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Para mi amado por aisaka-san

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El bullicio de las personas alrededor resonaba en cada parte de la amplia habitación pues, en la hora de descanso todos aprovechaban el poco tiempo como si se tratara de algo vita. Usaban el tiempo para convivir con los amigos y divertirse un poco, olvidando momentáneamente las extenuantes horas de clase que parecían eternas.


A él en cambio no le gustaba tanto pertenecer a esos grupos, es decir, no es como si fuera un completo apático que odia el contacto humano; simplemente prefería pasar el rato a solas, relajarse un poco pensando en sus propios asuntos mientras degustaba felizmente su almuerzo diario, por eso mismo evitaba la cafetería donde el club se reunía a menudo.


Este día no planeaba hacer algo diferente, sacó de su mochila la deliciosa comida que se esmero tanto en preparar esa misma mañana a pesar del poco tiempo que tuvo para hacerla. Cuando abrió su bento noto que algo indispensable faltaba a simple vista, el par de palillos que requería para disfrutar su comida no estaban.


No podía entender cómo algo tan común y a la vez tan importante pudo simplemente pasar por alto de sus cuidadosas revisiones diarias, era casi impensable que alguien como el, Shu Kurenai, pasara esto por alto. Debía ser un error, buscó con frustración en el interior de su mochila que dicho objeto no se haya colado a causa el ajetreo que esa misma mañana hizo antes de llegar al salón; su búsqueda fue completamente nula al no hallarlos ahí.


Suspiro derrotado, no tenía más opciones que comprar otros en la cafetería. No es que fuera un tacaño pero detestaba gastar dinero en cosas innecesarias que ya tenía en su propia casa, mucho más odiaba hacer gastos por un descuido completamente prevenible.


Se levantó de ahí y en cuestión de minutos ya estaba de regreso en el salón, miró alrededor y todo parecía tan normal y comúnmente aburrido como siempre, quizás la extraña sensación de estar siendo observado no era tan común. A pocos metros de su pupitre notó algo extraño encima de su almuerzo, algo que no había dejado ahí cuando fue a comprar su repuesto de palillos.


Dejó a un lado su adquisición y tomó el sobre blanco entre sus manos, miró alrededor intentando encontrar a la persona responsable de haberlo dejado ahí pero solo se topó con el caos al que ya estaba acostumbrado. Nuevamente posó su mirada sobre el extraño sobre, le dio la vuelta y no pudo encontrar algún indicio claro de la persona al que le pertenecía o quien la escribió.


Pensó que se trataba entonces de alguna broma, eso debía explicar también la sensación de ser observado, rodó los ojos molesto pensando en la única persona que se atrevería a hacerle una jugarreta como esa.


Para ser honesto odiaba las bromas, tanto hacerlas como recibirlas, era molesto y no deseaba verse involucrado en ninguna, sin embargo a Valt eso no le importaba y ocasionalmente solía gastarle una pequeña travesura en voz de su propia diversión personal.


Esperando lo peor se decidió a abrir el sobre, tomando algo de distancia claro ya que si algo loco como harina o confeti salía volando por todos lados lo menos que deseaba era verse manchado o ensuciado.


Se sorprendió cuando nada de eso paso, miró el interior y solo había un trozo de papel cuidadosamente doblado; metió sus dedos en el interior para tomar dicho objeto, aun inseguro de que no fueran a pegarse producto de alguna sustancia sospechosa que cubriera el trozo de papel.


Nuevamente no pasó nada extraordinario, desdobló el papel encontrándose con un texto escrito a mano, la caligrafía no era algo de que estar orgulloso y aunque no la había leído aún, seguro la redacción no podía ser mejor. Rápidamente pudo deducir quien la había escrito.


Otro suspiro hondo abandonó su boca, si había algo que Valt quisiera decirle se hubiera ahorrado las molestias y lo hubiera hecho de frente y ya, ¿qué necesidad había en escribir una carta?. Una última vez puso los ojos en blanco y empezó a leer.


"Para mi amado...


Perdon por molestarte con esto pero no sabía si hablar contigo era buena idea.


Se que a veces no te gusta que molesten con cosas así pero pensé que si te escribía esta carta me escucharias de una vez por todas.


No soy bueno con las palabras pero en verdad, de verdad quiero que sepas que te amo [...]"


Parpadeo repetidamente, incrédulo por lo que acababa de leer regresó su mirada al texto.


"[...] Etto... que más pongo?!!


Estoy tan avergonzado, no se que mas poner TnT


¿Te parece si salimos a comer? Mañana después de clases *ñam ñam*


-A.V."


Llego al final justo a tiempo pues de sus manos la carta fue arrebatada y arrugada por completo. Miro a la persona que hizo aquella acción encontrándose con un desastre de rostro color carmín el cual se hacía llamar su mejor amigo.


—¡¿Q..Qué haces con esto?! —preguntó el de apellido Aoi con las manos temblorosas mientras estrujaba sin cesar aquel trozo de papel.


—Estaba en mi asiento —respondió con simpleza Kurenai, Valt se sonrojó a más no poder y desvió la mirada al momento que lanzó su carta a su propia mochila.


—No debía estar ahí... —dijo con la voz temblando en nerviosismo.


En cualquier otra situación el de ojos rojos se hubiera dado la vuelta dejando que Valt resolviera sus problemas por sí mismo, sin embargo esta era una ocasión completamente excepcional.


Sabía perfectamente que la letra de esa carta era de Valt, no se había quemado los ojos en vano leyendo sus pésimos apuntes todos estos años como para olvidar o confundir la terrible caligrafía del menor.


Lo que le sorprendía de todo este asunto es lo que estaba escrito ahí, ¿Valt enamorado? Y la letra había demostrado algo aún más inconcebible, ¿de un chico?. Eso sí que era nuevo, a menos que se tratara de un reto absurdo de los que su amigo acostumbraba a aceptar.


La opresión en su pecho rogaba que se tratara de eso.


—¿Le debes dinero a alguien? —preguntó el albino llamando la atención del de ojos cafés quien lo miró confundido.


—¿Dinero?


—Así es —contestó pareciendo serio—, perdiste una apuesta ¿no?, por eso escribiste esa carta. Puedo prestarte un poco si quieres pero me pagas.


Valt lo miró confundido, luego se quedó un rato con la vista perdida en la nada, parecía que estaba pensando en algo. Su cara se tiño aún más roja de lo que ya había estado y titubeo nervioso.


—¿A..apuesta..? Oh, claro... una apuesta.. ¡No es una apuesta! —Apenas notó que la verdad se le escapó de la boca rápidamente se mordió la lengua—. ¡Maldición!


—¿No es una apuesta? —preguntó incrédulo el de ojos rojos, Valt aun con el enorme dolor en su boca negó derrotado, no tenía caso intentar fingir algo a estas alturas.


Shu nuevamente parpadeo sorprendido, un enorme sentimiento de derrota cayó encima suyo.


—¿Para quien es la carta?


Valt rechisto ante el cuestionamiento, Shu parecía algo molesto así que no se arriesgaría a que su enojo aumentara. Con vergüenza bajó la mirada mientras hacía una seña con su mano para que se acercara un poco más, el albino cimplió su petición y cuando pocos centímetros separaban a sus rostros, el de cabello azul susurró.


—Es... para Lui.


Sus ojos carmesí se abrieron llenos de sorpresa, miró a Valt dudando acerca de lo que había escuchado, buscando en su rostro alguna señal de que mentía o que intentaba engañarlo pero no encontró nada, solo su mirada baja y el rostro aún manchado de rojo lleno de vergüenza.


Anonadado por su declaración, apenas se percató que el timbre que anunciaba el fin del almuerzo había sonado; despertó de su lapso de shock cuando uno de sus compañeros le dio un pequeño empujón por accidente.


Se sentó en su lugar por medio de una maniobra casi automática, notando que jamás había tocado su almuerzo guardó la caja de regreso en su mochila mientras sacaba el cuaderno de la siguiente clase que debía atender.


Centró la atención mínima necesaria sobre sus notas, en su mente aun rondaba la declaración de Valt. No podía concebir que fuera verdad lo que le dijo, ¿porque de todas las personas que a Valt podía gustarle tuvo que elegir a Lui? Ese tipo era desagradable, jamás le gustó su forma de ser y mucho menos su forma de actuar, pues el recordatorio constante de lo que el sujeto era capaz de yacía grabado sobre su ojo derecho.


No podía aceptarlo, dejando de lado el hecho de que se trataba de un chico, a Shu no le hacía gracia alguna que Valt guardará sentimientos románticos hacia alguien tan miserable como lo era Lui Shirosagi.


Como si leyera el futuro, a su mente llegaron imágenes de cómo el chico de ojos púrpura podría aprovecharse de los sinceros sentimientos de su amigo, obligándolo a humillarse por el de mil formas posibles, pisoteando enérgicamente una y otra vez la valía que Valt se ganaba como ser humano usando como herramienta de manipulación el amor que él mismo le profesaba.


En un abrir y cerrar de ojos las clases llegaron a su fin, Shu cerró su cuaderno y lo guardo con apuro mientras Valt dejaba de lado las cosas en su pupitre y se acercó lo más rápido que pudo al albino.


—Shu sobre la carta... —empezó a decir recibiendo una mirada seria del albino, el de ojos cafés se apresuró en continuar—, ¡No le digas a nadie!


El albino asintió en silencio y se colgó la mochila al hombro, encaminandose rápidamente a la salida bajo la mirada aun ansiosa de Valt.


Al llegar al patio de la escuela, el albino tomó su bicicleta y se colocó el casco antes de andar sobre ella.


Titubeó un poco su marcha, indeciso sobre ir a su casa tan pronto después de clases pues normalmente iría al parque bey a entrenar en la arena.


Solo hoy haria una excepcion asi que se encaminó directo a su hogar; cuando llegó colocó su bicicleta en donde siempre y subió a su piso por medio del elevador.


Una vez dentro de su apartamento aventó la mochila importandole poco donde caía, se sentó en uno de los tantos sillones de la sala y sacó a Spriggan. Miró a su bey un poco antes de empezar a limpiarlo con el pañuelo que siempre usaba para dicha tarea, mientras que uno y mil pensamientos venían a su mente.


El ya conocía sus propios problemas hace tiempo, sus debilidades y anhelos ya eran parte de lo que sabía sobre sí mismo y sin embargo, un conflicto llegó repentinamente a su ser, brindado de primera mano nuevamente por su mejor amigo Valt Aoi.


Jamás espero que Valt estuviera enamorado, mucho menos de Lui.


Sus propios planes se vieron frenados abruptamente con el descubrimiento de aquella carta; miró hacia la mesa del comedor donde un proyecto a medio terminar, coloreado de tonos rojos y rosas esperaba por ser finalizado.


Se acercó a admirarlo detenidamente, la figura formada a base de cartón y papeles en tonos rosas cuidadosamente doblados en forma de flores de sakura construían un bey de casi treinta centímetros de alto. En lo que vendría siendo el layer, las letras "TE A" formadas de flores de origami pero en tono rojos destacaban, esperando a ser completadas por la M y O que todavía le hacían falta formar..


Tomó esa cosa que se le ocurrió hacer en un arranque de locura el día que admitió sus sentimientos hacia la persona que seguía siendo su mejor amigo, lo giró con delicadeza usando sus manos, solo dio dos vueltas antes de ceder a la fricción y la gravedad.


Suspiró suavemente, imaginaba a Valt girando ese enorme bey con él una y otra vez, y que entre ambos no lo dejaban caer.


Pensó nuevamente en el chico y sonrió, a pesar de esa carta no iba a darse por vencido, no tan fácil.


Llegó a una conclusión bastante obvia a su parecer, Lui Shirosagi no era digno de ser amado por Valt.


Solamente él era el indicado para recibir su amor.


 


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