No sabía cómo describirlas, pero esas espesas pestañas que revoloteaban en cada parpadeo, solo le quitaba más y más el aliento.

 

El joven omega miró con una mueca de enojo al enorme gigante con el cual había chocado por estar distraído en su celular hablando con su padre. Luego apreció la mano extendida para ayudarlo a levantarse y con el sonrojo en sus mejillas ignoró por completo toda acción del mayor.

 

— No necesito de tu ayuda. — Se levantó sin aceptar la amplia mano del enorme alfa frente suyo.

 

Parte de la colisión fue su culpa, por lo que solo buscó su celular en el piso y luego de recogerlo quiso pasar por un lado del grupo (porque se había percatado que eran tres alfas) de neandertales. Para Tony todo estudiante universitario con un IQ común y corriente no se podía catalogar de otra forma.

 

— Permiso — Alzó su rostro y emprendió nuevamente su camino, o lo hubiera hecho si hubiera sentido la gran mano del rubio en su muñeca — ¿Qué quiere?

 

Tanto Natasha como James miraban la escena, un poco distantes, era la primera vez en tanto tiempo que Steve expulsaba inconscientemente feromonas de anhelo y posesividad.

 

— ¿Estás perdido, estás buscando a tu hermano? — Steve no quería que el pequeño jovencito se fuera, por lo que intentando retenerlo de cualquier forma se ofreció a ayudarlo.

 

Alguien de la edad de Tony, no era probable que estuviera en la universidad, no aparentaba más de quince, por lo que Steve supuso que estaba buscando a un familiar, aquel con el que hablaría para conseguir el permiso de entablar una amistad con el joven omega.

 

Tony se tapó la nariz. Debido a los fármacos que ingería para reducir por completo su celo y dejar sus feromonas al mínimo, no podía diferenciar emociones mediante el olor, pero eso no implicaba que el almizcle personal del joven, no empezara a inundar el ambiente.

 

— Ya le dije que no necesito ayuda de nadie — Se intentó zafar, pero el firme agarre no cedió.

 

Su ceño se frunció con mayor notoriedad y jaló nuevamente su mano.

 

— Suélteme. — Bramó enfurecido — Y dejé de botar su olor por todo el pasillo.

 

Fue en ese momento que Steve se percató de su comportamiento, avergonzado, soltó la delgada muñeca.

 

— Di-disculpa.

 

— Y solo para que lo sepa. Estoy tramitando mis papeles de intercambio. — Volteó su cuerpo por completo ante los tres alfas que se habían acomodado frente a él — Y tengan en mente algo, bobos y estúpidos alfas. No por ser omega, necesito tener un maldito cartel que pide ayuda. — Cruzó los brazos frente a su delgado pecho — Les apuesto que puedo pasar todas las tontas materias con las que ustedes sufren con un par de horas de lectura.

 

La arrogancia Stark prevalecía en su pequeño cuerpo.

 

— Pero no puedes tener más de quince. Es imposible que estés en la universidad. — Dijo un sorprendido Bucky.

 

Tony enarcó una ceja con diversión.

 

— Tengo 16 y a diferencia de ustedes, mi inteligencia supera al común denominador de la gente. — Sintió las vibraciones en su celular y bajó la vista hacia la pantalla brillante — Ahora, si me disculpan y su amigo no me vuelve a agarrar, tengo asuntos con el tuerto de Fury — Emprendió su camino dándole la espalda a los tres alfas.Dio un par de pasos antes de voltear su rostro. — Mi nombre es Anthony Edward Stark, no lo olviden bobalicones.

 

El joven omega siguió caminando y atrayendo la curiosa mirada de la gente en el pasillo. Ya era raro que hubieran omegas en la universidad, pero uno tan joven y pequeño, ya era extremadamente irrisorio.

 

— Vaya… — Dijo Natasha, que se encontraba al lado derecho de Steve — Ese omega es una fierecilla.

 

— Ni que lo digas Nat, para pararse frente a tres alfas y dos que lo superan en masa corporal y siendo casi el doble de altos… — Miró a Steve — En donde llegaste a poner tu atención amigo. — Dijo palmeando la espalda del aturdido Steve. — En que omega te has fijado. No parece muy cariñoso.

 

— Yo… — Steve aun no podía concentrarse de forma completa.  — Es la primera vez que veo… que veo a un omega tan…

 

— ¿Malhumorado? — Cuestionó Bucky.

 

— ¿Bocón? — Dijo Natasha.

 

— Hermoso — Susurró dejando un poco sorprendidos a los alfas. — Necesito verlo de nuevo.

 

Estuvo a punto de caminar hacia donde el joven se había marchado hace un par de minutos cuando el primer timbre (aquel que suena 10 minutos antes de iniciar las clases) retumbó en toda la facultad.

 

— En otro momento amigo, tenemos clases con el demonio de Erik, llegamos tarde y morimos.

 

James jaló del grueso brazo a su amigo para seguir con su caminata a la dirección contraria. Steve solo asintió un poco desilusionado y con su alfa rugiendo dentro suyo.

 

No se dio cuenta cuando Natasha se separó de ellos, ni como había logrado sentarse en una silla en la segunda fila del salón, pero sus pensamientos aún estaban enfocados en la curvilínea silueta que apreció alejarse por los pasillos.

 

‘‘Steve, es él. Huele delicioso, ¿verdad? Tenemos que volver a verlo.’’

 

Continuará…

 

Notas finales:

Estoy poniendo todo al día mis plataformas, para poder reiniciar con la publicación de los fanfics congelados.

 

Esto se debe a que voy a iniciar un intento de patreon, que es una página de micro mecenazgo, donde la gente puede apoyar de forma mensual con lo que esté a su alcance. No es obligatorio, esto solo me daría la oportunidad de brindarle mucho más tiempo a la escritura y poder dejar uno de mis tantos trabajos que siempre tengo.

Si pueden, estaré inmensamente agradecida sino, me ayudarían mucho compartiendo y votando por la historia.

Obvio los que apoyen tendrán beneficios, desde publicaciones antes de tiempo, spoilers, sorteos y mucho más.

Si quieren mayor información, el primero de Abril se publicará “Un Patreon para una Escritora” explicando todo a detalle.

También pueden entrar directamente a este link.

 https://www.patreon.com/Alexmoon13


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