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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola lectores, ¿como están? aquí les traigo la actualizacion especial ya  que quienes son protagonistas de esta son Daniel y Felipe, los profesores amigos de Korame, aunque este no quiera admitirlo XD Los contextualizo, ellos son amigos de la infancia y Felipe ha estado enamorado de Daniel durante mucho tiempo, pero hay un obstaculo ya el profesor de lengua (Daniel) esta teniendo una relación con Arturo que se encuentra casado. En este capítulo se presenta un  avance en su relación. Además escribi lemon pero con mucha verguenza XD

Espero que lo disfruten. :)

Era una bella tarde en la casa de sanación, Antonio jugaba tranquilamente con Greta en el jardín mientras Korame atendía a los últimos visitantes que se habían acercado al sacerdote para que curara enfermedades, heridas y otras dolencias.

-Muchas gracias sacerdote , mi espalda esta mucho mejor ahora- dijo con agradecimiento un obrero de una construcción que debido al sobresfuerzo que demandaba cargar con cosas pesadas todo los días se había lastimado y sentía un dolor que ya había sido curado por el señor Korame.

-No es nada, recuerda presentar tus respetos a nuestro dios de la curación- dijo Korame con cierta devoción.

-Así lo haré, estaré aquí para el festival también, muchas gracias.

-Solo soy un siervo de nuestro dios, lo estaremos esperando.

Aquel señor se levanto e hizo una reverencia para después abandonar el lugar y dejar que otra persona pudiera hacer ingreso a la casa de sanación. No fue una sorpresa ver de quien se trataba. Así que Korame tardo en levantar la vista como si estuviera muy ocupado, aunque tan solo estaba intentando ocultar aquella sonrisa de suficiencia pues ya sabía a lo que este venía exactamente.

-¿Señor Korame podemos hablar?

-¿De que quiere hablar devoto del dios de la curación?

-¿Puede curar un corazón roto?- dijo Felipe

-Es curioso como ambos vinieron a preguntarme lo mismo. Debo recordarles que aunque tengo el don de la curación no soy un terapeuta.

-Lo sé, tan solo... usted es lo más cercano a un amigo que tengo.

Lo cual era verdad ya que el maestro no consideraba a cualquiera como su amigo y después de tantos años había tomado aprecio por el sacerdote ya que aunque este se quejara de tener que escuchar sus problemas amorosos lo oía con algo de atención e incluso a veces le ofrecía sus consejos, algo mordaces, pero que eran realmente útiles a pesar de que este, según sus propias palabras, no comprendiese del todo los sentimientos propios y ajenos.

-Bueno, creo que te escuchare ya que soy un sacerdote generoso, además de que estamos a punto de cerrar la casa de sanación.

-Muchas gracias por su tiempo, pero tengo una pregunta- dijo él con seriedad.

-¿Cuál?- dijo el sacerdote intuyendo cual era aquella interrogante que tenía el maestro y simplemente se hacía el desentendido mientras observaba sus bien cuidadas uñas.

-Fueron aquellos dulces ¿verdad?

-Sin comentarios, pero en el hipotético caso de que así haya sido ¿no crees que les dio el empujón que llevas esperando desde hace años?- mientras lo miraba desafiante con aquellos ojos fríos como el hielo ya que hasta él se desesperaba por el poco avance que habían tenido esos dos durante todo el tiempo que se conocían y según le había dicho Felipe llevaban así desde la secundaria y él hubiera sido el elegido pero llego aquel hombre que simplemente encandilo a Daniel.

-tal vez haya sido así pero lo arruine.

-Reitero, no me importan mucho sus problemas amorosos pero como buen sacerdote al menos te escuchare.

-Muchas gracias

Entonces comenzó a relatarle la mayor parte de lo que sucedió, evitando mencionar aquellos detalles que prefería guardar para así mismo pero que en su memoria se seguían repitiendo.

Todo había comenzado el día de ayer después de que terminaran sus respectivas clases, ambos se encontraban quejándose por el dolor de sus hombros ya que estaban en periodo de exámenes. Para el maestro de Lengua había sido especialmente agotador ya que no pudo negarse a lo que Arturo le propuso la noche anterior. Para Felipe era obvio lo que había ocurrido pero decidió no mencionárselo ya que este le respondería lo mismo de siempre.

-Él realmente me necesitaba, había tenido un mal día y yo simplemente no pude decirle que no.- eran aquellas palabras que había oído muchas veces y sabiendo el dolor que le causaría escucharlo nuevamente en un momento decidió obviar aquellos detalles.

El maestro de matemáticas pensaba que ya no debería seguir enamorado de Daniel, ya que llevaban siguiendo el mismo patrón desde hace varios años en donde él siempre estaría a la disposición de su amigo. Incluso cuando sabía que este irremediablemente volvería al lado de Arturo cuando este se lo pidiese, pero este jamás tendría el valor de ponerlo en la posición de novio oficialmente. Felipe lo único que podía sentir era rabia y a la vez pena hacía su amigo quien simplemente no se daba cuenta de la situación o no quería hacerlo. A veces el amor te ciega y te hace obviar aquellos detalles que simplemente no están bien. Había intentado salir con más personas que le presentaba su madre pero había sido inútil ya que su corazón seguía prendado irremediablemente de Daniel.

-Creo que deberíamos ir a la casa de sanación,  el señor Korame nos quitara este dolor- dijo Daniel mientras lo miraba con aquellos ojos que simplemente hacían que Felipe no se pudiera alejar aunque quisiese.

-Esta bien, desde hace tiempo que no vamos- dijo él apoyando la idea.

En el camino fueron hablando acerca de lo que habían hecho durante sus respectivas clases. También acerca de los alumnos que tenían mas potencial y que esperaban que sus resultados en los exámenes fueran positivos igualmente.

-Danna del cuarto grado es excelente en mi clase, realmente le apasionan las letras y tiene una determinación impresionante. La otra vez me dijo que quería ser escritora como su madre la famosa Liz Rubilar, en las reuniones de apoderados he tenido el placer de conversar con ella, realmente es una mujer agradable.

-Hay un chico en mi clase que se llama Simón y que realmente tiene gran habilidad con los números. La otra vez realizo un ejercicio que nadie mas en la clase pudo resolver.

-Debe ser muy parecido a ti entonces, tú realmente impresionabas a los profesores con tu facilidad para aprender formulas y aplicarlas.- dijo con aquel tono que denotaba una completa admiración por su amigo.

-Me das demasiado merito- dijo el un poco avergonzado.

-Claro que no, me acuerdo de que fuiste el ganador del concurso de matemáticas durante varios años seguidos.

-Eso es verdad- dijo el mientras rascaba su mejilla y disfrutaba de aquellas palabras que le decía dulcemente aquel que él amaba.

-Además que estoy seguro de que eres el mejor maestro de matemáticas en toda la ciudad y para mi eres el mejor en todo el mundo- mientras palmeaba el hombro de su compañero.

-¿de verdad lo crees?

- Por supuesto que sí, después de todo eres mi mejor amigo.

Aquello provoco una ambivalente sensación en el corazón de Felipe, por un lado se sentía honrado de que Daniel lo considerara de aquella forma pero dentro de él sabía que aquello no era suficiente pues quería que este lo mirará como un hombre que pudiera amarlo de todas las maneras posibles.

-Tú también eres el mío- dijo con dolor que supo difuminar perfectamente mientras despeinaba los cabellos de Daniel.

Siguieron su camino hasta llegar a la casa de sanación para ver aquel amigo que decía no entender la amistad pero que esperaban que en alguna parte de su ser les tuviera genuina simpatía. Cuando entraron a aquel salón en donde atendía Felipe pudo observar algo diferente en este como si algo lo hubiera impactado profundamente pero decidió no preguntar pues el sacerdote a pesar de que se divertía muchas veces a costa de ellos no era la persona mas abierta a hablar de lo que le pasaba, así que por respeto no hizo notar aquello de lo que se percató.

-Oh si son mis visitantes favoritos, tenía el presentimiento de que vendrían hoy- dijo con aquella sonrisa que no deparaba nada bueno.

- Korame vinimos a visitarte ya que necesitamos tu ayuda¿ por cierto donde está Antonio?- dijo Daniel

Esa pregunta hizo que Korame perdiera la compostura por menos de un segundo y a continuación dijo algo que no levantaría sospechas en nadie excepto en Felipe quien ato cabos en su mente y relaciono aquel estado extraño en el que se encontraba el sacerdote con algo que había pasado con su ayudante.

-Está descansando ya que hoy limpiamos muy arduamente la casa de sanación

-Cierto hoy es día de limpieza- dijo Daniel mientras que con su puño golpeo su mano suavemente en señal de entendimiento.

-Lamentamos molestarlo- dijo Felipe mientras se inclinaba levemente.

-Claro que no es molestia- cualquiera diría que estaba mintiendo, pero en realidad quería liberar algo de estrés con aquellos dos.- Ahora ¿en qué puedo ayudarlos?

-Esta siendo demasiado amable algo trama- pensaba el profesor de matemáticas.

-Bueno, tenemos cierto dolor en nuestros hombros debido a que estamos en periodo de exámenes así que ha sido duro- dijo Daniel lamentándose mientras masajeaba sus hombros para darle énfasis a su cansancio.

-Ya veo, ya veo, acabo de hacer unos dulces especiales para aquello- mientras sacaba algunos de su bolsillo.

-¿De verdad? ¡Korame eres el mejor!- Daniel casi se lanzo a abrazarlo pero el sacerdote se movió ya que al parecer no quería ser tocado por el momento.

-Tengo que decirles que deben comerlos en la casa de Felipe ya que producen cierto efectos por lo que es preferible tener un lugar donde descansar.

-entendido- dijo Daniel sin hallarle nada extraño a las palabras de Korame ya que la casa de Felipe era la más cercana además de que este vivía en un barrio tranquilo en donde vivían varias personas que ya estaban en la tercera edad por lo que el lugar era bastante silencioso, perfecto para descansar sin problemas.

-No puedo mostrarme contrario a esto, ya que Daniel acepto, tal vez solo nos haga tener sueño- pensaba Felipe mientras aceptaba el dulce que le ofrecía el sacerdote y lo guardaba en su bolsillo.

-Bueno mis visitantes debo atender otros asuntos así que les pido que se larguen-dijo el sacerdote mirando sus uñas como si fueran lo mas interesante en el lugar.

Ambos ya estaban acostumbrados a aquellas actitudes de parte de Korame así que simplemente se fueron agradeciéndole por su ayuda.

Felipe no lo sabía pero algo iba a cambiar aquella tarde, mientras disfrutaban una amena conversación con su persona favorita en todo el mundo y se dirigían hacía su casa. Aquel lugar realmente era pacifico, la casa la había heredado de sus padres quienes ahora vivían en una casa en la playa ya que ellos siempre habían querido pasar su vejez allá. Por esto mismo Felipe había visto envejecer a gran parte de los vecinos quienes en su mayoría eran personas bastante agradables. Del tipo que cuando hace un pie de manzana no olvidan darte un trozo y que cada cierto tiempo te ofrecen tarros con mermelada casera.

Finalmente llegaron allí y ante ellos se erguía magnifica la casa de dos pisos de un bello color verde pistacho con unas adorables tejas de color carmín.

-Siempre me ha gustado tu casa, es tan hermosa y acogedora, además de que mantienes demasiado lindo el jardín realmente haces un muy buen trabajo.

-Si fueras mi esposo podríamos vivir juntos aquí- era el pensamiento que Felipe luchaba por contener pero que era uno de sus mayores anhelos.

Entraron a la sala de estar y Felipe le ofreció a su amigo un vaso de jugo así que este se puso cómodo en el sillón, cabe decir que el profesor de lengua realmente amaba sentarse allí ya que era realmente cómodo. Además desde que era un niño que venía a jugar a la casa de Felipe, su amistad se remontaba al menos dos décadas atrás así que no se sorprendió cuando su mejor amigo le ofreció aquel jugo que era su favorito.

-sabes que adoro el jugo de naranja endulzado con miel- dijo mientras aquello le traía calidez a su corazón.

-Nunca podría olvidarlo

Sus miradas se conectaron por algunos segundos, pero Daniel decidió apartar la vista algo avergonzado ya que cada vez que sus ojos se miraban tan íntimamente sentía aquella confusión que hacía doler a su corazón.

-Bueno, creo que deberíamos comer el dulce que nos dio Korame ¿ verdad?- Daniel intento cambiar el tema

-Si, pero es mejor que vayamos a mi dormitorio pues allí podríamos descansar mejor además que allí esta tu manta tejida favorita- dijo con cierto tono de voz tentador.

-Sabes que nunca puedo negarme a eso, adoro como te quedan las cosas tejidas, tu mamá estaba muy orgullosa de ello, siempre que puede me presume los aros tejidos que le hiciste cuando tenías doce años.

-Bueno, el tejido es matemáticas también- dijo él sintiendo como su pecho se inflaba orgulloso de que a su amigo/interés romántico apreciara su pasatiempo favorito.

-Siempre tengo a Terry en mi escritorio, varios de mis alumnos lo miran completamente enamorados, se los presto pero deben devolvérmelo pues es mío- dijo él con aire infantil.

Terry era un pato blanco tejido a crochet con un bonito lazo que el profesor de lengua había recibido de parte de su amigo en el primer cumpleaños que celebraron juntos. Al principio este admitió con algo de vergüenza que él lo había hecho.

-Realmente te quedo precioso, a mi me encantaría hacer algo así pero las manualidades no son lo mío- fue lo que dijo Daniel en aquel entonces y tal vez eso fue lo que llevo a Felipe a comenzar a enamorarse irremediablemente de su amigo.

Entonces subieron a la habitación del profesor de matemáticas, ese lugar era realmente hermoso a ojos de Daniel ya que estaba lleno de decoraciones, todas elaboradas con ganchillo y lana, los diferentes amigurumis le daban un toque colorido a aquel cuarto.

Daniel se dejo caer en la cama y espero a que su amigo se sentara a su lado para que ambos pudieran consumir el dulce que Korame le había dado a cada uno.

-¿Crees que es seguro?- le dijo Daniel que antes de echárselo a la boca le entraron varias dudas.

-Si él hubiera querido envenenarnos lo hubiera hecho hace mucho tiempo.

-Cierto, entonces a la cuenta de tres: uno, dos, tres

Ambos los pusieron en sus bocas y el dulce comenzó a derretirse, su sabor era realmente exquisito. Esperaron unos segundos y no había gran efecto, entonces Felipe miro a su compañero y lo que vio lo dejo completamente anonadado, ya que ante sí se presentaba una visión demasiado erótica mucho mas allá de lo que había imaginado en sus fantasías.

-Felipe no se que me pasa de pronto siento mucho calor- mientras desanudaba su corbata y sus mejillas se hallaban completamente sonrojadas

-Déjame tomar tu temperatura-mientras se acercaba su mano fue jalada por el otro profesor quedando en una posición demasiado comprometida, el juicio de ambos se hallaba bastante nublado así que al quedar frente a frente las cosas resultaron de una manera sencilla ya que ambos no tenían demasiado control sobre si mismos así que solo pudieron devorar la boca del otro con hambre como si al fin pudieran dar libertad a aquello que ambos habían tratado de contener todo este tiempo. Sus manos no estaban quietas recorriendo el cuerpo del contrario finalmente llegando al lugar en donde estaban sus miembros , ambos comenzaron a masajear por encima de la tela hasta que sin poderse contener los liberaron de la prisión que eran sus pantalones, con rapidez se desnudaron pues había una especie de fuerza avasalladora que los iba guiando siempre buscando el placer del contrario.

-¿Lo estoy haciendo bien?- preguntaba Felipe quien inconscientemente estaba compitiendo con el que era el amante de Daniel

El profesor de matemáticas había tenido experiencias antes, muchas veces por despecho pero ninguna había sido tan satisfactoria como esta que estaba experimentando en aquel momento.

-No te preocupes si eres un poco brusco, a mí me gusta

Aquel dulce parecía haberles quitado la vergüenza a ambos así que podían decir lo que mas les gustaba sin tapujos. Así que siguieron complaciéndose por un buen rato cumpliendo las peticiones del otro sin impedimentos.

-Eres tan bello- decía mientras lamia los pezones y los mordisqueaba de vez en cuando.

-Más, ngh. ah!- jalando con algo de fuerza los cabellos de su amigo al sentir corrientes placenteras a través de su columna

El profesor de lengua estaba mas sensible y este no sabía a que se debía, pero una parte de él en su nublado juicio creía que era por Felipe quien lo estaba acariciando y ningún otro.

-¿Puedo?- dijo Felipe con los ojos oscurecidos mientras suavemente con sus dedos tanteaba la entrada de Daniel.

-Sí- dijo él inconscientemente acercando sus caderas hacia aquellos dedos.

-Lo haré con cuidado ¿ está bien?

Esas fueron sus palabras pero sin darse cuenta lo penetro con sus dedos una y otra vez incluso haciendo tijeras para dilatarlo. Los gemidos de Daniel eran bastante audibles pero a su compañero le parecían adorables y seductores así que no tardo en introducir su miembro.

-Voy a moverme ¿sí?

-Por favor- era el ruego del profesor de Lengua

Eso encendió un interruptor dentro de Felipe, ya que Daniel parecía muy acostumbrado a esto y Felipe sabía porque así que con menos cuidado del que hubiera tenido en situaciones normales comenzó a embestir una y otra vez incansablemente.

-¡Más!- era la orden de Daniel mientras era ahogado en placer.

Felipe solo estaba enfocado en demostrarle que era mucho mejor amante que Arturo pero su orgullo no resistiría que Daniel le dijera lo contrario. Estuvieron un buen rato así hasta que ambos sentían que estaban listos para venirse así que se abrazaron el uno al otro y gritaron el nombre del contrario. Estaban algo agotados y los efectos del dulce ya se estaban desvaneciendo, así que después de descansar un poco despertaron, miraron su estado de desnudez y las escenas anteriores se repitieron una y otra vez. Ambos se miraron y se dijeron mutuamente:

-Tengo algo que decirte

-Tu primero- dijo Felipe

-Creo que te amo, es como si todo estuviera más claro ahora, pero aún así me siento algo extraño.

-Dices eso pero después volverás a los brazos de Arturo- dijo sin mirarlo a los ojos ya que no creía las palabras de su amigo.

Este puso una expresión dolida que no fue vista por su compañero así que en lugar de conversarlo Daniel optó por aquello que creía sería más fácil.

-Mejor digamos que esto nunca paso ¿está bien?

Aquellas palabras rompieron el corazón de Felipe pero acepto que las cosas murieran allí.

-Y es por eso por lo que las cosas han estado incomodas ¿ tienes algo para curar este dolor?

-Estuviste como una hora hablando ya deberías saber que hacer y si aún no lo tienes claro te lo diré en tres palabras: ve por él.

Aquello fue como una revelación para el maestro de matemáticas quien se despidió rápidamente para ir a reunirse con su amado.

-Dios, esos dos deberían pagarme por sesión.

-Señor Korame mire lo que esta haciendo Greta- le llamó Antonio desde el jardín.

-Hasta yo tengo mis propios problemas- pensaba Korame mientras se dirigía hacia allá.

 

Notas finales:

Eso ha sido todo por hoy, la proxima semana empiezan los preparativos para el festival así que esperenlo con ansias


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