Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bone's Mate por Xora

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya iba siendo hora de que actualizara aquí. 

Disfruten.

Red necesitó únicamente un segundo para sentirse exasperado e irritable con la espera dentro de la sala, por ello no se evitó gruñir con fastidio al tiempo que se tumbaba sobre el respaldo de la silla y la empujaba de modo que esta se sostuviera con el par de patas traseras mientras descansaba la nuca en el borde. Era consciente de lo solicitado que era el rey Asgore, y de los muchos deberes que atendía al mismo tiempo cuando estaban en plena guerra, pero sus inquietudes estaban superando a la razón de tal forma que era incapaz de conceder un poco de empatía por la situación, después de todo había aceptado formar parte de las estrategias contra los humanos tan sólo por la oferta y ventajas que le habían ofrecido. Tal vez había sido creado para servir a la causa pero el mundo sabía a la perfección que no tenía madera de soldado, era demasiado rebelde y violento para mantenerse bajo las ordenes de cualquier capitán, estaba convencido de que ni siquiera el rey de los monstruos iba a ser capaz de someterlo tanto tiempo, mucho menos si demostraba ser incompetente hacia su búsqueda personal. El pensamiento logró que la expresión de Red amargara, molesto consigo mismo una vez más. Dejó de empujarse, devolviendo la posición de la silla en la que permanecía sentado a la normalidad, y él se recargó en sus propios fémures con cansancio, frotando los falanges en los huesos frontales de su cráneo, ahogando un suspiro. Necesitaba volver a campo abierto, desligarse, pues ya había comprobado que ninguno de los monstruos en este nuevo escuadrón -al que fue transferido- era quien buscaba. La puerta de la oficina se abrió finalmente, incitándole ponerse de pie y acercarse sin una invitación, más la silueta de Asgore pareció señal suficiente para él de adentrarse al espacio con los falanges dentro de los bolsillos. Una vez ante el escritorio, Red apenas se molestó en mirar los objetos componiendo el lugar, aunque le fue imposible pasar por alto las fichas de los monstruos perdidos en batalla que adornaban esa tersa superficie.

—Por favor toma asiento, Red —ofreció el monstruo peludo con amabilidad autentica mientras retornaba a su lugar tras el mueble de madera. Red habría atendido la indicación con mera y banal cortesía pero optó por quedarse de pie obstinadamente.

—No es necesario, pienso irme después de obtener lo que deseo —se justificó.

—Ya veo —respondió el viejo monarca rascándose por debajo de su melena dorada en un gesto cansado, repetitivo—, ¿y qué es lo que realmente deseas?

—Lo sabes bien a estas alturas ¿no? Siempre me he enorgullecido de ser directo. He hecho todo lo que me pediste, he asistido a cada guerrillero y soldado que distribuiste en tu pequeño plano de batalla, he salvado las vidas que he podido, y aún así no he encontrado a nadie que se asemeje siquiera un hueso a mi hermano. Comienzo a pensar que todas esas palabras de equidad sólo estaban disparando a tu conveniencia.

—Lamento mucho que no hayas encontrado a quien buscas pese a todos tus esfuerzos, yo asumí que este sería el sitio definitivo, después de todo es el único ejercito de las fuerzas que posee registros de esqueletos en funciones.

—Si, conocí a los huesudos —afirmó Red con un bufido—, pero ninguno concuerda con la edad o apariencia que debería tener él desde que fuimos separados hace veinte años.

—Es posible que no haya correspondido de la misma manera exhaustiva en la que los has hecho tú pero no quisiera que te arrepintieras de haber ayudado a tantos monstruos que necesitaban de tu intervención en batalla. —Asgore se puso de pie—. Te prometo que haré todo lo que está a mi alcance para ayudarte encontrar a tu hermano pero, en caso de no existir otros posibles prospectos —el rey se tomó un momento para reflexionar la dirección en que estaba a punto de avanzar aquella conversación, escogiendo entre su arsenal de palabras sensibles las más adecuadas para no rasgar cruelmente las esperanzas del esqueleto delante suyo, aún si sabía tal compasión de su parte -o de cualquiera- era ofensiva—, trata de ser fuerte y no desplomarte ante las malas noticias. Son tiempos duros para todos los monstruos y me apenaría mucho que tus esperanzas te destrozaran.

Red emitió un sonido de chasquido antes de darse la vuelta y darle la espalda al rey, quien se movió de su sitio queriendo alcanzarlo, tal vez disculparse por su rudeza, pues quizás no seleccionó su mejor frase para una situación tan delicada como aquella, más fue sorprendido por la respuesta que el joven esqueleto le había dedicado. —Ya lo sé, anciano —dijo, condescendiente, y un poco retador—. Saluda a tu esposa de mi parte —y finalmente Red se retiró de la oficina y del edificio dejando al rey con algo en qué pensar.

 

 

El esqueleto avanzó con pasos pausados, cansados y retraídos, inevitablemente recordando, divagando sobre un punto muerto sin retorno en el tiempo. Nadie en ese mundo deteriorado era más consciente que él sobre la inmensa posibilidad de que su hermano no fuese más que polvo en el aire, él había visto a tantas crías de monstruos morir en plenos estudios biológicos que la certidumbre era ceniza difuminada dentro de su cráneo. Fue testigo de lagrimas y heridas incurables, polvo oscilando en el espacio y gritos desgarradores rompiendo la atmósfera, pues él mismo pudo terminar de la misma manera que todos esos chicos que lo único que podían hacer entonces era seguir ordenes, tratar de asimilar las sustancias que les eran inyectadas o administradas a través de capsulas, luchar por sobrevivir fue lo único que tuvieron a su alcance hasta que el beso de la muerte acarició sus indefensas almas, débiles ante las crueles circunstancias en las cuales habitaban. Red había sido el único en superar las pruebas, resultando positivo -victorioso- en cada una de ellas gracias a su condición de esqueleto, o algo parecido le habían dicho los científicos que lideraban aquel Centro de Control, ya que francamente no se interesó en escucharlos cuando en el fondo estaba tan aliviado de no haber muerto, pues se convenció que así podría ir en busca de su hermano en el momento que lo dejaran salir, y ese fue un pensamiento que le ayudó cuidar su comportamiento y actitud con sus creadores los próximos años hasta que el edificio cayó en manos del avión bombardero humano.

Por eso la idea de que Edge se hubiese convertido en una victima de semejantes experimentos jamás le parecería descabellada o imposible, aún si su ilusoria supervivencia se tratase de lo único que mantenía su cordura intacta. A pesar de todo, todavía quería creer que existía una eventualidad absurda, donde vería a su hermano -su única familia- fuerte y lleno de vitalidad, mucho más alto de lo que estuvo cuando lo vio alejarse en manos de esos despiadados enmascarados con trajes anti-bacterias. ¿Qué había sido de los niños de su edad de todas formas? Red ni siquiera hubiese podido estar seguro de que terminarían siendo retirados a otro Centro de Control como sucedió con él.

Deteniendo su andar, observó al grupo de esqueletos cumpliendo los ejercicios de entrenamiento rutinario junto a todos sus compañeros, había al menos cinco de ellos, pero ninguno que le causase mayor interés del que provoca un sujeto con personalidad amigable, insulsa. Undyne, la tritón hembra, era quien guiaba sus movimientos mientras concluían así que él prefirió retirarse. Red estaba tan acostumbrado a tomar distancia que no podría entablar siquiera una corta conversación con cualquier monstruo, generalmente era incompatible con la convivencia, a menos que se tratara de burlas insensibles, sin importarle la reacción que pudiese provocar en quien lo escuchase. Se alejó disfrutando de la vista de las copas de los arboles moviéndose de un lado a otro a causa del viento. Si algo podía agradecer de las instalaciones militares era la abundancia de naturaleza alrededor, cuya vegetación les servía para ocultarles en el centro de las zonas silvestres como madrigueras, y la armonía bastaba para calmar sus espíritus antes de que estas mismas zonas salvajes se convirtieran en sus tumbas. Se detuvo a la sombra de una árbol de mediano tamaño y permaneció ahí por lo menos tres horas hasta que los ejercicios del escuadrón finalizaron, Red no se había dado cuenta -entretenido con el viaje de las nubles en el cielo- hasta que el crujir del pasto le incitó mirar en dirección a uno de los esqueletos que conformaban el recinto, este se acercó fumando hasta recargarse en el tronco del árbol, pero no dio hincapié a iniciar una conversación transcurridos varios segundos de absoluto silencio que Red comenzó a considerar incomodo.

—¿Gustas uno? —el esqueleto le ofreció a Red un cigarrillo de la cajetilla que sostenía, cuyo paquete estirado hacia él miró de reojo, asqueado.

—Debes ser el primer monstruo que disfruta de cigarros sabor caramelo —Red rechazó la oferta lo más civilizadamente posible para él, consiguiendo una sonrisa por parte de su acompañante, quien se mostró complacido por su respuesta.

—Soy un esqueleto dinámico-didáctico, uso mi preferencia en cigarros para derrumbar un par de barreras que levantan los individuos difíciles —Red se tensó, pues no se había dado cuenta lo sencillo que fue para el otro hacerlo sentirse cómodo con su presencia a pesar de haber roto la estricta distancia que Red estableció desde su llegada—. Soy Stretch Swap —esta vez el esqueleto le extendió los falanges—, encantado.

—Red —se presentó Fell ignorando el saludo amistoso mientras desviaba la mirada. Con ese gesto Stretch sonrió resignando, comprendiendo que sería todo lo que conseguiría.

—Escuché que ayudaste al escuadrón de Sans antes, los humanos estuvieron cerca de matarlos a todos, es un alivio que aparecieras.

—El rey Asgore me envió.

—Sans me contó eso, y también me dijo que un auge de misterios te rodean. Jamás escuché de un esqueleto que pudiera hacer uso de la Retribución Karmica colectiva, posees un nivel de magia fenomenal ¿uh?

—¿A qué estás jugando? —cuestionó Red con suspicacia.

—Simplemente estoy tratando de mantener una conversación, y quizás resolver algunas dudas sobre ti... quiero conocerte, amigo. Los esqueletos no deberían estar solos.

—Se ve que la vida te ha tratado bien —Red gestó una mueca desdeñosa.

—No se trata de ver quién sufre más sino de aprovechar los momentos pacíficos. Aunque entiendo si eres la clase de sujeto que se siente cómodo con la definición de introvertido.

—Debo discrepar —una tercera voz se sumó al ambiente, incitando a Red levantar la mirada al frente una vez más para identificar al esqueleto con el que había tenido un encuentro durante la masacre—, porque está comprobado que existen muchos tipos de introvertidos, por lo tanto no se puede encapsular todas esas personalidades en una misma definición. No es que yo sepa mucho del tema de todos modos —Y este hizo un gesto de saludo con la mano izquierda mientras se acercaba. La mirada de Red se afiló—. Hola, no habíamos tenido la oportunidad de hablar desde la primera vez que nos vimos. Que suerte que Stretch se animara a interceptarte, tenía muchas ganas de charlar contigo.

—Te diré lo que quieras saber con la condición de que mantengas tu distancia —replicó cortante, Sans se detuvo—. Ha sido un verdadero dolor de huesos esquivarte.

—Oh, así que lo hacías a propósito. Undyne debió decirte sobre mi interés en ti.

—No lo necesité de hecho, actuaste demasiado obvio desde el principio —espetó Red de forma burlona—. Podrías decir que poseo una maestría en descubrir las dobles intenciones de sujetos diplomáticos, como tú respectivamente.

—Ya veo —Sans conservó su calma usual—. ¿Y qué hace diferente a Stretch?

—Fue una distracción momentánea, no volverá a tomarme desprevenido.

—Heh, entonces tuve suerte —comentó Stretch con diversión. Sans compartió su opinión alzándose de hombros desinteresadamente y estirando una mano en dirección a Fell cuando creyó estaría distraído pero Red reaccionó apartándose al instante y dedicándole una mirada asesina, demasiado espesa -como masa putrefacta- para considerarse saludable, esto hizo bufar a Sans con un gesto curioso para enseguida ocultar los falanges en los bolsillos de su pantalón como una muestra de confianza y comprensión a su actitud.

—Bien, he comprobado que rehuyes del contacto físico —observó Sans—, cualquiera podría decir que simplemente gozas de tu espacio personal pero tus reacciones son muy llamativas, me parece que la última vez que un monstruo del elenco intentó tocarte lo lanzaste lejos con tu magia azul. ¿Se puede saber el motivo?

—A menos que estés interesado en morir, te aconsejo evites probar suerte.

—¿Y por qué es eso? —intervino Stretch con genuino interés.

—Mis huesos decretan un nivel alto de toxicidad —explicó levantándose del suelo, decidiendo alejarse de aquellos monstruos a una distancia prudente antes de que alguno se le ocurriera intentar algo estúpido—, capaz de matar a humanos y monstruos por igual ante el menor contacto y lo peor es que no puede revertirse. No, no es una condición natural si se lo preguntan, en realidad es un efecto secundario derivado de la mezcla de magias que yacen dentro de mi alma así que... si valoran sus vidas y las de sus compañeros, correrán la voz, entonces me dejarán en paz.

—¿Experimentaron contigo? —la revelación causó un gran impacto en el interior del cráneo de Stretch y Sans, dándole lógica a cada evento extraño rodeando a Red—. Eso es grave.

—Tal vez por eso tu amiga Undyne no quería que lo supieras, de hecho me ordenaron estrictamente guardar el secreto pero ¿adivina qué? Estoy harto de que quieran ser amigables conmigo, si diciéndoles la verdad aseguro mi soledad, no me importa rebelarme a los mandatos de su amado rey, de todos modos es culpa suya que yo terminara así.

Red se dio media vuelta, dispuesto a largarse de ahí con aquellas palabras dichas y no se giró aún después de que Stretch intentó detenerle llamándolo una vez, entonces se rindieron. Las pupilas de Sans se habían ocultado detrás de la oscuridad de sus cuencas mientras observaba a esa espalda alejarse y pensaba en las posibilidades. Había escuchado que los científicos en funciones estaban desesperados por encontrar una forma de superar las lineas enemigas al inicio de la guerra, sobreponerse a la determinación humana, pero jamás imaginó que la respuesta que encontraron para ello fuera experimentar con su propia gente de aquella manera. ¿Cuántos como Red pudieron ser victimas y qué clase de monstruos entraban en el esquema? No podrían haber acordado emprender bajas civiles, de otro modo toda la sociedad se hubiese enterado; Sans no pudo evitar considerarlo cuidadosamente a la vez que lamentaba un poco haber renunciado a su puesto de científico varias lunas atrás para cuidar de Papyrus dentro de las tropas. Quizás de no haberlo hecho estaría enterado de un movimiento tan inquietante.

 

 

Los días transcurrieron con relativa calma, pues las noticias sobre guerrillas humanas cercanas enviaron a un escuadrón de monstruos para un nuevo enfrentamiento sobre la provincia donde Red se hizo cargo de mantener a los soldados completos. La misión exitosa mandó a los monstruos agotados de regreso a descansar hasta nuevo aviso mientras que Red volvía a aislarse entre comidas fuera del comedor, sobre el pastizal detrás de la construcción. Curiosamente ni Undyne o algún otro comandante del recinto le había reprendido por revelar información confidencial así que no pudo sino suponer que Sans y Stretch habían guardado el secreto, lo cual cuestionó mientras pensaba en las razones para ello. Aún así optó por alzarse de hombros y disfrutar del desayuno sin prisas, sintiendo que el sabor de la mostaza que bebía era arruinada con la vista de la misma pareja de esqueletos invadiendo su privacidad al sentarse cerca de él.

—Hey, venimos a interferir en tu vida antisocial —se mofó Sans con galantería en forma de saludo mientras tomaba asiento de forma floja encima de una piedra, Red gruñó.

—Se toman demasiado en serio su papel como molestias —comentó dándole un pronunciado mordisco al pan disponible en su cacerola.

—¿Te crees que mi apodo de Honey es por nada? —Stretch posó con ligereza sujetando un recipiente de miel entre sus falanges—. Te equivocas, está ahí porque soy una dulzura en huesos, me insulta que calumnies mi reputación así.

—Ese apodo existe entre nosotros porque dejaste que tu conversación con Blue se filtrara —Sans terminó de darle un trago a su botella de ketchup guiñando una cuenca antes de agregar—. Antes de eso nadie en este lugar estaba enterado de ese sobrenombre. Debes estar orgulloso de que ese chico sea tan simpático para que nadie en este lugar se atreva a contradecir sus argumentos sobre el origen de tu apodo, hay otros motivos mucho más graciosos que servirían de referencia.

—¿Quién es Blue? —quiso saber Red por mera curiosidad, no era que quisiera integrarse al compañerismo de aquellos dos, aún si las sonrisas que le dedicaron sugirieran lo contrario.

—Es el hermanito de Stretch.

—En realidad no somos hermanos —aseveró Stretch con una sonrisa triste—. Blue es un pequeño monstruo esqueleto que conocí antes de todo esto, en ese entonces él era un estudiante de cocina a punto de graduarse y en la actualidad atiende un pequeño restaurante en mi pueblo natal, ambos somos hijos únicos de familia pero me llevo tan bien con él que solemos decir que somos hermanos separados al nacer. Es un chico encantador y muy positivo, nunca es aburrido cuando lo tienes cerca. Ahora debería estar trabajando pero, si gustas, podría presentartelo más tarde.

—Ni hablar. Quiero evitar relacionarme con un completo desconocido por vía telefónica.

—Tú te lo pierdes —dijo Stretch alzándose de hombros y restándole importancia al comentario de Fell quien le miró de reojo con un ligero sentimiento de vacío calando hasta en el interior de sus huesos. Sabía por experiencia que esa sensación no sería buena una vez volviera a su soledad recurrente, la mención de familiares era asfixiante para él.

—Fue gracioso cuando se lo presentaste a Papyrus —rememoró Sans con acento enternecido, fue algo que Red no ignoró—. Congeniaron como dos huesos gemelos.

—Hablando de huesos, ahí viene —Stretch señaló a un costado de donde se habían acomodado, incitando a los presentes mirar en la misma dirección, advirtiendo la presencia de otro monstruo esqueleto por quien la sonrisa de Sans claramente se suavizó mientras se ponía de pie y agilizaba sus pasos para aproximarse a quien lo llamaba con insistencia usando apelativos como "saco de huesos" y "vago" antes de que Sans acortara distancia. Red pudo reconocer al nuevo enseguida, pues aunque no había hablado con él se enteró por medio de otros monstruos sobre su personalidad, edad y principios, pues estas características eran inolvidables para cualquiera que poseyera un poco de malicia.

—Papyrus... es un novato ¿cierto? —se aseguró Red sin apartar la mirada de los dos hermanos que estaban en medio de una conversación casual aún si el más alto de ellos lucía exasperado por las bromas que Sans agregaba ocasionalmente.

—Así es —respondió Stretch con un suspiro compasivo—, todavía no entra en el campo de batalla pero es muy bueno en el entrenamiento, Sans teme que llegué el día en el que deba utilizar su magia y habilidades para asesinar humanos.

Red empatizó con el sentimiento de tristeza que las palabras de Stretch habían expulsado y se encogió en su sitio al recordar la imagen de su indefenso hermano que luchó inútilmente por alcanzar su mano cuando estaban siendo separados; Red se encontró reviviendo la desesperación que lo inundó al no poder oponerse a las fuerzas de los adultos, la impotencia de no abrazar al otro y consolarlo en una situación como esa, susurrarle mentiras que jamás se cumplirían para controlar las lagrimas que lo vio derramar en mitad de su pánico, no había forma de que existiera compasión, no para ellos que fueron masas inservibles para su sociedad hasta ese fatídico momento. Y estas emociones ácidas todavía nítidas eclosionaron con su presente mientras envidiaba el lazo de los hermanos que irradiaban lealtad delante de él, odiando la plenitud de su cariño, su rebosante fraternidad.

—Mi hermano debería tener su edad —dijo sofocado por los anhelos que resguardaba en lo profundo de su alma, sorprendiendo a Stretch quien lo miró un instante para optar devolver la vista a los hermanos con comprensión, brindándole el beneficio de la duda. Red se arrepintió de haber hablado pero era una suerte que el otro no intentase interrogar sus palabras. Aquella charla que le compartieron en verdad le había afectado y Red no estaba seguro cómo abordaría el tema a pesar de haber revelado una parte de su verdad. Y en esos instantes lo único que deseó con todo su ser fue desaparecer, hundirse en el abismo para toda la eternidad mientras se prometía a sí mismo soportar un poco más.

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).