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Minutos antes por DanyNeko

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“A decir verdad, no deseo enfrentarte, pero es inevitable. Si no, no podré liberarte de mi corazón”  

Vencerte… es mi prueba”

“No queda mucho tiempo. Deseo hablar contigo de tantas cosas, pero… un duelista decidido a pelear deber estar silencio”

Yugi caminó para salir de su habitación del alma. Pasos pequeños, la vista en el suelo.

Si Yam~ … Si Atem se iba ¿sería esa la última vez que podría entrar en su propia habitación del alma?

Entrar en el pasillo casi le provoca ansiedad. Lo único que seguro es que si se iba, no volvería a ver esa puerta frente a él; aquella que daba paso a al interminable laberinto que tantas noches intentó resolver en compañía del espíritu.

Espera… ¿seguía siendo un laberinto ahora que su otro yo había recuperado sus recuerdos? ¿Habría cambiado en algo?

“Deseo hablar contigo de tantas cosas” repitió para sí.

Quería averiguarlo. Deseaba entrar, si existía la posibilidad de que esa fuera la última vez que podría estar completamente envuelto en su presencia… pero no podía. No debía.

El espíritu le había dado su espacio mientras preparaba su deck y él había prometido hacer lo mismo.

Colocó una mano contra la pared, temeroso de que solo eso abriese el vínculo entre sus mentes sin querer.

— ¿Mou hitori no boku? —llamó tímidamente, pero en voz alta.

Cuando pasó medio minuto y no obtuvo ninguna respuesta, suspiró de alivio. Tocar estaba bien, entrar no.

Trazó con sus dedos el ojo dibujado en la parte superior de la puerta. Tragó en seco y revisó una vez más que cualquier comunicación entre él y su yami no estuviera funcionando.

Lentamente presionó su frente contra la puerta. La frialdad del metal lo recibió, fuese el material que fuese, se sentía bien contra su rostro cálido.

Tragó en seco. Apretó los dientes.

“Esta es mi prueba” se recordó “un duelista decidido a pelear deber estar silencio”

Bueno, mientras nadie más lo escuchara, eso era igual de bueno ¿no?

Ya lo ves, que no hay dos sin tres
Que la vida va y viene y que no se detiene
Y, qué sé yo
Pero miénteme, aunque sea dime que algo queda entre nosotros dos

Su cuerpo se movió más hacia la puerta, apoyándose todo lo que podía.

Dejó de acariciar el símbolo y apretó sus manos en puño contra el metal, finalmente cerrando los ojos.

Que en tu habitación nunca sale el sol
Ni existe el tiempo ni el dolor
Llévame si quieres a perder
A ningún destino, sin ningún por qué

Tantas… tantas cosas que quería decir. Cuantas horas quería dedicar a olvidarse del resto del mundo y solo hablar con él, estar con él. En su recamara de vuelta en casa, en su habitación del alma, o en el salón del rompecabezas.

Incluso si sabía que nunca se atrevería a decir todo lo que había en su mente y corazón hacia él.

¿Por qué todo tenía que ser así de rápido?

Solo… ¿Por qué?

Ya lo sé… —entonó débilmente, la boca le tembló débilmente —que corazón que no ve, es corazón que no siente… amor —se dio la vuelta, apoyando esta vez su espalda contra la pared. Se tomó un momento para deshacerse de su chaqueta, lanzándola por la puerta abierta de su habitación a cualquiera lado y luego echó la cabeza hacia atrás unos segundos —pero sabes… que en lo más profundo de mi alma sigue aquel dolor, por creer en ti —volviendo la mirada al interior de su habitación del alma, lo recibió la vista de un mueble sobre el que había varios marcos de fotografías. Uno en especial, de oro y con líneas que coincidían con el rompecabezas lo confrontó, una imagen de Yami en él, con esa sonrisa confiada que parecía decir ‘adelante, enfrentaré lo que sea que venga, y ganaré’ — ¿Qué fue de la ilusión y de lo bello que es vivir?

Sin proponérselo, Yugi golpeó con ambos puños la puerta tras él.

Apretó la mandíbula una vez más mientras, lentamente, se deslizaba hacia el suelo.

La próxima vez que abrió la boca, entonó con más fuerza, con más firmeza. E incluso si su voz tembló y estuvo fuera de tono por un momento, habían tantos sentimientos puestos ahí.

¿Para qué me curaste cuando estaba herido, si hoy me dejas de nuevo el corazón partío?

No quería ni siquiera traer a la superficie los pensamientos que coincidían con ese reclamo disfrazado de canción.

No.

Eran solo pensamientos egoístas.

No era su lugar hacer reclamos. Mucho menos ahora.

Estaba en esto porque era lo correcto. Porque quería su felicidad por encima de todo.

No valía la pena pensar en un quizás si…

¿Y quién me va a entregar sus emociones?
¿Quién me va a pedir que nunca le abandone?  


Le bastaba saber que era importante para Yami.

Era suficiente… debía ser suficiente todos los buenos momentos que pasaron juntos, incluso los malos, porque cualquier cosa que enfrentaran, sabían que estaban el uno con el otro.

¿Quién me tapará esta noche si hace frío?
¿Quién me va a curar el corazón partió?

¿Quién llenará de primaveras este enero
Y bajará la luna para que juguemos?


Yugi se levantó del suelo, aunque su mirada seguía fija allí.

Se dio un momento para echar un último vistazo a la puerta a sus espaldas, susurrando un adiós, y caminó de vuelta a su habitación del alma.

Dime si tú te vas, dime, cariño mío… ¿quién me va a curar el corazón partío?

Dar solamente aquello que te sobra
Nunca fue compartir, sino dar limosna, amor
Si no lo sabes tú, te lo digo yo

Los ojos amatistas dieron un recorrido por la habitación que representaba su alma. Mirando sin ver realmente. La mente echa un lío de todos los pensamientos que peleaban por tener prioridad.

Su habitación del alma había ido cambiando desde la primera vez que había estado ahí. Seguía llena de juguetes. Había peluches, muñecos, juegos de mesa y comics por todas partes. Pero se veía más grande.
Había posters en las paredes, tanto de duelo de monstruos como de otros juegos, y series de tv o películas.
Era luminosa y el suelo ya no eran de bloques, sino que estaba cubierto por una suave alfombra.

También había una cama.

Yugi se arrastró hacia ella, antes de dejarse caer, cubriendo su rostro con un brazo.

Después de la tormenta siempre llega la calma… —se detuvo un momento, los labios le temblaron y su voz pareció que no quería colaborar más. Carraspeó y continuó, de nuevo, más alto, más firme… con más sentimiento —pero sé que después de ti… ¡Después de ti no hay nada!

Cerró los ojos, detrás de su brazo, en cuanto los sintió picar.

No quería llorar.
Su corazón estaba latiendo tan fuerte.

Se quedó callado un momento. Solo escuchando el silencio.

Y lo odió.

Si su yami se iba ¿Cómo iba a soportar no escuchar nunca más su voz dentro de su mente?

¿Cómo había vivido alrededor de quince años sin él?

Yugi solo tenía una respuesta a eso.
Él no había vivido antes de conocerlo. Simplemente había sobrevivido hasta que consiguió armar el rompecabezas.

¿¡Para qué me curaste cuando estaba herido, si hoy me dejas de nuevo el corazón partío!?

No quería llorar… pero cuando quiso darse cuenta, sus mejillas estaban empapadas.

Se le quebró la voz, pero siguió cantando.

Necesitaba desahogarse.

¿Quién me va entregar sus emociones? —no le importó cuan irregular saliera su voz ahora. A fin de cuentas, no había nadie para escucharle — ¿Quién me va a pedir que nunca le abandone?


Flash Back

“Ya basta…” apretó el rompecabezas en sus manos, los ojos violetas en el suelo de su cuarto.

“Pero yo…” Yami solo miraba a un lado, recostado contra el escritorio de la habitación

Yugi se levantó, sobresaltando al otro “¡Ya basta!”

Yami lo miró un momento, tratando de descifrar cual era el sentimiento en los ojos de su compañero y qué decir en consecuencia. Él podría no saber quién era, o porqué estaba en el rompecabezas, pero… algo que sabía con completa certeza era que el vínculo que lo unía a Yugi era especial “Yo quiero estar contigo para siempre” colocó sus manos sobre las de Yugi, ambos sosteniendo el artículo que les había permitido conocerse y unirse “Incluso si consigues mis recuerdos de vuelta”

“Yo también… siempre… Te daré todos mis recuerdos” y no había sido más sincero en su vida.

Fin de flash back

— ¿Quién me tapará esta noche si hace frío? … —Yugi se giró un poco en la cama, moviendo el rostro contra una almohada — ¿Quién me va a curar el corazón partío?  

“Yo también… quería quedarme contigo para siempre. Sin importar lo que pasara, las personas ni los peligros que enfrentáramos… Pero no se puede ¿no?”

¿Quién llenará de primaveras este enero
Y bajará la luna para que juguemos?
  

“¿Por qué?”

—Dime, si tú te vas… dime, carió mío… ¿Quién me va a curar el corazón partío?  

Yugi solo se quedó ahí, en la cama suave y confortable de su habitación del alma, llorando por todas las cosas que tenía que callar.
Llorando… para que mañana pudiera enfrentar a su otra mitad con todo lo que tenía, su orgullo de duelista, su habilidad, su pasión, su mente y corazón.

Se quitó la correa que siempre llevaba al cuello y la arrojo también a alguna parte. Por primera vez desde que se habituó a usarla lo hacía sentir un poco ahogado.

Y, finalmente, se quedó dormido.

 

¿Quién me va a entregar sus emociones?
¿Quién me va a pedir que nunca le abandone?
¿Quién me tapará esta noche si hace frío?
¿Quién me va a curar el corazón partió?
¿Quién llenará de primaveras este enero
Y bajará la luna para que juguemos?
Dime, si tú te vas, dime cariño mío
¿Quién me va a curar el corazón partió?

 

Los ojos afilados se centraron en su deck completo.

Cada carta, cada estrategia trazada y cada combinación pensada únicamente para el duelo más importante y absurdamente contradictorio que tendría a lo largo de toda su existencia.

Que los dioses le dieran el valor y la fuerza necesarios para afrontar este último desafío.

¿El último, eh?

Realmente no quería nada más que poder asegurarse de que su aibou nunca más tuviera que estar involucrado en situaciones tan tensas o peligrosas como las que habían afrontado a lo largo de toda su historia juntos…

Pero… ¿Estaba mal desear con todas sus fuerzas ganar esto y que ambos pudieran tener, aunque fuese, un poco más de tiempo?

Sabía que Yugi estaba determinarlo a ir contra él con todo. Él no iba a responder con nada menos.
Sabía también que Yugi lo hacía, en parte, porque pensaba que era lo mejor para él.

¿Lo era?

Él solo quería lo mejor para su preciado compañero. No era justo para Yugi tener que cargar con su espíritu, incluso si ya había recuperado su identidad. Yugi tenía derecho a vivir y disfrutar su propia vida, no tenía por qué estar pendiente de él para evitar que se sintiera como un parasito en el alma del muchacho.

Aibou… — murmuró para sí, odiando el silencio frío que recibía de su vínculo bloqueado.

Odiaba tanto no poder oír la voz de Yugi desde aquella estupidez que cometió en su duelo con Raphael.

Después eso, casi se había vuelto una necesidad que el vínculo siempre estuviese abierto.

Levantándose de la silla para mirar distraídamente por la ventana, Yami rememoró la noche después de haber recuperado el alma de Yugi.
Un poco avergonzado, recordó como casi había arrastrado al menor a su habitación del alma y se había aferrado al chico, rogando su perdón.
Sonrojado, se descubrió deseando hacerlo de nuevo. Aferrarse a él. Disfrutar la sensación de sus almas juntas, enrollados uno con el otro, desbordando sentimientos.

Sintiendo las mejillas cálidas, Yami admiró por unos segundos el sol naciente sobre el agua. Adivinó que aún tendrían unos 10 o 15 minutos antes de que se detuviera el barco.

Se decidió.

Cayó en la cama con un suspiro y cerró los ojos antes de poder arrepentirse.


Dudó unos segundos al estar frente a la puerta de su compañero. Estaba abierta de par en par, como era la costumbre, pero Yami solo podía mirar al piso.

Tragando en seco, levantó lentamente la mirada. Su pecho apretado en una sensación ansiosa que, sabía, era tanto suya como de Yugi. Y eso solo lo hacía peor.

Le sorprendió encontrar la chaqueta y el collar del menor descartados en el suelo.

Se mordió la parte interna de la mejilla, haciendo un esfuerzo titánico para no dejar que llegara a su mente la pregunta de ¿se habrá quitado algo más?

De nuevo, sintió las mejillas calientes.

Caminó a paso lento dentro de la habitación que siempre lo recibía de buen agrado.

Mientras sus ojos ubicaban fácilmente al dueño de la habitación, se desinfló un poco al notar que ni siquiera el estar dentro de la cálida y luminosa habitación del alma Yugi era suficiente para calmar el hervidero de emociones y sentimientos del que era preso en esa ocasión.

Y todo porque el propio Yugi se sentía de manera similar.

Mou hitori no ore… —susurró, viendo la forma familiar del menor, tumbado en un lado de la cama.

No podía ver su rostro, pero la forma en que estaba acurrucado parecía una invitación para unirse a la cama y sostenerlo.

Todo en Yami rogaba por ceder a ese deseo.

Así que se sentó allí, recorriendo lentamente con la mirada a su compañero.

Con el cuello descubierto, había una pequeña zona ligeramente más pálida que el resto de la piel. Yami luchó contra el deseo de esconder allí su rostro, y tuvo que detener su mano a medio camino de tocar la piel ajena.
Sus ojos siguieron bajando. Los brazos estaban descubiertos también por la playera negra sin mangas y Yami apretó su mano en el aire para no tocarlo.

Era demasiado.

Se movió en la cama, recostándose frente a Yugi en una posición similar. Dos gotas de agua. Reflejos.

Le dio una última mirada a lo que podía observar de su cara antes de inclinar la suya lo más cerca posible.

¿Mou hitori no… boku? —murmuró el menor, sin atreverse a abrir los ojos, pero moviendo la cabeza para que sus frentes estuvieran pegadas — ¿ya es hora de bajar?

Yami negó con la cabeza, solo para provocar esa pequeña caricia entre sus narices —no, aibou. Aún tenemos unos minutos —su voz era suave y baja. Yugi podía adivinar la petición detrás de esas palabras, y el tono suave de su otra mitad.

El japonés se movió suavemente hacia el otro, y Yami respondió del mismo modo.

Sus piernas se entrelazaron desde las rodillas para abajo. Un brazo de Yami cruzó por la cintura de Yugi mientras levantaba un poco la cabeza, en respuesta, el menor agachó la cabeza hacia el pecho de Yami, dejando que el egipcio descansara la barbilla entre sus mechones.

Ambos dejaron escapar un suspiro satisfecho.

Necesitaban esto.

Olvida eso. Necesitaban decir algo más… pero ninguno de los dos se sentía capaz.

Yami sintió una de las manos de Yugi aferrarse a su chaqueta, el pequeño puño tembló ligeramente.

Los labios de Yami se separaron. Tenía dos palabras atoradas en la garganta. Dos pequeñas palabras, rápidas de decir.

Se mordió los labios, porque le temblaban. Y cerró la boca.

No podía.

Yugi exhaló un suspiro mudo contra el pecho de Yami, dejando que una última lágrima escapara allí.

“No perderé” empezó a repetirse Yami, sin dejar que Yugi escuchara esos pensamientos “no puedo… no quiero perder” apretó inconscientemente el agarre entorno al menor.

Aún había tantas cosas que quería decirle. Quería más tiempo a su lado.

Incluso si era un pensamiento egoísta.

¿Quién me va a entregar sus emociones?
¿Quién me va a pedir que nunca le abandone?
¿Quién me tapará esta noche si hace frío?
¿Quién me va a curar el corazón partió?
¿Quién llenará de primaveras este enero
Y bajará la luna para que juguemos?
Dime, si tú te vas, dime cariño mío
¿Quién me va a curar el corazón partió?

   

 

 

 

 

Notas finales:

 

Si tengo que ser completamente honesta respecto a cómo veo a esta pareja a lo largo del anime, dejando fanguirleos de lado, desde que me volví a ver Yu-Gi-Oh! Duel Monsters de adolescente, sentí que había ALGO enorme entre Yugi y Yami que nunca tocaban del todo, solo pequeños destellos, pequeños momentos. ¿Cómo dicen en inglés? ¿El elefante en la habitación?
Por eso mismo creo firmemente que sí, que ambos desarrollaron sentimientos románticos uno por el otro, pero que decidieron callarlos y amar en silencio al otro, pensando que era lo mejor.
La película DSoD no me lo niega en ningún momento. La negación firme de Yugi ante el pensamiento de Seto de que puede volver a traer al faraón es su forma de proteger sus sentimientos, no podía permitirse tener esperanza de volver a verlo porque eso lastimaría su corazón, sabiendo con total seguridad que no había forma en que ambos pudieran estar juntos.


*Los diálogos de Yugi al inicio son parte del capítulo 220, donde se ubica este OS, “La prueba final”

*La canción utilizada en este OS es Corazón Partio de Alejandro Sanz


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