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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola, espero que hayan tenido una buena semana, aquí les dejo la actualización :D

Antonio se despertó temprano aquella mañana ya que el festival empezaría en un par de horas y debía supervisar que no hubiera problemas entre los puestos que ofrecían todo tipo de alimentos y otros objetos que demostraban que aquel día se rendía honores al dios de la curación. Las distintas sacerdotisas y sacerdotes llegarían, según lo acordado, a las doce del día exactamente. El ayudante se levantó rápidamente pues había bastantes cosas que hacer antes de que el evento iniciara. Se estiro para poder desperezarse adecuadamente ya que solo faltaban los últimos detalles y todo debía ser perfecto para que su sacerdote pudiera alzarse como un perfecto anfitrión y pudiera cerrarle la boca a ese presuntuoso de Frederic. Ni si quiera lo conocía en persona pero las palabras que este había puesto en la carta que recibió el señor Korame simplemente habían hecho que este no le cayera en gracia.

Entonces escucho maullar a su gata quien al sentir que el ayudante se levantaba despertó y rápidamente se colocó al lado de Antonio buscando cariño y sobre todo alimento.

-Lo siento ¿te desperté?- mientras la levantaba del suelo y acercaba la cabeza de esta a su mejilla- Creo que estás más gordita ¿te doy demasiada comida?

-Miau- fue la negativa de la minina para después ronronear como si dijera “claro que no, sígueme alimentando”

-Entendido, después de todo eres la diva de la casa de sanación quien merece toda la comida del mundo, aunque debemos moderarnos ¿no es así?- dijo intentando sonar un poco severo pues para que ella este saludable era mejor que se midieran un poco con el alimento.

Entonces dejo a la minina en el suelo, le acaricio la cabeza para después proceder a buscar aquel traje especial que le había dado su sacerdote. Lo había guardado con mucho cuidado ya que fue hecho especialmente para él y significaba que su sacerdote se preocupaba bastante por él. Recordar aquel detalle hacía que su corazón se llenará de calidez e inevitablemente a su mente vino aquel recuerdo de cuando Lucía había escogido el traje que él llevaría para su boda, en aquella ocasión  sintió algo parecido a lo que estaba sintiendo en estos momentos, aunque esta vez tan solo sería para un festival, cabe señalar que sería el primer gran evento de la casa de sanación en el que participaría Antonio, así que estaba bastante nervioso ya que lo último que quería era avergonzar a su sacerdote. Lo tomo cuidadosamente y lo dejo sobre su cama junto a las demás prendas que debía llevar.

Su ducha fue rápida ya que no quería perder tiempo así que cuando estuvo listo se vistió rápidamente y se alisto para la que sería una ardua jornada en que debía dar todo de si para que las cosas fueran absolutamente perfectas. Estuvo a punto de irse pero recordó que todavía no le había dado al sacerdote aquel obsequio que había comprado para este hace algunas semanas atrás. La razón detrás de aquello era que realmente no había encontrado el momento adecuado además de que no sabía si sería bien recibido ya que no había sido demasiado discreto en cuanto a sus sentimientos con respecto al señor Korame, sabía que sería completamente inoportuno hacerlo durante el festival pero si no lo hacía ahora no lo haría nunca y él era un hombre que cuando se tomaba el tiempo de elegir algo para regalárselo a alguien, en especial si albergaba sentimientos por este, le gustaba entregárselo o si no pensaría en aquello para siempre. Se podía decir que se obsesionaba con los hechos o las cosas que no pudo hacer como por ejemplo aquel regalo para el día de la madre que no pudo entregar jamás pero que con ayuda de Lucía pudo superarlo de a poco aunque aún hoy en día quedaban resquicios de aquello, pero trataba de no pensar mucho en aquello.

“Antonio, mamá ya no volverá a casa, sé fuerte” fueron las palabras que el niño de diez años encontró entonces debajo de su almohada en una nota rápidamente escrita por la mujer de la que nunca más volvió a saber.

-¿Por qué pienso en esto ahora?- se dijo así mismo mientras intentaba disipar aquellos pensamientos de su cabeza.

Termino de ponerse aquel traje que solo se utilizaba para la ocasión y la suavidad de tela era tal que simplemente la sensación de aquella en su piel se sentía enormemente bien. Entonces otro pensamiento se hizo presente

-Estoy deseoso de ver el traje que llevará el señor Korame- pensó con emoción el ayudante cuando estuvo completamente vestido, aquello simplemente había hecho que se sintiera mucho más animado que hace unos minutos.

Sin más demora fue hacia el salón principal en el que habitualmente se encontraba el sacerdote durante la mañana. Con sorpresa descubrió que este no estaba solo ya que con él se encontraban dos personas que él reconocía a la perfección, ya que ambos profesores eran dos visitantes de la casa de sanación recurrentes.

Por respeto decidió aguardar en el jardín ya que no quería interrumpir la conversación de su sacerdote y aquellos dos. Una parte de él estaba feliz de que aquel par pareciera llevarse bien con el señor Korame mientras que dentro de sí también estaba un pequeño sentimiento de envidia aunque él en un futuro le gustaría ser más que un ayudante/amigo de aquel sacerdote.

Pero nuevamente sabía que si quería ser aquello debía tener la aceptación del señor Korame y más aún tendría que arrebatárselo al dios de la curación lo que iba a hacer una tarea prácticamente imposible ya que según había podido observar el sacerdote realmente tenía un vínculo demasiado estrecho con la deidad ya que este recibía toda su atención en la mayoría de las noches, esto lo sabía ya que algunas veces escuchaba la conversación aparentemente unilateral y no podía evitar cierta emoción de envidia ya que el tono de voz del sacerdote tomaba toda clase de dulces matices reservados en su mayoría para aquella divinidad.

-Aunque tú también has visto aquella faceta en algunas ocasiones- es así como alejaba esa amarga sensación que se instalaba en la boca de su estómago.

Mientras tanto dentro del salón principal el señor Korame escuchaba con algo de aburrimiento como aquellos dos le contaban de su nueva y sobre todo reciente relación.

-Realmente le agradecemos, gracias a usted ahora ambos estamos juntos.

-Yo no hice nada- se hizo el desentendido mientras miraba sus bien cuidadas uñas.

-Aun así muchas gracias Korame- le dijo Daniel quien incluso se veía mucho más radiante.

-No es de mi incumbencia y tampoco es como si me importara mucho pero… ¿ qué paso con tu antiguo amante?

-Bueno, al principio se puso un poco reacio- dijo un poco incomodo Daniel.

-¿Querrás decir completamente furioso?- señalo Felipe con seriedad pero había cierto tono de burla en su voz.

-Si así es- mientras tomaba discretamente su mano para tomar valor para lo que iba a decir- Bueno él no pudo hacer nada en nuestra contra ya que eso sería exponer ante toda la escuela su infidelidad, sin embargo sería muy incómodo seguir enseñando en aquella escuela así que ambos decidimos salir de allí y probar suerte en otro establecimiento.

-Así es, por suerte hay un nuevo colegio que abrió hace poco que está buscando nuevos profesores- dijo Felipe mientras asentía varias veces.

-Eso es… bueno- pensando en que el dios de la fortuna se le había antojado que las cosas fueran bien para aquellos dos aunque una parte de él tenía cierta certeza de que aquello podría cambiar de acuerdo con el estado de humor de aquella divinidad.

-También en un futuro tenemos planeado casarnos y nos gustaría que usted sea nuestro padrino- dijo con seriedad Felipe – le debemos mucho y sería un honor que estuviera en nuestra boda.

-¿Están seguros? No es mi problema pero Daniel fue amante de aquel tipo ¿ cómo sabes que no lo hará de nuevo?- fueron las palabras mordaces y un poco malintencionadas del sacerdote.

-Él me ha dicho que me ama a mí y a nadie más, yo confió en él- dijo Felipe mientras lo miraba cariñosamente.

-Son tan asquerosamente empalagosos- dijo Korame quien hizo una mueca de desagrado ya que él no entendía realmente el amor.

-Korame cuando encuentres el amor sabrás como nos sentimos- señalo Daniel- aunque según lo que he visto lo tienes demasiado cerca.

Aquello hizo que a su mente viniera la imagen de su ayudante por alguna razón que decidió ignorar por completo. Aquello no pasó desapercibido por aquel par que se miraron con complicidad y compartieron una sonrisa que le dio muy mala espina al sacerdote.

-¿Cómo está Antonio? -preguntaron ambos con la clara intención de molestar al sacerdote.

-Él se encuentra perfectamente, gracias- dijo cortantemente para desviar el interés de esos dos chismosos

Entonces ambos comenzaron a murmurar entre sí pero lo suficientemente alto para que Korame los escuchara .

-Creo que nuestro sacerdote favorito tiene un interés en su ayudante- dijo Daniel

-Y creo que no lo quiere admitir- señalo Felipe.

-¿Saben que puedo escucharlos? -dijo con fastidio Korame- además yo no tengo ningún interés en él más que el que cualquier sacerdote tendría hacia su ayudante, ya que ha sido de gran ayuda durante este último tiempo. Aunque ha habido ciertos incidentes que no es necesario mencionar.

El sacerdote se dio cuenta que había hablado de más ya que las miradas que recibió de parte de los maestros tenían el brillo de la curiosidad marcado -en sus pupilas y ansiosos de saber más detalles acerca de aquellos “incidentes”

-¿Qué tipo de incidentes?- aquello fue dicho con tono sugerente de parte de Daniel, quien estaba aprovechando para poner nervioso a sacerdote.

Felipe ya se imaginaba de que se trataba así que coloco su dedo sobre sus labios en señal de que guardaría silencio.

-Sin comentarios- entonces miro el reloj y encontró la excusa perfecta para poder echar a aquellos dos- Miren la hora, los demás sacerdotes y sacerdotisas llegaran en cualquier momento.

-¿No es muy temprano?

-Hubo un cambio de planes- fue la mentira hábilmente dicha por Korame ya que no habría manera de comprobar aquello.

-Pero necesito respuestas- dijo con aquel tono infantil que solo sus más cercanos conocían bien.

-Creo que es momento de irnos amor- aquellas palabras sabían demasiado bien en los labios de Felipe aunque a veces le costaba creer que podía llamar de aquella manera a su mejor amigo y ahora novio.

-Está bien- dijo el profesor de Lengua a regañadientes, pero dentro de su mente de amante de la literatura una historia que involucrara a aquel sacerdote que no comprendía del todo los sentimientos en especial el amor no podía ser nada más que profundamente atrayente, tal vez preguntándole al ayudante podría obtener aquella información.

-Ahora que se van, no se olviden de venir al festival a presentar sus respetos al dios de la curación ¿quedo claro?- su tono de voz fue un poco autoritario pero ambos maestros ya estaban acostumbrados a aquello así que asintieron y señalaron que volverían durante la tarde.

-Sera como una cita, una como novios oficialmente- dijo Daniel, lo que provoco cierto rubor en el rostro de su pareja.

-Pero, ya somos prometidos-dijo él mientras lo miraba con una mirada demasiado dulce.

-Dios, son demasiado empalagosos, váyanse rápido antes de que me intoxique.

-Solo nos amamos mucho, como tú y tu ayudante-dejo escapar Daniel con el objetivo de hacer enfadar al sacerdote y ahora que sabía que tema sacaba su fibra sensible no la dejaría ir tan fácil en parte porque quería vengarse de Korame por avergonzarlo tantas veces y por otro lado deseaba que el sacerdote fuera feliz.

-Váyanse de una vez o me rehusare a atenderlos nuevamente- dijo el sacerdote completamente indignado.

-Si, mi sacerdote- dijeron ambos solemnemente pero solo consiguió enfadar aún más a Korame.

Mientras esos dos se alejaban un solo pensamiento cruzaba la mente de ambos:

-De alguna manera desde la llegada de su ayudante Korame se ve más humano.

Finalmente llego el momento en que ambos debían presentarse en la entrada de la casa de sanación para recibir a las demás sacerdotisas y sacerdotes quienes venían acompañados por algunos de sus ayudante. Sin embargo otro pensamiento muy distinto surcaba la mente de Antonio, uno que iba completamente alejado de la situación en la que tenía que enfocarse.

-El señor Korame realmente se ve… indescriptiblemente hermoso.

El sacerdote principal se encontraba llevando un traje blanco con un patrón bordado que se veía extremadamente elegante y exquisito que hacía relucir los brillantes cabellos negros y hermosos ojos fríos como el hielo del señor Korame. Tuvo que dar lo mejor de sí para evitar decirle aquello a su sacerdote.

Los puestos ya estaban colocados pero aún no estaban atendiendo al público ya que todavía faltaban un poco menos de dos horas para que los asistentes al festival pudieran ingresar, así que había suficiente tiempo para que los sacerdotes y sacerdotisas pudieran almorzar tranquilamente y conversar un poco.

-Debes comportarte, no queremos dar una mala impresión y menos ante Frederic- le dijo por lo bajo a su ayudante, el cual asintió varias veces afirmando que no haría nada para avergonzar al sacerdote

Entonces de a poco fueron entrando los sacerdotes y sus ayudantes, era una gran vista ver los diferentes tonos de verde que se podía observar, los trajes eran sencillos pero realmente impresionantes ya que sus diseños eran tan distintos entre sí pero a la vez tenían en común ciertas características, el ayudante no pudo evitar fijarse de nuevo en el señor Korame ya que este al ser el sacerdote principal era quien más destacaba, cuando ellos llegaron a la entrada se inclinaron para mostrar sus respetos hacia el anfitrión. Aunque uno lo hizo de mala gana pues a pesar de que intentaba disimular su desagrado y envidia no lo lograba del todo.

-Ese debe ser Frederic- fue el pensamiento de Antonio mientras lo miraba de reojo pero este se dio cuenta y lo miro de manera desafiante también. Sin embargo el ayudante no cayó en la provocación de aquel sacerdote ya que había prometido fervientemente comportarse y no sería bien visto que se metiera en un conflicto con los sacerdotes. Así que simplemente se volteó y presento sus respetos a los demás.

Era curioso ver que todos los sacerdotes y sacerdotisas se veían mayores al señor Korame pero lo que más llamó su atención era que una sacerdotisa tenía entre sus ayudantes a varios niños. Uno de ellos se dio cuenta pero tan solo se limitó a sonreír lo que Antonio considero sumamente adorable ya que uno de sus sueños que siempre había tenido era tener hijos, no es que Greta no satisficiera sus instintos paternales sino que encontraba linda la idea de tener una niña o un niño. Esto no pasó desapercibido para el sacerdote principal quien solo lo miro por menos de dos segundos, pero no pudo seguir prestándole atención ya que debía seguir dándoles la bienvenida a todos sus invitados.

-Es un honor tenerlos aquí hoy les invito a pasar a nuestro salón de banquetes para iniciar este día en que se honra de manera especial a nuestro dios de la curación.

Entonces el sacerdote principal junto a su ayudante guiaron al resto hasta la sala en que estaban dispuestos toda clase de platillos que habían sido preparados por unos cocineros que gustosamente se habían ofrecido para preparar aquel almuerzo, ya que le debían bastante al señor Korame quien los había curado en incontables ocasiones.

Cuando llegaron a aquel lugar el anfitrión los invitó a sentarse y pronunció las siguientes palabras:

-Espero que este banquete sea de su agrado y debemos darle nuestro agradecimiento a nuestra diosa de la naturaleza.

Todos pronunciaron unas palabras y después de eso el señor Korame los invito cortésmente a comer.

Notas finales:

eso ha sido todo por esta semana, espero lo hayan disfrutado


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